Segun la tradición, la autoría de este libro siempre fue concedida al evangelista Lucas, desde que, a partir del siglo segundo, así empezaron a sugerirlo personajes importantes como Ireneo, Tertuliano u Orígenes. Testimonios respetables todos, pero que chocan de frente con algunas peculiaridades de la narración, que invitan a pensar que no fuera Lucas el autor, sino otro personaje diferente que, siendo fieles al texto, hubo de ser necesariamente alguno de los que aparece en el relato.