Suvorov, el gran general ruso del siglo XVIII
El excéntrico y genial A. V. Suvorov (1730-1800) es uno de los “grandes capitanes” de la Historia. Invicto en el campo de batalla, se convertiría en una leyenda dentro de la tradición militar rusa, no sólo por sus numerosas victorias sino por la forma de obtenerlas. Un hombre excepcional que llevo a una cota superior el arte de la guerra, su toma de decisiones y la forma en que movia a las tropas en el campo de batalla le hicieron ser un general cuyo nombre merece ser recordado y sus hechos analizados.
1. Su origen
Aleksandr Vasilyevich Suvorov nació en 1730 el seno de una familia noble de rango medio. Su familia paterna había emigrado desde Suecia hacia Orel cerca de un siglo antes; su padre Vasily era general (además de senador) y había traducido al ruso la obra del gran ingeniero militar francés Vauban, mientras que su abuelo Iván había colaborado con el zar Pedro el Grande en la reforma del ejército ruso. Su familia materna era de origen armenio y su abuelo Fedosoy había sido el primer armenio en alcanzar el generalato en el Imperio Ruso.
Su padre se ocupó de alentar un interés por el aprendizaje que llevó al joven Alejandro a estudiar una gran variedad de obras tanto filosóficas como científicas, destacando su afición por estudiar a los grandes capitanes militares tanto del pasado como más recientes. También destacó su dominio de varias lenguas: aprendió francés, alemán, polaco e italiano; a los que más tarde consideró necesario añadir al menos un conocimiento básico del turco, cosa que incluso generales que habían guerreado durante años contra los turcos no se molestaron nunca en hacer.
Su padre le consintió que ingresara en el regimiento de la Guardia Semenovsky -lo cual estaba acorde con su posición- pero al parecer no esperaba que Alejandro siguiera una carrera militar sino que usara su cuidada formación para desarrollar una carrera civil. Tras 6 años de servicio en los Guardias (1748-1754) -durante los que continuó con su formación- abandonó el servicio activo a la muerte de su padre, para ocuparse de los estados familiares; pero con la idea de proseguir una carrera militar en cuanto fuera posible.
Granadero del regimiento de la Guardia Semenovsky (década de 1760)
2. Guerra de los Siete Años
Su formación militar en un sentido práctico iba a comenzar durante la Guerra de los Siete Años: en 1758 cuando fue nombrado teniente-coronel del regimiento Kazan. En 1759 pasaría al Estado Mayor del general Fermor participando en el combate de Crossen (Platzig) y la batalla de Kunersdorf. En 1760 estuvo presente en la incursión rusa sobre Berlín.
Sería en 1761 cuando se le concediera el mando de una columna volante de caballería, pudiendo empezar a demostrar sus cualidades como líder en una serie de brillantes operaciones contra los jinetes prusianos. Destacando también su participación en la captura de la ciudad portuaria de Kolberg.
En 1762 regresó a Rusia -al terminar Rusia su participación en la guerra- y recibió por fin su propio regimiento: el de infantería de Astrakhan. El intelectual coronel Suvorov pronto demostró su peculiar forma de entrenar a las tropas: pasando con su regimiento cerca de un monasterio se le ocurrió que era la oportunidad ideal para practicar el asalto a una posición fortificada. El monasterio resultó asaltado en toda regla (de manera incruenta) a satisfacción de Suvorov y corriéndose la noticia de tamaña extravagancia que incluso llegó a oídos de la zarina Catalina, que expresó su deseo de que le presentaran al “loco” Suvorov.
En 1763 asumió el mando del regimiento Suzdal. Suvorov lo iba a entrenar en los siguientes años con intensidad y eficacia hasta convertirlo en una perfecta máquina de guerra. Suvorov desdeñaba las prácticas habituales que consistían en poco más que enseñar a desfilar y a evolucionar de forma poco realista en el campo de entrenamiento. Los soldados del Suzdal se encontraron realizando agotadoras marchas, practicando el tiro y sobre todo el combate simulado. La disciplina era dura pero no arbitraria. Además Suvorov se preocupaba porque no se desperdiciaran los fondos del regimiento y estos revertieran en unos adecuados suministros de ropa y comida. El lema de Suvorov era que si el entrenamiento era duro el combate real resultaría sencillo.
La captura de Kolberg (A. Kotsebu)
3. Guerra de la Confederación del Bar
En 1769 Suvorov es nombrado comandante de una brigada (regimientos: Suzdal, Smolensk y Nizhi Novgorod) destinada a intervenir en la guerra civil polaca contra los confederados del Bar, que se oponían a que Polonia hubiera quedado reducida a una especie de protectorado ruso. La brigada de Suvorov recorrió 900 km en 30 días por los difíciles caminos rusos, llegando a su destino 5 semanas antes de lo previsto.
Suvorov emprendió nada más llegar una campaña de incesante acoso a los confederados obligándoles continuamente a retirarse. En 1770 resultó ascendido a Mayor General. Los principales éxitos de su campaña fueron la victoria de Lanckorona (23-V-1771) sobre una fuerza confederada liderada por el “aventurero” francés Dumouriez, la de Stolowicze (23-VIII-1711) sobre el noble confederado Ogiński y la toma del castillo de Cracovia (abril 1772).
