Antíoco III
Antíoco III “Megas”, formaba parte de la dinastía de los reyes Seleúcidas, esta dinastía empezó cuando a la muerte de Alejandro Magno, sus generales se disputaron los dominios de este, ya que Alejandro no había dejado un sucesor que reinara sobre sus dominios.
Los generales que habían estado al mando de sus ejércitos iniciaron una disputa sobre quién sería el sucesor, y al no haber ningún candidato, se disputaron los dominios que a través de una serie de guerras acabarían con el reparto de los territorios.
El fundador del imperio Seleúcida fue uno de los generales de Alejandro llamado Seleuco, el cual fue el primer rey de la dinastía. Seleuco I Nicátor fue su nombre y fue el que más dominios en cuanto a extensión de terreno agrupo bajo su poder.
Sus territorios abarcaban las regiones de Partia y Bactriana en el Oriente junto con parte de Armenia y en el Oeste abarcaba lo que hoy sería Siria, al sur hasta la frontera de Egipto y el Suroeste de Turquía, algo muy cercano al imperio de Alejandro Magno si exceptuamos sus dominios en Macedonia y lo que hoy sería la actual Turquía en sus regiones Oeste y Noroeste, pero en el resto, casi todo lo tenía Seleuco I.
No obstante sus sucesores a través de distintas guerras no habían podido conservar tan extensos territorios, así que cuando Antíoco III subió al trono, sus dominios aunque extensos, se podía delimitar a algunas zonas de Siria, la zona de Babilonia y la región de Media. No se dice mucho de su infancia, no obstante, el joven Antíoco ya con 18 años tras su toma de posesión tras la muerte por asesinato de su padre Seleuco II Calinico, se propuso devolver el antiguo esplendor y poderío del imperio, y esto también se circuncidaba a, al menos en extensión, recuperar las antiguas posesiones del imperio de Alejandro Magno o las del primer rey Seleucida Seleuco I.
Elefante protegido con láminas de metal, no pertenece a los ejércitos de Antíoco III, pero puede servir de orientación
Tras la toma del poder en el año 223 a. de C., Antíoco inició la conquista de las antiguas posesiones del Oeste del imperio al sur de Siria, lo que forzosamente le hizo chocar con el reino egipcio de los Ptolomeos, pero antes tuvo que batallar duramente con la rebelión de las satrapías de Media y Persia mandadas por los sátrapas Molon y Alexander respectivamente y la región de Asia Menor.
Estas rebeliones no fueron fáciles de vencer y Antíoco tubo que personalmente ponerse en persona a la cabeza de sus fuerzas para ponerla fin. Nada más ponerse al mando del imperio, Antíoco mandó una expedición a la región de Judea para someterla, lo cual resultó un fracaso; las fuerzas enviadas contra los sátrapas rebeldes también fracasaron, solo un general llamado Aquelao, primo del rey, consiguió que la región de Pérgamo (el Noroeste de la actual Turquía) volviera a la obediencia.
Respecto a la rebelión de los dos sátrapas, Antíoco envió un ejército al mando de un general llamado Xenoetas, pero este cerca del río Tigris sufrió una estrepitosa derrota a manos del rebelde Molon perdiendo todo el ejército. Babilonia y Mesopotamia caían bajo la influencia de Molon y la situación de rebeldía se extendía como una mancha de aceite, esto obligó a Antíoco a tomar cartas en el asunto y ponerse al frente de sus fuerzas.
Pasó el invierno en Nibisis, cruzó el río Tigris en el 220 a. de C. y marchó al sur para enfrentarse contra Molon mientras este, salía de Babilonia para enfrentarse a Antíoco. La batalla que se produjo fue una rotunda victoria para Antíoco, la cual se benefició por la deserción del ala izquierda de las fuerzas de Molon; este para evitar caer en manos de Antíoco se suicido, lo cual no evitó que Antíoco crucificara su cuerpo para escarmiento general.
Pero no todo era júbilo para Antíoco, su primo Arquelao se rebeló contra él proclamándose rey de Asia Menor. Pero la fuerza de Arquelao no era muy inquietante, la región de Siria que era la que más preocupaba a Antíoco, (por ser fronteriza con Asia Menor) no peligraba a manos de Arquelao. Por lo que Antíoco, que tenía sus más ambiciosos planes en la región de Judea, decidió dar prioridad a este proyecto y ocuparse más tarde de Aquelao.
Las cosas en el reino ptolemaico de Egipto no marchaban bien, el nuevo rey había ordenado la muerte de su madre un año después de su subida al trono, en el año 221 a. de C., después cayó bajo la influencia de los cortesanos de la corte, los cuales ejercieron una influencia que resultó perniciosa en el gobierno de la nación, pero a lo que el doliente y desmedido monarca no puso coto, quizá por eran todos de la misma calaña que él, esto es juerguistas, vividores y amantes del lujo y el placer desmedidos, lo cual poco tiene que ver con las responsabilidades del gobierno de una nación.
Falangista "agyraspide- hypaspista", unidad de élite de la falange del ejército seleúcida
Tras los preparativos necesarios, Antíoco III en el 219 a. de C. se lanzó sobre las posesiones de los dominios de Ptolomeo IV de Egipto en el Asia Menor, progresivamente las zonas del actual Líbano e Israel cayeron en su poder, pero cuando podía haber entrado en Egipto con un Ptolomeo pillado por sorpresa y sin posibilidad de defensa, inexplicablemente cesó las operaciones de ataque durante un año.
Antíoco quiso consolidar sus nuevos territorios a la par que iniciar negociaciones con Ptolomeo con vistas a una paz ventajosa, el caso es que esto dio oportunidad a Ptolomeo para preparar un ejército, el cual mando al norte, resultado de lo cual los dos ejércitos se enfrentaron en lo que se llamó “la batalla de Raphia” en el verano del año 217 a. de C., cerca de la actual Gaza, en Palestina.
La composición de los dos ejércitos era la siguiente:
Ejército ptolemaico:
-Caballería mercenaria griega-tesalia compuesta por 2.000 jinetes.
-Peltastas mercenarios formados por tracios y gálatas en número de 6.000.
-Falange mercenaria griega con 8.000 hombres.
-Falange egipcia, eran unos 20.000 hombres.
-Falange macedonia (infantería pesada, klerouchoi o colonos militares greco-macedonios establecidos en el país) formada por 25.000 hombres.
-Falange Libia (mercenarios) eran 3.000 hombres.
-Falange “Agema” de la guardia (la Élite de los klerouchoi) 3.000 hombres.
-Caballería pesada de la guardia real, 700 hombres.
-Caballería pesada libio- egipcia, 2.300 jinetes.
-Caballería pesada compuesta por tesalios, mysios, tracios y persas.
-73 elefantes libios de 2 m. de altura, iban equipados por un conductor, un arquero y un jabalinero, todos a lomos del elefante.
-Arqueros de Creta y neocretenses, 2.000 y 1.000 respectivamente.
En total 70.000 infantes, 5.000 jinetes y 73 elefantes.
Antíoco III
Ejército seleúcida:
-Caballería regular 2.000 jinetes de las regiones de Media y Siria junto con caballería mercenaria dahae, galata y griega.
-Caballería miliciana 2.000 jinetes.
-Infantería de Tracia 1.000 infantes, estas fuerzas estaban asentadas en Persia.
-Peltastas Thureophorio, 5.000 infantes originarios de Asia Menor, eran medos, carnanios, caduciois y cissios.
-Infantería ligera árabe, 10.000 infantes de los cuales las ¾ eran arqueros y el resto jabalineros.
-Falange macedonia mercenaria griega, 20.000 infantes.
-Falange agyraspide-hypaspista, 10.000 infantes.
-Infantería mercenaria ligera Dahae-Carmania y jabalineros cilicios, 5.000 infantes-arqueros.
-Infantería mercenaria griega, 3.000 infantes.
-Falange mercenaria griega, 2.000 infantes.
-Caballería- compañeros (ala real de los compañeros) 1.000 jinetes originarios de Siria, Lidia y Frigia.
-Caballería formada por “la Agema de la Guardia” o la guardia personal de Antíoco III. 1.000 jinetes.
-Elefantes indios, 103 animales, portando pequeñas torres en sus lomos con 2-3 infantes provistos de arcos y lanzas arrojadizas.
- Arqueros de Creta y Neo Creta, 2.500 arqueros.
-Lidios y carducos, 500 infantes y 1.000 infantes originarios respectivamente de su origen expuesto al principio.
-Arqueros persas y honderos agrianos, en total eran 1.000 hombres.
En total 62.000 infantes, 6.000 jinetes y 103 elefantes.
falangista mercenario griego
La batalla en si misma disputaba la región de “Celesiria” región al sur de Siria y que abarcaba Judea, Líbano y parte de Israel, y desde luego, el vencedor se quedaría con la región en disputa. Las tropas acamparon unas frente a otras en un “compás de espera” que se alargó 5 días, (parece que se tomaron las cosas con calma) cuando los dos reyes creyeron que era el momento pasaron al ataque, era el 22 de junio.
El ejército de Ptolomeo se vertebraba con la caballería (al mando del general Polícrates) en el ala izquierda, entre la caballería y la falange estaban los arqueros cretenses cerca de la caballería. Les seguían la escolta real, los peltastas al mando del general Sócrates y fuerzas africanas armadas al modo macedonio.
En el flanco derecho estaban el general de caballería tesalio Equécrates con sus jinetes y a su izquierda fuerzas galas y tracias. Luego mercenarios griegos al mando del general Fóxidas y la falange compuesta por nativos egipcios. En cuanto a los elefantes, 40 fueron situados en el flanco izquierdo y 33 en el derecho.
Las fuerzas de Antíoco se distribuyeron de la siguiente manera, 60 elefantes fueron situados en el flanco derecho al mando del general Filipo, detrás de ellos se situaron 2.000 jinetes al mando del general Antípatro y otros 2.000 en ángulo recto a ellos.
Al lado de los jinetes fueron distribuidos los arqueros cretenses, luego iban los mercenarios griegos (no olvidemos que ambos ejércitos luchaban al modo macedonio, con las falanges como eje vertebral de sus fuerzas formadas en el centro del dispositivo) apoyados por la infantería mercenaria ligera del general macedonio llamado Bitaco con 5.000 hombres.
