El general Belisario
Este es el relato del general Belisario, el cual vivió y luchó en época del emperador Justiniano I, uno de los, ¡quizá!, mejores emperadores del imperio bizantino, y durante el cual, se intentó resucitar el antiguo imperio romano, pero este fue un intentó que quedó, ¡a medias!, y lo que es peor, a la muerte de Justiniano, (justo en el mismo año que el general Belisario), que el imperio tan debilitado, que lo pagarían los emperadores que le sucedieron.
El general Belisario nació, ¡se cree!, en el año 500 o 505, pertenecía a una familia eslava romanizada la cual vivía en Tchermen (Tracia), sus padres estaban bien asentados, así que pudo disfrutar de una infancia feliz y sin problemas, en su pubertad, inició su formación militar, siendo trasladado a la ciudad de Adrianópolis, donde enseguida destacó por su inteligencia y coraje.
Su nombre parece venir del eslavo Beli Tsar (“príncipe blanco” ), Cuando creció, en su juventud, los primeros hechos de armas se dan en torno al año 520, ya por entonces, Belisario formaba parte de la guardia personal de Justiniano I, que a su vez, era comandante de uno de los ejércitos de campaña del imperio bizantino.
Belisario ya por entonces había tenido la oportunidad de llevar a la práctica uno de sus anhelados deseos, el de formar una unidad de caballería versátil, esta unidad, la cual estaba formada por reclutas montañeses, de las llanuras y marineros fueron sometidos a un duro entrenamiento, el cual consistía en aprender a cabalgar y disparar con arco a la vez, y, ¡por supuesto!, dar en el blanco, más luchar con lanza y si llegara el caso, desmontar y con escudo y lanza pelear como infantes.
Todo esto llevó meses de entrenamiento, porque Belisario quería que la unidad fuera de Elite, y, ¡a fe que lo consiguió!. Formó un escuadrón de 200 hombres con reclutas procedentes de Tracia, Iliria y Asia Menor, y con ellos al frente, partió a la región del Alto Danubio para enfrentarse a la tribu de los gépidos, a los cuales derrotó en pequeñas acciones de guerrilla, llevando varios prisioneros entre ellos y alistando en su escuadro a varios de ellos.
Al año siguiente, Belisario operó esta vez, en el bajo Danubio, contra los hunos del lugar, los cuales habían cometido varias depredaciones cruzando el río y adentrándose en territorio bizantino. En esta ocasión sus fuerzas ascendían ya a 600 hombres, y nuevamente Belisario destacó dando una lección a los bárbaros, causándoles muchas bajas entre muertos y prisioneros y tomando botín, aunque escaso.
Por estas hazañas, Belisario fue ascendido al rango de “patricio distinguido” y los siguientes cuatro años Belisario los pasó en Oriente, llevando inspecciones en las diversas guarniciones del reino, ordenando que los diversos fallos que descubría fueran subsanados de inmediato, a pesar de que se le intentó sobornar para que hiciera la vista gorda, ¡fueron vanos intentos!, ya que era incorruptible y honesto.
Allá por el 527, cuando toma el poder el emperador Justiniano I, Belisario se encontraba en el Oriente, sirviendo cerca de la frontera del imperio persa, en una ciudad fronteriza, la cual servía para evitar que los persas realizaran operaciones sorpresa en la zona bizantina, los persas estaban muy disgustados con aquella fortaleza cuyo nombre era “Daras” y la consideraban como una espada sobre sus cuellos.
Belisario recibió la orden de construir otra fortificación más al oeste, justo en el límite fronterizo, la cual fortificó a toda prisa, ya que temía que los persas se dieran cuenta enseguida, y quería que cuando atacaran la posición estuviera ya consolidada. Efectivamente, los persas al advertir esa fortificación estallaron de rabia, y mandaron un mensaje a Daras para que desmantelaran la fortificación de inmediato.
El mensaje se transmitió a Constantinopla, a Justiniano, el cual envió inmediatamente refuerzos a Daras, infantería y caballería, con la orden de resistir a toda costa.
Los persa, viendo que el castillo de “Migdon” como se llamaba la posición fortificada no era evacuada, se aprestaron a la lucha, 8.000 hombres se presentaron a las puertas de la fortificación, y otros tantos soldados bizantinos salieron a oponérseles, se entabló una dura lucha la cual acabó en tablas, pero los bizantinos inexplicablemente se retiraron del castillo, entrando los persas en el.
Belisario, que en esta lucha había permanecido con fiebre, cuando se repuso un poco comprendió la calamitosa acción que habían cometido sus hombres, a la cabeza del que ya podía considerarse, “su regimiento personal”, 1.000 jinetes, reconquistó castillo, pero al no ser secundado por el resto de fuerzas bizantinas, no pudo sostener la posición y tuvo que evacuarla.
Ejército del Danubio, finales del siglo VI
-al fondo a la izquierda soldado de los "Lanciarii Seniores"
-al fondo a la derecha "campidoctor" de los "Lanciarii Seniores"
-delante, "senator" de infantería
Los persas no perdieron el tiempo, y demolieron el castillo hasta sus cimientos, Justiniano, al leer el informe de lo sucedido, comprendió que Belisario no tenía ninguna culpa, y que el mismo fue quien mejor actuó, con lo cual premió al valiente soldado nombrándole “comandante en jefe de los ejércitos de Oriente”, esperaba que el ilustre soldado, no teniendo ya nadie por encima de él, obrara con eficacia en la región, y pronto tendría que demostrar que Justiniano no se había equivocado en la elección.
La verdad sea dicha, Justiniano I tuvo mucha suerte, ya que durante estos últimos años, había ascendido de rango una nueva promoción de jóvenes oficiales, todos muy bien dotados en el mando y experimentados, los cuales dieron al imperio un gran servicio, ¡y bien que lo tendrían que demostrar!, porque Justiniano les pondría a prueba en años venideros con sus planes de expansión, generales como Sitas, Narsés, Juan Troglita, Salomón, Mundo dieron lo mejor de si mismos en años venideros.
¡Pero a lo que vamos!, estamos en el año 529, Belisario recibe órdenes de Justiniano de iniciar una incursión en la región mesopotámica del imperio persa, para dicha expedición se reúne un importante ejército bizantino de 25.000 hombres, entre los cuales destacan 5.000 jinetes de las más variedades de naciones, hérulos, hunos, bizantinos y jinetes de las regiones circundantes, también un general experimentado llamado Hermógenes viene de Constantinopla para compartir el mando con Belisario, pero no sembró la discordia con el, y la cooperación fue leal.
Con Belisario estaba el cuerpo de “bucelarios”, por si no he dicho nada respecto de ellos, formaban su regimiento personal, los bucelarios, estos jinetes profesionales comenzaron su existencia en el siglo V, en una época de inseguridad, la cual se creó tras la batalla de Adrianópolis en el 378. Estos soldados se crearon entre los generales y grandes magnates como una especie de guardias y soldados de protección.
No obstante, en el siglo VI, la gran mayoría de los bucelarios, estaban perfectamente integrados en los ejércitos de campaña imperiales, y desempeñaban su acción en las formaciones de caballería, normalmente solían desempeñar el rol de “guardia personal” entre los generales en campaña bizantinos, muchos conocemos el regimiento personal de Belisario, el cual participó en casi todas las campañas militares en que el actuó.
Pero también tuvieron estos cuerpos otros generales bizantinos no tan célebres como Belisario, como Narsés y otros, solo que de ellos sabemos poco, ya que no disfrutamos como Belisario de un secretario particular que hablara de sus campañas militares. Este fue el caso de Procopio de Cesarea, secretario particular del general Belisario, y que escribió sobre sus campañas militares desde su inicio hasta el año 540.
Este es quizá, uno de los pocos relatos vivos que nos documentaron sobre la actuación de Belisario, ya que las fuentes de esos años son por lo general muy parcas en el desarrollo de los acontecimientos del imperio bizantino. Respecto a los bucelarios de Belisario, decir que el general fue muy restrictivo a la hora de seleccionar a sus reclutas, tenían que ser gente muy apta para el tipo de jinete que el deseaba, y tras ser aceptado, si cumplía sus exigencias, era entrenado con un método muy específico que se desarrollaba durante meses, ¡eso si!, cuando acaban, se podía decir que eran unos jinetes inigualables. Estos hombres cabalgaban y disparaban el arco con mortal puntería sobre las formaciones enemigas, también manejaban la lanza a caballo con igual eficacia ante el adversario, y si las condiciones lo exigían, desmontaban y luchaban con espada y escudo con igual maestría ante la infantería enemiga, Belisario era un maestro instruyendo a estos hombres personalmente.
¡Por supuesto!, Belisario también instruyó como instructores a los más experimentados o los nombro oficiales o mandos intermedios en su regimiento. El caso es que en resumidas cuentas, eran los mejores en cualquier tipo de lucha, desde la individual cuerpo a cuerpo, hasta luchando en formaciones disciplinadas, su número varió a lo largo de los años, no teniendo un número “estándar” entre ellos, todo dependía de las posibilidades del momento.
Siempre que los reclutas fueran cumplidores y no le defraudaran, (cosa que nunca ocurrió), Belisario no desdeñaba incluso que los reclutas pertenecieran al ejército que en la víspera había sido el enemigo. En aquella época, el sentimiento de traición junto con una función de ser prácticos era algo muy vago y difuso, y al haber una mezcla de soldados nacionales con soldados mercenarios de diversos pueblos (no como ahora en que muchos ejércitos están formados íntegramente con soldados nacionales) favorecía la integración en un ejército como el bizantino.
No obstante, los persas anticipándose, aprestan un ejército invencible en el choque, los persas en sus últimos enfrenamientos con los bizantinos, están acostumbrados a ver al enemigo salir corriendo cuando no derrotarle, y confían en que esta vez, las cosas no van a cambiar, ¡pero no conocen a Belisario!.
Era julio del año 530 cuando 40.000 persas al mando de “el Mirranes” se dirigieron a la fortaleza de Daras dispuestos a tomarla. El general Belisario sondeó la situación y vio perfectamente claro la clase de combate que debía desarrollar, lo que dice mucho de su pericia. De sus 25.000 hombres, solo unos 5.000 podían ser aptos para plantar cara a los persas, el resto eran reclutas recientes o tropas de guarnición, que no resistirían un combate a campo abierto luchando con los persas.
Antes del combate, Belisario había entrenado a los reclutas, intentando buscar a cuantos podía sacarles partido y distribuirlos en el mejor sitio que él creía conveniente, elaboró una posición fortificada fuertemente defensiva, colocando sus tropas meticulosamente y en puntos estratégicos, en el que su caballería jugaría un papel importante.
Colocó la infantería en el centro y en ambas alas, la caballería y un cuerpo también de caballería como reserva estratégica, la cual se movería en función de cómo evolucionara la batalla que se avecinaba. Los persas, atacaron la posición tras unas leves escaramuzas, pero no vieron claro realizar un ataque generalizado, así que esperaron a que se les uniese la guarnición cercana de Nisibis donde se hallaban 10.000 persas, con su ejército doblando en número a los bizantinos, estos se espantarían ante semejante ejército.
La batalla de Daras, romanos contra persas sasánidas, 530 d.C.
(Ilustración por Igor Dzis)
Los persas tras el típico intercambio de lanzamiento de proyectiles entre ambos cuerpos, lanzan un ataque masivo sobre el flanco izquierdo de los bizantinos, los cuales empiezan a retroceder, pero Belisario que había previsto este movimiento, lanza un ataque de flanco con 300 jinetes hérulos sobre los persas que estaban empujando el flanco izquierdo bizantino, los persas son despedazados sufriendo 3.000 bajas en su haber.
También Belisario, sabiendo la escasa calidad de sus tropas, dio órdenes estrictas de que si se hacía retroceder a los persas en fuga, no se hicieses un ataque generalizado, por temor a que si se revolvían los persas, sufriera un desastre, ¡no quería riesgos innecesarios!.
Ahora los persas deciden atacar el flanco derecho bizantino, deciden apostar fuerte, para lo cual mueven a su unidad de Elite “los inmortales”, (su mejor infantería) la cual oculta sus movimientos a espaldas del ejército persa, para que no sean detectados sus movimientos. Sin embargo, Belisario, no pierde ojo del frente de combate, adivina el movimiento persa, traslada unidades de caballería al flanco derecho bizantino incluido su regimiento personal de Elite “los bucelarios”.
Los persas atacan con éxito el flanco bizantino, el cual no resiste la embestida y empieza a retroceder, y nuevamente se produce lo mismo que en el anterior ataque, los persas que avanzaban triunfantes, reciben un fulminante ataque de flanco por parte de la caballería bizantina separando en parte las unidades persas avanzadas de las que venían por detrás. Este ataque además tuvo la fortuna de que en el envite, fuera derribado el “portaestandarte” del ejército persa, ¡eso es lo peor que puede pasar a los persas!, ya que puede echar a pique el ataque.
El general que mandaba el ataque “Baresmanas” intenta recuperar el estandarte, pero muere en el proceso, la moral persa cae por los suelos y retroceden desmoralizados, siendo perseguidos de manera limitada por los bizantinos, los persas sufren en este proceso 5.000 bajas.
Los persas ya tenían bastante y se retiraron. Fue esta una victoria defensiva bizantina muy relevante, ya que hacía muchos años que estos no eran derrotados por los bizantinos, también sirvió para dar una gran proyección al general Belisario, cuya carrera militar no dejó de crecer sin parar.
A esto se sumó otro triunfo bizantino, paralelamente a la invasión persa de “el Mirranes” sobre Daras, “Cabades”, el cual era el que regentaba la máxima autoridad sobre los persas, lanzó una invasión paralela sobre la Armenia bizantina ( la cual hacía tiempo, se habían repartido entre los imperios romano y persa) con 30.000 hombres al mando del general “Merméroes”.
Pero el general bizantino “Sitas”, al mando de 15.000 hombres, dejó que los persas se adentraran en territorio bizantino y eligió cuidadosamente el punto donde debía interceptarles. Lo halló y les tendió una emboscada derrotándoles por completo cuando los persas iniciaban el asedio de la ciudad de Satala.
Sitas destacó 1.000 hombres que se habían escondido en unas colinas cercanas a la ciudad, estos salieron de improviso y atacaron por la retaguardia a los persas, sembrando entre estos la confusión, ya que no sabían exactamente cuántas fuerzas los atacaban, ¡para colmo de males!, los bizantinos de la ciudad sitiada hicieron una salida cargando de frente, y la escaramuza se convirtió en un combate generalizado.
En un momento de la batalla el portaestandarte persa, fue abatido, cayendo la bandera persa en el proceso, y aunque la bandera fue izada casi al instante, ¡no fue suficiente!, los persas se desbandaron y huyeron a su propio campamento. Los persas sufrieron grandes bajas, por lo que procedieron a rehacer sus tropas y luego retirarse a su propio territorio, en definitiva, fue un buen año para los bizantinos y no así para los persas.
No obstante, los persas no se dieron por vencidos y en la primavera del año siguiente, 531, pasaron otra vez a la ofensiva. Esta vez actuaron de una manera diferente esperando sorprender al ejército bizantino. La idea la tubo un tal “Alamundaro”, jefe de una tribu árabe aliada a los persas, la cual recibía un tributo anual de dicha nación.
Conviene saber que la franja sur del imperio “Sasanida” y la franja sureste del imperio bizantino, ambas al norte de lo que hoy es la moderna Arabia Saudi, tenían sus fronteras protegidas por unas tribus árabes las cuales mediante un subsidio anual, las protegían de las correrías de ladrones y asaltantes.
