Si preguntásemos en la calle cuales son las tres fechas mas importantes en la historia las respuestas, probablemente, serían: el nacimiento y muerte de Jesucristo y el descubrimiento de América. 1492 es una fecha que esta en boca de todos en cualquier parte del mundo.
La hazaña de don Cristóbal Colón ese doce de octubre no tuvo una dimensión nacional; fue mundial.
También fueron notables los acuerdos alcanzados entre él y la corona en los documentos conocidos como “las Capitulaciones de Santa Fe”. En esa serie de acuerdos, firmados por el secretario del rey católico; Juan de Coloma, se consignan una serie de concesiones que hoy nos parecen increíbles: el contrato mercantil de un Nuevo Mundo.
-Don Cristóbal Colón recibiría el título vitalicio y hereditario de Almirante de los mares con las preeminencias y prerrogativas propias de los Almirantes de Castilla.
-El título de virrey y gobernador de las tierras a donde llegare o que por su “industria” se descubrieran; el derecho a recibir la décima parte de todas las riquezas que consiguieran por comercio, trueque, conquista o lo que sea.
-Que si por el motivo anterior surgiera cualquier litigio o conflicto se le notificara a él para que actuara según era conforme a los Almirantes en Castilla. A lo que el secretario del rey estuvo conforme ya que los Almirantes no tenían ninguna jurisdicción en este sentido y por lo tanto no hacía merma de las funciones reales este punto.
-Y por último el derecho a contribuir con la octava parte de la expedición pudiendo recibir a cambio la octava parte de los beneficios que devengara esta.
A estas capitulaciones les seguirían un privilegio firmado en Granada el 30 de abril de 1492; la confirmación del mismo del 30 de abril y 28 de mayo de 1493 en Barcelona y, por último, las confirmaciones de las capitulaciones y el privilegio firmados en Burgos con fecha de 23 de abril de 1497.
En 1500 el Almirante fue depuesto de su cargo de virrey por la memorable actuación de Francisco de Bobadilla que confiscó los bienes de los Colón y los envió a España encadenados y aunque les fue restituida la libertad y los bienes no así los cargos quedando suspenso y sin respetar los acuerdos alcanzados y ratificados. Don Cristóbal trató durante el resto de su vida que los monarcas cumplieran con lo acordado pero estos afirmaban que lo firmado no era acuerdo sino merced por lo que podían retirarlo cuando considerasen oportuno.
Muere don Cristóbal el 20 de mayo de 1506 sin haber conseguido que los reyes respetaran el contrato pero desde el año 1502 es su hijo Diego Colón de Perestrello quien continua con las reclamaciones. En 1508 Don Diego, cansado de esperar alguna justicia, decide poner la resolución del asunto en manos de los tribunales lo que dará lugar a los llamados “Pleitos Colombinos” cuyos últimos coletazos durarán hasta el siglo XVIII. ¡Un particular demandaba a los reyes, en un tribunal de su propio reino, por incumplimiento de contrato!
Ese mismo año casó don Diego con una sobrina del duque de Alba hija del comendador mayor de León de la orden de Santiago. La dama se llamaba Maria de Toledo y Rojas y era hija de Fernando de Toledo y Enríquez. Esta alianza suponía un buena apoyo para los pleitos que iniciaba contra la corona y que se avecinaban largos.
El apoyo de su familia política le valió el conseguir la gobernación de Santo Domingo que ejerció desde 1509 hasta 1511 y de 1520 hasta 1523 que fue llamado a España. En 1524 de camino hacía Sevilla enfermó y murió en La Puebla de Montalban, provincia de Toledo.
Tuvo con doña Maria siete hijos de los cuales su heredero sería don Luis que nació en el año 1521 en Santo Domingo. Fuera del matrimonio tuvo al menos tres uno de nobre Cristóbal y dos llamados Francisco.

Don Luis Colon y Toledo
Don Luis pasó su infancia en esta tierra de santo Domingo lejos de su madre que se encontraba en España defendiendo los derechos de sus hijos frente a los tribunales. La temprana perdida de sus padres, por muerte y alejamiento, se ha tomado como origen de una inestabilidad emocional que afectaría a don Luis durante el resto de su vida y que sería la causa de los muchos líos en los que se metió.