En el ala izquierda formaban 2.000 jinetes al mando del general Temiso, junto a él, los cardaces y lanceros lidios. Después la infantería ligera, 3.000 hombres al mando del general Menedemo; luego iban los cisios, medos, carmanios y árabes y demás pueblos, estos ya en contacto con la falange. Delante del ala izquierda formaron 53 elefantes al mando del general Músico.
Previamente a la batalla, ambos reyes recorrieron las formaciones de batalla de ambos ejércitos, con vistas a exhortar a sus hombres y darles ánimos para la batalla que se avecinaba, tras estos prolegómenos dio comienzo la batalla.
Los elefantes de ambos bandos fueron los que empezaron la refriega, este choque se produjo en el flanco derecho seleucida y por ende, en el izquierdo ptolemaico. Los elefantes indios de Antíoco, más grandes y corpulentos que los africanos de Ptolomeo, llevaron la mejor parte en la lucha y pusieron en fuga a los africanos. Estos elefantes se revolvieron para huir y desbarataron a la guardia real de Ptolomeo, momento que fue aprovechado por Antíoco para desbordar con sus jinetes la línea de los elefantes y atacar a la caballería de Polícrates.
posiciones adoptadas por ambos ejércitos
Los mercenarios griegos de Antíoco cercanos a la falange atacaron a los peltastas de Ptolomeo haciéndoles retroceder; también entre los peltastas de Ptolomeo los elefantes africanos habían causado estragos.
En líneas generales se podía decir que el ala derecha de Antíoco había destrozado el flanco izquierdo de Ptomoleo, ¡pero no acontecimientos!, ya que en los flancos opuestos, o sea, el derecho ptolemaico y el izquierdo seleúcida se invirtieron los papeles.
Efectivamente, el general que mandaba el ala derecha ptolemaica, general Equecrates, ordenó a la infantería mercenaria griega al mando del general Foxidas atacar de frente al enemigo, el cual se componía de árabes y medos mientras Equecrates con la caballería rodeaba el flanco izquierdo enemigo y lo golpeaba por el flanco y la retaguardia; ambos generales cumplieron con éxito su misión, desbaratándolo por completo el ala izquierda seleúcida.
Mientras tanto, en el centro de ambos ejércitos las falanges permanecían intactas y a la expectativa en espera de órdenes. Ptolomeo después de retirarse de su derrotado flanco izquierdo se dirigió al centro de su falange, lo cual infundió confianza a sus hombres, los cuales dirigidos por los generales Andrómaco y Sosibios avanzaron al centro de la formación enemiga.
La falange seleúcida viendo que el rey enemigo se ponía al frente de la falange ptolemaica sintió temor, a la par que no sabía dónde estaba su rey, el cual, poco al tanto del transcurso de la batalla en su conjunto, estaba persiguiendo a los fugitivos del ala izquierda ptolemaica.
La falange seleúcida aguantó un tiempo la embestida enemiga, pero al cabo de un tiempo se produjo una grieta en las fuerzas del general seleúcida Ninarco, donde las fuerzas ptolemaicas penetraron, rompiendo la cohesión de la falange seleúcida.
Antíoco fue advertido de lo que ocurría, y con su “Agema” o escuadro real se dirigió a toda velocidad para intervenir en la lucha. Pero era demasiado tarde, cuando llegó ya la cosa no tenía solución y el centro del ejército seleúcida estaba totalmente roto y en franca huida.
En su conjunto había sido una victoria del ejército de Ptolomeo, a pesar de que él había derrotado al ala izquierda de los ptolomeos, su flanco izquierdo y el dispositivo central seleúcidas, habían sido vapuleados sin remedio, dando la victoria a Ptolomeo.
Tras la batalla Antíoco pasó la noche en su campamento y al día siguiente tras enterrar a sus muertos, despojar a sus enemigos caídos y reagrupar a sus fugitivas tropas, marchó a la localidad de Raphía. El balance de bajas era favorable a Ptolomeo, el cual solo había sufrido 1.500 infantes y 700 jinetes muertos más 16 elefantes. Por el contrario Antíoco tenía unos 10.000 infantes y 300 jinetes muertos más 5 elefantes y perdió 4.000 hombres prisioneros.
infante Lidio de infantería ligera
Ptolomeo pasó a la ofensiva y recuperó la localidad Raphía y el resto de las ciudades de de Celesiria, donde era recibido como un héroe libertador, en tanto que Antíoco se retiró al norte. Antíoco desesperado al llegar a la ciudad de Antíoco, envió a Ptolomeo unos delegados para negociar la paz; su situación era algo precaria, y temía que Aquelao pudiera aprovechar su derrota para ponerle las cosas más difíciles aún de lo que ya estaban.
La verdad es que Ptolomeo ya se había quedado satisfecho con la victoria, aunque podía haber conseguido algunas ganancias territoriales más, ya que el ejército seleúcida estaba absolutamente fuera de juego. Pero magnánimamente Ptolomeo, una vez recuperada Celesiria, se contentó, entrevistándose con Antíoco, en regañarle un poco por su actitud traicionera y poco más, firmándose como pronto una tregua de un año de duración.
La actitud magnánima de Ptolomeo fue en demasía de liviana, pero también hay que tener en cuenta que Ptolomeo, amigo de la vida placentera y lujosa estaba arto de las privaciones que soportaba en campaña, tenía ganas de volver a Alejandría y al lujo de la Corte, por lo que no se extendió demasiado ni regateó mucho, en los detalles de la firma de la paz.
Ptolomeo pasó tres meses en Celesiria para poner orden en la región reconquistada y tras poner de gobernador al general Andrómaco, volvió triunfalmente a Alejandría. Mientras, Antíoco aliviado por la generosa propuesta de paz firmada con Ptolomeo inició los preparativos para dirigirse al norte y encargarse del rebelde Aquelao.
Antíoco III ayudado por el rey Atalo de Pergamo, condujo en el 216 a. de C. a las fuerzas seleúcidas, las cuales fueron arrinconando a las de Aquelao, (impotente este para hacerles frente) finalmente Aquelao se encerró en la capital de sus dominios, “Sardes”, donde resistió apoyado por sus sólidos muros durante 2 años, a la par que Antíoco asedió duramente la ciudad.
Finalmente el posible agotamiento de los suministros decidió a los defensores rendir la ciudad. Aquelao fue hecho prisionero y Antíoco harto del inútil tiempo que le hizo perder Aquelao le ejecutó, no sin antes torturarle con sádica saña.
Me gustaría antes de seguir comentar algo sobre los reinos ptolemaico y seleúcida; una buena parte de sus ejércitos estaban fundamentados en unidades mercenarias griegas, pero también reclutas de las colonias militares griegas de ambos bandos. Estos por ejemplo en el reino de Ptolomeo, eran hombres de origen griego o macedonio (generalmente antiguos soldados que habían dejado el ejército o pasado a la reserva) que recibían lotes de tierra o Kleroi para su sustento, a cambio, cuando el rey egipcio lo solicitase este hombre o colono podría ser movilizado para la guerra, esto sucedió tanto con hombres de origen noble como de origen humilde.
Primera fase de la batalla de Raphia
El caso seleúcida fue distinto, ya que los reyes seleúcidas no hicieron como los ptolomeos en asentar a sus colonos (fundamentalmente en el norte de Egipto) en asentamientos militares y repartir tierras entre ellos individualmente.
El sistema seleúcida fue acantonar a los griegos en colonias militares de origen griego repartidas a lo largo y ancho del imperio, como hizo antiguamente Alejandro Magno, sin bien los griegos o macedonios acantonaron el grueso de sus colonias en las regiones de Lidia, Frigia y norte de Siria.
Aunque no griegos, sino de origen medo o persa; en la región de Media, también los nobles hacendados y guerreros de gran valía, también tuvieron tierras asignadas para su cultivo a cambio en un futuro de prestar servicio militar cuando el rey lo requiriera. Finalizando que entre los ptolomeos y los seleúcidas, los lotes de tierra se llamaron “Kleroi”, solo que estos hombres se llamaban entre los ptolomeos “Klerouchois” y entre los seleúcidas los “Katoikois”.
Era el año 213 a. de C., cuando Antíoco preparó un nuevo plan, Armenia se estaba mostrando bastante insolente, además de que ya no le pagaba tributo, por lo tanto decidió en el 212 a. de C. hacer una expedición en el reino para poner las cosas en su sitio.
La expedición se saldó con un feliz resultado, entró con sus fuerzas en Armenia capturando su capital, llamada Arsamosata, su rey llamado Jerjes, tuvo que reconocer como su soberano a Antíoco, y este le entregó como prenda a su hermana Antioquía para sellar el pacto.
Antíoco estuvo preparando a conciencia una expedición a Asia, en la que esperaba que los antiguos dominios que les fueron arrebatados a los seleúcidas les volvieran nuevamente a sus poder. Concretamente las regiones de Partia y Bactriana fueron su objetivo, con lo que en caso de lograrlo, podría casi hacer revivir (al menos en el Este) el antiguo imperio de Alejandro Magno.
En el año 209 inició la aventura, que pomposamente se llamó “la Anábasis de Antíoco”. Primero entró en el reino de Partia, las fuerzas del rey Arsaces II no fueron capaces de hacer frente a las de Antíoco, y este acabó entrando en la capital del reino, Hecatómpila y rechazando a los patos hasta la región de Hircania.
infantería mercenaria Dahae-Carmanía y jabalineros cilicios
Perdida ya toda esperanza, el rey no tuvo más remedio que pedir la paz y reconocer a Antíoco como su soberano y rey. Ahora le tocó el turno al reino de Bactria, y su rey Eutidemo no se encontró en mejor situación que el rey de Partia el año anterior.
En el 208 a. de C., las fuerzas de Antíoco derrotaron a las de Eutidemo en un encuentro entre ambos ejércitos en la orilla de río Arrio, parece que entre las fuerzas de Eutidemo militaban al menos 10.000 jinetes, pero esto no fue obstáculo para que Antíoco venciera.