El caso de los bizantinos, la tribu árabe que les protegían el flanco del sudoeste, era llamada los “gasánidas”, cuyo jefe al mando recibía el rango militar de “patricio” como deferencia al jefe por parte de los bizantinos.
Por desgracia para el imperio bizantino, los aliados persas árabes, eran mucho más belicosos que los gasánidas, ¡como más tarde comprobarían los bizantinos, lo cual obligó a los bizantinos a establecer de manera permanente un ejército de 6.000 soldados en el Líbano y ni siquiera los bizantinos pudieron (¡aunque lo intentaron!) corromper al jefe árabe.
¡A lo que íbamos!, en el año 531, Alamundaro, el jefe árabe de los persas, concibió un plan audaz ante los persas, en vez de atacar la zona de Daras o sus alrededores, escenario muchas veces de cruentas luchas y cuyos alrededores estaba cubierto de zonas fortificadas y con poco fruto de saqueo, concibió atacar la ciudad de Antioquia, la cual estaba más desprotegida, esta zona estaba en la Siria bizantina y dado que no había sufrido saqueos, se anunciaba como un suculento botín y era una oportunidad que no había que desperdiciar.
El rey sasánida “Cabades” aprobó el plan. ¡La velocidad lo era todo!, así que las tropas tenían que estar compuestas por caballería, 15.000 persas se juntaron con los 10.000 árabes de Alamundaro e iniciaron la marcha con prontitud.
Los persas arrollaban todo de camino a Antioquia sin que nadie se les opusiera. Pero en la fortaleza bizantina de Daras, tuvieron conocimiento de la expedición persa, Belisario se aprestó a la guerra, reunió un ejército de 20.000 hombres he intentó interceptar a la fuerza enemiga, los soldados eran los que participaron en la batalla del año anterior en Daras, y estaban con una moral excelente, y que los condujera el mismo jefe, les alentó mucho.
caballería de los "bucelarios".
A marchas forzadas, interceptaron a los persas en la ciudad Siria de Calcis. Estos, después de conferenciar, llegaron a la conclusión de que lo mejor era retirarse, ya se había perdido el factor sorpresa, avanzar con un ejército enemigo pisándote los talones no era práctico, amén de que podían hacerte caer en una celada, y eso en territorio enemigo era una temeridad, ¡lo mejor era volverse a casa!.
Así que iniciaron el repliegue, Belisario no deseaba comprometer el ejército en una batalla innecesaria, además, ¡a enemigo que huye puente de plata!, se limitó a seguir al enemigo a una jornada de marcha, asegurándose de que no se desviaba del camino. Esto tuvo un efecto pésimo entre los soldados bizantinos, que si bien al principio solo protestaban en voz baja, se fueron haciendo más audaces hasta que la cosa casi degenera en un motín.
Belisario se encontró en un buen aprieto, si no atacaba las tropas se podían declarar en rebelión, y no se dejaron convencer con sus argumentos, querían sacudir bien a los persas como habían hecho el año anterior, (¡aunque las cosas eran diferentes de entonces!) los persas estaban frustrados por el poco fruto de la expedición, pero cuando se disponían a cruzar el río Éufrates, vieron que los bizantinos querían pelear, así que, ¡no quisieron defraudarles!.
Formaron sus ejércitos con el río Éufrates al lado como testigo. Los persas eran todos jinetes, y los bizantinos formaron con la infantería al lado del río, en el centro Belisario y su regimiento personal más otras fuerzas de caballería y en el flanco derecho los 5.000 jinetes gasánidas al mando de su jefe “Aretes”. Sondeando correctamente la situación, Alamundaro conocía a los gasánidas, sabía que si sus belicosos hombres atacaban con fuerza, estos retrocederían sin ningún tipo de dudas.
¡Y así lo hizo!, atacó el flanco derecho bizantino donde estaban apostados los jinetes gasánidas, y estos no esperaron a que se produjera el choque y, ¡salieron corriendo como alma que lleva el diablo!.
Alamundaro no se limitó a perseguir a los gasánidas en retirada, si no que después de flanquear al enemigo atacó por su retaguardia dio media vuelta y atacó por la retaguardia bizantina a su infantería que estaba apostada junto al río Éufrates.
Belisario estaba en un gran apuro, los persas-árabes les estaban machacando a retaguardia y por de frente, no actuaban en la lucha de manera coordinada y muchas unidades sencillamente sucumbieron. Belisario con los que le rodeaban (entre ellos, su regimiento personal) intentó reunir a los que pudo echar mano en esta gran confusión, y marchó a donde resistía la infantería bizantina, y de espaldas al río, formó un frente cerrado de manera compacta.
Sus “bucelarios”, hombres magníficos en cualquier combate que se pudiera desarrollar, bajaron de sus caballos y espada en mano y protegidos por escudos junto a otros hombres formaron un muro impenetrable, con el que rechazaron todas las cargas enemigas, y detrás de ellos, los arqueros bizantinos lanzaban una letal lluvia de flechas contra las cargas del adversario, ¡cada carga enemiga pagaba un precio terrible!.
Tras horas de cruenta lucha, anocheció, el combate se detuvo y los bizantinos cruzaron a una pequeña isla que había en medio del río, y desde allí, llegaron barcos desde la cercana ciudad de Calinico (y que le dio nombre a esta batalla) y evacuaron a los exhaustos soldados.
Los bizantinos tuvieron que deplorar 6.000 muertos, y los persas 7.000. El comandante persa Azaretes, presentó esta batalla como una impresionante victoria, Pero cuando la expedición regresó a su país, el rey sasánida Cabades, según la costumbre, contó el número de bajas, así destapó la realidad, que había sido una victoria, pero de segundo orden, el rey en consecuencia, retiró su confianza al comandante persa.
Belisario salió mucho mejor parado, a pesar de su derrota, atestiguaron que el con su sangre fría, había salvado el día, cuando la más fácil hubiera sido sucumbir sin remedio y que solo atacó por presión de los soldados bizantinos. Por lo tanto, el emperador Justiniano I no le retiró su confianza, sino al contrario, elogió su valor en dirigir hábilmente un combate que estaba destinado a fracasar.
Lo único que deploró Belisario fue la pérdida de la mitad de su regimiento personal, el cual se componía de 3.000 hombres. Estos rudos veteranos, magníficamente adiestrados, eran una pérdida muy difícil de recuperar. ( eso sin contar el valor emocional, ya que Belisario apreciaba mucho a su guardia)
Belisario por su parte, dejó durante unos cuantos años el frente Oriental, y marchó a Constantinopla, para tener un merecido descanso, en su lugar, quedó el comandante Sitas, el cual cumplió dignamente el papel de suceder a Belisario, este general derrotó en algunos encuentros a los persas, y estos, ¡al fin!, firmaron en el 532 lo que se llamó “paz perpetua”, por la cual Bizancio entregaba 11.000 libras de oro a los persas.
Esta fue una manera encubierta de pagar un subsidio a los persas, los cuales reclamaban hace mucho tiempo. Esto se debía a que los persas, mantenían una guarnición en el norte de la Armenia persa, en el desfiladero de las “puertas caspias”, el cual protegían de las incursiones de los bárbaros del otro lado. Pero dado que esto beneficiaba a ambos imperios, el Sasánida y el bizantino, querían los persas que la costosa guarnición que mantenían en el desfiladero fuera costeada entre ambos imperios, y esta petición siempre había divertido a los bizantinos, ¡tan chistosa era!.
Como decíamos Belisario estaba en Constantinopla cuando se desarrolló una auténtica guerra en la Capital que la dejó maltrecha, se le llamó la guerra de “Nika” (victoria), era el año 532. ¿Cómo llegó a producirse?, la resumiré rápido.
En Constantinopla, aparte de numerosos entretenimientos que había en la capital estaban las famosas carreras de caballos, estas las conformaban unos grupos de carreras de caballos que tenían distintos colores para elegir bandos, los colores eran el blanco, el rojo, el verde y el azul. Las cuales se desarrollaban en el famoso hipódromo de la ciudad y que tenía un aforo de 40.000 personas.
Con el tiempo los dos primeros dejaron de tener pujanza y sus integrantes se enrolaron en los bandos verde y azul, con el tiempo las cuestiones competitivas dejaron paso a la política y también la religión, todo en un marco de fanatismo que se convirtió en un “cóctel Molotov” el cual estallo ese año del 532. Los del bando azul apoyaban a la religión oficial ortodoxa y el vede apoyaba la religión llamada “monofisita”.
infantería bizantina del siglo VI
El caso es que con un emperador u otro, el apoyo fluctuaba según el oportunismo o la sincera tolerancia del emperador que hubiera, recientemente los verdes, habían tenido mucho poder, pero con el emperador Justiniano I, los azules habían vuelto al poder y se estaban tomando una amplia revancha, también Justiniano fue muy intolerante los con monofisitas de la facción verde, lo cual no hizo sino caldear los ánimos.
El hecho que fue determinante, fue una detención entre miembros de ambas facciones, ¡un hecho injusto! que hizo que ambas facciones pactaran una tregua y juntos se lanzaran a una revuelta de imprevisibles consecuencias.
Conviene saber que ambos bandos detentaban poderes en lo social, político y en militar también, ya que también detentaban el papel de ser la “milicia urbana de la ciudad”. Refiriendo también que en las principales ciudades del imperio bizantino también había este tipo de asociaciones, pero, ¡claro esta!, no tan belicosas como las de la propia capital.
El caso es que durante unos días la ciudad se convirtió en una auténtica anarquía, no había manera de apaciguar a los “tumultuosos”, y el hecho de que Justiniano se dirigiera a ellos con el ánimo de calmarles, no hizo más que se enfurecieran más, llegando estos a querer atacar el palacio imperial. Justiniano llegó a barajar el abandonar la capital con el dinero que poseía, pero parece que la emperatriz Teodora ( una mujer de una energía increíble) dijo que de huir, ¡ni hablar!, “la púrpura imperial ( ropas de emperador) eran una mortaja muy digna!.
Aquí intervino Belisario salvando la corona a los emperadores reinantes, Con el general Mundo secundándole, reúnen unas tropas del ejército regular (los guardias de palacio se habían encerrado y no intervinieron en nada) y marchan al hipódromo donde estaban concentrados los miembros de las facciones revoltosas, verde y azul.
Belisario con una parte de su regimiento personal, el cual estaba acantonado en la ciudad, 200 hombres, entró por una puerta del hipódromo, las tropas estaban armadas hasta los dientes, incluyendo armadura completa, estos cargaron contra los miles de miembros de las facciones, los cuales empezaron a retroceder confusos, ya que no eran tropas profesionales, carecían de protección corporal y estaban armados con armas ligeras de la milicia urbana, para colmo de males también entrando por otro lado apareció en general “Mundo” al mando de su escolta personal formada por hunos.
El ataque de ambas formaciones degeneró en una carnicería sobre los verdes, ya que los del bando azul se habían arrepentido de la tregua firmada con los verdes (¡incluso estos habían proclamado un emperador de su gusto!) y se lanzaron contra ellos. Tras los primeros ataques de las tropas de los generales bizantinos, los verdes se recuperaron del estupor y se lanzaron contra ellos.
Como dije, el asalto se convirtió en una carnicería, estos hombres no podían oponer digna resistencia a los soldados profesionales, con sus espadas los soldados penetraban las formaciones haciendo pedazos a cuantos se les oponían, estos estaban mejor protegidos y los otros sufrían heridas terribles a cada herida de espada que recibían.
Los muertos llegaron a ser cuantiosos, unos 30.000 miembros de la facción verde llegaron a morir en el hipódromo y eso son contar las bajas de la represión posterior que realizó el emperador Justiniano. Tardarían muchos años antes de que la facción verde llegara a recuperarse y volver otra vez a comportarse de manera desafiante.
De todas formas como apunte personal, los 400 hombres de Belisario me parecen muy pocos para acabar con 30.000 hombres de la facción verde, ¡y eso que estos estaban armados!, aunque ligeramente. La facción azul se unió a Belisario al combate contra la facción verde, y esto, ¡quizá!, pueda ser más plausible, ya que las fuentes que indican que los hombres de Belisario fueron 3.000, sería más realista, contando con la facción azul que luchó a su lado.
Al año siguiente en el 533, Belisario recibió un encargo del emperador Justiniano I, el cual le encargaba la conquista del imperio vándalo, el cual estaba instalado en el norte de África, era de origen germánico y se habían instalado a comienzos del siglo V a instancias del gobernador de África Bonifacio, el cual había solicitado su ayuda, los 80.000 integrantes de esta tribu germánica desembarcaron al sur de África provenientes del sur de Hispania donde estaban instalados.
De ellos, quizá, unos 25.000 eran guerreros, el caso es que cuando desembarcaron y marcharon al este de África hasta llegar cerca de Cartago, sede del gobierno, Bonifacio les agradeció los servicios prestados, pero les dijo que ya no les necesitaba, y que con el conveniente resarcimiento por las molestias, se volvieran a Hispania, esto puso furioso a los vándalos, ya que el traslado de la tribu entera había sido muy duro y exigió no pocos sacrificios.
Ahora se encontraban con que tenían que desandar el camino iniciado, y dijeron, ¡NO!. Bonifacio intentó con tropas desalojar a los ya molestos huéspedes, los cuales se habían asentado en África, sin embargo, el ejército de campaña de África tenía pocas unidades experimentadas y fueron derrotados por los vándalos, los cuales tomaron posesión de las tierras al norte de África que poseían los romanos. En el año 532, la situación de los vándalos en África había cambiado mucho, el nervio guerrero que había tenido esta raza guerrera hasta convertirla en una de las más feroces entre las tribus germánicas que habían invadido en imperio romano a comienzos del siglo V, dio paso a una relajación a la buena vida que el calor de África ayudó a ello.
Los vándalos descubrieron los lujos en que vivían las clases acomodadas romanas, y les imitaron con gran placer. Los vándalos llevaron consigo la religión “arriana” , la cual está establecida en muchas tribus bárbaras, y lo que es peor, la impusieron en su dominio africano como única religión, persiguiendo a la católica que practicaban los autóctonos del lugar.
Muchos miembros romanos de clase alta del África romana emigraron de allí porque la situación se estaba haciendo irrespirable, el sistema defensivo romano que protegía el sur africano del ataque de tribus moras, (las cuales intentaban hacer incursiones de saqueo, dada su vida sedentaria) de deterioro rápidamente, y las incursiones tomaron nuevamente vigor.
Para colmo de males, los vándalos instalados en el poder no efectuaron ningún tipo de contramedidas, así que los habitantes que vivían en las zonas fronterizas con las tribus moras, sufrieron mucho con este tipo de incursiones. Los cultivos se degradaron, y al no haber seguridad, muchos se trasladaron a las más seguras costas africanas, con los cultivos degradados o abandonados, la agricultura romana, la cual había sido una fuente de ingresos muy lucrativa para el imperio romano por los impuestos que generaba, (concretamente el trigo y el aceite de oliva) fue en gran parte abandonada.
el numero 3 es un soldado de infantería del Numerus Felicium Theodosiacus.
el número 1 es un soldado de caballería de los Leones Clibanarii.
el número 2 es un soldado de infantería de la guardia imperial.
Aunque los vándalos reaccionaron y a lo largo del siglo V efectuaron algunas acciones de acometida rechazando a las tribus moras, estas acciones eran muy pequeñas en comparación con las constantes acometidas de saqueo efectuadas por los moros, con lo que los esfuerzos vándalos eran baldíos.