Por sentencia del 28 de enero de 1536 del Consejo de Indias don Luis Colón perdía el diezmo de todas las tierras americanas, el título de virrey y el derecho de nombrar los cargos en estos lugares. Como compensación se le asignó una renta anual perpetua de 10.000 ducados, la isla de La Jamaica en señorío junto con el título de marques de esta isla y a su elección el de duque o marques de la Veragua junto con el territorio de veinticinco leguas cuadradas
[1] de la zona de este nombre en la costa occidental de Panamá.
A estos logros había que sumar el alguacilazgo mayor de la ciudad de Santo Domingo en concepto de mayorazgo y el Almirantazgo de las Indias “ descubiertas y por descubrir”. Ello aportaba un patrimonio nada despreciable mas una renta anual a lo que había que sumar los ingresos de otras propiedades que tenía la familia como era el caso de un ingenio azucarero
[2] a unos veinte kilómetros de la ciudad de Santo Domingo llamado “Nuestra señora de Montealegre” que producía unos muy saneados ingresos ya que el azúcar era articulo codiciado que se vendía al comerciante a ducado la arroba.
Todo esto se consiguió gracias a los esfuerzos de doña Maria de Toledo que durante años estuvo removiendo cielo y tierra para sacar a delante los pleitos y asegurar la vida de sus hijos. Además consiguió casar a su hijas: Felipa, la mayor ingresó en un convento donde murió; doña Juana matrimonió con un hermano del duque de Alburquerque; su hermana Isabel con Jorge Alberto de Portugal, conde de los Gelves; y doña María casó con Sancho de Cardona, marques de Guadalest y Almirante de Aragón.
Y por un laudo suplementario a la sentencia se concedió a cada hija una renta anual de 500.000 maravedíes. Para su hijo menor, Diego, un hábito de la orden de Santiago junto a una renta vitalicia de otros 500.000 maravedíes. Tantos logros son indicativos de lo mucho que trabajó doña María por los suyos y del ascendiente que los Colón tenían sobre la corona.
Las rentas totales que disfrutaba don Luis Colón por su mayorazgo proveniente de los pleitos con la corona y otras posesiones no llegaban a los 25.000 ducados anuales por lo que se encontraban en la paradójica situación de encontrarse entre la mas alta nobleza de España pero con unos recursos y medios que no podían comparase con la de estos. Como ejemplo el duque de Medinaceli recibía por entonces 60.000 ducados al año, al de Bejar 80.000 y el de Medina Sidonia, el más rico de todos, 170.000 al año. Frente a esas fortunas no podía competir la casa de Veragua.

Murió don Hernando Colon, hijo de don Cristóbal y Beatriz de Arana, el 12 de julio de 1539 dejando como heredero a su sobrino Luis. Este curioso personaje fue el bibliófilo mas importante de su tiempo y consiguió reunir una importantísima biblioteca con cerca de 15.000 ejemplares. Dejó un meticuloso testamento donde estipulaba la cláusula obligatoria del gasto anual de 100.000 maravedíes en adquisición de nuevos ejemplares. Doña María, como madre y tutora de don Luis que entonces contaba con diecinueve años de edad, se hizo cargo de la herencia en nombre de su hijo.
Hernando Colon
Esta señora debía estar entonces en medio de los agobios de los pleitos con la corona y las bodas de sus hijas pues fue terriblemente negligente con la valiosísima biblioteca. Se limitó a recoger los libros y confiar su custodia al monasterio de san Pablo de Sevilla cinco años después de la muerte de don Hernando; en 1544. Esta biblioteca junto con unas casas pertenecientes a la herencia de don Hernando las volveremos a ver mas adelante.
Doña Maria tenía prisa en volver a Santo Domingo pues las noticias que de allí llegaban eran cada vez peores y para una persona del animo de la correosa señora una situación de anarquía que exigía su pronto remedio.