Eutidemo se rinde a lo inevitable, al menos para presentar batalla formal al ejército de Antíoco, pero no obstante, decide resistir y se refugia en su capital, Bactra y resiste durante dos años el asedio de las fuerzas seleúcidas, pero finalmente comprende que toda resistencia es inútil.
En el 207 a. de C., y ante una amenaza de invasión por parte de un gran contingente de fuerzas nómadas provenientes probablemente del Noroeste, ambos reyes deciden establecer unos acuerdos de paz magnánimos. Eutidemo sigue siendo rey de Bactria y reconoce a Antíoco como soberano, como prenda de amistad, Antíoco ofreció a una de sus hijas en matrimonio a Demetrio, el hijo de Eutidemo.
Antíoco había reunido bajo sus dominios unas extensiones de territorio enormes. Armenia, Partia y Bactria estaban bajo su hegemonía, pero no estaban ocupadas militarmente con guarniciones seleúcidas, estas gobernaron con amplia autonomía en una especie de dominio de vasallaje.
Pero para Antíoco faltaba una última campaña, entrar como hizo Alejandro Magno en las regiones de la India. Entró en el valle de Kabul, luego realizó una demostración de fuerza, intentando conquistar la región del Punjab, aunque sin conseguirlo, parece que tuvo más éxito con la negociación, particularmente con algunos príncipes de la región del Indo, uno de ellos se llamaba Sofagaseno.
Con él, realizó un tratado sumamente beneficioso que le supuso mucho dinero y elevar la totalidad de sus elefantes en sus fuerzas hasta 150, amén de dominar el tráfico de caravanas en el Asia central, con lo que le reportaría económicamente un ventajoso arancel a sus arcas.
Con esto se daba por finalizada la expedición de Antíoco III a Oriente en el año 205 a. de C., los resultados habían sido todo un éxito, tanto en la adquisición de territorios como en el económico, logrando un cuantiosos botín, prestigio y fama, hasta el punto de ponerse el sobrenombre de “El Grande”, como en el futuro fue llamado, Antíoco III “el Grande”, pero en el futuro, su ambición no decreció, topándose finalmente con un rival duro de roer y que a la postre selló su final, ¡Roma!.
segunda y última fase de la batalla de Raphia
Pero no adelantemos acontecimientos, Antíoco volvió de Oriente con un aura y fama merecidas por sus logros, había acrecentado su imperio en Oriente enormemente, pero ahora las apetencias territoriales de Antíoco volvieron sus ojos a Egipto, este era un asunto que había dejado pendiente y que había llegado la hora de ponerle punto y final.
En su vuelta de Oriente parece que dirigió en la zona de Arabia una expedición de poca monta, alrededor del 204 a. de C., parece que fue por la costa arábiga y supuso la toma del reino de Gerrha con su capital Gerrhaeans. No hubo mucho más, parece que en esta zona arábiga decidió Antíoco establecer una zona hegemónica, pero poco más sacó de partido a esta expedición.
En el año 205 a. de C., había muerto el rey de Egipto Ptolomeo IV “Filopator”, por lo que fue sucedido por él, aun niño, Ptolomeo V”Epifanes”, el reinado del rey empezó con mal cariz. Era un niño, incapaz de reinar, por lo que su madre tendría que realizar la regencia, pero esto era algo que no tolerarían los dos ministros más poderosos del reino.
Estos dos personajes asesinaron a la reina aun antes de que supiera la muerte de su esposo, asumiendo el control del país, país que en si mismo estaba azotado por un fuerte nacionalismo que hacía peligrar los cimientos del reino.
Efectivamente, los nativos egipcios habían sido gobernados por los greco-macedonios gobernantes, originarios de Ptolomeo I, que fue general de Alejandro Magno y que se autoproclamo rey de Egipto, de manera análoga que otros generales de Alejandro se autoproclamaron reyes de otras porciones del imperio de Alejandro Magno cuando este murió.
Los habitantes greco-macedonios solo eran un 10 % del país, pero dominaban todas las escalas del poder a la par que se habían extendido por el país, estableciéndose en colonias griegas ya en el campo, ya principalmente en ciudades, donde estaban más establecidos fue en el norte de Egipto, allí tenían la base de su poder y trataban a los nativos del país como una fuerza de mano de segundo nivel.
Hasta que en la batalla de Raphia en el 217 a. de C., los ejércitos de Antíoco III y Ptolomeo IV se enfrentaron en batalla. En un esfuerzo reclutador, el ejército ptolemaico reclutó nativos en el ejército, cosa que nunca antes se había hecho, ya que hasta entonces, los mercenarios y soldados habían sido originarios de Grecia y Macedonia o de sus descendientes establecidos en el país desde los tiempos de Alejandro Magno.
El caso es que una falange compuesta por 20.000 hombres estuvo en la batalla, distinguiéndose en combate. El caso es que tras la batalla los nativos cobraron sentido de que había llegado el momento de poner fin a este trato indigno que sufrían a manos de sus gobernantes griegos, estos trataron de resistir a poner fin a su hegemonía y un nacionalismo nativo egipcio cobró vida.
infante de Tracia
Con el paso de los años fue haciéndose más fuerte llegando a oponer la resistencia armada con lo que finalmente los greco-macedonios no les quedó más remedio que dar parcelas de poder a los nativos egipcios, parcelas que con el tiempo aumentaron enormemente a la par que descendía la fuerza de los gobernantes ptolemaicos.
Con Ptolomeo V la resistencia era fuerte y el estado de anarquía que vivía el país fue aprovechado por los reyes Antíoco III y Filipo V de Macedonia, que a través de un pacto secreto firmado en el 203 a. de C., decidieron repartirse partes del imperio ptolemaico amparándose en la debilidad del reino.
Mientras Filipo V tomaba varias islas del Egeo y diversos enclaves en las zonas de Caria y Tracia, Antíoco se lanzó sobre la región de Celesiria, región que ambicionaba el rey seleúcida (la cual abarcaba zonas de la moderna Líbano e Israel) y que había sido causa de la primera guerra entre Antíoco III y Ptolomeo IV de Egipto.
La campaña desarrollada en el año 202 se coronó con el éxito tomando los seleúcidas Celesiria y algunas plazas de la región de Fenicia (Líbano) , en la zona de Gaza sufrió un revés, pero eso no fue el fin de la campaña, ya que parece que venció a las fuerzas ptolemaicas cerca del río Jordán, conquistando el estratégico puerto de Sidón.
Con estas adquisiciones, parece que Antíoco se dio por satisfecho, aunque la guerra con Ptolomeo V duró otros cinco años hasta la firma del tratado de paz entre ambos reyes. Previamente Antíoco III y Filipo V habían recibido en el 200 a. de C. la visita de emisarios de Roma.
Estos les advirtieron que bajo ningún pretexto entraran en la región de Egipto propiamente dicho (nada se decía se sus adquisiciones extraterritoriales). El trigo que Ptolomeo V enviaba a Roma era vital para sus habitantes y en modo alguno los romanos estaban dispuestos a que peligrara semejante sustento en manos de otros amos, los cuales podían maniobrar en contra de los intereses de Roma, ¡o no!, pero no correrían ese riesgo, además hacía tiempo los ptolomeos mantenían buenas relaciones con el imperio romano y estos estaban dispuestos a protegerles de peligros externos.
Las apetencias territoriales de Antíoco III y Filipo V no entraban en Egipto en sí, sino en sus territorios del Egeo y Tracia, por lo que ambos reyes se plegaron a las exigencias de Roma sin problema.
En el 198 a. de C. la conquista de Celesiria se completó tras la que se llamó la batalla de Panio, expulsando de Celesiria a las fuerzas ptolemaicas que aún quedaban en la zona. De la batalla se conoce muy poco, parece que las fuerzas seleúcidas las mandaba el propio Antíoco III y las ptolemaicas un griego de la región de Etolia, el cual estaba al servicio del rey Ptolomeo V.
infantería romana
Parece que en la batalla tuvo una intervención decisiva la caballería pesara seleúcida; la infantería seleúcida fijo en el frente a la ptolemaica mientras en los flancos la caballería ptolemaica, más ligera no pudo resistir la carga de la pesada seleúcida, siendo derrotada y puesta en fuga.
Acto seguido la caballería pesada seleúcida se revolvió y cargó contra la retaguardia de la infantería ptolemaica, la cual estaba absolutamente desprotegida. Siendo ahora presionados en tenaza, la infantería ptolemaica perdió cohesión y se disolvió, retirándose de la batalla en desorden, con lo cual la batalla fue un triunfo clamoroso para las armas de Antíoco IIII.
Tras este triunfo de Antíoco III sobre el rey de Egipto y la conquista de las posesiones de ptolemaicas de Celesiria hasta la frontera de lo que hoy sería el canal de Suez, se puede decir que el rey seleúcida se dio por satisfecho, además había llegado a un acuerdo con los romanos en este sentido, no traspasar el territorio egipcio propiamente dicho, así que decidió poner ahora sus ojos en Asia Menor.
En el año 199 a. de C., había estallado una guerra entre los romanos y los macedonios de Filipo V, lo que comúnmente se llamó la segunda guerra Macedonia; posiblemente el estado de guerra ya se inicio en el 200 a. de C., pero hasta el 199 a. de C. parece que no se iniciaron las operaciones bélicas.
Antíoco III no intervino, el pacto con Filipo V era para repartirse las posesiones de Egipto fuera de sus fronteras naturales (posiblemente les hubiera gustado repartirse todo Egipto, pero aquí los romanos pusieron freno al asunto, por lo menos en las fronteras naturales de Egipto, las cuales salvaguardaron celosamente), no era una alianza ofensiva-defensiva, incluso le benefició para ocuparse de Egipto sin que los romanos metieran mucho baza en el asunto.
En Asia Menor parece que Antíoco puso sus ojos en Pérgamo, antigua posesión seleúcida, la cual era ahora independiente y aliada de los romanos. Pero eso no evitó poner sus ojos en ella, había provechado que el rey de Pérgamo Atalo estaba ocupado con sus tropas ayudando a los romanos en su guerra contra los macedonios.
