La crisis del siglo XVII y la visión de los contemporaneos: El arbitrismo
La crisis del siglo XVII se manifiesta en el aspecto económico como el resultado de la conjunción de varios factores en los que fundamentalmente destacan dos: el demográfico, con un importante descenso de la población y, el político, con una serie de guerras continuas y agotadoras, que se hicieron patentes incluso dentro del territorio peninsular, lo que conllevaba ademas de su coste económico y humano una devastación del territorio, especialmente en las fronteras de Portugal, Aragón y Cataluña.
Estas guerras habían causado que la población estuviera cansada de las empresas exteriores , que con el fin del reinado de Felipe II, no dejaron de incrementarse. Las guerras de Flandes se justificaron con motivos religiosos, pero tras la Paz de Westfalia (1660), en la cual se estableció un régimen de equilibrio entre las potencias europeas basado en la división de la rama de los Habsburgo, y que llevó a que la monarquía española saliera castigada como una potencia de segundo orden agravada tras la paz de los Pirineos (1659) y con la independencia de Portugal (1640). La justificación religiosa perdió su sentido ya que defender aquellas provincias septentrionales se había tratado como un problema de religión pero con la conversión del rey francés se convertía en una guerra contra la católica Francia, lo que obligo a Felipe IV a admitir frente a las Cortes de Castilla en 1649 que el objetivo primordial de aquella guerra era el dinástico, no ya el religioso, lo que choco con la opinión pública que no veía con buenos ojos desangrar a los reinos peninsulares en guerras por unas razones exclusivas de prestigio.
Reinos y territorios que componían la Corona durante el reinado de Carlos V.
A estas dificultades ocasionadas por los conflictos hemos de añadir una grave crisis económica que se manifestaba en el decaimiento de la agricultura impulsada por razones de índole climática, el siglo XVII parece que fue desde sus inicios una época fría acompañada de inundaciones, lluvias torrenciales y heladas, sumándose epidemias de langosta que contribuyeron a una caída de la producción que va desde un estancamiento hasta 1620, seguido de un fuerte descenso que culmino a mediados de siglo, acompañado de un crecimiento modesto en la segunda mitad. Otra razón atribuible a este descenso (principalmente en Castilla) fue la ruptura del equilibrio ecológico ente ganadería y agricultura, y que puso en conflicto agricultores y ganaderos. Otra muestra de esta crisis se manifiesta en el declive de las actividades artesanales y del comercio, motivados principalmente por la competencia extranjera y el retraso económico, los textiles españoles perdieron cota de mercados contra los extranjeros más económicos y de mejor calidad y, por otro lado, la dependencia de el suministro de material bélico por parte del exterior. (devaluacion moneda y liberalizacion que se plasmo en la Junta de comercio de 1679).