Ocurría que el mozuelo de nueve años que dejó atrás había crecido y ya era un mozo galano. Así en 1541 le llevaron la noticia a doña María que el mozo ya era padre y, de rebote, ella abuela. Doña Juana Colon y Toledo, que así se llamó la niña, nació ese año en Santo Domingo y no tenemos noticias de quien pudo ser su madre. Esta debió de ser doncella española y de algún linaje ya que la niña se crió en la residencia de la familia en Santo Domingo donde fue acogida. Esta noticia, que aunque frecuente entonces y ahora, no podía dejar indiferente a ninguna madre responsable era una tontería sin importancia comparada con las que le llegaron un año después.
Los problemas sentimentales de don Luis
En el año 1542 arribó a Santo Domingo una flota que conducía gente hacía Honduras. Entre los desembarcados para hacer descanso mientras la flota era aprovisionada y los barcos reparados de las fatigas del viaje desde la península, se encontraba una bella joven que, junto con otras personas de calidad, fueron alojados en la casa de los Colón por ser esta la mejor de Santo Domingo. Don Luis al ver a Maria de Orozco sufrió un “flechazo” repentino.
Desde ese momento solo estuvo pensando en como acercarse a al joven. El “ Memorial del Pleyto...” nos da una relación de testimonios de testigos de estos hechos reunidos gracias al pleito incoado por el obispo de Santo Domingo en 1550. por estos testigos sabemos que un atardecer..” de un domingo, como a las nueve de la noche, María de Orozco recibió el recado por la mujer de un camarero del Almirante de acercarse a la cámara de doña Felipa Colón
[3]”.
El recado era de don Luis que consiguió la entrevista con la joven. La entrevista y las que le siguieron fueron de una ternura digna de la inmortal pieza de Shakespeare e ingenuas como un niño de pecho lo que no deja de llamar la atención en un mozo de veintiún años cumplidos, padre de una hija natural que, por otro lado, seguía bajo la tutela de una madre que se encontraba a miles de kilómetros en un tiempo en el que a los quince años se sentaba plaza de soldado.
Don Luis dio palabra de casamiento a María de Orozco y esta aceptó. Pronto se supo la noticia en el alcázar y quien dice en el alcázar se refiere a toda la ciudad y en poco tiempo en toda la isla. No es de extrañar que doña María de Toledo estuviera un poco distraída con la herencia dejada por don Hernando Colón cuando en ese tiempo debieron de llegarle noticias de esta ultima barrabasada de su hijo. Rápidamente embarcó y partió hacia el Nuevo Mundo dispuesta a poner orden y a tirar de las orejas al que lo mereciera.
Efectivamente con la buena señora en la isla el asunto se resolvió con rapidez. La promesa matrimonial, que ya era pública y notoria por la importancia de don Luis en la isla, fue olvidada al tiempo que se embarcaba a la infeliz niña hacia Honduras sin entrar en mas idems. En esta tierra casó con el tesorero Francisco de Castellanos con quien tuvo abundante descendencia.
El año 1546 fue fecundo en acontecimientos en la vida de don Luis. Ese año decidió su madre que lo mejor para no volver a recibir un susto como el que se llevó con el “afaire Orozco” era casar a don Luis y ya le tenía encontrada novia. La afortunada era María de Mosquera y Pasamonte hija de un rico propietario de la isla que aportaba como dote “casas principales, tierras, ganados y negros”.
El emperador Carlos nombró gobernador de la Veragua al capitán Cristóbal de la Peña. Este capitán, junto con ciento treinta soldados y dos hermanos del Almirante, don Diego y Francisco medio hermano de los Colón de Toledo y de cuya madre no se tiene filiación, se trasladaron a la Jamaica para aprovisionarse de agua y caballos. Después pasaron a tierra firme donde fundaron la pequeña población de Nombre de Dios
[4]. La expedición fue un desastre y al final los indios hicieron una escabechina en esta ciudad de padre y muy señor mío. Solo se salvaron unos quince o veinte soldados que dieron la noticia de la muerte de los Colón.