Envió una fuerza contra el reino de Pérgamo, pero bastó que Atalo lo denunciase a los romanos y estos mandaran un aviso a Antíoco para que frenase sus operaciones en este reino, a Antíoco no le quedó más remedio que renunciar (al menos de momento) a su empresa.
Cambiando sus intenciones, Antíoco decidió en Asia Menor incorporar a sus dominios a todos los territorios que pudiera (y que habían sido antiguamente territorios seleúcidas), dependientes estos tanto del rey de Egipto como del de Filipo V de Macedonia, ahora que este estaba inerte ante los ataques romanos y ,¡claro!, respetando los límites de Pérgamo.
peltasta thureophoroi
Antíoco partió de la ciudad de Antíoquía tomando la ruta de Sardes y con una flota de cobertura de 100 navíos bordeando la costa del Egeo, franqueó el Tauro, pero parece que al llegar a la región de Cilicia, los romanos le conminaron a no seguir avanzando. Mientras tanto, los romanos habían en el año 197 vencido a Filipo V en la batalla de Cinoscéfalos con lo que la guerra se podía dar prácticamente por acabada con el triunfo de los romanos.
Con esto acabó el recelo romano de que Antíoco reforzara a Filipo, con lo que le dejaron las manos libres para seguir avanzando. Este continuó en su avance ocupando ciudades, pero dejando algunas de ellas como posesión de la liga Etolia, con la cual había establecido buenas relaciones e intentaba congraciarse como posible futuro aliado.
Ahora reinaba tras la muerte de Atalo II de Pérgamo, Eumenes II pero Antíoco procuraba que los límites del reino aliado de Roma fueran respetados, para evitar problemas con el mismo.
Antíoco se había establecido en la ciudad de Efeso, desde donde intentó que las ciudades que había ocupado acatasen su soberanía, pero sin imponer guarniciones seleúcidas, estableciendo el rango de ciudades-libres con un alto grado de autogobierno.
Pero parece que dos ciudades no quisieron ni siquiera este autogobierno y decidieron que no querían nada que ver con Antíoco, negándose a reconocer su supremacía, aunque esta fuera solo nominal. Estas ciudades fueron Esmirna y Lámpsaco, y Antíoco decidió que si no le reconocían por las buenas lo harían por las malas; así que decidió enviar fuerzas para reducir a las ciudades díscolas.
Todo esto coincidió cuando el general romano Flaminio, (el cual había derrotado a los macedonios en la anterior guerra) había proclamado en Grecia, la libertad de sus ciudades de la hegemonía de Macedonia. Flaminio recibió a unos emisarios de las ciudades de Esmirna y Lámpsaco los cuales le reclamaban ayuda contra Antíoco.
Flaminio se encontró en una disyuntiva, ya que la ayuda rea para las ciudades de griegas europeas, no para las de Asia. Tras parlamentar con sus consejeros decidió que ya no se toleraría a Antíoco más libertades, por lo que decidieron mandarle un mensaje en el que le decían que dejase en paz a dichas ciudades, las cuales quedaban bajo la protección de Roma a la par que le advertían que no entrara en Europa, con lo que las posesiones que había tenido los seleúcidas antiguamente, tenían que darse por perdidas de manera irrevocable.
jinete perteneciente al "ala real de los compañeros", caballería de élite que luchaba al mando directo de Antíoco III
Pero Antíoco estaba ya hasta las narices de las injerencias e interferencias romanas y decidió no hacer caso a sus advertencias. Cruzó el estrecho del Helesponto que dividía a la zona griega europea de la asiática, poniendo los pies en Tracia y ocupando la localidad de Sestos en el verano del 196 a. de C.; además se preocupó de reconstruir la ciudad casi en ruinas de Lisimaquia, con lo que daba a entender que su presencia en Tracia era con el propósito de mantenerse firmemente en ella.
En la misma Tracia, Antíoco recibió a una embajada romana que le conminó a que abandonara sus recientes adquisiciones en la zona europea y que se trasladara a la zona asiática donde podría obrar como quisiera, siempre y cuando no molestara a los aliados romanos en aquella parte.
Antíoco nuevamente se negó a acatar la sentencia romana; pero los romanos pretextaron que defendían los derechos del rey egipcio Ptolomeo V, a lo que Antíoco no menos inteligente les respondió que el también los defendía, de hecho acababa dar por esposa a su hija a Ptolomeo V, con lo que les quitaba a los romanos fuerza en ese sentido.
Para rematar la operación, Antíoco, respecto a las dos ciudades en conflicto, Lámpsaco y Esmirma, rechazaba el arbitraje que imponían los romanos y remitió a la isla de Rodas dicho arbitraje. Con ello quitaba a los romanos el poder de decisión en dicha cuestión. La maniobra política de Antíoco fue brillante, los romanos ya no tenían el pretexto de intervenir en los asuntos asiáticos.
En el año 194 a. de C. Antíoco recibió una embajada romana con la intención de hacerle partícipe de que si evacuaba sus dominios en Tracia, le dejarían las manos libres en la zona griega asiática; pero parece que al final no hubo un acuerdo definitivo, fue quizás, una oportunidad perdida para que Antíoco tuviera (al menos de momento) una garantía de hierro de que los romanos no se inmiscuirían en los asuntos asiáticos. Aunque no es menos cierto que ya que habían entra en Tracia, Antíoco parece raro que se retirara, sin plantar cara a los romanos.
Antíoco había recibido anteriormente en el 195 a. de C. la visita de un huésped inesperado. Había sido expulsado de Cartago y había acudido al imperio Seleúcida en busca de asilo, a lo que Antíoco le acogió entusiasmado en su Corte nombrándole consejero militar suyo, ¡Era el gran Aníbal!.
Efectivamente, este gran estratega tras ser derrotado en la segunda guerra púnica contra Roma, había estado gobernando Cartago con gran acierto el año 196 a. de C., aunque sus enemigos políticos eran muchos y aguardaron a un pretexto para poder encarcelarle, el cual encontraron calumniando ante los romanos (estos vigilaban estrechamente a Cartago para impedir su resurgimiento) el hecho de que mantenía correspondencia con Antíoco. Aníbal voluntariamente se exilió de Cartago para evitar más problemas.
mapa de los imperios egipcio y seleúcida
El caso es que los romanos vieron en esto una amenaza para sus intereses, a la par que una sospecha respecto a las intenciones de Antíoco respecto a ellos. En el año 195 a. de C. fue el procónsul Flaminio, (el que derrotó a los macedonios en la segunda guerra macedonia) el que decidió dar un empuje político (su oportunismo político también tuvo mucho que ver) en Grecia, presentando a los romanos como los firmes defensores de los derechos griegos.
El caso es que su tacto diplomático caló mucho en las clases dirigentes griegas, tanto en las de las zonas asiáticas como en las europeas. Con ello los esfuerzos de Antíoco, que iban en la misma dirección, se vieron frustrados por completo. Pero no todos los griegos comulgaron con los romanos, la “Liga Etolia” en particular, había solicitado ayuda de los romanos contra la tiranía de los macedonios años antes, y habían visto que solo era un relevo de tiranos, ahora eran los romanos los que imponían su ley.
Por lo tanto decidieron contactar con Antíoco para atraérsele a su terreno y que interviniera en Grecia, una vez que las legiones romanas abandonaran Grecia poco después de la segunda guerra Macedonia. Antíoco no estaba por la labor de intervenir, pero los representantes de la liga de Etolia le supieron convencer, incluso le persuadieron de que en cuanto desembarcara en Grecia, casi todas las ciudades se unirían a él.
Antíoco decidió desembarcar en la región de Tesalia, sin embargo vio que las ciudades griegas de dicha región no se sumaban a su bando, es más, había una lucha entre ellas, porque por precaución negociaban a dos bandas entre los romanos y los seleúcidas. Esto no gustó a Antíoco, el cual esperaba una adhesión a su causa de manera franca, no con regateos y titubeos.
Desde la llegada de Aníbal a la Corte de Antíoco y su nombramiento como su consejero personal, no perdió Aníbal la ocasión para proponer al rey seleúcida la guerra contra Roma. Había propuesto un plan inteligente en el que con el concurso de la flota seleúcida, Aníbal desembarcaría con el grueso del ejército cerca del norte de Italia para invadir la península italiana o desembarcar desde Sicilia el sur de Italia.
Mientras Antíoco en una maniobra de diversión, desembarcaría una fuerza en Grecia con el propósito de dividir las fuerzas romanas y no poderlas concentrar estas en un lugar determinado. La intención de Aníbal era buena y la apoyó con energía, pero no era menor la energía que los envidiosos cortesanos de Antíoco desplegaron cara convencer al rey seleúcida de la descabellada empresa que Aníbal le proponía.
Estos envidiosos de la fama de Aníbal y formando una camarilla de aduladores del rey que competía por satisfacer todos sus caprichos en espera de reconocimiento, no tardaron poco en convencer al megalómano rey de que Aníbal quería llevarse la fama de la campaña reservando a la persona del rey un lugar secundario.
jinete de la "agema de la guardia", esta unidad como la de los "compañeros", era de élite y estaba también mandada por el rey seleúcida en persona
Antíoco que había muchas veces tomado en mando personal de las operaciones bélicas en otros tiempos, no permitió que Aníbal llevase a lugar esos preparativos, por lo que decidió rediseñar la campaña abandonando el desembarco en Italia y a llevar el desembarco en Grecia, siguiendo manteniendo a Aníbal como consejero, pero sin capacidad de decisión en las operaciones militares.
Antíoco desembarcó un cuerpo expedicionario compuesto por 10.000 infantes y 1.000 jinetes en la primavera del 192 a. de C. . No desembarcó todo su ejército asiático porque esta era una empresa limitada, en la que no esperaba comprometer gran número de tropas, por lo que decidió mandar solo un número limitado de fuerzas. Además esperaba numerosas adhesiones de entre los griegos, incluso la del rey macedonio Filipo V, por lo que desembarcar muchas tropas era innecesario.
