El final del siglo XVIII nos daría el último gran intento sueco de recuperar terreno frente a Rusia. Pronto el conflicto báltico se mezclaría con las guerras napoleónicas dando lugar a un inesperado resultado: el fin de las uniones Suecia-Finlandia y Dinamarca-Noruega. Surgió un endeble reino de Suecia-Noruega, demasiado débil para desafiar de nuevo a la gran potencia de Rusia y a al futuro Imperio Alemán. Suecia no volvería a entrar en guerra después de 1814.