Ese mismo año el licenciado don Pedro de La Gasca escribió cartas a los leales súbditos de S. M. en Nicaragua, Guatemala, Panamá y Santo Domingo para que prestasen ayuda contra la revuelta de Gonzalo Pizarro en Perú. Se aprestó don Luis a ir a la guerra y con él fue un grupo de soldados armados a su costa. Afortunadamente cuando llegó a tierra firme las cosas ya estaban encarriladas para bien y don Pedro despidió con agradecimiento a don Luis y su gente sin necesidad de utilizar sus servicios.
La vida familiar de don Luis fue fecunda ya que tuvo dos hijas; doña María y doña Felipa aunque no venía el ansiado heredero varón.
En 1549 “murió mama”, don Luis era propietario de su persona y herencia, libre de una madre dominadora. Durante un tiempo fueron las cosas bien entre la familia del Almirante pero al año siguiente se produjo un terremoto emocional en la vida de don Luis. Este terremoto era doña María de Orozco, que con marido e hijos, llegó a santo Domingo de camino para la península.
Enterado don Luis de la noticia se inflamó de la antigua pasión y reclamo el matrimonio por promesa que tenía con María de Orozco. El escándalo estalló en la ciudad y tuvo que intervenir el obispo entre el marido furioso y el antiguo pretendiente que alegaba la validez del matrimonio por palabra. En medio se encontraba una doña María de Mosquera furiosa por el airado papel en que le había puesto el que era su marido.
El obispo, prudente, ordenó que se levantaran testimonios y mientras permitió que se embarcara para España doña María de Orozco con su familia. Don Luis furioso decidió partir para la península. El motivo que dio era el continuar con los pleitos con la corona, la realidad era que abandonaba a su mujer e hijas.
En España y mas problemas con mujeres
Ya desde España don Luis inició un proceso de divorcio de la triste doña María, este proceso se complicó extraordinariamente cuando don Luis cayó profundamente enamorado, en 1554, de doña Ana de Castro y Osorio hija de los condes de Lemos.
Parece ser que don Luis se instaló en Valladolid siguiendo el rumbo de la Corte y de sus pleitos. En esta villa se encontraban alojadas en las casa del comendador Meneses, en la calle de Teresa Gil, la condesa viuda de Lemos y sus hijos. También tenían en la ciudad una casa de campo a las orillas del río Pisuerga junto con una rica huerta.
Parece que don Luis se presentó como soltero, convencido como estaba de la nulidad de su matrimonio, por lo que tras conseguir la anuencia de la otra parte llevó a cabo un matrimonio secreto el 8 de junio de 1554 con capitulaciones matrimoniales que se firmaron el 19 de octubre de ese año.
Este matrimonio sería el responsable de los largos pleitos que acabarían con don Luis en Orán.
Por un lado existía la solicitud de divorcio de doña María de Mosquera alegando que el matrimonio era nulo por existir un matrimonio anterior. Por otro lado se acaba de casar con una tercera señora que nada tiene que ver con las dos anteriores. Por ello doña María de Mosquera en defensa de sus intereses y de los de sus hijas ( junto con un sano espíritu de venganza, que la pobre fue víctima y no verdugo ) puso pleito a su marido acusándolo de bigamia.
Este proceso estaba en la autoridad civil mientras que el primero estaba en la eclesiástica motivo por lo que se cruzaran, a veces sin encontrarse, durante largos años. Además doña María dio autorización a su pariente Juan Mosquera de Molina, vecino y regidor de Valladolid, para que actuara en su nombre en defensa de su patrimonio y el de sus hijas. Mas adelante se trasladaría a Valladolid instalándose en el convento de santa Cruz de las comendadoras de Santiago.
El proceso criminal por bigamia se había iniciado y Felipe II autorizó a la justicia a tener preso a don Luis, aunque con rigor atenuado. Así peregrinó durante años por las prisiones de Arévalo, Medina del Campo y Simancas.
Viendo que no le van bien las cosas don Luis tuvo un cambio de estrategia en 1558, o un arrepentimiento sincero que todo es posible. Empezó a acercarse hacía su abandonada esposa y alejarse de la mas reciente. El 8 de septiembre de 1588 dio un poder a “ la Ilustrísima señora doña María de Mosquera, marquesa de la Jamaica, mi mujer, para gobernar todos mis estados”[5].