En el año 468 la situación llegó a un extremo que el emperador romano de Oriente, quiso vencer a los vándalos de África, los cuales además de conquistar el África romana, habían extendido sus dominios a la isla de Cerdeña, las islas Baleares y creado una flota poderosa que efectuaba incursiones de saqueo por todo el mar Mediterráneo, desestabilizando el comercio por esas aguas.
Se reunió una enorme flota la cual había costado muchísimo dinero equipar, estaba compuesta por 1.100 naves y un ejército de 100.000 hombres, entre los que se encontraba lo mejor de los ejércitos de campaña romanos, marchó directamente al encuentro de los vándalos. En aguas de la isla de Sicilia, la flota romana derrotó a la poderosa flota vándala, lo cual reforzó el ánimo romano.
Los romanos marcharon directamente a Cartago, la principal ciudad de África y donde residía el gobierno vándalo al mando del rey Genserico. La flota atracó a 60 Km. al sur de Cartago, y envió un ultimátum al rey vándalo, el cual pidió 5 días para pensárselo durante los cuales actuó enérgicamente, reunió todo barco disponible que tuviera por los alrededores, equipándolos como naves de combate y utilizando un buen número de ellos como “brulotes” (naves cargadas de sustancias inflamables) que cuando se mandaran contra las naves enemigas se incendiaran previamente, para destruir a las naves enemigas.
¡Dicho y hecho!, el quinto día fue lo que hicieron, con las naves de combate remolcando a los brulotes y aprovechando que el viento era favorable, enviaron estos barcos contra la flota romana atracada, fue una catástrofe de grandes proporciones, las barcos ardían cuando los brulotes chocaban con ellos, las naves romanas en retirada para evitar la colisión con estos barcos ardiendo chocaban entre si, ¡confusión, caos por todas partes!.
Los romanos perdieron unas 600 naves y la mayor parte de sus fuerzas entre marinos y combatientes, los vándalos podían enseñorearse sobre todo el Mediterráneo, ¡ya no había nadie que les pudiera ofrecer resistencia de ningún tipo!.
Pero volvamos al año 533, el emperador Justiniano I había decidido la conquista del imperio Vándalo, se buscó un pretexto que lo justificase, la población vándala oprimía a la católica africana, había exiliados romanos de África en Constantinopla clamando ante el emperador que liberara África del opresor vándalo.
Previamente en el año 530, el rey vándalo Hilderico había empezado una tímida política de acercamiento tanto a los romanos de África como al emperador Justiniano, lo cual fue bien recibido, pero los vándalos reaccionaron mal con esta política que ellos creían de debilidad, y pusieron a un nuevo rey como jefe llamado Gelimer, el cual restableció todos los principios tradicionales vándalos.
Justiniano pidió el restablecimiento del anterior rey y este le contestó de mala manera, ¡ya tenía Justiniano el pretexto que necesitaba!. Había consultado con sus allegados el plan de invasión y al principio encontró mucha oposición, le decían (como con los años fue cierto) que era una empresa avocada al fracaso, una expedición que exigiría muchos gastos y que iba a proporcionar beneficios inciertos y, ¡si de seguro!, muchos gastos.
Pero Justiniano que había prestado sumo interés a la empresa (aunque casi le convencen de lo contrario, pero hubo un obispo que le hizo retomar con ilusión el proyecto) siguió adelante con ella. Contaba con un tesoro repleto de dinero, el cual le iba a ser necesario en los planes expansionistas de los años siguiente, gracias al severo reinado del emperador Anastasio (591-518), muy acertado económicamente, el tesoro está repleto con 23.000.000 millones de piezas de oro, ¡más que suficiente!.
Estamos en el año 533 y en Constantinopla, se va concentrando las tropas y naves expedicionarias, los medios son muy poderosos, teniendo en cuenta que la expedición, va a someter al reino vándalo de África del norte, los medios con que cuenta son los siguientes:
-500 naves de transporte, tripuladas por 30.000 marineros.
- 92 “dromones” de combate, cada uno tripulado por 20 remeros, en total casi 2.000 infantes de marina, estas tropas eran especialistas y recibían mayor sueldo que los marineros corrientes, ya que servían tanto para remar sus naves como para si la acción lo exigía, desembarcar a tierra y luchar como infantería.
-10.000 infantes.
-5.000 jinetes.
-400 jinetes hérulos.
-600 hunos masagetas.
- Más de 1.000 bucelarios del regimiento personal de Belisario.
Todo este contingente estaba al mando de oficiales competentes y formado por tropas, tanto de los ejército de campaña como por mercenarios bárbaros de diversas naciones, aunque estos últimos perfectamente integrados en las unidades bizantinas.
La flota zarpó en verano del 533 desde Constantinopla, tras diversas peripecias, Belisario formó consejo de guerra entre sus oficiales para determinar el plan de batalla bizantino. Por la lección aprendida en el año 468 al que me referí antes, estaba claro que el desembarco cerca de la propia Cartago no era prudente, a pesar del consejo contrario de algunos, Belisario decidió no arriesgarse y desembarcar En “Capudia”, al sur del “Cabo Bon”.
El plan consistía en que el ejército avanzaría a pie por la costa mientras que la flota los apoyaba bordeando la costa, el avance a pie vino bien a las tropas para desentumecer las piernas tras la larga travesía en barco con su correspondiente inactividad, esta fue otra idea juiciosa de Belisario. El avance fue lento, pero se benefició en algunos aspectos como la prudencia por ejemplo.
oficiales bizantinos de servicio en África e Italia, siglo VI
El avance no corría peligro, pues el rey vándalo Gelimer estaba a 140 Km. al oeste de Cartago, en la región de Makthar, con sus fuerzas combatiendo a las tribus moras, las cuales se estaban volviendo cada vez más audaces en sus incursiones en territorio vándalo. También el hermano de Gelimer, Tzazón estaba ocupado con la rebelión de la isla de Cerdeña, la cual se había revelado sin duda por instigación de Bizancio.
La flota vándala con 120 naves de guerra y 5.000 guerreros de sus mejores hombres, estaba en Cerdeña imposibilitada para prestar ayuda a sus camaradas. Enterado Gelimer del desembarco bizantino, marcha de inmediato a Cartago y a la vez ordena a su hermano Amatas que está en Cartago, que ejecute al anterior rey vándalo Hilderico, reúna todas las tropas disponibles y marche al sur para unir las fuerzas de ambos.
Gelimer contaba con 9.000 hombres, y su hermano Amatas había logrado reunir 2.000 hombres, el rey ordenó a su hermano avanzar hasta “Décimo”, a unos 13 Km. de Cartago donde había un desfiladero de gran importancia el cual podía bloquear el avance bizantino, sin embargo un oficial de Belisario, Juan de Armenia se adelantó y encontró a los vándalos que se acercaban no juntos, sino avanzando dispersamente a lo largo del camino.
Había un pequeño pelotón vándalo guarneciéndolo con Amatas al frente y detrás venía el resto de sus tropas a intervalos, Juan de Armenia aprovechó la ocasión y se lanzó sobre el desprevenido pelotón, arrollándolo y matando a Amatas en el proceso, Juan en vez de consolidar el desfiladero, se lanzó a la carga sobre los vándalos que iban llegando, en una arrolladora carga que le llevó hasta cerca de Cartago.
Juan de Armenia de benefició en el avance que su tropa la formaban bucelarios de Belisario, tropas de Elite, mientras que los vándalos de Amatas, eran tropas de guarnición poco experimentadas. El éxito de Juan de Armenia quedó ensombrecido por no tomar el desfiladero.
Otro revés se produjo para los vándalos, Gelimer había mandado a su sobrino Gibamundo para atacar por el flanco izquierdo a los bizantinos que se dirigían a Décimo. A unos 7 Km., se toparon con 600 jinetes hunos de las fuerzas de Belisario, y casi todos sus componentes incluido el sobrino de Gelimer fueron aniquilados.
Gelimer, sin saber dónde estaba su oponente, llegó al desfiladero con sus fuerzas, y echo de allí a los bizantinos que lo tenían ocupado. Gelimer ocupaba el desfiladero con su 9.000 hombres, y Belisario cuyo campamento que estaba cerca, no tenía más que 7.000 hombres, ya que no habían acudido a él todas sus fuerzas, no obstante Belisario confiaba en que los vándalos estuvieran aturdidos por las derrotas recientes, así que sin pérdida de tiempo, atacó el campamento de Gelimer, derrotándolo y poniéndolo en fuga, ¡había sido una gran victoria! con unas 3.000 bajas sufridas por los vándalos por unas 200 bajas de los bizantinos.
No obstante, tras esta batalla avanzó directamente y tomó sin lucha la ciudad de Cartago el 15 de septiembre, jalonando una exitosa campaña, pero no definitivamente, ya que aunque los había derrotado en batalla y tomado su capital con su tesoro intacto, el rey Gelimer todavía estaba vivo y con fuerzas vándalas a su disposición.
El rey Gelimer estaba concentrado en la llanura de Bula, a 144 Km. de Cartago, procedió a hacer un llamamiento general concentrando en Bula a todos los guerreros vándalos que se encontraban en sus posesiones, incluyendo a las fuerzas que su hermano Tzazón tenía en la isla de Cerdeña, también pidió ayuda a las tribus moras aliadas, aunque pocos acudieron dado que su situación se había deteriorado bastante.
También desplegó una activa diplomacia a todos los niveles, pidió ayuda al rey visigodo Teudis, quizá un poco tarde, pues cuando el rey visigodo recibió la embajada vándala, sabía de la derrota vándala en África y este opto por una prudente neutralidad a la espera de acontecimientos.
También entre la población romana de África ofreció sobornos y a los campesinos, premió con dinero por cada soldado bizantino que matasen, pero estos procuraban matar a los no combatientes, criados, esclavos etc…., por ser menos peligrosos que un soldado armado. También ya que no atacaba con un ejército al frente, Gelimer se contentó con llevar escaramuzas con el bando contrario.
Belisario no permanecía ocioso a su vez, fortificó Cartago y reagrupó sus fuerzas, recibiendo un pequeño refuerzo de 400 al mando de un tal Cirilo, cuyo destino era la isla de Cerdeña para apoyar la anterior rebelión pero cuando se enteró de las nuevas noticias prefirió desembarcar en Cartago.
Belisario recibió la embajada de diversas tribus moras, las cuales se percataron de, ¡donde soplaban los nuevos vientos!, y acudieron a Belisario a rendirle pleitesía y reconocer el poder de Bizancio a cambio de mantener las cosas como estaban, Belisario aceptó entregándoles distintivos con rango legal bizantinos.
Siguiendo los acontecimientos, Tzazón embarca con sus tropas en Cerdeña para desembarcar en África y reunirse con su hermano Gelimer, este último, tras lograr reunir todas las tropas que ha podido conseguir, marcha con ellas a Cartago en otoño del 533.
Belisario no quiso esperar a que Gelimer sitiara la ciudad, así que salió con casi todas sus tropas, dispuesto a dar la batalla a su enemigo y si era posible poner punto y final a esta guerra. Posiblemente las tropas de Belisario ascenderían a unos 16.000 hombres, mientras que las tropas de Gelimer rondaran los 20.000 hombres.
La batalla se dio en diciembre del 533, Gelimer hace salir a sus tropas del campamento para dar batalla a los bizantinos, y Belisario hace lo mismo. Se hizo un “impasse de espera” que duró varias horas sin que ninguno de los dos contendientes se lanzara al combate, Juan de Armenia a instancias de Belisario salió dos veces con sus bucelarios de este último para provocar el enfrentamiento, pero a pesar de esta escaramuza, los vándalos no picaron el anzuelo.
A la tercera embestida, esta de mayor violencia, se trabó un duro combate en el que Tzazón que estaba en el centro del ejército vándalo cayó muerto, esto sembró la confusión entre sus propias tropas provocando la desbandada. Esto provocó que los vándalos se retiraran a su campamento y una vez allí Gelimer con sus familiares salió corriendo dejando abandonados a sus hombres.
vida cotidiana en un campamento bizantino, norte de África año 533
Esto provocó en el campamento la desbandada de los vándalos, que huyeron abandonando a sus familiares, mujeres y niños a su suerte. Los bizantinos entraron en el campamento vándalo y lo saquearon con la consiguiente algarabía que ello implicaba y relajación de la disciplina, menos mal que los vándalos estaban desperdigados y desmoralizados, de lo contrario, si habrían vuelto al campamento, la resistencia bizantina habría sido mínima.
Las bajas no fueron muy numerosas, 1.500 vándalos por poco más de 100 bizantinos. Aunque Gelimer no había sido capturado huyendo en el proceso, estaba derrotado de hecho, ya nunca más pudo reunir un ejército que pudiera llamarse por ese nombre, abandonado por casi todos se refugió con aliados moros en una zona montañosa en la que al cabo de un tiempo acabó por rendirse en primavera del 534.
Belisario envió destacamento a el resto de posesiones vándalas en África, consiguiendo la sumisión en todos los lados, después procedió a la reorganización del estado procurando impartir justicia y llevar a cabo una serie de reformas a todos los niveles, tanto en lo económico, como en lo militar, judicial etc…., todo esto, como máximo representante del imperio bizantino en África del norte.
Pero poco pudo hacer en ese sentido, ya que en verano tuvo que retornar a Constantinopla, con los prisioneros y el botín capturado. La corte bizantina, ¡un nido de cuervos!, con sus intrigas, envidias, puñaladas traperas, luchas por el poder etc…, habían sembrado la duda en el emperador Justiniano, argumentando falsamente que Belisario aspiraba al poder absoluto en África como una especie de rey.
Con el mensaje que recibió de felicitación de Justiniano I vinieron a África 4.000 jinetes de refuerzo mandados por buenos oficiales. Belisario, juiciosamente antes de que la cosa se deteriorara y aprovechando que habían venido estos refuerzos, marchó tranquilamente a Constantinopla con buena parte de los coraceros de su regimiento personal. Todo para callar las voces mezquinas, y presentar ante el emperador los frutos de la victoria.
El general Belisario no pudo consolidar la victoria, no por los vándalos, los cuales estaban derrotados totalmente, sino por la acción de las tribus moras, estas tras la derrota vándala, ¡volvieron a las andadas! Con sus ataques de saqueo en la que ahora era el sur del territorio bizantino de África. Quizá Belisario si hubiera tenido más tiempo, negociando con diplomacia y fuerza militar, hubiera enderezado a estas díscolas tribus o calmado para que no atacaran el territorio bizantino.
Durante la guerra había conseguido que un buen número de tribus, otorgándoles algunos rangos de mando atraerlas como aliadas y abandonando o que no eligieran al bando vándalo, y posiblemente en el futuro Belisario habría conseguido más, el caso es que se fue no consolidando la posición, y, ¡bien que lo sentiría en el futuro Bizancio!.
Las obras defensivas y los gastos militares por consolidación de fortalezas, crear nuevas fortalezas, un ejército permanente para hacer frente a las tribus moras, etc…., disparo los gastos en África a unos altos índices, que hicieron que África se convirtiese en un permanente agujero en el tesoro bizantino, simplemente los gastos en África ascendieron del 532-548 a, ¡8.000.000 millones de monedas de oro!.
Mientras tanto, en África quedó como gobernados el competente general Solomón con 15.000 hombres, incluidos a petición suya, 500 selectos coraceros o bucelarios de Belisario, pero dado que una buena parte de esas tropas se destinó a guarneces todos los territorios que anteriormente habían dependido de los vándalos, incluido Cerdeña, las Islas Baleares etc., el ejército de maniobra de Solomón estaba bastante disminuido, no obstante se defendió bastante bien con estas tropas, que también incluyeron reclutamientos entre la población autóctona, los cuales se desenvolvieron bastante bien.
