En la Península Ibérica hasta la entrada de los musulmanes la situación de los judíos no era precisamente agradable. La legislación visigoda, especialmente a través de los Concilios eclesiástico-políticos de Toledo, estuvo constantemente dictando normativas que restringían los derechos de la comunidad judía. En la Edad Media la influencia de la Iglesia en la labor legislativa era de una importancia capital. Al seguir considerando ésta al pueblo judío como el reponsable de la muerte de Jesús de Nazaret, la "persecución" que se hizo de este fue sistemática y constante.