Pero esto era más de lo que los romanos podían tolerar, así que decidieron en el año 192 a. de C. proclamar el estado de guerra entre Roma y el imperio Seleúcida. Antíoco confiaba el gran poderío que por aquel entonces atesoraba, a la par que confiaba en que podría vencer a los romanos, no en una guerra generalizada, sino en una limitada como mucho a la zona de Grecia.
Antíoco apoyado por sus 15.000 hombres a la par que se sumaban los 4.000 efectivos de la Liga de Etolia, procedió a la conquista de la región de Tesalia, sin embargo las operaciones fueron más laboriosas de lo esperado. En Tesalia la conquista de una de sus más importantes ciudades, Calcis, se alargó más de lo esperado, en dicha operación un incidente con una tropa romana sirvió de justificación para declarar la guerra a Antíoco.
Antíoco deseaba una Grecia libre que sirviera de tapón entre esta y el imperio romano, por lo que intentó traerse a su lado a los griegos europeos, algo en que los romanos le ganaron la partida, excepto la Liga Etolia, casi toda Grecia fue favorable a los romanos. Pero Antíoco no se arredró y siguió vanamente intentando cambiar las tornas, ahora por la fuerza.
Cuando la conquista de Tesalia aún no había acabado, intentó conquistar la región de Acarnania, aquí excepto la toma de una ciudad, fracasó por completo ante la obstinada resistencia de sus habitantes.
Mientras tanto, Antíoco que había pillado por sorpresa a los romanos con el desembarco en Grecia, perdió el tiempo como se ve en operaciones menores que no le dieron gran fruto, tiempo que fue aprovechado por los romanos para organizar una expedición que echara a los seleúcidas de Grecia.
Efectivamente, los romanos desembarcaron una fuerza expedicionaria en la región de Apolonia al mando de M. Acilio Glabrión. Este marchó en dirección este juntando sus fuerzas con las del rey macedonio Filipo V y marchó posteriormente en dirección a donde estaba Antíoco; este se encontraba en el norte de Tesalia asediando la localidad de Larissa, y Glabrión destacó una avanzada para ver que hacía Antíoco.
efigie de Antíoco III
El oficial llamado Apio Claudio y con 2.000 hombres, procedió astutamente a asustar a Antíoco. Ocultando sus fuerzas a los ojos de Antíoco, procedió a provocar unos cuantos incendios, a lo que parece que obró su efecto; Antíoco creyendo que se acercaba la totalidad de las fuerzas romanas procedió a retirarse a la localidad de Calcis, abandonando el asedio de Larissa.
Aquí decidió invernar en el 191 a. de C., se enamoró de una muchacha de la localidad con la que se casó. Por desgracia, la tropa pasó el invierno en medio del lujo y la opulencia, pervirtiendo las aptitudes de combate que a todo ejército en campaña se le exige. Ya en primavera, cuando inició las operaciones en la región de Acarnania, vio que el espíritu de combate de su tropa había descendido muchos enteros por la buena vida que pasaron en Calcis, a lo que Antíoco se arrepintió de inmediato.
Pero Antíoco no se arredró e inició las operaciones contra la región griega, una parte de Acarnania ya había sido sometida y el resto estaba sido sometida cuando se enteró de que los romanos estaban atravesando el Adriático para desembarcar sus fuerzas en un lugar determinado, por lo que procedió a abandonar sus operaciones en Acarnania y a concentrarse en Calcis.
Los romanos desembarcaron en Apolonia una fuerza de 20.000 infantes y 2.000 jinetes más unos pocos elefantes, todos al mando del general Manio Acilio Glabrio. El general romano marchó a la región de Tesalia, liberando las fortalezas que estaban asediadas por los seleúcidas a la par que liberaba las ciudades ocupadas por los mismos. Las mismas operaciones se saldaron con 3.000 hombres de Antíoco capturados prisioneros.
Las operaciones en Grecia se estaban deteriorando a ojos vistas, Antíoco alarmado por el curso de los acontecimientos decidió ordenar al almirante de su flota, Polyxenidas, que acelerara el desembarco en Grecia del la totalidad del ejército de Asia, para así tener superioridad numérica frente al adversario, mientras, Antíoco lucharía por entretener al ejército romano en Grecia el máximo tiempo posible.
Antíoco había decidido retroceder a una posición ventajosa, “las Termópilas”, el mismo sitio donde hace unos 300 años el rey Leónidas dio batalla al numeroso ejército del rey persa Jerjes I. Quizá Antíoco quiso emular aquí al héroe espartano, pero Antíoco no estaba a su altura, y desde luego, no era ningún Leónidas.
Pero la idea no era mal en absoluto, en efecto, el paso de las Termopilas era angosto y estrecho, con un mar embravecido a un lado y un pantano intransitable a otro, siendo dominados ambos lados por los montes Tichius y Callidromus los cuales caían a pico, siendo casi imposibles de franquear.
falangista seleúcida de origen macedonio o griego, solían ser mercenarios asentados como colonos militares en colonias griegas, esentados en el imperio seleúcida.
Antíoco fortificó concienzudamente el paso con un muro doble y envió a mil hombres a ambos montes en previsión de ataques romanos por ahí. Con todos estos mimbres, se dispuso Antíoco a resistir.
Glabrio no se arredró ante los preparativos del adversario, envió a dos oficiales, Marco Catón y Lucio Valerio a los montes Tichius y Callidromus para intentar ocuparles y si era posible, atacar por la retaguardia o de flanco al adversario. Lucio no pudo cumplir la misión, los etolios defendieron el monte Tichius con gran resolución apoyados con que los romanos se veían obligados a atacar en una subida muy empinada.
Catón se encontró en las mismas dificultades, pero atacando de noche y en la última guardia del anochecer, logró sorprender al enemigo. Pero la victoria fue muy costosa, ya que el enemigo se defendió con desesperación y Catón tubo que maniobrar muy dificultosamente en medio de rocas y precipicios y atacando cuesta arriba; pero finalmente salió vencedor expulsado al enemigo de la posición.
Mientras los hombres de Glabrio se enfrentaban al enemigo en unas durísimas condiciones, este mismo por el sendero angosto de las Termópilas se dirigía al enemigo. Antíoco formó sus tropas en orden de combate, con las tropas ligeras y los peltastas en primera línea, seguidos por la falange griega y en ambos flancos, arqueros y honderos en el derecho y elefantes y la caballería de la guardia o “Agema” en el izquierdo.
La vanguardia seleúcida atacó con valentía a los romanos, pero se estrellaron ante la firme defensa romana, por lo que los seleúcidas decidieron retirarse dejando paso a la falange griega, esta se abrió para dejar paso a los hombres que se retiraban y luego se cerró estrechamente para enfrentarse a los romanos.
El frente compacto de la falange griega ciertamente impresionó mucho a los romanos, ese muro de largas picas estrecho y compacto que se dirigía a ellos hubiera puesto en muy serias dificultades a los romanos, que a la par, no podían maniobrar en tan estrecho sendero; por mucho que miraron, los romanos no encontraron resquicio o grieta por donde atacar en ese mar de largas picas que se dirigía a ellos.
Aquí la flexibilidad y virtudes de la legión quedaban inoperativos, ya que los romanos no podían maniobrar en tan estrecho sendero, a la par que el sitio era perfecto para la rígida falange griega.
Como decía de haber la falange griega trabado combate con los romanos la cosa se hubiera puesto muy fea para los romanos, incapaces de maniobrar en tan estrecho campo de batalla, pero muy oportunamente se vio a las tropas etolias que defendían el monte Callidromus descender del mismo e irrumpir cerca de las posiciones de Antíoco dando gritos de pavor.
falange macedonia, de este estilo, pero el doble de grande, así eran las de las fuerzas seleúcidas
El desconcierto reinos en ambos ejércitos, que no sabían lo que ocurría, más poco después hacía acto de aparición las tropas de Catón dando gritos de victoria. Esto hizo que la falange griega, la cual había perdido parte de sus virtudes por el invierno que pasaron en Calcis, empezara a perder su cohesión y a que cundiera el miedo entre sus filas.
Los seleúcidas temieron que los romanos irrumpieran en su campamento por lo que decidieron retirarse a defenderlo, pero los romanos los persiguieron estrechamente, de manera que cuando los seleúcidas entraron en su campamento, lo hicieron junto con los romanos. La lucha fue desordenada y los romanos vencieron por completo ante un enemigo en completo caos.
Antíoco cuando vio que la batalla no tenía visos de vencerse, decidió con 500 hombres de su guardia huir a la localidad de Elateria, desde allí a Calcis y de allí embarcar a Éfeso abandonando Grecia y dando por fin abandonada la aventura europea, ya que supo que su almirante no había tenido tiempo de maniobrar al ejército asiático para desembarcarle en Grecia.
La batalla fue una rotunda victoria romana con 200 bajas por 10.000 de Antíoco entre muertos y prisioneros. Ahora el senado romano tenía que dilucidar si dar por terminada la empresa, ahora que Antíoco había huido de Grecia (que era por lo que se había iniciado la campaña) o seguir con la misma para poner fin a tan molesto vecino, a lo cual habría que aprestar unos mayores medios, ya que abría que internarse en territorio seleúcida.
Los romanos estudiaron el tema seriamente, a fin de cuentas, su presencia en la Grecia europea no tenía visos de ser permanentemente, de hecho, poco después de la segunda guerra macedónica retiraron sus legiones de Grecia.
Pero empezó a cobrar en la mente romana un sentido más amplio y expansionista de poder permanecer allí; y de incluso pasar al Asia Menor, para evitar que en un futuro, enemigos de Roma utilizaran esa plataforma para pasar al continente europeo.
Ahora tocaba acabar con Antíoco III, el cual se había convertido en un molesto vecino a la par que su imperio se había fortalecido y expandido sobremanera. Parecía que su ejército no era tan temible como parecía, pero se tomó la resolución de acabar con su poder para que en el futuro no se convirtiera en un rival igual o superior a Roma.
Los romanos aprestaron una expedición, la cual fue puesta en manos de los cónsules C. Lelio y L. Cornelio Escipión. Este último tomo como “Legatus” suyo a su hermano Cornelio “el Africano”, el mismo que venció a Aníbal en la batalla de Zama.