Como hecho anecdótico referir que 2.000 prisioneros vándalos fueron alistados en 5 regimientos y enviados a distintas guarniciones del imperio bizantino, excepto un regimiento que se amotinó cerca de la isla griega de Lesbos, y que regresó a África dedicándose al bandidaje. Como decía, Belisario con el rey Gelimer como prisionero, junto con 15.000 vándalos y el inmenso botín que era el tesoro de los vándalos fue recibido en Constantinopla en un desfile triunfal a modo del que hacían los generales romanos en la antigua Roma, Belisario fue honrado con el otorgamiento durante un año del rango de “Cónsul”, cargo que también hacía mucho tiempo que no se otorgaba.
El tesoro vándalo era inmenso, joyas y objetos preciosos, reliquias religiosas también valiosísimas, junto con oro y plata en monedas y lingotes, estos últimos de un valor de muchos millones de piezas de oro, no olvidemos que el tesoro vándalo había engordado con los años de su estancia en África, ¡bien estrujando a los terratenientes romanos, bien en su rapiñas en el mar (no olvidemos que su flota era de las más poderosas del mar Mediterráneo) y sin olvidar que incluían los frutos del saqueo de Roma en el año 410.
Los vándalos, que no fueron muy pródigos en África en sus gastos, tanto corrientes como para la defensa, habían acumulado un tesoro que era sencillamente, ¡inmenso!, por no utilizar otra palabra adecuada para la ocasión.
Belisario se enteró en Constantinopla de una noticia que le afligió mucho, y es que los 500 coraceros que había dejado en África pertenecientes a su regimiento personal habían sido todos exterminados. Solomón, en una operación destinada a liberar de su cautiverio a muchos cristianos romanos prisioneros de las tribus moras tuvo éxito en la operación.
Pero un gran número de moros, sorprendió a los bizantinos en su vuelta a sus propias líneas, y los bucelarios de Belisario, habían cubierto con éxito la retirada bizantina al precio de su propio exterminio.
Solomón envió un informe a Belisario de estos sucesos más otros más gratos de que en la campaña siguiente había conseguido infligir una derrota estrepitosa a las tribus moras, no obstante, durante muchos años las tribus moras fueron un peligro con sus constantes incursiones de saqueo, obligando al ejército bizantino a estar constantemente alerta y vigilando.
soldado 1 corresponde a un biarchus de los Tertio Dalmatae.
soldado 2 pertenece a los Likokranitai.
soldado 3 pertenece a los Vandali Iustiniani.
Belisario viendo los hechos alarmante que se estaban produciendo en África, solicitó en envió de un ejército al continente para acabar con el problema de una vez por todas. Justiniano I se hizo cargo de la situación movilizando un impresionante ejército de 20.000 hombres y dando mucha publicidad al hecho. Pero lo que no sospechaba Belisario era que ese ejército no estaba destinado a África, estaba destinado para la futura conquista del reino ostrogodo de Italia.
Por último antes de finalizar la campaña africana, referir a un hecho interesante, Justiniano I a un gran coste económico, se propuso los siguientes años a revitalizar sus posesiones africanas, para eso encargó a Solomón y sus ingenieros, la reparación y revitalización de las infraestructuras del país, ya que muchas estaban en franco deterioro.
Mención especial, ¡quizá!, merece la creación de una extensa red defensiva a lo largo y ancho del territorio africano con el propósito de frenar las acometidas de cualquier enemigo y defender a las poblaciones civiles adyacentes, proporcionando cobijo y protección, a la par que algunos de los refugiados si podían si llegaba el caso, colaboraran en la defensa si eran atacados por el enemigo.
Una red de 150 ciudades-fortalezas se extendieron a lo larga del territorio africano bizantino, las cuales estaban dotadas para sus guarniciones de todas las comodidades posibles para los militares, pero que también incluía a población civil. Dotadas de murallas, dentro había basílica, monasterio, terma, hipódromo, pretorio, alojamientos para la población y tropa, herrería, molino, incluso un mercado con sus productos a la venta, ganado, frutas, legumbres, cerámicas y tejidos, ¡en fin!, todas las necesidades para la población civil y militar de la plaza fuerte.
Entre estas fortalezas-ciudades, había tres tipos:
Las Civitates: eran recintos amurallados que englobaban los núcleos de ciertos municipios dejando fuera los suburbios.
Las Ciudadelae: eran fortalezas en las cercanías de otras urbes de mayor entidad y más pobladas, que seguían siendo “ciudades abiertas”.
Los Castella o Bursi: eran plazas fuertes aisladas con o sin población adyacente.
Comencemos con respecto a la futura campaña italiana. Belisario se llevó una sorpresa no muy agradable, ya que el ejército que se suponía iba a mandar él solo, fue dividido en dos partes, un ejército de 8.000 hombres al mando del excelente general Mundo, atacaría por la región de Dalmacia, al noroeste del imperio ostrogodo, mientras que Belisario con 12.000 hombres desembarcaría en la isla de Sicilia y posteriormente lo haría en el sur de Italia.
Este plan de Justiniano era muy inteligente si se hubiera efectuado con coordinación, los ostrogodos habrían tenido que dividir sus fuerzas y el éxito quizá hubiera triunfado. Las cosas en Italia también pintaban bien desde el punto de vista político.
Para esta invasión, también Justiniano buscó un pretexto. El reinado del anterior rey ostrogodo Teodorico, había dado al reino paz y prosperidad, al contrario que los vándalos en África, Tedorico se ganó la amistad de los romanos de Italia, practicando una política de tolerancia con su religión, así que la convivencia fue armoniosa.
Pero todo lo bueno nunca dura, y a la muerte de este gran rey le sucedió su hija Amalasunta, mujer de grandes virtudes que había heredado de su padre la energía, y habilidad política, sumando a ello una gran belleza. Pero no obstante, ¡mujer al fin y al cabo!, y esto era una cosa muy difícil de digerir para la nobleza guerrera ostrogoda.
En un giro político, Amalasunta asoció al trono al sobrino de Teodorico, llamado Todato, con la esperanza de mantenerse en el poder, pero este se comportó como el típico bruto bárbaro, con su tía haciéndole sombra, hizo lo más sencillo, ordenó su asesinato para que le dejara gobernar en paz.Este era el pretexto que tanto ansiaba Justiniano, ¡ahora podía empezar la campaña de conquista sobre Italia!.
No obstante se produjo un contratiempo, con el doble ataque a Italia, estaba muy acongojado (por no usar otra expresión) Teodato, ¡viendo lo que se le venía encima!, secretamente intentó pactar una solución con Justiniano (sus nobles si lo hubiesen cabido le habrían matado) que incluso incluía su renuncia al trono a cambio de unas posesiones y dinero.
Pero el general Mundo en Dalmacia, después de conquistar la ciudad de Aspalato, se había enfrentado a un ejército ostrogodo con muchas bajas por ambos bandos, Mundo había finalmente vencido, pero cuando perseguía al enemigo resultó muerto. Los bizantinos habían quedado seriamente mermados en combate, así que Volvieron a la región de Iliria, de donde habían partido abandonando incluso Aspalato. Esto provocó que Teodato se desdijera de lo dicho y que no hubiera una toma pacífica de Italia.
Belisario se quedaba solo con el peso de toda la guerra sobre sus hombros, pero con su pequeño ejército de 12.000 hombres no iba a tener las cosas fáciles, teniendo en cuenta que los ostrogodos tenían más tropas y podían entre sus hombres movilizar más.
En el otoño del 535 desembarca Belisario en la isla de Sicilia, dado que la población era católica, su recibimiento fue entusiasta, y con poca lucha se adueño de toda la isla rápidamente reduciendo a las guarniciones ostrogodas existentes.
Tubo no obstante un pequeño contratiempo, recibió en Panormo (Palermo) donde estaba asentado la visita de Solomón en la que le avisaba de que el ejército de Bizancio en África se había alzado en rebelión, unos 2/3 del ejército en total, que junto a otros vándalos (incluidos los que se habían amotinado en los barcos que les transportaban a diversas guarniciones bizantinas) y diversas tribus moras, totalizaban unos 10.000 descontentos al mando de un tal Stotzas.
Belisario regresó a África con 100 bucelarios, y su puso inmediatamente al mando de las operaciones, reunió algunas tropas bizantinas que seguían leales al gobierno legítimo y ya con un pequeño ejército de 2.000 soldados salió para acabar con la rebelión de Stotzas antes de que este personaje consolidara su posición entre los sublevados, el cual, tenía dificultades para mandar a esta chusma de asaltadores, dificultades que aumentaron cuando se enteraron sus hombres de que Belisario en persona se dirigía contra ellos.
a la izquierda un bucelario y a la derecha un jinete aliado huno
Las deserciones del grupo de Stotzas empezaron casi de inmediato, ya que muchos de sus hombres habían luchado con Belisario, el cual gozaba de un enorme ascendente entre los soldados bizantinos. Belisario, veloz, alcanza al ejército rebelde en Membresa, a 63 Km. de Cartago venciéndoles de modo claro, posteriormente Belisario con un toque de diplomacia perdonó a muchos de los soldados bizantinos que estaban en el ejército rebelde con la condición de que volvieran a las filas bizantinas.
Stotzas con 1.000 hombres escapó a Numidia, y allí las tropas bizantinas destacadas en Gazdiaufala que tenían que enfrentarse a él, se pasaron a su bando tras convencerlas de que lo hicieran. La guerra en África todavía tenía mucha duración!, pero Belisario no tenía tiempo para consolidar su victoria, ya que tuvo que regresar a Sicilia debido a una revuelta, que no fue tal, pero que de igual forma le obligó a abandonar África, ¡ya de manera definitiva, nunca más regresaría al continente africano!.
Tras un momento de confusión por la muerte del general mundo, El ejército de Iliria que esta acantonado en la región de Dalmacia, fue reforzado, pasó al contraataque y recuperó Aspalato, con que la situación volvía al mismo punto en que lo había dejado el general Mundo antes de su muerte.
Belisario esperó órdenes de Justiniano de desembarcar en el sur de Italia, las cuales recibió en primavera del 536, el desembarco se produjo en la región de Reghium, el ejército avanzó hacia en norte mientras la flota costeaba el este de la península italiana.
Fue un avance sin problemas, los godos se retiraban casi sin lucha y como la población civil italiana les recibía con entusiasmo eso facilitaba mucho el avance el cual fue tan rápido que pronto los bizantinos se hallaron ante las murallas de Neápolis (Nápoles). Tras un breve asedio de veinte días la ciudad fue tomada eliminándose a la guarnición ostrogoda que tan obstinadamente había defendido la ciudad, ¡toda una advertencia para las siguientes guarniciones de las consecuencias que tenía ofrecer resistencia!.
Para entonces Belisario ya empezaba a acusar un poco las consecuencias de tener un ejército menguado, el asedio de Neápolis tuvo que ser efectuado con 10.000 hombres, ya que 2.000 estaban estacionados en diversas guarniciones del sur de Italia y Sicilia, para compensar este debilitamiento, Belisario procedió a reclutar italianos para sus fuerzas.
No obstante, estos reclutas, aun cuando fueron bien entrenados, no alcanzaron las expectativas de Belisario, estos reclutas no eran ya la cantera que en tiempos formaron las famosas legiones romanas, ¡ni mucho menos!. Belisario no tenía más opción que esperar a la llegada de refuerzos.
Por aquel entonces un nuevo rey gobernaba en Italia llamado Vitiges, que fue elegido por los nobles ostrogodos tras la toma de Neápolis. Teodato fue depuesto y más tarde asesinado, y aunque Vitiges gobernó lo mejor que pudo, desde luego, no daba la talla para enfrentarse a Belisario.
Vitiges deseaba legitimar su reinado, así que marcho a la ciudad de Rávena (al noroeste de Italia) para casarse con Amalasunta y reorganizar sus tropas para marchar al sur a enfrentarse con Belisario, el problema es que para esto necesitaba tiempo, y no consideró una opción determinante defender Roma.
Tras la toma de Neápolis y apostar una guarnición suficiente, el ejército bizantino marchó al norte, directo a la ciudad de Roma, esta solo contaba con su guarnición, el rey Vitiges no estaría para defenderla así que Belisario, ¡dada ya su fama!, esperaba que no opusiera mucha resistencia.
Efectivamente, en diciembre del 536, Belisario entró en la milenaria Roma, mientras el entraba por el sur, la guarnición ostrogoda se retiraba por el norte. Por aquel entonces Roma era una ciudad de unos 100.000 habitantes, muy lejos de los 1.200.000 que había a mediados del siglo II, y aunque aun poseía edificios magníficos, no era ya la que fue en tiempos del imperio romano.
Belisario no perdió el tiempo, y se puso a reforzar y fortificar la ciudad convenientemente, tropas y gente de la ciudad se pusieron a trabajar de inmediato ( aunque estos últimos un poco a regañadientes, ya que no estaban acostumbrados a estos excesos) ya que Belisario intuía que Vitiges cuando estuviera afianzado se lanzaría a Roma con un ejército bien reforzado y Belisario tenía que compensar las falta de tropas que ya era acuciante con una fortificación de Roma que diera poca o ninguna opción a los ostrogodos a recuperarla.
Belisario una vez que distribuyó sus tropas en todos los puntos que podían ser objeto de ataque esperó acontecimientos, no obstante, Belisario con la fortificación de la ciudad y el entrenamiento de sus tropas evitó que estas cayeran en la apatía he inanición.
Al fin los ostrogodos se presentaron con el rey Vitiges al frente, era unos 20.000 hombres, el dobles que las tropas de Belisario, aunque a Vitiges le tocaba el turno de atacar, lo cual generalmente suele presentar más dificultades que defenderse, además Belisario había hecho acopio de provisiones cogiendo víveres en muchos Km. a la redonda, así que de momento podía aguantar bien.
Los ostrogodos de establecieron alrededor de Roma en seis campamentos fortificados, y procedieron de inmediato a realizar destrucciones que afectaran a los sitiados, como por ejemplo la destrucción de los acueductos que suministraban agua a la ciudad y que a su vez, hicieron que los molinos que suministraban pan a la ciudad se pararan (los molinos funcionaban gracias al movimiento del agua de los acueductos).
Pero Belisario arreglo este desaguisado, había pozos de agua de lluvia en la ciudad, y por un sitio, tenían acceso a río Tíber que pasaba por Roma. Después con un ingenioso medio también consiguió que los molinos funcionaran, así que las esperanzas ostrogodas cayeron en saco roto.
Los godos que no tenían material de asedio para abatir las murallas se enfrascaron con los bizantinos en un frecuente enfrentamiento de patrullas que no conducía a nada. Belisario también aprovechó que dada la debilidad de sus fuerzas, convenía proceder al alistamiento en sus fuerzas de los más recios ciudadanos romanos.
guerrero godo de mediados del siglo VI
ilustración de Angus McBride
Fueron utilizados como tropas de reserva en distintos empleos, centinelas, arqueros, lanceros, aunque su resultado fue pobre a pesar del esmerado esfuerzo que los instructores bizantinos desplegaron con ellos.
Para colmo de males, la ciudad estaba empezando a hartarse del asedio, así que fue conveniente reforzar las puertas que daban entrada a la ciudad por temor a que los ciudadanos intentaran abrirlas para que entraran los ostrogodos. Las conjuras e intrigas contra los bizantinos estaban a la orden del día, incluso encarcelaron al Papa Silverio por intrigar contra ellos y lo sustituyeron por uno nuevo favorable a ellos llamado Vigilio.
