El concepto de Hijo de Dios recogido en algunos textos evangélicos y que los exegetas cristianos concibieron como prueba de una relación filial física entre Jesús y dios, era conocido en los antiguos textos judíos, tanto en los veterotestamentarios como en los de Qumrán.
La potestad de ser designado con el apelativo de El Hijo de Dios constituye una legitimidad que en derecho corresponde al Mesías.
Lo uno no se entiende sin lo otro.