El Mariscal Saint-Cyr no alcanzaría tanta gloria y fama como algunos de sus compañeros, a pesar de que su talento lo sitúa dentro del grupo de grandes mariscales. Nunca estuvo en la órbita de Napoleón, sirviendo en muchos campos de batalla pero pocas veces cerca del Emperador. Su carácter frío y un cierto amargor por verse desplazado en favor de generales menos hábiles, le convirtieron en un general distante y con fama de “mal compañero de armas”.