Los ostrogodos tuvieron que construir torres de asalto, pero los intentos que realizaron de ataque se toparon con la fiera resistencia de los bizantinos, que hacían sangrientas salidas con tropas de caballería para destruir las torres de asedio cuando se acercaban mucho, frustrado todos los intentos ostrogodos de tomar la ciudad por asalto.
También la noche era espectadora de las incursiones nocturnas que los bizantinos efectuaban en los destacamentos ostrogodos y sus centinelas en las afueras de Roma, acciones muy sangrientas destinadas a desmoralizar a los asediantes, ¡con buen resultado!.
No obstante, a pesar de que Belisario tenía éxito en la defensa de la ciudad, con el tiempo la cosa se puso mal, los defensores empezaron a tener escasez de víveres, algo se palió enviando a la población civil al sur de Italia, pero si no recibían pronto refuerzos y víveres, no podrían aguantar mucho.
Belisario envió a su secretario particular Procopio y a su mujer Antonina en busca de refuerzos, escribiendo también a Justiniano la necesidad perentoria que tenía de refuerzos.
Estamos en primavera del 537, las raciones de comida se tuvieron que reducir, privando a civiles y militares de alimento, aunque los civiles eran los que más sufrieron por ser los menos activos en la defensa de la ciudad.
En junio al mando de un general llamado Martín y proveniente de Grecia, vinieron unos modestos refuerzos de 1.600 jinetes eslavos y hunos provenientes de lo que hoy el Bulgaria, estos jinetes mercenarios, si estaban bien pagados y alimentados se comportaban excelentemente, como pudo ver Belisario en las acciones de escaramuza que efectuaron contra los ostrogodos.
Sus mortíferas flechas lanzadas a caballo sembraron el terror entre las patrullas ostrogodas con las que se enfrentaron en numerosos encuentros. Aunque no era el número que necesitaba Belisario, pues necesitaba más para levantar el asedio, fueron muy bien recibidas y se comportaron excelentemente en combate.
Finalmente Antonina y Procopio de Cesarea, llagaron a Roma con refuerzos y Víveres, 5.500 hombres entre infantes isaurios, 2.000 jinetes al mando de Juan el Sanguinario y tropas bizantinas que habían desertado pero que se pasaron nuevamente al bando bizantino.
Las provisiones entraron por mar en Roma y las privaciones desaparecieron. Los ostrogodos que por el contrario no recibían muchas provisiones del norte, estaban pasándolo mal, Vitiges a pesar de un armisticio que estaban negociando, en su desesperación porque ya no podía capitular a Roma por el hambre, se lanzó varias veces a el asalto de la ciudad, pero los defensores reforzados y con los estómagos llenos rechazaron todos los intentos.
Juan el Sanguinario a instancias de Belisario de lanzó al norte de Roma, en la región de Picenum a efectuar operaciones de devastación y saqueo las cuales efectuó con mucho éxito, esto desalentó a los ostrogodos que viendo que las cosas no podían mejorar decidieron levantar el sitio de Roma en marzo del 538 y marcharon con su rey a su capital, Rávena.
Belisario marcho al norte, y tuvo que reducir laboriosamente las guarniciones ostrogodas norteñas poco a poco, Osimum, Urbinum, Ariminum etc…., todas fueron cayendo hasta poner bajo sitio a la capital ostrogoda, Rávena. Aquí la cosa estaba más difícil, la capital bien fortificada, defendida y aprovisionada, expugnarla, ¡era harina de otro costal!.
No obstante, Belisario se pudo beneficiar del desembarco de refuerzos bizantinos, al mando del general Narsés venían 5.000 infantes y 2.000 jinetes hérulos. No obstante Belisario tuvo que lidiar con el chambelán de Justiniano I, ya que acostumbrado a obedecer al emperador, no se avino a obedecer lealmente a Belisario.
Vitiges no obstante, quizá el mejor de los últimos reyes ostrogodos había reforzado su ejército en 25.000 hombres, y desde Rávena lanzaba campañas de hostigamiento contra las ciudades y fuerzas bizantinas. En una de ellas, la ciudad de Mediolanum (Milán) sufrió una terrible matanza por parte de las fuerzas ostrogodas, toda la población civil masculina fue exterminada salvo los niños, y las mujeres aunque no fueron muertas, los soldados les reservaron los sufrimientos propios de estos casos, sin contar el sometimiento a la esclavitud.
Belisario se benefició del llamamiento de Narsés a la corte bizantina previo llamamiento a Constantinopla de que este general no se sometía a su autoridad como comandante en jefe del ejército de Italia. Narsés se llevó 1.000 hombres como escolta, además su marcha hizo que los 2.000 jinetes hérulos, alistados personalmente por Narsés se negaran a obedecer a Belisario y se dirigieran a la región de Liguria, saqueando todo a su paso.
Belisario se propuso acabar con el sitio de Rávena, reorganizó sus tropas y reforzó su ejército con cuantas tropas pudo allegar. En las guarniciones del sur de Italia y de la isla de Sicilia, sustituyó las guarniciones bizantinas por reclutas italianos conjuntando un ejército de campaña de 25.000 hombres.
Belisario despachó 5.000 hombres al mando de Justino para sitiar Faesulae (Toscana), 3.000 bajo Juan el Sanguinario y 3.000 con Juan Epicúreo fueron al valle del Po para evitar que un general ostrogodo llamado Uriah mandara refuerzos al rey ostrogodo en Rávena, y Belisario con 11.000 hombres fue al sitio de Osimum.
Fallido asalto ostrogodo a los muros de Roma, año 537
ilustración de Christa Hook
Esta última ciudad se rindió viendo que Vitiges no iba a enviar ayuda alguna y que Faesulae también había capitulado, Belisario libre ya casi de toda oposición se concentró en Rávena, no obstante el sitio duró varios meses y pasó este tiempo adiestrando a los reclutas italianos y reclutando nuevas fuerzas entre ellos, les pagaba más a aquellos que sobresalían entre los demás y utilizó a las fuerzas de su regimiento personal como instructores.
Vitiges desplegó una actividad diplomática intensa, envió cartas a francos, persas, lombardos y los moros de África para persuadirles que atacaran las fronteras bizantinas con resultados diversos. Justiniano harto del sitio mandó una carta a Vitiges para que capitulara en condiciones muy benignas ayudado por el chambelán Narsés que tenía una envidia a Belisario tremenda. Pero Belisario no aceptó, y jugando la carta de que podía ser el nuevo emperador de Italia y quien sabe que más sitios, consiguió que Rávena se rindiera.
También contó Belisario con la aquiescencia de la nobleza ostrogoda (la cual le había mandado un mensaje secreto pidiendo ser el nuevo rey y el, prometió consideran la aceptación con tal de que capitularan) que le admiraba profundamente por ser un general de una reputación y prestigio muy grande, en contraposición del rey Vitiges, que había visto mermada su popularidad al calor de sus derrotas.
Belisario entró en Rávena y demoró varios días la propuesta de aceptar la corona ostrogoda para afianzarse en el cargo y que no hubiera una revuelta. Belisario finalmente hizo una proclama que desilusionó a todos en general, ya que como se había corrido la noticia, casi todos en general aceptarían que Belisario fuese su nuevo rey.
En la proclama de fidelidad incondicional que hizo, figuraba textualmente que Belisario no sería rey de Italia mientras viviese el emperador Justiniano. No obstante, aunque la proclama de la hizo de buena fe, la hizo también con torpeza política. No calibró, quizá, que la corte bizantina era un nido de cuervos, con Narsés como cabeza de ellos, enseguida convencieron a Justiniano de que esa proclama encerraba una velada amenaza a su integridad física, a lo que asusto sobremanera al emperador.
Belisario también se benefició en el robustecimiento de su regimiento personal, los ostrogodos, faltos de un señor a quien servir tras la capitulación del rey Vitiges, dirigieron sus ojos al general Belisario, y comenzaron a inundarle con peticiones de alistamiento en su regimiento personal, dado que los ostrogodos eran guerreros sin par, y Belisario solo aceptaba a los mejores entre los nuevos reclutas, pudo tener donde elegir.
Así vio Belisario como su regimiento personal alcanzó la cifra de 7.000 hombres, y aunque muchos ahora eran ostrogodos no olvidemos que en sus filas militaban gentes de diversa procedencia, godos de la región de Tracia, persas, vándalos, moros, hunos etc….
Belisario recibió una carta del emperador felicitándole por sus logros y marchó a Constantinopla con el rey Vitiges y el cuantioso botín del reino ostrogodo. Ciertamente solo quedaba la ciudad de Ticinum en manos de los ostrogodos y se creía que no habría dificultad en conseguir que la ciudad capitulara.
Justiniano dejó al mando de las operaciones a varios generales con el propósito rematar la campaña prácticamente ya acabada, pero se eso hablaremos más tarde, como también hablaremos del nuevo rey ostrogodo que nombraron varios miembros de la nobleza ostrogoda que vieron descontentos que Belisario no iba a ser su nuevo rey, ente rey se llamaba Totila.
¡Pero a lo que íbamos!, Belisario se presentó en Constantinopla con un tesoro fabuloso, que sin contar las joyas y objetos de valor de oro y plata, ascendía a un valor de 10.000.000 en lingotes y monedas en oro y plata. Parece que aunque el emperador era reacio a dar premio alguno a Belisario, a instancias de la emperatriz, se le entregó medio millón de ese tesoro para sufragar los gastos de su regimiento personal, ya que Belisario corría con todos los gastos de él.
Pero Belisario se encontró, gracias a los rumores de que había aspirado a la corona Italiana con un recibimiento de Justiniano, ¡más frío, que el frío que producía el Polo norte y sur juntos!, viendo tan grato recibimiento, quizá, Belisario comprendió la magnífica oportunidad que había desperdiciado rechazando la corona italiana y haber gobernado con justicia y prosperidad aquel país.
No obstante, Belisario aprovechó para descansar un poco sus fatigados huesos de la campaña italiana, la cual cuando marchó Belisario era el año 540 por si no lo había comentado, y no neguémoslo, ¡ bien que merecía el descanso!.
En la frontera persa las cosas se habían deteriorado bastante, desde que Belisario marchó a la campaña de conquista del imperio Vándalo, la frontera persa quedó en manos del general Sitas, un más que competente general, pero a su muerte años después, la relajación del mando y el sacar tropas del frente persa para otras campañas dejó las cosas más que malas.
En el año 540, el nuevo rey persa Cosroes, un más que destacado líder, lanzó una invasión en territorio bizantino, rompiendo la “tregua eterna” que tenían pactados ambos imperios, saqueó varias ciudades incluyendo la próspera ciudad de Antioquia, cuya guarnición de 3.000 hombres se vio reforzada por los 6.000 del ejército del Líbano, los cuales protegían el flaco sureste del imperio bizantino de las incursiones de los árabes de los aliados de los persa.
Antioquia también contaba con una poderosa milicia de 10.000 hombres pertenecientes a las facciones “azul” y “verde” ( recordando los sucesos de Constantinopla del año 532, recordemos que estos miembros tenían entre otras obligaciones el ser milicias urbanas y que estaban en todas las grandes ciudades del imperio bizantino), ¡al menos!, la mitad armados con armaduras y armas.
Pero ni esto los salvó del poderoso ejército al mando de Cósroes, en definitiva, Cósroes se volvió después de estos saqueos a su país con un tesoro de varios millones de piezas de oro y el poder constatar que las tropas bizantinas de la frontera persa y sus generales eran unos ineptos y cobardes.
En la primavera del 541, Belisario fue despachado a la frontera persa la cual como hemos visto se había vuelto muy vulnerable, pero antes había aprovechado su tiempo que le quedaba libre en Constantinopla después de sus deberes cotidianos para entrenar intensamente a los nuevos reclutas ostrogodos en la forma de luchar de guardia personal con excelentes resultados.
Guardias imperiales, Constantinopla, siglo VI d.C.
A la derecha, un Excubitor.
Al fondo, un Spatharios.
(Ilustración por Graham Sumner)
Belisario fue mandado solo con sus selectas formaciones de los bucelarios o también llamados coraceros, tropas escogidas que conformaban “su guardia personal”, y que estaban integradas por 7.000 hombres.
Belisario llegó a la fortaleza de Daras y estudió seriamente en qué condiciones estaban las unidades bizantinas que defendían la frontera con el imperio Sasánida. Comprobó que todo estaba en un estado calamitoso de cuando marchó en 531 Habían pasado 10 años, pero el sucesor de Belisario, el general Sitas había mandado la frontera con competencia, pero tras su muerte en combate (cosa que alegró mucho a los persas) todo se relajó hasta el deterioro, disciplina, estado de las fortificaciones, moral etc….
Belisario reorganizó el ejército lo mejor que pudo conformando una fuerza de unos 20.000 hombres entre los que estaban diversas unidades como los 7.000 hombres de su guardia, 6.000 hombres que defendían la región de Fenicia de las incursiones de los aliados árabes sasánidas y 5.000 jinetes árabes gasánidas al mando del dudoso Aretas, el cual, en la batalla de Calinico en el 531, abandonó el ala derecha bizantino durante el ataque persa a ese flanco, con el consiguiente desastre para los bizantinos.
No obstante, habida cuenta que sus fuerzas mediante un pago anual que le hacían los bizantinos, defendía el flanco sureste del imperio bizantino contra los ataque de sus correligionarios aliados a los persas, prefirieron hacer la vista gorda y perdonarle su error.
Belisario con esta fuerza realizó una incursión de saqueo en el territorio sasánida, aprovechando que el rey Cósroes estaba efectuando una incursión en Lazica, en el Cáucaso. Cósroes se enteró de que el gobernador bizantino de Lazica, estaba harto de la administración bizantina y de su degradante corrupción, así que dio un aviso a los persas de que estaba dispuesto a pasarse a su bando y Corroes no quiso dejar escapar la oportunidad, marchó a esa región con el pretexto de que en el país de Iberia se habían infiltrado un grupo de hunos saqueadores y había que rechazarlos.
Belisario tras conformar un plan de batalla se dirigió a la ciudad de Nisibis, el plan era que tras acercarse a la ciudad, acampando cerca y dado el desprecio que sentían los persas por las unidades bizantinas, los persas seguro que salían para hacer frente a los invasores, momento que cargarían con fuerza los bizantinos contra ellos. Con el enemigo en retirada, las puertas de la ciudad se abrirían para dejar entrar a sus hombres, momento que aprovecharían los bizantinos para pasar adentro con las tropas persas en retirada y tomar la ciudad.
Era un buen plan que se echó a perder por culpa de uno de los lugartenientes de Belisario llamado Pedro, acercó sus posiciones a la fortaleza persa, y en el momento que sus hombres se habían despojado se su equipo de combate dado el calor que hacía y se habían puesto a comer sin tomar ninguna precaución defensiva se vieron sorprendidos por una salida de los persas de la ciudad.
¡Todo era confusión!, con un desesperado Pedro intentado rehacer sus tropas en medio de la confusión general, sola la llegada de Belisario con un grupo de bucelarios, salvó del exterminio a los hombres de Pedro. No obstante los persas de llevaron el estandarte de las unidad de Pedro y en lo alto de la fortaleza agitaban la bandera en son de burla, Belisario visto que ya había perdido la posibilidad de efectuar un ataque sorpresa se retiró en busca de otro objetivo, con 50 bajas por 150 de los persas, ¡a pesar del desastre!, la cosa no había sido tan catastrófica.