Mientras tanto, en ese año del 190 a. de C., se dieron aparte de la gran batalla que diluciría la hegemonía de ambos imperios, (el romano y el seleúcida) algunos combates navales. No obstante, en el verano del año 191 a. de C. hubo una acción naval; las flotas romana, de Pergamo y de Rodas tenían intención de unirse para dar batalla a la de los seleúcidas.
infante mercenario griego
El almirante de la flota seleúcida, llamado Polyxenidas, oriundo de la isla de Rodas, planeó evitar la conjunción de las flotas aliadas. No consiguió evitar esa unión, ya que acudió demasiado tarde, no obstante intentó dar batalla a la flota aliada en el cabo Córico; la batalla en sí estaba perdida, ya que Polyxenidas era ampliamente superado en número. Tras perder 10 navíos hundidos y 13 capturados por sus enemigos, dirigió su flota a Éfeso donde pasó el invierno.
En el año 190 a. de C., no mejoró mucho la suerte de armas para la flota seleúcida, no obstante Polyxenidas en la primavera había elaborado un plan para derrotar a sus adversarios.
Supo que la flota de Rodas ya se había hecho a la mar, posiblemente con la intención de unirse a la romana y la de Pérgamo; Polyxenidas contactó con ellos con el pretexto de entablar negociaciones, pero al acercarse la flota seleúcida a la de Rodas la atacó a traición aniquilándola casi por completo.
Acto seguido, Polyxenidas giro sus naves para dirigirse a la isla de Samos, donde se encontraban las flotas de los romanos y de los de Pérgamo. No obstante, una tormenta impidió su propósito y tuvo que retirarse al puerto de Éfeso. Poco después, se dio la gran batalla entre las flotas aliadas y la de los seleúcidas cerca de Teos.
La flota aliada que había sido reforzada por 25 naves de Rodas, se componía de 83 naves de guerra, todas al mando del romano Lucio Emilio Regilo. Las naves seleúcidas estaban al mando de Polyxenidas y estaban compuestas por 90 naves de guerra; la suerte no favoreció al almirante seleúcida y fue derrotado en toda línea. Los aliados perdieron 2 barcos por 29 de los seleúcidas; tras esto, Polyxenidas se refugió con su flota en Éfeso y ya no volvió la flota seleúcida a participar en combate naval alguno.
También el mismo Aníbal participó en una acción naval ese año, cerca del río Eurimedonte, al mando de una flota lucho contra la del romano Lucio Emilio; pero aquí Aníbal no estaba aquí en su elemento y fue derrotado por el romano en combinación con la flota de Rodas, con esto Lucio Emilio redobló su triunfo, al vencer a las flotas seleúcidas comandadas por Polyxenidas y Aníbal.
Volviendo a las operaciones terrestres, tras realizar los preparativos necesarios, los romanos reunieron una nutrida fuerza para batir a Antíoco para siempre. La flota seleúcida anclada en Éfeso no dio muestras de oponerse al desembarco romano y ni si quiera lo intentó; tras desembarcar en el Helesponto las tropas romanas marcharon al sur bordeando la costa y pasando por diversas localidades que no opusieron resistencia al invasor.
el imperio seleúcida en el año 200 a. de C. Solo se incluye el territorio seleúcida propiamente dicho; los reinos de Armenia, Partia y Bactria sometidos a vasallaje por los seleúcidas no se incluyen.
Con este acto se daría punto y final al poder de tan incómodo enemigo, Antíoco III, pero no iba a ser una expedición fácil, ya que en las Termópilas solo se habían enfrentado a una porción de su ejército, unos 11.000 hombres, y el ejército asiático era mucho más numeroso que el cuerpo expedicionario seleúcida que se envió a Grecia; pero los romanos tras sus triunfos en Grecia contra Antíoco, estaban confiados en el buen fin de la empresa que iniciaban en territorio de Asia Menor.
Poco después del desembarco se produjo un suceso poco afortunado para Escipión “El Africano”, ya que su hijo fue capturado por los seleúcidas en una operación de reconocimiento del terreno. Este hecho angustió tanto al padre que cayó enfermo, Antíoco no se aprovechó de la situación, aunque intentó parlamentar con el general enviándole un emisario.
Este le comunicó que le pondría a su hijo en libertad sin condiciones, pero que Antíoco desearía una paz benigna, a lo que el general romano se negó. También el emisario le ofreció una jugosa cantidad de dinero, pero el valiente general rechazó el soborno. Aun a pesar de que el emisario fracasó en su negociación, Antíoco puso en libertad al hijo de Escipión, pero con la premisa de que esperara un poco a que Antíoco se recuperara de la enfermedad que le aquejaba y que pudiera ponerse al frente de su ejército.
A las tropas romanas se les unió las fuerzas de Pérgamo al mando de su rey Eumenes II. Los romanos bordeando la costa pasaron por Dárdano, Reteo, la antigua Troya, ahora llamada Ilio; Antíoco ante el avance romano trasladó su campamento de Tiatira a Magnesia de Sípilo fortificándolo a conciencia.
Los romanos se dirigieron a las antiguas posiciones del ejército seleúcida, ¡allí no estaban!, por lo que siguiendo las huellas que había dejado Antíoco en su traslado a Magnesia, huellas que les llevó al río Frigio, a 6 Km. del campamento seleúcida. La batalla era inminente con ambos ejércitos separados por solo un río; los romanos acamparon en espera de ver cuando se daría la batalla definitiva.
Como paso previo a la batalla a Antíoco se le ocurrió enviar a un grupo de caballería compuesto por jinetes gálata, daha etc.., estos arqueros montados tenían la misión de hostigar las fuerzas romanas del otro lado del río. Esto cogió a los romanos por sorpresa, pero tras rehacerse, enviaron fuerzas en su contra que tras rechazarlas, las obligaron a cruzar nuevamente el río.
Esto quizá debería haberlo hecha antes Antíoco, (tras el desembarco de los romanos en el Helesponto) hostigar todo el camino de avance romano con la caballería seleúcida en lugar de dejar avanzar a los romanos tranquilamente, ¡pero esto era algo que ya no tenía remedio posible!, el caso es que la operación fracasó por completo ante la rápida respuesta romana.
infantería ligera árabe
El invierno se les echaba encima, los seleúcidas no daban muestras de querer enfrentarse para una batalla de envergadura, por lo que los romanos decidieron cruzar el río y montar el campamento a solo 3 Km. de Antíoco.
Este lo consideró una provocación, por lo que decidió dar una lección a los romanos; mientras estos construían el campamento y estaban atareados con la labor, aprovechó que tenían la guardia baja para lanzar un ataque por sorpresa.
3.000 infantes combinados con caballería ligera seleúcida sorprendieron a los romanos en pleno ajetreo; la sorpresa fue total, pero tras el desconcierto inicial, no fue menos la respuesta romana al ataque. Los romanos acabaron con 100 enemigos y capturaron a otros 100, con lo que el ataque seleúcida fue mitigado por completo.
Los días pasaban y los seleúcidas no daban animosidad de querer enfrentarse a los romanos, estos salieron del campamento con ánimo de que los seleúcidas se animaran a luchar, pero estos no se dejaron provocar por el enemigo.
Los romanos se reunieron en consejo para deliberar, el invierno era inminente y si llegaba tendrían que volver a sus cuarteles de invierno; tras deliberar, decidieron dar la batalla final y como tentación al enemigo trasladaron el campamento justo hasta casi tenerle al lado del de lo seleúcidas, esta provocación no podría quedar sin respuesta y la batalla se celebraría, ¡ya!.
Efectivamente, a Antíoco que era remiso a entablar la batalla, no le quedó más remedio que aceptar en envite.
Pasemos ahora a enumerar las fuerzas de ambos bandos, las romanas, cuyo mando ostentaba Lucio Cornelio Escipión (como “Legado” suyo tenía a su hermano “El Africano”, vencedor de Aníbal en Zama, pero no estuvo en la batalla al hallarse enfermo en cama) y se componían de las siguientes fueras:
-2 legiones reforzadas de 5.400 hombres cada una.
-2 legiones auxiliares también de 5.400 hombres cada una.
- 2.000 infantes de las tropas de Eumenes de Pérgamo.
-3.000 peltastas de la “Liga Aquea”.
-500 arqueros de Creta.
-500 honderos de Trales, al este de Éfeso.
-2.000 peltastas tracios y macedonios.
-16 elefantes africanos, de 2,5 m. de altura.
3.200 jinetes romanos y de sus fuerzas auxiliares.
-800 jinetes de Eumenes.
Estas y otras fuerzas romanas, en total, las fuerzas romanas se calculan más o menos en unos 35.000 hombres.
hondero agriano
Ahora le toca el turno a las fuerzas seleúcidas:
-16.000 falangistas procedentes las colonias greco-macedonias de Lidia, Frigia y el norte de Siria.
- 10.000 falangistas probablemente agyraspide- hypaspista, tropas de una gran profesionalidad y lo mejor de las fuerzas de la falange.
-3.000 argiráspides.
-3.000 infantes gálatas.
-2.000 capadocios enviados por el rey de Capadocia Ariarate IV, Antíoco para la batalla, le había pedido refuerzos para la misma.
-54 elefantes indios, estos de 3 metros de altura, enormes y fuertes, los romanos no osaron a enviar los suyos para hacer frente a los congéneres del otro bando, ya que los hubieran despedazado.
-8.000 catafractas o caballería pesada seleúcida, en ellos estaba incluida los 2.000 miembros de élite de su escolta, los “Compañeros”, 1.000 macedonios de colonias griegas seleúcidas y 1.000 hombres de la región de Media.
-10.000 arqueros cretenses, neocretenses, misios, slimeos, carios y cilicios.
-5.500 honderos trales y cirtios.
- 4.000 peltastas písidas, pánfilos, licios.
-5.400 auxiliares, infantería ligera, curtíos y elimeos.
-1.200 dahas o escitas, arqueros a caballo.
-2.500 jinetes gálatas.
-300 árabes montados en dromedarios.
- carros falcados sin concretar número.
