Tras la derrota sufrida en 1918 y bajo la exigente normativa del tratado de Versalles a la marina alemana le era imposible progresar. Mientras que otras marinas construían enormes acorazados la Reichsmarine estaba limitada a construir pequeños buques, asegurándose los aliados de que los nuevos navíos alemanes tendrían un escaso valor militar. Sin embargo los ingenieros alemanes no estaban faltos de creatividad y con esfuerzo lograron crear algo totalmente nuevo, algo revolucionario, algo sencillamente genial: el acorazado de bolsillo.