Sisauranón fue el siguiente objetivo, la ciudad sería sitiada y las fuerzas gasánidas con 1.200 jinetes de caballería pesada pertenecientes a los bucelarios de Belisario al mando de los oficiales Juan el Glotón y Trajano apoyándoles, efectuarían una incursión de saqueo en la fértil región persa de Adiabene, la cual nunca había sufrido saqueo alguno.
En Sisauranón la guarnición capituló enseguida, ya que no había tenido tiempo de guardar alimentos para un sitio dado la sorpresa del avance bizantino, se liberó a un gran número de bizantinos cautivos y la guarnición persa de 800 hombres, fue mandada a Italia a servir en unidades bizantinas para luchar contra los ostrogodos, ¡cosas curiosas que se dan en la guerra!, en el regimiento personal de Belisario había ostrogodos que estaban en la frontera Persa combatiendo a los persas.
El rey Aretas había cumplido con la misión que se le había encomendado, ¡la cual estaba hecha a su medida, sabiendo que para el combate ante el ejercito persa, era una auténtica nulidad!. Saqueó concienzudamente la rica región de Adiabene, llevándose un cuantioso botín, pero no quería compartirlo con los bizantinos según estipulaba el contrato que tenía con los ellos.
¡Como buen ladrón astuto que era ideó un plan!, les dijo a las unidades bizantinas que le apoyaban (y que podían frustrar su huida si escapaba abiertamente) que sus exploradores habían descubierto a un ejército persa (¡falso por supuesto!), ideó que ambos grupos se retiraran por caminos diferentes encontrándose en la fortaleza de Daras.
Allí acudió el destacamento bizantino, pero de Aretas, ¡nunca más se supo!, Belisario cuando se enteró del plan artero de Aretas quiso castigarlo, pero Aretas y su botín se habían internado en las profundidades de sus dominios y no hubo manera de coger a ese, ¡truhán!.
Al año siguiente Cósroes, habiendo sido informado de la incursión bizantino planeó una respuesta contundente a la osadía bizantina. Preparó un gran ejército para lanzarlo sobre un objetivo goloso, ¡la ciudad de Jerusalén!, esta inmensa rica ciudad con sus tesoros supondría un inmenso botín que compensaría más que suficiente el coste de la expedición.
Pilló la acción de Cósroes a Belisario en Constantinopla y fue despachado a toda velocidad por el emperador bizantino a la frontera persa, con un pequeña destacamento de 20 hombres, parando solo en postas fue, ¡a la velocidad del rayo!, mientras, el grueso de su regimiento personal, 5.000 hombres le seguiría cuando pudiese. Al pasar por Cilicia reunió al resto de su guardia, 1.500 de sus bucelarios que estaban recuperándose de la campaña anterior y enfiló raudamente a la frontera persa.
En la región de Éufratesia, sondeó la situación y vio que era de verdadero peligro, reunió todas las tropas que pudo a llegar de los contornos, 6.500 de su guardia personal, el general Butzes con 5.000 hombres, 2.000 hombres de Cumás y 2.000 hombres de Zeugma, unos 15.000 hombres en total.
jinetes arabes gasánidas
Establecido con su ejército Belisario en la ciudad de Europo, al llegar Cósroes un poco al sur de la posición bizantina, se sorprendió de que un ejército bizantino estuviera apostado allí, ¡y más!, mandándolo el famoso Belisario, Cósroes estudió la situación y no podía mandar un ejército en territorio enemigo con un ejército bizantino siguiéndolo a retaguardia, ¡era un suicidio!.
Para sondear el poder de ese ejército, envió un embajador persa para negociar (pero secretamente para evaluar el poder de ese ejército). Belisario intuyó la estratagema y decidió, dado que excepto su regimiento las tropas valían muy poco, ¡jugarse un farol!.
Invitó al embajador llamado Abandones a sentarse en su mesa y distribuyo sus tropas de la manera más relajada posible, sin su equipo pesado, unos haciendo instrucción, otros disparando al arco, otros cazando, limpiando el equipo, descansando etc….
El embajador le preguntó cómo es que no tenía sus tropas prestas para el combate y Belisario le respondió que no tenía ninguna prisa, ya que estaba preparado para el combate, ya que podía reunirlas rápidamente. El embajador se tragó el anzuelo y cuando informó a Cósroes le dijo que dada su despreocupación, no tenían ningún miedo a enfrentarse al peligro y que como consecuencia, tenía que desconfiar de un enemigo tan resuelto, así que decidió, ya que no podía tomar Jerusalén por sorpresa, abandonar la expedición.
Cósroes marchó al norte con el ejército de Belisario siguiéndole cerca, y cuando se disponía a cruzar el río Éufrates, pasó cerca de la ciudad de Callinicum, la cual estaba reparando su fortaleza, para compensar la infructuosa expedición aprovechó para saquearla y después de esto cruzó el río sin ningún contratiempo, Belisario no intervino consciente de la debilidad de sus fuerzas, y con la mente de que si intervenía, quizá, podía sucederle como en el desastre del año 531.
Una vez que Belisario se aseguró de que en líneas generales la frontera persa no representaba ningún peligro para los bizantinos, este decidió marchar a Constantinopla, encontrándose con el mayor horror que hubiera visto nunca el imperio bizantino, ¡la peste bubónica!.
Era el año 542 y como dije antes, cayó sobre el imperio uno de sus de los mayores desastres, hasta entonces los terremotos que habían asolado algunas ciudades, era “pecata minuta” con lo que se avecinaba encima. Partiendo desde el sur de Egipto, se abatió sobre todo el imperio la terrible peste, posiblemente, unos 6.000.000 de habitantes del imperio murieron.
Tomemos la estadística del historiador bizantinista Warren Treadgold, en el año 540 el imperio tenía 26 millones de habitantes, tras los botes de peste bubónica de los años 541-544 y 558, en el imperio en el 565 tenía 19,5 millones, un ¼ de la población sucumbió a la peste.
Esto tuvo repercusiones sobre la economía de manera directa e indirecta, cientos de miles de contribuyentes con su muerte dejaron de pagar como es lógico sus impuestos, estos contribuyentes dejaron de contribuir a la economía con las compras que hacían, e indirectamente hicieron que comerciantes que prosperaban con las compras de los ahora difuntos ganaran menos dinero, con lo que el pago de impuestos de esta gente disminuyera al tener menos ingresos, esto que he dicho puede ser un poco enrevesado, pero no por ello menos cierto.
Pero dado que Justiniano I se había embarcado en un programa de conquistas, no podía permitir que los ingresos disminuyeran, así que los impuestos que pagaban los muertos, fueron cargados sobre las espaldas de los vivos, con lo que los vivos se vieron sometidos a una presión fiscal sumamente agobiante, y que, ¡no tenía visos de disminuir con el tiempo!.
Según datos estadísticos, veamos los ingresos del tesoro real en monedas de oro durante ciertos años:
-En el año 540 eran de 11,3 millones de nomismas (moneda bizantina).
- En el 555 eran de 6 millones.
-En el 565 eran 8,5 millones.
Volviendo a Belisario, este tuvo serias dificultades, ya que Justiniano cayó como otros muchos, enfermo, por lo visto hubo una conjura de palacio por la disputa del poder a la muerte del emperador. No obstante este se recuperó cortando de raíz dicha conjura, parece que indirectamente salpicó a Belisario, que ya contaba con la desconfianza del emperador con la anterior posible toma del reinado de Italia en el año 540.
Durante un tiempo se le confiscaron sus propiedades, aunque más tarde recuperó el favor real y pudo regresar al servicio activo. Lo más doloroso para Belisario fue que su magnífica guardia personal fue disuelta, y sus bucelarios enviados a puntos calientes de la frontera persa o establecidos en distintas guarniciones.
En la frontera persa las cosas iban de mal en peor, Justiniano reforzó considerablemente los efectivos en la zona hasta alcanzar los 30.000 hombres, pero al mando de incompetentes generales sufrían una derrota tras otra, pero Justiniano contra lo que parecía no iba a mandar a Belisario a este frente de combate, no quería que se ganara más laureles a su costa.
En Italia tras la marcha de Belisario, el ejército de campaña con unos efectivos de 12.000 hombres al mando de varios generales, Juan el Sanguinario entre ellos, se dispuso a acabar con los últimos godos, pero estos últimos al mando de un nuevo líder capaz, Totila, les derrotó en Faventia, y reconquistó muchos territorios, ¡volviendo las tornas a favor de los ostrogodos!.
Juan el Sanguinario pidió refuerzos a Justiniano en el verano del 542, y este respondió con el envió de una gran flota mandada por el senador y nuevo comandante de los ejércitos de Italia Maximiano, con provisiones y tropas rebañadas en distintas guarniciones del este, este hombre era un inepto, y fracasó en su empeño de llevar tropas a la sitiada Neápolis, tropas y flota, ¡todo se perdió!.
En el año 544 Belisario fue mandado nuevamente a Italia con las bendiciones del emperador, pero sin tropa alguna, solo dispuso de 400 tracios de su antiguo regimiento. Como estas eran tropas insuficientes, Belisario se desplazó a su región de origen, Tracia, para aprovechar la popularidad que allí tenia para incrementar el regimiento personal suyo, ¡y lo consiguió!, 4000 reclutas se alistaron en su regimiento, 1.500 de ellos en Adrianópolis.
Arquero a caballo romano-oriental del siglo VI
Ilustración de Christa Kook
Aunque tuvo serias dificultades en pertrechar a sus hombres, ya que si bien tenía dinero, armaduras y caballos no abundaban, y no todos pudieron ser pertrechados, pero con el tiempo y sobre todo en Italia a costa de los prisioneros ostrogodos, pudo al fin pertrechar a la totalidad de su regimiento.
Por si no lo he dicho antes, el regimiento personal de Belisario era de su persona, ¡e incluso más!, las tropas en su conjunto le profesaban una admiración y simpatía sin límites, siendo leales solo a su persona, lo cual nunca aprovechó Belisario para dar un golpe en Constantinopla, dado sus largos periodos en la ciudad con su regimiento allí acantonado.
A pesar de algunos desaires del emperador, nunca osó en hacer uso de esa fuerza tan temible, una de las mejores unidades del imperio bizantino, lo cual hace valer la gran lealtad que profesó a su emperador. Belisario se encargaba del pago de sus tropas, pero además, pagaba también el pago de pertrechos y equipo, y se encargaba de que los que se jubilaban por heridas u otra causa, recibieran una pensión, demostrando gran generosidad a sus hombres, los cuales le retribuían con una lealtad del 110 %.
Belisario fue destinado a Italia en el año 544 y permaneció allí cuatro años hasta el 548. Su permanencia allí fue casi una epopeya, ya en su primer año allí, vio que lo iba a pasar muy mal y el resto de años fue exactamente como el pronosticó.
Con las tropas allí destinadas junto con su regimiento personal, el suyo fue, ¡un corre calles sin vicio ni beneficio!, con superioridad de tropas por parte del rey ostrogodo Totila, era un ir y venir de un lado a otro, una ciudad estaba en peligro allí acudía, más cuando estaba allí, se encontraba que otras estaban en igual situación, con tan pocas tropas no podía levantar los sitios a los que sometía Tolita a diversas ciudades, incluida la ciudad de Roma, el suyo, ¡fue una labor ingrata de bombero!.
En el 545 Belisario envió a Juan el Sanguinario para pedir refuerzos desesperadamente, pero este en Constantinopla se distrajo mucho más de lo debido, incluso aprovechó para negociar un matrimonio más que conveniente a sus intereses personales.
Finalmente los refuerzos llegaron al puerto de Dirraquio, al norte de Grecia, allí había acumulados 20.000 hombres incluidas las tropas de Belisario. Juan el Sanguinario propuso desembarcar en el puerto sureño de Brindisium y marchar al norte para liberar a Roma del cerco ostrogodo, pero Belisario objeto que Roma no podría resistir tanto y la marcha duraría unos 40 días, si marchaban en barco, podrían llegar a Roma en 5 días.
Dada la urgencia de Roma, Belisario marchó enseguida con su regimiento personal, he instó a Juan el Sanguinario que le siguiera lo más pronto posible. Llegó Belisario en 6 días, más no podía levantar el cerco ostrogodo hasta que no llegara Juan el Sanguinario, viendo que se demoraba mucho Belisario pensó que la flota había tenido algún percance, pero pronto se enteró que el inepto Juan se había ceñido al plan que el había propuesto anteriormente.
No obstante, Totila se dirigió a Roma tomándola, y Belisario dado el número de sus soldados no pudo hacer absolutamente nada dado el poder del adversario.
Mientras tanto Juan, tras desembarcar al sur de Italia y marchar al norte, había obtenido unos pequeños éxitos engañosos que le levantaron mucho la moral, pero en cuanto los ostrogodos mandaron refuerzos al sur, la cosa cambió bastante de cara.
Un poco antes se había dirigido a la ciudad de Capua, pero esta estaba bien guarnecida, y tampoco podía marchar al norte con ese bastión enemigo a la retaguardia, así que se quedó como estaba, mientras, el rey ostrogodo Totila, marchó hacia sur y Juan el Sanguinario no se atrevió a enfrentarse a Totila, así que se encerró en la ciudad de Otrantum en espera de acontecimientos.
Belisario con un pequeño ejército de campaña formado por su regimiento personal de 4.000 hombres, 2.000 hombres de los 3.000 que habían formado la guarnición de Roma y 500 antiguos desertores que se habían pasado a su bando, tomó el 1 de enero del 547 Roma en un golpe de mano ante el asombro del rey Totila.
Totila no perdió el tiempo y marchó sobre Roma para intentar retomarla, lo intentó en varios asaltos, pero no se dio cuenta de que Belisario era un general muy capaz, el mejor del imperio bizantino, así que todos sus asaltos se estrellaron ante su defensa obstinada.
No obstante Belisario era consciente de que sin refuerzos no podría resistir indefinidamente así que giró un mensaje a Justiniano para que este le mandara refuerzos, pero no contestó. A la tercera carta recibió una carta de un molesto Justiniano en la que le dijo que ya había despachado un vasto ejército al mando de un tal Valeriano, y en la carta le ordenaba que se reconciliara con el general Juan el Sanguinario.
Juntos, se reunirían en la ciudad de Tarento, adonde llegaría Valeriano, pero este último permaneció en el Adriático (Iliria, al norte de Italia), mandando solo 300 hombres a Italia, esto se debió a que los hunos del norte de Bulgaria estaban haciendo correrías por la frontera bizantina en incursiones de saqueo y mantenían ocupado a las tropas de Valeriano.
Belisario y algunas tropas que pudo sacar, 700 jinetes y 200 infantes, marchó de Roma y se dirigió en barco a Tarento, antes de llegar allí, por culpa de una tempestad, fue a parar al puerto de Criptona. Este era un buen sitio respetado por la guerra con ricos pastos y abundante ganado, y pensó Belisario que este era un buen sitio para establecerse, pero Totila no estaba inactivo.
Este emboscó a los jinetes de Belisario (previamente de una acción victoriosa de Belisario sobre los ostrogodos con esta caballería) y solo 50 escaparon. Descorazonado, quizá porque en la emboscada se había realizado sin estar el presente y no pudo dirigir a sus hombres, embarcó nuevamente dirigiéndose a la ciudad siciliana de Mesina.
Aquí embarcó con 2.000 hombres de las guarniciones sicilianas y se dirigió a Otrantum, donde estaba Juan el Sanguinario, aquí Belisario se encontró con una triste realidad. El gran ejército de Valeriano, junto con otro ejército que se envió desde Constantinopla, estaban reunidos en la ciudad de Aspalato, pero juntos reunían, ¡3.000 soldados!.