Es muy curioso que entre las tropas seleúcidad no hubiera unidades de caballería se sus estados vasallos de Bactria, Partia y Armenia, sus unidades de caballería eran excelentes y hubieran dado un toque de calidad a la caballería de Antíoco.
Este podía y tenía el derecho de poder reclutar dichas unidades, quizá estaba confiado en la victoria final y no juzgó oportuno reclutar dichas tropas, aunque bien podía haber tenido en cuanta dicha opción, aunque no hubieran intervenido en batalla y estar retaguardia en previsión de posibles contingencias.
En total el ejército seleúcida se componía de 72.000 hombres, 60.000 infantes y 12.000 jinetes, justo el doble de efectivos que su adversario, y las tropas en su conjunto no eran de mala calidad, pero no fueron dirigidas por un estratega, por lo que la calidad del ejército seleúcidad y su superioridad numérica sobre los romanos quedaron mermados por la calidad de su jefe.
soldados romanos
También la táctica que utilizaron, la del ataque de falange, era una táctica que ya había sido superada en el tiempo, hacía 90 años un general llamado Pirro, que fue rey de Epiro, mandó en ayuda de los pueblo del sur de Italia, de origen griego, una expedición para evitar que esos pueblos fueran engullidos por lo que ya empezaba en la península italiana a ser una gran potencia, ¡Roma!.
Pirro era un consumado estratega que luchaba a la manera griega, con la falange como eje principal de la batalla, apoyado por una buena caballería. Quizá fue la caballería la que le ayudó a vencer a los romanos en dos grandes batallas que tuvo que sostener con ellos; a fin de cuentas, este general observó en la primera batalla que libraron, llamada “Heraclea”, las virtudes del modo de lucha romano fundado en la formación de las legiones romanas.
Estas se adaptaban físicamente al terreno de modo admirable, cuando la formación rígida de la falange habría huecos en sus filas en un terreno abrupto, sin duda, la falange en terreno llano era imbatible ya que su formación era compacta, pero cuando se abrían grietas en sus formación, era vulnerable. Pirro resolvió esto metiendo entre las falanges unidades de peltastas o de infantería ligera.
Incluso en gran Aníbal, un entusiasta de Pirro y Alejandro Magno, que en sus primeras batallas con los romanos adoptaba la formación de falange, también astutamente advirtió las virtudes flexibles de la formación de la legión romana y las incorporó a su ejército.
Pero Antíoco estaba anclado en el pasado y no adoptó disposición alguna en sus fuerzas para combatir con eficacia a las legiones romanas, tenía al gran Aníbal en sus filas como asesor militar suyo, pero no oyó los consejos que el sabio estratega le expuso.
Incluso se atrevió a decir al cartaginés, con el ejército pomposamente desplegado y luciendo sus componentes unas vestimentas muy vistosas y engalanadas, si el ejército sería suficiente para los romanos, a lo que Aníbal en tono de sorna le respondió, “incluso para unos codiciosos como los romanos, semejante ejército sería suficiente para satisfacer su codicia”.
jinete regular seleúcida
Ambos ejércitos formaron en un día muy desapacible con mucha niebla, los romanos formaron con las unidades de la legión, su infantería pesada, en el centro.
El flanco izquierdo al estar protegido por el río no necesitó despliegue alguno de tropas, pero los romanos en previsión, desplegaron 1.200 jinetes romanos y auxiliares; el flanco izquierdo estuvo cubierto por las fuerzas peltastas y de infantería ligera del rey de Pérgamo Eumenes, seguidos por 800 jinetes también de Eumenes y 2.000 de los romanos y sus auxiliares, cerrando el flanco izquierdo estaban los 500 arqueros de Creta y los 500 honderos de Trales.
El despliegue seleúcida fue más numeroso y elaborado dado la magnitud de su ejército, en el centro como eje vertebral de su ejército estaba la falange griega, con 26.000 de sus miembros desplegados en dos grandes formaciones, cuyas numerosas columnas estaban separadas entre sí con elefantes, con esto se evitaba que los huecos que había entre columna y columna fueran aprovechados por los romanos para infiltrar unidades ligeras que desordenaran las formaciones compactas de la falange.
En el flanco derecho seleúcida estaba desplegados 1.500 infantes gálatas y griegos, 3.000 jinetes de caballería pesada “catafracta” junto a la “agema” de Antíoco; 16 elefantes, los argiráspides, 1.200 arqueros a caballo escitas, seguidos por una gran formación de arqueros en los que militaban 1.500 de Creta, 1.500 de Trales y finalmente 2.500 misios; las últimas unidades del flanco izquierdo eran 4.000 honderos cirtios y arqueros elimeos.
El flanco izquierdo lo conformaban 1.500 infantes gálatas, los 2.000 capadocios suministrados por su rey Ariarate IV, 2.700 auxiliares de diferentes procedencias, más 3.000 jinetes de caballería pesada “catafracta”, a los que seguían 1.000 jinetes de caballería ligera, consta que delante de estas formaciones de caballería estaban alineados los carros falcados (con guadañas en las ruedas para despedazar a la infantería enemiga al pasar junto a ellos) y los 300 árabes en dromedarios.
Finalizando el despliegue en el flanco izquierdo, estaban 2.500 jinetes gálatas y griegos, 1.000 neocretenses, 1.500 arqueros carios y cilicios más 1.500 arqueros de Trales y 4.000 peltastas pisidas, pánfilos y licios; cerrando el flanco izquierdo estaban 2.700 curtios y 16 elefantes.
La batalla se inició cuando ambos ejércitos se desplegaron para la misma, los flancos de ambos ejércitos fueron objetivo de ambos ejércitos, pero al final fueron los romanos los que llevaron la mejor parte.
elefante y soldados seleúcidas
La caballería “catafracta” de Antíoco situada en el flanco izquierdo atacó el flanco derecho romano, la embestida de la caballería pesada seleúcida no pudo ser resistida por la caballería ligera romana y parte de la infantería romana, los cuales salieron huyendo; fue un golpe genial, porque aquí los romanos no tenían apenas tropas, ya que el río los protegía.
Lo que creo que fue un error fue lo siguiente, ya que la caballería seleúcida persiguió a la romana hasta su campamento, cuando un redespliegue para atacarles por la retaguardia habría desorganizado el despliegue romano y probablemente puesto en apuros a sus tropas.
Mientras, en los otros flacos de los dos ejércitos se dio igual batalla pero con un resultado que esta vez favoreció a los romanos, efectivamente, el rey de Pérgamo Eumenes con las tropas a su mando cargo en el flanco derecho cargó contra el flanco izquierdo del ejército seúcida, en especial fijó su atención en los carros con guadañas de los seúcidas, si conseguía herir a sus caballos, estos se desbandarían sembrando el caos en las fuerzas seleúcidas en especial cuando vieran los carros con guadañas dirigirse hasta ellos.
¡Dicho y hecho!, Eumenes situó sus tropas atacando de flanco a los carros falcados o de guadañas con una lluvia de proyectiles lanzados por sus honderos, lanceros y arqueros; los caballos de las cuadrigas heridos se volvieron locos e incontrolables, volvieron grupas y se lanzaron contra las fuerzas seleúcidas, las tropas seúcidas vieron con horror como los carros con guadañas se dirigían a ellos, la huida se transmitió de unidad a unidad como efecto dominó, los dromedarios árabes, los catafractos, los gálatas, ¡todos huyeron ante los carros falcados que se acercaban a ellos.
El inteligente rey de Pergamo había obrado con gran maestría al desorganizar el flanco izquierdo seleúcida, para explotar la situación y consolidarla envió mensajes a los romanos para que con su caballería se uniera a sus tropas y desbaratar definitivamente el flanco izquierdo seleúcida evitando que estos se reagruparan; así los romanos y Eumenes aniquilaron en su huida a las tropas del flanco izquierdo seleúcida.
Al final, las fuerzas seleúcidas del flanco derecho que habían arrollado la izquierda romana y puesta en fuga sus tropas, estas últimas fueron derechas al campamento romano, objetivo de la caballería seleúcida.
infante ligero karduco
Pero un hombre notable desbarató los planes seleúcidas; efectivamente, el tribuno Marco Emilio que estaba al mando del campamento romano y de sus fuerzas de vigilancia compuestas por 2.000 peltastas macedonios y tracios vio con estupor como las fuerzas romanas en fuga se dirigían hacia él seguidas por la caballería seleúcida.
Marco Emilio reaccionó con energía, deteniendo a los fugitivos e incluso matando algunos que no hacían caso de sus señales para que se detuvieran; reorganizó a las tropas en fuga y a las unidades de vigilancia del campamento para recibir a la caballería enemiga que se les echaba encima.
La caballería seleúcida al mando de Antíoco atacaba en desorden, no en líneas compactas, quizá así hubieran podido romper el muro de lanzas y escudos que tenían encima, reagruparlas llevaría tiempo, pero quizá la clave estuvo en que apareció por la retaguardia de Antíoco una unidad de caballería de Pérgamo, 200 jinetes al mando de Átalo, hermano de Eumenes.
La posibilidad de encontrarse con un ataque en dos frentes y con su caballería en desorden hizo pensárselo mejor a Antíoco y hacer retirar a sus jinetes.
Mientras en el centro del dispositivo seleúcida las cosas estaban del siguiente modo, la infantería ligera seleúcida estuvo acosando a las tropas romanas del centro romano, cuando las flechas y lanzas se agotaron se situaron detrás de la falange griega.
Ahora le tocaba a esta formación dar batalla a los romanos; por desgracia para los seleúcidas, una formación de falange, aun cuando ya para aquella época ya estaba superada respecto a otras tácticas de guerra, (en particular a la táctica de legión romana a la que se enfrentaba) solo podía tener visos de triunfar si sus formaciones maniobraban excelentemente, eran veteranas y tenían una cobertura sólida en sus alas.
Si bien las falanges contaban con gente veterana y de calidad, (aunque no se parecieran a las de Alejandro Magno y su padre Filipo, unidades muy veteranas y de gran experiencia) su cobertura estaba al descubierto, ¡en efecto!, la falange griega tenía los flancos al descubierto, ya que la infantería gálata y la caballería catafracta habían sido derrotadas y no estaban para cubrir los movimientos de la falange.