Sucedió que en el año 1559 don Luis fue trasladado al castillo de Simancas del que era alcaide el comendador Mosquera de Molina que era pariente de doña María de Mosquera. Este comendador era un hombre devoto que tenía en gran estima a la Compañía de Jesús y que fundaría el Noviciado de Simancas. Pero dejemos que un joven jesuita de nombre Cardona lo cuente:
-“ Aquí hay una muy buena fortaleza del rey y truxeron la quaresma pasada preso al Almirante de las Indias que es justamente Duque de la Vega y marques de Xamaica; un hombre de los mas distraídos del mundo, que se dicen dél grandes terribilidades y estava muy mal con la Compañía; y al tiempo de confesar no se quiso confesar con los de nuestra casa, aunque se lo dixo un Comendador devoto nuestro sino que embió a llamar a un cura del pueblo que le confesase; y confesado aconteció que no le pudo ir a reconciliar y casi forzado envió a llamar un Padre de los nuestros para que le reconciliase y comulgase....Después quiso Nuestro Señor que vino el Padre Rector y el Padre Francisco ( san Francisco de Borja ) y le cogieron entre manos el uno y el otro de tal manera que está ya un bienaventurado...”[6]
Tan contento estaba don Luis con los jesuitas que les regaló unas casa con su huerta que había recibido en herencia de su tío don Hernando. Lo que no les comentó a los buenos padres, tal vez porque ello no le pareció importante, era que estas casas las había perdido hacía tiempo por impago de obligaciones y que lo único que poseía de ellas era un pleito contra el actual propietario con muy pocas posibilidades de salir adelante.
La influencia del santo duque de Gandía sobre don Luis dio lugar a un intento cada vez mayor de allanamiento entre doña María y don Luis, algo que la hija del la condesa de Lemos y su madre no estaban dispuestas a permitir. Todo parecía que se iba a solucionar cuando en el año 1561 la situación dio un giro de 180 grados.
¿Qué había pasado? Resulta que la pobre doña María, abandonada por su marido, tras largos años de pleito con este había encontrado consuelo en los brazos de un caballero de nombre Alonso de Villarreal, de Toledo. El confinamiento de don Luis era “muy holgado” por lo que se enteró de los sucesos. Esto cambiaba todo y el 21 de septiembre de 1561 acusaba oficialmente a su esposa María de Mosquera de adulterio con Alonso de Villarreal.
Procedió un alcalde de la Villa y Corte contra ellos y los llamó a pregones pero para entonces los amantes habían escapado[7]. Los bienes de Alonso de Villarreal fueron confiscados y entregados al “marido” ultrajado, los de la esposa “infiel” a las hijas que tuvo con don Luis. Pero Alonso de Villarreal no era ningún necio ya que logró ocultar todo su patrimonio de manera que lo único que pudo obtener don Luis fueron 600 cochinos reales.
Eliminada de un plumazo la causante de su prisión no había ya motivo para continuar con la reconciliación. Las autorizaciones y poderes que había otorgado a nombre de su huida esposa fueron revocados; la causa de la nulidad del matrimonio, impulsada.
En agosto de 1563 le fue pronunciada la sentencia sobre su caso de bigamia por los alcaldes de Villa y Corte. Fue condenado a diez años de destierro; los cinco primeros serían de servicio militar en Orán con diez hombres de a caballo a su costa; los cinco restantes en la península pero no pudiendo residir a menos de cinco leguas ( unos veintiocho kilómetros mas o menos ). Además pagaría una multa de 4.000 ducados y las costas del proceso.
Don Luis apeló la sentencia pero el Consejo Real desechó la apelación y le sentenció por notoria bigamia en grado de revista el día 5 de noviembre de 1565, imponiéndole una pena mas dura que la anterior. Los diez años de destierro deberían cumplirse, íntegros, en Orán. Todas las penas económicas se mantenían pero reducía el número de tropas a caballo de diez a seis que debía mantener durante ese tiempo.
Tres años antes, en septiembre de 1563, se había casado por la iglesia con doña Ana de Castro. Este “se preñó” y dio a luz una niña prematura que no sobrevivió. Cuanto a las hijas que tuvo con doña María de Mosquera loas emancipó y se comprometió a entregarlas el patrimonio de su madre, de esta manera se consideró libre de actuar como le apeteciera.
