Entre 1894 y 1896 tribus kurdas motivadas por el sultán Abdul Hamid II asesinaron a unos 300.000 cristianos. Era el preludio del intento turco de exterminar a los armenios, que en las primeras décadas del siglo XX tuvieron 1 millón y medio de muertos, incluyendo cristianos asirio-caldeos, y otro millón fue deportado, caminando centenares de kilómetros por las zonas semidesérticas de Siria. Algunos escaparon a Rusia, Europa y Estados Unidos.