Infantería y caballería ostrogoda
Ilustración tomada de Roy Boss
Belisario también vio que el gran ejército de Juan el Sanguinario se había diluido, y no tenía más que un millar de jinetes, con todas las tropas juntas no podía hacer frente a Totila, ¡ni mucho menos!, desesperado envió a su mujer a palacio para ver si podía hacer algo, pero Antonina cuando llegó se entero de que la emperatriz Teodora había muerto.
Muerta la máxima valedora de Belisario, ya que Justiniano confiaba cada vez menos en el, Antonina juzgó que su marido no tenía que seguir pasando momentos ingratos por culpa de un emperador que no tenía confianza en el, así que en vez de rogarle que le enviara refuerzos a su esposo, le pidió que le mandara de vuelta a Constantinopla, a lo que el emperador accedió.
Tras la marcha de Belisario de Italia en el año 548, la moral de las tropas bizantinas allí destacadas se derrumbó, en poco tiempo, todas las guarniciones se rindieron, incluido Roma y el regimiento personal de Belisario que estaba acantonado allí, solo resistió la ciudad de Rávena y algunas fortalezas aisladas, toda Italia y la isla de Sicilia estaban en poder de los ostrogodos.
Los siguientes diez años los pasó Belisario plácidamente con su mujer en Constantinopla, sin los agobios del mando del ejército y enterándose de todo lo que pasaba en el gobierno.
Tras la marcha de Belisario de Italia, se había perdido casi todo en Italia, pero Justiniano, deseaba recuperar Italia, ya que su pérdida había supuesto una pérdida de prestigio que no podía tolerar, pero el mando del ejército no quería dárselo a Belisario, ya que no confiaba nada en el, ya lo había demostrado recientemente al enviarla a Italia con pocas tropas y al suministrarle los 4 años que estuvo allí pocos refuerzos.
Pero, ¡había que retomar Italia!, ¿Quién sería el indicado?, decidió que fuera su chambelán y hombre de confianza Narsés. Previamente, un general llamado Germán, había desembarcado en Sicilia al mando de un ejército de 5.000 hombres, retomando la isla, pero tras su muerte fue Narsés el que tomó el mando de las operaciones en Italia.
Narsés se encontró con que se le facilitaban los medios para la conquista de Italia. Allí donde los últimos años se habían escatimados medios al general Belisario, ¡a Narsés no se le regateaban!. ¡Bien es cierto en descargo del emperador Justiniano!, de que ya no era tan fácil como al principio equipar a un ejército completo.
En los primeros años, con el tesoro repleto era fácil equipar ejércitos al emperador, pero con años de campañas ininterrumpidas, las dificultades fueron enormes, ya publiqué la “rémora” en que se había convertido la posesión del África vándala para las arcas imperiales, pues entre los años 532 y 548 las operaciones en Italia habían costado la friolera de, ¡21,5 millones de monedas de oro!.
La misma peste bubónica que había matado a una cuarta parte de los habitantes del imperio, no había respetado ni civiles ni a militares, ricos ni pobres. Hasta el año 541 fecha del inicio de la peste, en los ejércitos imperiales eran mayoría las tropas nativas sobre las bárbaras reclutadas para las campañas militares, a partir de entonces, los términos se invirtieron al contrario.
Las tropas “comitanenses” que componían los ejércitos de campaña fueron diezmadas por la peste, y a partir de entonces, el reclutamiento de bárbaros tomó mayor impulso.
Narsés en el año 551 se había desenvuelto bastante bien militarmente cuando fue mandado a la frontera noroeste, por la zona de la actual Bulgaria, en lucha contra los hunos que vivían al otro lado del río Danubio y que efectuaban expediciones de saqueo al otro lado en territorio bizantino.
Con las arcas sumamente diezmadas y con una gran presión fiscal que se ejercía sobre los súbditos bizantinos, Justiniano dotó a Narsés de un gran ejército de 30.000 hombres, entre los que abundaba la caballería. Había entre ellos 5.000 lombardos, 4.000 hérulos y un gran cuerpo de arqueros conformado por 8.000 hombres, además de hunos, gépidos y persas.
También contó con abundante dinero Narsés, no solo para pagar a las tropas mercenarias, siempre en rebelión si no cobraban su soldada regularmente, si para pagar sobornos a políticos tanto ostrogodos como italianos y para persuadir también con sobornos a guerreros ostrogodos para que se pasasen a su bando y a soldados que militaron en las fuerzas bizantinas y ahora lo hacían en las ostrogodas.
Narsés marchando por el norte de Grecia pegado a la costa adriática y llegó al norte de Italia. Previamente había destrozado a la flota ostrogoda, el ejército de su oponente, el rey Totila estaba compuesto por 18.000 hombres, así que jugaba la superioridad numérica a su favor. En la primavera del 552, entró por el norte de Italia, y se dirigió a Rávena, casi la última posesión bizantina.
Totila estaba en Roma cuando se enteró de la invasión de Narsés, marchó al norte a su encuentro, en el pueblo de Tagina a 20 Km. de las posiciones de Narsés, los dos ejércitos se enfrentaron en junio del 552, siendo derrotados los ostrogodos de manera clara, aquí brilló el cuerpo de arqueros, el cual destrozó a la orgullosa caballería ostrogoda con una lluvia de flechas, 6.000 ostrogodos murieron incluido el rey Totila.
Un nuevo rey ostrogodo fue proclamado, Teias, mientras Narsés avanzó raudo hacia el sur, tomo Roma y avanzó nuevamente al sur persiguiendo a Teias, lo acorraló cerca de Neápolis, y en Mons Lactarius, fue abatido por las fuerzas de Narsés. Nuevamente Italia en una campaña relámpago estaba en manos bizantinas nuevamente, los ostrogodos supervivientes que quisieran podían abandonar Italia.
Al año siguiente como remate a la campaña de Narsés, en la región de Campania, en la batalla de Casilinum Narsés derrotó a los francos y alamanes que habían acudido en apoyo de los ostrogodos, quizá acudían demasiado tarde, habría sido mejor que el año anterior hubieran unido sus fuerzas a las de ellos para tener alguna posibilidad de victoria, pero la velocidad de Narsés puede que impidiera tal conjunción.
Como premio a su campaña Justiniano le nombró gobernador de Italia con plenos poderes militares y civiles, tenía Narsés por delante un difícil gobierno, ¡por partida doble! tuvo que hacer frente primero al lento proceso de reconstrucción de Italia, la cual había quedado arruinada por las guerras anteriores.
(A) arquero huno
(B y C) caballería pesada y ligera vándalas
(D) caballería mora.
Luego también Narsés tuvo que marchar al norte de Italia para reducir las últimas guarniciones ostrogodas que quedaban. Este fue en lento procedimiento, ya que hasta el año 562 no pudo Narsés acabar con las últimas fuerzas ostrogodas, solo a partir de entonces pudo afirmar orgullosamente que tenía la totalidad del antiguo imperio ostrogodo firmemente bajo su control.
Como anécdota, por aquel entonces en el 552, aprovechando Justiniano que había un poco de paz en su reino tras el triunfo de Narsés en Italia, pudo destacar algunas tropas para enviarlas a Hispania, aprovechando que dos facciones visigodas estaban en guerra y una de ellas había solicitado su ayuda. Al mando del anciano patricio Lilibeo, un pequeño cuerpo expedicionario compuesto por de más de 5.000 soldados, pero bien equipados y pertrechados, se hizo con el sur de España.
La población local recibió a los bizantinos muy bien, pero al contrario que en África, no respondieron entusiásticamente al llamamiento bizantino para que se alistaran en sus banderas, así que sobre el cuerpo expedicionario recayó casi por completo el peso de la defensa del sur de Hispania. Los habitantes profesaban la misma religión católica que los bizantinos, en contra de los visigodos que eran arrianos, esto facilitó la labor de conquista del sur de Hispania con tan pocas tropas.
Durante el 552-554 se extendieron por el sur de Hispania por ciudades como Cartagena (donde establecieron su capital), Málaga, Cádiz, Medina-Sidonia y Córdoba hasta que la facción visigoda que les pidió ayuda venció, comprobando después con horror que los bizantinos no se iban a ir.
De todas formas, los bizantinos crearon aquí una próspera provincia, gracias al tráfico marítimo que se llevó a cabo en sus costas. La provincia africana dependía gubernamentalmente de África, y la misma colaboró sustancialmente en el pago de impuestos a las, ¡ya! mermadas arcas bizantinas. Los visigodos al principio, hasta que se asentaron firmemente en sus dominios, no pudieron iniciar la reconquista del sur bizantino, pero esto no ocurrió hasta poco después de la muerte de Justiniano.
Ya que hemos tocado todos los frentes bizantinos en que estuvieron combatiendo las tropas bizantinas, como colofón final y sin ningún hecho bélico destacable, se puede decir que la provincia de Egipto fue casi la única que no se vio afectada por los avatares de la guerra, al norte en Siria y al oeste en Cartago hubo guerra, pero Egipto se vio libre de estos peligros.
Esto la beneficio cuantiosamente, convirtiéndose en una provincia muy próspera, ya que como granero de Egipto ¡se beneficiaba mucho en esto!, aunque anecdóticamente por supuesto, no se libró del periodo de la peste del 541-544, si bien es cierto, que ninguna provincia se libró de ello. El grano que se desembarcaba en Constantinopla enriqueció mucho a los que se dedicaban a este cultivo.
En cuanto a las operaciones militares, todo a lo que tuvo que hacer frente fue a ladrones y saqueadores, para lo que solo necesitó sus fuerzas bizantinas en labores de policía, labor está muy monótona y que no requería unidades de Élite.
Lo que quizá obligó entre comillas a establecer una mayor vigilancia por parte de los bizantinos, fue a hacer frente a las incursiones de los nubios al sur de Egipto, para este cometido empleó a sus mejor tropas destacadas en la provincia, concretamente los arqueros y lanceros a caballo del duque de la Tebaida, estos acantonados al sur de Egipto.
Era el año 558 cuando se abatió sobre Constantinopla una catástrofe, el río Danubio se había helado, y una horda de bandidos conformada por 7.000 ávaros provenientes del norte de las posesiones bizantinas, se lanzó a una campaña de rapiña y saqueo enfilando a Constantinopla, Justiniano estaba aterrado, tras arrollar a las débiles fuerzas de “limitanei” que custodiaban las fronteras por donde entraron, ¡ya no había una fuerza efectiva que lo pudiera contener!.
Fue cuando se vio de manera palpable la debilidad del imperio bizantino en lo militar, las campañas militares y el esfuerzo de guerra, había hecho cambios en la redistribución de las tropas bizantinas y como consecuencia de ello, muchas tropas bizantinas se habían retirado de las fronteras bizantinas o de diversas guarniciones en la que estaban acantonados para acudir a las diversas campañas (o como refuerzo) que se estaban desarrollando a lo largo de diversos frentes. Esto hizo que la antigua seguridad de antaño se había convertido en franca debilidad.
Las fortificaciones dejaron de cuidarse, y su franco deterioro impidieron una efectiva defensa por parte de los limitanei (tropas fronterizas). Las guarniciones por donde pasaban los saqueadores se limitaban a encerrarse detrás de sus murallas esperando que los saqueadores pasaran de largo, cosa que hacían, ya que esta era una expedición de saqueo y no tenían material de asedio, sin contar con que no tenían ganas de hacer frente a soldados ya fueran estos buenos o malos, eran más atractivos los civiles indefensos que no podían oponérseles a sus saqueos.
Estaban ya los bárbaros cerca de la ciudad cuando el emperador Jiustiniano I se dijo, “a hechos desesperados medidas desesperadas”, no tuvo más remedio que recurrir al único soldado disponible al que podía echar mano y que también podía darle garantías de que podía hacer frente a esta acometida con éxito seguro, ¡Belisario!.
Dio a Belisario plenos poderes para que hiciera frente a esta tragedia, reclutando todos los medios que estaban a su disposición en la ciudad de Constantinopla. Belisario hacía diez años que no empuñaba una espada, pero enseguida desplegó una actividad excepcional, desmintiendo la falta de apatía que se le pudiera achacar.
Movilizó todas las fuerzas militares que pudo allegar en la ciudad, incluso reclutó voluntarios civiles que tuvieran experiencia militar en tan amargo trance, una fuerza de 4.000 hombres fue movilizada para hacer frente a los invasores. En ella militaban los 300 “excubitores” de la guardia personal del emperador, las mejores fuerzas con las que contó y los que formaron el núcleo de su ejército, ¡que el emperador se desprendiera de su guardia personal daba a entender el tamaño de la tragedia!.
También había unos 1.500 milicianos urbanos de las facciones “azul y verde”, antiguos soldados que habían pertenecido a los bucelarios de Belisario, fuerzas de las Scholae Palatinae (antigua guardia del emperador, que ahora lo seguía siendo, pero de segundo orden, al ser el primer puesto ocupado por los excubitores a mediados del siglo pasado) etc… .
Soldado romano-oriental del siglo VI. Legión V Macedonia
(integrada en las tropas de guarnición en Egipto)
Ilustración de Gerry Embleton
Belisario sondeó la situación, con semejante heterogénea fuerza Belisario no podía hacer milagros y muchos pensaron que Belisario no regresaría del choque. Pero por el contrario, no tenía un ejército disciplinado enfrente, sino una turba de saqueadores a los que si atacaba con fuerza, quizá, pudiera salir victorioso de semejante trance.
Puso sus mejores fuerzas en el centro para que resistieran la envestida de los hunos, mientras que luego los atacó por ambos flancos, fue esta una maniobra sencilla que funcionó a la perfección, sumada a la confianza de los ávaros de no encontrar una resistencia organizada, los saqueadores fueron derrotados de manera clara dispersándose estos en todas direcciones.
Belisario persiguió durante un tramo a los ávaros, hasta que se aseguró de que estaban lejos, no pudo hacer una persecución organizada porque el ejército de que disponía, no ofrecía garantías para hacerlo, ¡bastante había hecho derrotándoles!. Los ávaros cuando vieron más tarde que no se les perseguía, permanecieron un tiempo en Tracia saqueando, hasta que Justiniano les pagó un dinero para que se fueran, y eso hicieron.
Belisario había recuperado el favor imperial, pero nuevamente el viejo soldados se encontró con una dificultad, en el año 562 hubo un complot para asesinar al emperador en el que había implicados algunos parientes de Belisario, así que este fue arrestado en espera de una investigación que esclareciera lo sucedido.
El hecho que algunos escritores hacen de que Belisario fue cegado por orden del emperador es una vulgar mentira, sin ningún tipo de indicio.
En el año 564 ya esclarecido todo Belisario recupero el favor imperial y en un teatral acto, ¡con toda pompa delante del público!, el emperador otorgaba graciosamente el perdón a Belisario, así este paso el resto de sus días plácidamente muriendo en marzo del 565. El emperador Justiniano ese mismo año también, en noviembre dejaba de existir.
Narsés durante todo su mandato en Italia, gobernó con mano de hierro y firmemente hasta el año 567, año en que fue destituido por el nuevo emperador Justino II, fue este un gran error, porque al año siguiente, en el 568 los lombardos aprovechando que no estaba el capaz Narsés al mando para hacerles frente, marcharon sobre Italia. El sustituto de Narsés aunque lo intentó, no tenía la garra del anterior Exarca, y en pocos años los lombardos se extendieron como una balsa de aceite sobre el país.