Aunque la sentencia le enviaba a Orán el bueno de don Luis supo manejarse para retrasar el traslado durante dos años. Estando en Madrid, y disfrutando un día de paseo camino de Nuestra Señora de Atocha se cruzó con unas mujeres, Isabel de Carvajal e Inés de Godoy, que le invitaron a su casa. En ella encontró don Luis una belleza de catorce años que se llamaba Luisa de Guevara y que era la hermana pequeña de Isabel de Carvajal[8].
El “Memorial del Pleyto...” se refiere a las hermanas en estos términos:
-“ Se decía por casa y por Corte que eran las dos hermanas tenidas por cortesanas y personas que hacían plazer a caballeros”.[9]
Sin entrar en el placer que daban o dejaban de dar lo cierto es que Luisa de Carvajal le dio un hijo al que bautizaron con el nombre de Cristóbal y que fue la alegría de su padre.
No cabe duda que todos estos enredos ayudaron mucho a que la sentencia de apelación fallara en contra de don Luis y en términos mas duros.
Partió don Luis hacía el destierro cargado con el peso de los gastos, las deudas que dejaba a su espalda, la hacienda de santo Domingo en lamentable estado por el largo tiempo de abandono y con sus rentas embargadas por orden del rey.
Su hija Juana, aquella que había tenido con una mujer desconocida en Santo Domingo y que le había acompañado con enorme fidelidad durante todos estos años de procesos y prisiones, se quedó en Gelves donde contraería matrimonio con el comerciante Borcio Capitelo desapareciendo de esta historia.
En Orán don Luis se encontró con otros desterrados “de lujo” como era el caso de Luis Cortes, hijo del conquistador de Méjico y Antonia de Hermosillo. En esta tierra se fue endeudando don Luis cada vez mas al tiempo que su salud, ya afectada por los acontecimientos de los últimos años, se iba deteriorando. Murió el 3 de febrero de 1572 sin poder regresar a pesar de haber sido autorizado para ello por motivo de su mala salud. Antes de morir tuvo tiempo de tener otra hija con una mujer desconocida de Orán a la que bautizaron con el nombre de Petronila Colón.
Sus restos fueron enterrados en el convento franciscano pendientes de sus traslado al panteón de su familia en la capilla de santa Ana sita en el monasterio de las Cuevas de Sevilla. Mas tarde volverían a ser trasladados al panteón familiar de santo Domingo donde actualmente reposan.
Autor: Hasting
[1] Unos 130 kilómetros cuadrados. Este es el único caso en la historia de España y creo que de todo el mundo, que los títulos no han sido concedidos por el rey como “gracia o merced” sino como obligación de una sentencia judicial.
[2] Así es como se llamaban a la haciendas coloniales con instalaciones para procesar la caña y producir ron, azúcar, alcohol y otros productos.
[3] Hermana mayor de don Luis a cuyo cargo había quedado la custodia de este en Santo Domingo.
[4] No confundir con otra del mismo nombre fundada en Panamá por Diego de Nicuesa en 1510.
[5] AHPV. Protocolo de Cristóbal Negredo, leg. 7861, fol. 195, 8-IX-1558.
[6] Citado del libro de Luis Fernández Martín, “ El Almirante Luis Colón y su Familia en Valladolid”, Serie de Cuadernos Colombinos XIII, Publicaciones de la Casa-Museo de Colón y Seminario Americanista de la Universidad, Valladolid, 1986.
[7] Huyeron a Venecia donde Maria de Mosquera tuvo dos hijos de Alonso de Villarreal; Juan y Luis nacidos en 1564 y 1568. Ambos murieron sin sucesión.
[8] Después cambiaría Luisa de Guevara su apellido por el de Carvajal.
[9] “El nieto del Almirante: Luis Colon, entre pleitos, mujeres y prisiones”, Anunciada Colón de Carvajal, Cristóbal Colon, dirigido por Carlos Martínez Shaw, Junta de Castilla y León, 2006.