Tartessos: mito y realidad
Florecieron en la 1era mitad del I milenio aC., siendo las referencias históricas grecolatinas muy posteriores, de las que destacan Herodoto y Plinio, así como en un principio la Biblia. La mención en la Biblia de Tarsis hizo que el jesuita Juan de Pineda considerara en 1580 que el pasaje en el que unas naves cargadas de riquezas volvían a Fenicia desde la remota Tarsis, considerando que era el fiel reflejo de la Tartesos grecolatina, fusión de conceptos que perduró hasta hace poco, pero la investigación actual descarta una ubicación occidental para la Tarsis biblica.
Al ser las referencias históricas muy posteriores, se explica que "Tartesos" pueda corresponder a cosas tan distintas como:
- Una ciudad. Para mayor confusión algunos autores la asimilan a la propia Cádiz o a la próxima Carteia.
- Un lugar próximo a las Columnas de Hércules.
- Un río, una isla y una ciudad en su desembocadura (Estrabón no duda en asimilarlo al posterior Betis).
- Un lugar a dos días de navegación de Cádiz, este hecho, añadido a los sorprendentes hallazgos en el puerto de Huelva han traído a considerar la propia Huelva y, como cama fluvial alternativo, al río Tinto.
- Un lago (Aorno o Ligustino).
- Una región imprecisa que llegaría hasta Mastia, cerca de Cartagena.
La arqueología ha pueso algunas cosas en orden, distinguiendo un triángulo geográfico entre Cádiz, Huelva y Sevilla como epicentro de Tartesos. En esta región destaca el protagonismo de una población autóctona, que enlaza sin rupturas con los precedentes de mediados del III milenio a. C. e impulsa sus bases económicas (mineras, rebaños y campos), embrión de unas aristocracias, que recibirán el impacto colonial fenicio primero y más tarde, y de forma matizada, griego.
Estas élites se benefician de la confluencia comercial entre el Atlántico y el Mediterráneo, a la vez que participan del gusto orientalitzante, equiparable al qué se desarrolla en varias regiones mediterráneas. Se generaliza así una cultura que irradía el mediodía portugués, Extremadura y l’Alta Andalucía hasta la cuesta sudeste.
Tartesos camina hacia una mayor complejidad social y la creación de la primera escritura peninsular, la escritura tartésica o del sudoeste, que aparece por el 700 a.C. en el Bajo Guadalquivir, aunque los testimonios más antiguos proceden de Huelva y Medellín. Su aplicación fue restringida, generalmente eran grafitos, excepto el grupo de estelas funerarias sudlusitanas de imprecisa datación (siglos VII-V/IV a. C.) El signari comprende una treintena de signos, no todos fonéticos.
La aparición de grupos sociales privilegiados se deduce por la existencia de tesoros, tumbas con objetos de lujo y edificios de carácter palaciego y religioso.
Tesoro del Carambolo. Claro ejemplo de la orfebrería del suroeste peninsular, en el que se observan las técnicas empleadas: fundido a la cera perdida, laminado, troquelado y soldado. De ejecución tartésica o fenicia (ss. VIII-III aC.)
Junto con la moda orientalitzante bien podría haberse propagado un poder monárquico de tipo sacro, autóctono, pero influenciado por los fenicios, difícilmente observable en los reyes míticos que proporcionan las fuentes grecolatinas. Casi todos los reyes de nombre conocido han de entenderse como alegorias emblemáticas de Occidente: Gargoris representa los poderes silvestres, Habis el orden humano y social de base agrícola, Gerión las posibilidades ganaderas. Diferente de los anteriores es Argantonio, favorable a una apertura hacia los griegos, el único que aparece con ribetes históricos, descontada su irreal longevidad (habría reinado 80 años, aprox. entre 630-550 a.C).
Las causas del final de Tartesos están aún hoy en día sin concretar. Adolf Schulten (1922) creía verla en un celoso bloqueo del Estrecho impuesto por la flota cartaginesa, que situaba entre 520-509 a C. En años posteriores (década ‘60) se cambió el agente sin mudar el planteamiento, y la sospecha se trasladó a grupos armados procedentes de La Meseta que, llegados como mercenarios, acabarían por desestabilizar el reino. También se pensó (década ‘70) en alzamientos de las clases menos favorecidas. Pero con posterioridad (década ‘90) se insinuó que la causa era la pujanza a inicios del siglo VI a. C. del mundo ibérico de la Alta Andalucía y su expansión por el valle del Guadalquivir. No obstante, no faltan autores (Aubet) que minimizan la crisis, y señalan que, en Tartesos, algunas formas de poder y de intercambio colonial parecen crear una sociedad de élites sobredimensionada, en relación a un no correspondido desarrollo agrícola y urbano.
La llamada "Máscara de Argantonio", hallada en Minas de Tharsis, Huelva. Aunque resulta totalmente improvable su asociación con el legendario rey tartésico, ha sido datada hacia el mismo periodo (s. VII aC.)
El fin de Tartesos tiene lugar entre medios y finales del siglo VI a. C., desaparecen las tumbas aristocráticas, la minería entra en crisis, se cierran muchas explotaciones agropecuarias y se abandonan los santuarios que vertebraban la red comercial (en algún caso de forma rápida como El Carambolo, con la ocultación del tesoro). Hay tensiones sociales internas, conflictos de los tartesios con los fenicios y pérdida de mercados.
En cualquier caso la recolocación de los elementos se dará en la cultura turdetana, que sucedió a la tartésica, aproximadamente a mediados del siglo VI a. C. (hasta la conquista romana).
Autora: Eli_Silmarwen
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Investigaciones recientes sitúan en Tartessos a la mítica Atlántida. Que habría sido sepultada por un terremoto y Tsunami. Los restos de esta ciudad estarían enterrados bajo las marismas del Guadalquivir.
Es probable que el origen de la crisis tartesica venca de un terremoto-tsunami.
Y tras el debilitamiento se produjo el probecho de otras tribus vecinas a saquearlas, aparte de luchas internas.
En Cádiz hubo restos de un ataque a la ciudad, haciendo restos humanos perecidos en un incendio sobre la época del fin tartesico.
Los turdetanos deben ser tartessos iberizados.
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