Reflexiones sobre Belisario y algunos datos:
Belisario, es sin duda el mejor general con que contó Justiniano I para sus planes de devolver al imperio bizantino la extensión del antiguo imperio romano, no lo consiguió, pero fue el que más se acercó. Posteriormente el imperio declinó, pero en el siglo X con el emperador Basilio II, alcanzó un gran poderío y expansión territorial, pero este es quizá, el que más se acercó a Justiniano I en cuanto a expansión territorial, ningún emperador bizantino pudo hacer dicho esfuerzo.
También Justiniano I se benefició de que no solo Belisario fue su único mejor general, hubo otros muchos que si bien no destacaron tanto como Belisario, en líneas generales demostraron ser competentes en el mando, defendiendo las fronteras y rechazando a los enemigos que debido a los planes de expansión se multiplicaban.
Lo que me llama la atención es que hasta el año 540 Belisario contó con la confianza del emperador sin fisura alguna, no obstante se puede ver que a medida que Belisario ampliaba sus conquistas, las expediciones que el capitaneaba eran de menor cuantía, veamos unos ejemplos:
- 530- 25.000 hombres en Persia.
- 531-20.000 hombres en Persia.
- 533- 16.000 hombres en África.
- 535- 12.000 hombres Italia.
- 541- 15.000 hombres Persia.
- 542- 13.000 hombres Persia.
- 544- 4.000 hombres Italia.
- 558- 4.000 hombres Constantinopla.
Sin mucha equivocación se puede ver a grandes rasgos, los hombres con los que pudo contar Belisario a lo largo de las diferentes campañas en las que entró en acción, los datos expuestos hacen referencia a los ejércitos de campaña puestos a su disposición, aunque en los años 541, 542, 558 estos ejércitos aumentaron su fuerza, fue a base de engrosarlos con las guarniciones bizantinas que había en las distintas partes del imperio.
¡Yo suelo ser al menos crítico respecto a la campaña de Italia!, ya que en un principio eran 20.000 los hombres disponibles para esa tarea, pero Justiniano desgajó 8.000 al mando del general Mundo para atacar por el oeste noroeste de Italia, y aunque reconozco que era un plan inteligente, el ataque, “en tenaza”, a Mundo no le salieron bien las cosas, y Belisario tubo que atacar con pocas tropas.
Pero lo hizo bien, y llegó a Roma y la capturó, pero con las tropas mermadas y los ostrogodos rehechos, no tuvo más opción que defender Roma de un asedio sin poder romperlo, y tuvo que pedir refuerzos desesperadamente si no quería que la cosa acabara mal.
A partir del año 540 con la posibilidad de convertirse en rey de Italia, dio al emperador un ejemplo de lealtad sin condiciones, en cambio el emperador lo tomó de manera suspicaz, ya que le escribió en un mensaje “seré leal a vuestra majestad mientras viváis”, una muestra de lealtad que el siempre desconfiado emperador se lo tomó como una especie de amenaza a su vida, pero no directa, ¡claro!.
Quizá después del frío recibimiento del que fue objeto por parte del emperador, Belisario comprendió que había cometido un gran error. Podía haberse establecido como rey en Italia, ya que contaba con la devoción de sus tropas y la admiración de los ostrogodos, incluso con el enorme botín del tesoro ostrogodo, podía haber pagado generosamente al emperador por las molestias, y una vez que se le pasara el enfado por la traición, podía haber establecido lazos de amistad, comercio, militares con el imperio bizantino. Pero esto queda a la fantasía, así que sigamos con los hechos.
Tropas bizantinas, ilustración (Peter Garriock):
(A) bucelario;
(B) infante romano;
(C) Belisario;
(D) caballería romana
El caso es que después Belisario hasta el 548 siguió estando en campaña, pero ya no disfrutó de la confianza incondicional anterior de Justiniano. Hecho que se tradujo en las campañas posteriores en unas expediciones militares con exiguas tropas y un envío regular de refuerzos raquítico, dejando a Belisario, casi solo para que se las apañara el mismo.
¡No obstante!, Belisario aunque casi nunca disfrutó de un número de tropas muy alto en todas sus expediciones, se las arregló muy bien triunfando holgadamente, eran un general con mucho talento, que aprovechaba posiciones defensivas previamente fortificadas, colocando a sus hombres de manera estratégica, defendiendo y contraatacando cuando la situación lo imponía.
También sabía sacar partido de sus tropas, incluso cuando estas eran de una eficacia dudosa. En cuanto al entreno de sus tropas lo hacía de manera intensiva, sabiendo que unos soldados ociosos eran una rémora en sus fuerzas. Tenía también talento en cuanto a fortificar una posición, cosa que demostró en sus primeras campañas en Persia, pero también en el primer asedio de Roma en el 536.
Roma era una ciudad que en cuanto a fortificaciones estaba en un estado calamitoso, ¡claro que bien es cierto!, a los ostrogodos los les hacía falta que la ciudad estuviera fortificada, ¿para qué?. Aquí Belisario hasta la aparición de los ostrogodos, puso a todo el mundo a trabajar en la fortificación de Roma. Soldados y civiles, haciendo un buen trabajo como se demostró en todos los fracasos ostrogodos en el intento de tomar la ciudad.
La campaña italiana del 544-548 fue famosa por la impotencia que sintió Belisario en el intento de hacer bien su trabajo, con una fuerza de 4.000 hombres formada por sus bucelarios y juntando las tropas que quedaban en Italia, tuvo que hacer frente a los ostrogodos de Totila, un rey que luchó muy bien y que disfrutaba de mayor poderío militar que Belisario.
Tubo Belisario que multiplicarse en el escenario italiano para que no se derrumbase el poderío bizantino allí, marchando de un lugar a otro. ¡Para colmo de males!, deliberadamente los refuerzos que apremiantemente le solicitaba Belisario a Justiniano llegaban en cuentagotas, escasos y tardíamente, esto lo hacía Justiniano deliberadamente porque no confiaba en Belisario y no quería que este tuviera éxitos militares que le enaltecieran, pero lo que no se daba cuenta es de que con esto paralizaba las operaciones militares de Belisario, ¡incluso a nivel defensivo!.
En la última campaña de Belisario se pudo ver la ruina militar del aparente poderoso imperio bizantino, una horda de 7.000 ávaros enfiló a Constantinopla y cuando derrotaron a las débiles fuerzas fronterizas, ya no hubo hasta la capital nadie que les hiciera frente,¡ saqueando a placer!, ¿Cómo llegó a ocurrir esto?, la respuesta es bien sencilla, pero empecemos por el principio.
El imperio contaba en el 527 cuando Justiniano ascendió al trono con 5 ejércitos “comitanenses” de 95.000 y 200,000 limitanei.
Los limitanei eran tropas de frontera, que cuando fuerzas hostiles entraban en la frontera bizantina, estas se encargaban de rechazarles o neutralizarles, esto era más o menos fácil con ataques de saqueo de ladrones o saqueadores numéricamente débiles. Vivían del escaso sueldo que cobraban y de lotes de tierra que recibían a cambio cultivarlas, por lo tanto eran tropas de medio tiempo, y a cambio defendían las fronteras del imperio.
Cuando la invasión era seria con ejércitos organizados los limitanei eran desbordados, entonces intervenían los comitanenses, estas fuerzas eran tropas de campaña formadas por lo mejor de las fuerzas bizantinas, eran tropas profesionales y experimentadas, entre estas tropas había los llamados “palatini”, eran las tropas de Elite de las fuerzas comitanenses, y que disfrutaban de un mayor status y mejor sueldo al ser lo mejor de los comitanenses. Hagamos una pequeña incisión:
En el siglo I, II y hasta mediados del III, las legiones romanas estaban apostadas en las fronteras imperiales y sus tropas eran profesionales, distinguiendo los legionarios de los auxiliares.
A mediados del siglo III, se cambiaron los dispositivos de defensa del imperio, se crearon los limitanei y los comitanenses. Los primeros para defender las fronteras y los segundos como tropas móviles por si las tropas fronterizas eran desbordadas por el enemigo, estas últimas eran las mejores fuerzas del ejército y sumamente móviles.
Pero en el siglo VI la cosa había cambiado mucho, las tropas móviles del los ejércitos comitanenses se habían integrado en las guarniciones del imperio y en la frontera bizantina, así que las tropas móviles, quizá, se habían reducido a 1/4 del total, siendo casi todos fuerzas palatini.
A mediados del siglo VI las fuerzas móviles vieron como su origen de fuerzas nativas cambiaba a fuerzas bárbaras, ya que las campañas de África, Italia y Persia más la peste de los años 541-544, se cobraron su tributo entre estas fuerzas de Elite, las cuales no pudieron ser reemplazadas por tropas de calidad, no obstante, los bárbaros que integraron esas unidades, aunque aun que no tenían la calidad de antaño, respondieron perfectamente a su cometido, aunque no reemplazaron poco el número de los efectivos de antaño.
Al comienzo del reinado de Justiniano en el 527, la cuarta parte de los ejércitos de campaña eran fuerzas móviles, pero ya en el 558, cuando los Avaros entraron por lo que hoy es Bulgaria, las tropas móviles habían sido reducidas a la mínima expresión. Por ser tan útiles, habían participado en muchas campañas, quedándose muchas fuerzas en los sitios a donde fueron destinados, así que para una emergencia, su número era virtualmente inexistente.

(B) infantería pesada de los Protostates (en griego) o Antesignani (en latín).
(C) Caballería hérula.
(D) Caballería pesada ostrogoda.
(E) Caballería ligera ostrododa.
Veamos un panel con los datos del los ejércitos bizantinos en el 559:
- I ejército Praesental 20.000 hombres.
- II ejército Praesental 20.000
- Ejército del Este 20.000
- Ejército de Tracia 20.000
- Ejercito de Iliria 15.000
- Ejército de Armenia 15.000
- Ejército de Italia 20.000
- Ejército de África 15.000
- Ejército de España 5.000
Los ejércitos de Campaña comitanenses eran de 150.000 hombres y los limitante de más 200.000 hombres. Como puede verse comparado con el comienzo del reinado de Justiniano, había 4 ejércitos de campaña más, los de Armenia, África, Italia y España, con el consiguiente aumento de 55.000 hombres más, esto sonaba muy pomposo y triunfante, pero la triste realidad era la que ya expliqué anteriormente sobre los comitanenses, y los ávaros habían puesto al descubierto las grietas que tenía el sistema defensivo de Justiniano.
Los gasto imperiales se dispararon de manera exorbitante, el tesoro se evaporó, en el 527 tenía un excedente de 23 millones de monedas de oro o 320.000 libras de oro, pero el presupuesto anual bizantino que rondada los 8 millones de monedas de oro anuales, hacían que apenas un millón fuera un excedente para gastos extra, como campañas militares por ejemplo.
Los gastos en dispararon, veamos lo siguiente:
África 532-548 8.000.000 monedas de oro.
Italia 21,5 millones en sus diversas campañas.
Persia 1 millón entre el 527-531 y 2 millones entre el 540-544.
En los años 527-565 Justiniano gastó 36.000.000 millones de monedas de oro en su política imperial, el tesoro ya no daba más de si.
Edito el nombre de algunas unidades bizantinas que lucharon durante el reinado del emperador JustinianoI:
En Italia:
- Regii
- Primi Theodosiani
- Perso-Iustiniani
- Felices Perso-Armenii
- Cadisianus
En Constantinopla:
- Lanciarii
- Toxoto-Dalmatae
- Excubitores
- Primoscutarii
- Spatharii
En Siria y Palestina:
- Theodosiacorum
- Theodosiaci balistarii
- Tertio Dalmatae
- Vandali Iustiniani
- Likokranitai
- Quarta Parthica (Quartoparthoi en griego)
En Egipto:
- Isaurorum (hasta 491 al menos)
- Leones Clibanarii
- Transtigritani
- Quinta Macedonica
- Daci
- Numidae Iustiniani
- Primi Felices Iustiniani
- Macedoni
Scythae Iustiniani
En África del Norte:
- Primi Felices Iustiniani
- Libyi Iustiniani
Se puede dar gracias a Dios de que tras el descubrimiento del deteriorado sistema defensivo bizantino del año 558, los enemigos del imperio no lo aprovecharan inmediatamente para lanzarse todos al asalto, ¡o quizás si!, en el 568 los lombardos lanzaron una invasión al norte de Italia sin que los bizantinos pudieran hacer mucho para evitarla, pero esto sucedió 10 años después, Justiniano I y Belisario habían muerto y como dice el dicho, ¡esto es ya otra historia!.
Como último inciso antes de acabar, Narsés, entre el 552- 567, gobernó con mano de hierro Italia, entre el 552-554, acabó reconquistando toda Italia y tras una laboriosa y lenta campaña, acabó con las últimas guarniciones bizantinas en el 562 pudiendo los 5 años siguientes gobernar en absoluta paz.
Quizá se imponía una relajación de los impuestos, ya que toda Italia esta casi al borde de la ruina, pero Narsés no aflojó en esta materia, como en ninguna otra. Altas autoridades italianas habían acudido de vez en cuando a Constantinopla a presentar quejas de la conducta del Exarca de Italia, pero Justiniano I tenía plena confianza en Narsés, amén de que como era un eunuco no podía aspirar al trono bizantino, ¡y esto pesaba mucho en la tranquilidad del emperador!, tranquilidad que no había disfrutado con Belisario cuando empezó a dudar de él, por lo tanto, toda queja sobre Narsés caía en saco roto.
Pero con el nuevo emperador, Justino II, hicieron una nueva intentona esperanzados, y Justino II prometió estudiar seriamente su petición. Cuando un gobernante nuevo llega al trono, desea rodearse de sus hombres de confianza, Narsés era un hombre del anterior emperador, por lo decidió destituirle y poner a alguien de su confianza.
En el 567 Narsés entregó su título de poder a su relevo y se retiró a Neápolis, esto a pesar de que le pidieron que fuera a la corte de Constantinopla, en su villa vivió placidamente hasta su muerte en el 573.
Mientras el pueblo lombardo que había formado parte de las tropas de Narsés en el 552, había visto las riquezas italianas, pero no se atrevía invadir Italia por temor al enérgico Narsés, ahora que había sido destituido aprovecharon la ocasión y un año después de la destitución de Narsés, invadieron Italia por el norte.
Nunca pudieron los bizantinos ni ahora ni en el futuro repeler a los lombardos, ¡aunque el sustituto de Narsés lo intentó!. Con Narsés sin duda les hubieran rechazado, ¡es más!, ni habrían intentado la invasión, pero, ¡Narsés no estaba para pararlos!.
Oficiales bizantinos de servicio en Egipto, siglo VI
Fuentes Bibliográficas
-La novela histórica de Robert Graves “el conde Belisario”, basado en los escritos de Procopio de Cesarea, secretario personal de Belisario y que le acompañó hasta el año 540 en todas sus campañas.
No obstante como inciso, advierto que Procopio como defensor de Belisario, antes los obstáculos que alguna vez le tendió el emperador Constantino, era muy crítico con este último, en contra partida para con Belisario, con el que todo eran elogios para el.
Así Robert comete algunas veces errores en cuanto a los hechos de Belisario y el emperador, quizá un punto intermedio sea más justo para ambos, ni Belisario era el santurrón que pretendía Procopio, ni Justiniano era la mala bestia que también exponía en sus escritos.
La novela que leí sobre Belisario, expone algunas opiniones de última hora debajo de las páginas, las cuales son muy interesantes, expone algunas meteduras de pata de Robert, lo cual es beneficioso para hacerse una idea imparcial de los hechos.
-También consulté los trabajos de escritores del imperio bizantino, los cuales son muy interesantes, como Hilario Gómez y Alberto Pereira Vidal.
-También en la web Satrapa1 hice consultas al respecto sobre Belisario.
- eljoines's blog
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