Los falangistas sabían que se tenían que jugar el todo por el todo, ya que la batalla no estaba siendo favorable a ellos. Los romanos del centro enemigo no perdieron el tiempo y hostigaron enconadamente a sus adversarios con una demoledora descarga de lanzas y flechas; los falangistas griegos aguantaron estoicamente la lluvia de proyectiles que se les vino encima, conscientes de que no podían hacer otra cosa.
Como infantería pesada, no podían lanzar un ataque en masa, porque al estar sus flancos desprotegidos los romanos podían flanquearles y pulverizarles, y los seleúcidas, no podrían maniobrar bien debido a su pesado armamento. Los seleúcidas intentaron provocar al enemigo avanzando un poco y de manera prudente, pero los romanos no se dejaron engañar.
monedas de Antíoco III
El ver avanzar una formación de falange en formación de erizo con un muro de lanzas impenetrable no invitaba al ataque, ya que si los romanos hubieran caído en la tentación de enfrentarse cuerpo a cuerpo con esa formación hubieran sufrido un desastre tremendo, y los romanos no eran tan tontos como para caer en esa trampa.
Finalmente aunque los falangistas aguantaron estoicamente el hostigamiento de las tropas ligeras romanas, se produjo un hecho decisivo. En el hostigamiento un número indeterminado de elefantes también fue herido por lanzas o flechas romanas, esto era lo peor que podía ocurrir, ya que los elefante se descontrolaron al sentirse heridos, se revolvieron contra las tropas que tenían a ambos lados y como los elefantes estaban puestos entre las formaciones de la falange, el desastre estaba servido.
Los elefantes incontrolados desordenaron las formaciones de la falange rompiendo su compacta formación y abriendo grietas que dejaban vulnerables sus formaciones, los romanos presionaron adelante viendo la oportunidad que se les ofrecía y los falangistas rompieron su unidad retirándose a su campamento.
Los romanos siguieron de cerca la retirada de los falangistas; pero cuando los romanos llegaron al campamento seleúcida encontraron a estos fuera de la empalizada dispuestos a presentar batalla. Los romanos atacaron y fueron rechazados, pero un segundo ataque acabó por romper las defensas seleúcidas y penetraron en el campamento enemigo masacrando a sus defensores, que empeñaron una defensa valiente y reñida.
Antíoco no estaba allí para ver el valor que sus hombres desplegaron en batalla, ya que hacía tiempo que vilmente había huido, primero a la localidad de Sardes y luego a Apamea.
La batalla había librada en el año 190 a. de C., fue un triunfo clamoroso y rotundo para las armas romanas, el balance era demoledor, las bajas romanas eran muy modestas, 300 infantes muertos, 24 jinetes y posiblemente algunos cientos de heridos en ambos cuerpos. Por el contrario las bajas seleúcidas eran demoledoras, 50.000 muertos y heridos y 15 elefantes capturados y algunos muertos.
Los romanos empezaron victoriosamente a tomar las localidades adyacentes al campo de batalla ante la impotencia de Antíoco que no podía hacer nada para evitarlo. Tiatira, Magnesia de Sípido, la ciudad principal de Sardes, Magnesia de Meandro, Trales y Éfeso; las principales ciudades de Asia Menor cayeron en manos romanas.
Antíoco se apresuró a firmar la paz ya que no podía hacer otra cosa, su ejército estaba destrozado y levantar uno nuevo habría implicado un cierto tiempo, pero los romanos no le darían ese lujo; era mejor firmar una paz cuanto antes y firmar una paz honrosa si era posible. Por supuesto los romanos aprovecharon al máximo su victoria y le impusieron una duras condiciones que Antíoco no tuvo más remedio que firmar.
jinete de caballería ligera
Lo que se llamó “Paz de Apamea”, firmada el 188 a. de C., justo donde Antíoco se había retirado tras la batalla, implicó que Antíoco se veía obligado a aceptar los siguientes términos:
-Abandono de Asia Menor, retirándose tras los Montes Tauros. (Esto fue un duro golpe para Antíoco, ya que era una región rica que proporcionaba una fuente de ingresos por impuestos importante, a la par que una fuente de reclutamiento importante, ya que había en esas regiones numerosas colonias de griegos o descendientes de los mismos de los que se nutrían sus ejércitos, en particular sus falanges griegas).
-Pago de 500 talentos por adelantado más otros 2.500 cuando el senado romano ratificara la paz.
-12.000 talentos, pagaderos en 12 plazos a razón de 1.000 talentos por año.
-Pagar a Eumenes 400 talentos y trigo suficiente para sus graneros.
-20 rehenes elegidos entre el senado romano, entre estos estaba el instigador de la guerra el etolio Toante y Aníbal, pero este último fue advertido por Antíoco (una honrosa acción por su parte) para que huyera, lo que hizo marchándose al reino de Bitinia.
Para entender un poco el pago y lo que esto le supuso en euros a Antíoco entendamos que, el pago fue en talentos “euobicos”, uno de ellos equivalía a un peso de 25, 92 Kg., el valor del talento dependió del tiempo, pero parece que para el año 200 a. de C. un talento tenía un valor respecto al año 2006 de 324.540 €. Con esto nos podemos hacer una idea de cuanto tuvo que pagar Antíoco a Roma o a Eumenes rey de Pérgamo.
Las condiciones de paz habían sido duras de por sí, ya que dejaron las arcas de Antíoco en un estado muy maltrecho. Había que reponerlas, y reagrupar sus tropas, ya que estaban en un estado lamentable. Todo esto era muy difícil ya que encima había que pagar anualmente 1.000 talentos, con lo que el poder recuperar sus maltrechas finanzas era harto imposible.
A esto hay que aunar el poder adquisitivo de sus súbditos para pagar impuestos y poder tener dinero para pagar las indemnizaciones de guerra y restaurar sus vacías arcas.
El imperio había menguado bastante, pero aun así tenía un tamaño respetable. De los más o menos 2.000.000 de Km. cuadrados había pasado a unos 800.000; esto era una mengua considerable, pero aun así tenía un tamaño imponente y posiblemente con el tiempo y si se conducía de manera prudente Antíoco podría volver dentro de sus límites a poder recuperarse.
Así quedó Asia Menor tras el tratado de paz firmado entre romanos y seleúcidas
El caso es que las indemnizaciones de guerra le apremiaban machaconamente en cuanto a que necesitaba el dinero, ¡Ya!; no tenía tiempo de esperar a que los impuestos de sus súbditos se recaudasen, sin esos pagos podía haber esperado, pero no podía dejar de recaudar ese dinero o enojaría a los romanos y ese era un lujo que no podía permitirse.
Pero no solo había perdido los impuestos de sus súbditos, también había perdido el pago que anualmente le tributaban los reinos vasallos de Bactria, Armenia y Partia.
Todo esto junto con la enorme extensión de sus terrenos, ya que los tres países se separaron del reino seleúcida; la cosa era así, los tres reinos eran vasallos de Antíoco, esto implicaba que a cambio de reconocer a Antíoco como su rey y pagarle tributo, este les dejaba un margen muy amplio de autonomía en sus reinos.
No tenían guarniciones seleúcidas en sus territorios y no tenían gobernador que dirigiera sus reinos, solo el pago de tributos y reconocimiento de la hegemonía de Antíoco sobre ellos era lo único que este les imponía. ¡Claro está!, esto se sujetaba al temor que les imponía el ejército seleúcida, no olvidemos que la expedición que Antíoco organizó por los países de Oriente hace más de 20 años había suscitado que estos tres reinos fueran vencidos por los ejércitos de Antíoco y obligados a ser vasallos suyo.
Una rebelión suscitaría la vuelta de Antíoco y al no poder hacer frente a sus ejércitos estos estarían a merced de su cólera, y esto era algo que ya habían sufrido en sus carnes y no osarían volver hacer, a fin y al cabo ser vasallo no implicaba mucha pérdida de su dignidad y la paz no había sido mala gracias a la benevolencia de Antíoco para con ellos.
Pero tras la derrota de Magnesia y la destrucción de su ejército, Antíoco estaba a merced de que los países vasallos siguieran siéndolo solo si ellos lo deseaban voluntariamente.
El vasallaje implicaba fuerza, y tras Magnesia, esta desapareció. Los países vasallos apenas tuvieron noticias del la desastrosa batalla para Antíoco, proclamaron su renuncia al vasallaje seleúcida y el cese del pago de tributos; Antíoco no pudo responder porque tenía a sus fuerzas destrozadas y diezmadas tras la batalla.
Por lo tanto solo asistió impotente sin poder responder a tales hechos. Antíoco tras pensar cómo conseguir dinero de manera rápida solo encontró una solución, saquear los numerosos templos de su país, ya que la fuente de riquezas que albergaban sería suficiente para pagar a los romanos y recuperar sus maltrechas arcas.
Esto produjo un enorme descontento en el clero oriental y en sus feligreses, cuyo fanatismo religioso era bastante radical, empezó con el proceso pero en el año 187 a. de C., Antíoco con su comitiva procedió a requisar las riquezas del templo de Baal en la ciudad de Elam, cerca de Susa, fue asaltado por una turba airada de fanáticos religiosos que dio muerte a todos, incluido su rey.
Con esto se daba fin ignominiosamente a un rey que fue el único de su estirpe que más se acercó a resucitar el imperio de Alejandro Magno y desde los tiempos de Antíoco I fue el que más y aun después dio un ápice de gran poderío al imperio Seleúcida.
arquero persa
Fuentes:
-http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=60&cat=biografiasuelta.
-http://www.cervantesvirtual.com/portal/Antigua/grecia_txt6.shtml.
-http://books.google.es/books?id=ztRmPusmB54C&pg=PA15&lpg=PA15&dq=antioco+III&source=bl&ots=H8DNHLMy3H&sig=zIpSBI6iOyGC_AxYH0xc_xPVQTE&hl=es&ei=WWjTSovJGoS64QavmdWAAw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2&ved=0CAoQ6AEwATgK#v=onepage&q=&f=false.
-Wikipedia.
-Satrapa1.
Autor: eljoines.
- eljoines's blog
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