En el año 221 a.C caía el último de los “reinos combatientes”, quedando como ganador de una dura pugna el reino de Qin. Para conmemorar su victoria el rey de Qin cambiaría su título por el de Primer Emperador de China. La victoria de Qin se empezaría a forjar más de un siglo antes y vendría acompañada de masacres, sobornos, traiciones y de una hábil manipulación de sus rivales.