Las acciones de Suvorov fueron de vital importancia para la caída de la Confederación, lo que llevó a su vez a la Primera Partición de Polonia. Por su participación en ella Suvorov recibió varios premios y condecoraciones por parte de la Zarina, entre ellas la orden de Santa Ana y la cruz de San Jorge.
Los confederados del Bar rezan antes de la batalla de Lanckorona (Artur Grottger)
4. Primera Guerra Ruso-Turca de la zarina Catalina
El fin de las operaciones en Polonia supuso que Suvorov (tras un descanso) pudiera trasladarse en 1773 a luchar contra los otomanos que estaban en guerra con Rusia desde 1768. Nada más llegar se le encargó realizar un reconocimiento en fuerza de la fortaleza de Turtukay, pero Suvorov optó por algo mejor: tomar por sorpresa a los defensores y destruir la fortaleza, recibiendo una reprimenda del comandante ruso Rumyantsev. Los otomanos regresaron a Turtukay y se pusieron a reconstruirla, teniendo Suvorov que realizar una segunda incursión contra ella que de nuevo se saldó con éxito. A continuación se le encomendó la defensa de la fortaleza de Hirsov: Suvorov permitió a los otomanos acercarse a la fortaleza para poder responder con un devastador contraataque que acabó con la fuerza otomana.
Ascendido a teniente-general en 1773, recibiría Suvorov el mando de una división de 8.000 hombres. Junto a las fuerzas de su colega Kamensky, se enfrentó a un ejército de cerca de 40.000 otomanos -comandados por Abdul-Rezak- en la batalla de Kozludji (21-VI-1774). Suvorov descubrió que los otomanos estaban cruzando un afluente del Danubio y ordenó rápidamente el ataque sobre una fuerza que se encontraba desmoralizada y mal aprovisionada. Los rusos formaron en 4 grandes cuadros para repeler las cargas otomanas mientras la caballería rusa caía sobre la retaguardia y acababa con la artillería turca. A costa de 200 bajas rusas los otomanos sufrieron entre 1.200-3.000. En cualquier caso fue la puntilla final para el esfuerzo bélico otomano que ya estaba agotado.
Suvorov preparando el asalto a Turtukay
5. Rebelión de Pugachev
Nada más finalizar la guerra, en agosto de 1774 Suvorov fue despachado a liquidar la Pugachevschina. El cosaco Yemelyan Pugachev se había alzado en otoño de 1773 en la zona del Volga y tomado Kazán; la rebelión era especialmente humillante para la zarina ya que Pugachev declaraba ser su difunto marido: Pedro III, al que Catalina había derrocado en un golpe de estadoi. Para cuando llegó Suvorov con sus veteranos, Pugachev ya había sufrido una grave derrota y su ejército se desintegraba pero éste no se daba por vencido e intentaba levantar un nuevo ejército entre siervos y cosacos. El intento de reclutar a los cosacos del Don, de los que procedía, fue un fracaso precisamente porque allí había gente que reconoció a Yemelyan y lo denunció como impostor. Los lugartenientes de Pugachev alarmados por el avance de Suvorov y conscientes de sus escasas posibilidades de resistir entregaron a Pugachev encadenado al conde Peter Panin, el superior de Suvorov en la misión de aplastar la rebelión (septiembre 1774).
Pugachev de camino al lugar de su ejecución (A.I. Sharleman)
6. Segunda Guerra Ruso-Turca de la zarina Catalina
6.1. Kinburn
Suvorov ascendió a general-anshef (general en jefe o general “completo”) en 1786, un año antes de que estallara de nuevo la guerra contra los otomanos. El comandante supremo ruso era el príncipe Potemkin, el “favorito” de la zarina Catalina. Tanto Suvorov como Potemkin venían a ser dos “bichos raros” dentro de la élite rusa, que afortunadamente se complementaban y aprendieron con el tiempo a respetarse. Potemkin era un brillante estadista y organizador militar, pero demasiado cauto e indeciso como para brillar en el campo de batalla. Suvorov despreciaba el mundillo cortesano y se alegraba de que Potemkin se ocupara de los aspectos más políticos y logísticos de la guerra, y le proporcionara tanto los recursos como el apoyo para librar las batallas a su gusto. Para Potemkin, Suvorov acabaría siendo un subordinado muy valorado, ya que era un gran general sin aparentemente ambiciones políticas, por lo que normalmente se aseguró de que las mayores recompensas y reconocimientos recayeran en él, relegando a un segundo plano a otros generales más antiguos.
Retrato de Suvorov en 1786 (D.G. Levitsky)
La guerra se inició con el asalto turco a la fortaleza costera de Kinburn (1-X-1787). Suvorov contaba con 4.000 hombres para oponerse a 6.000 otomanos. Suvorov tenía inicialmente dispersas a sus tropas, por lo que sólo tenía a mano 1.500 hombres para atacar a los 5.300 otomanos que habían procedido a atrincherarse nada más desembarcar cerca de Kinburn. Suvorov ordenó cargar contra las trincheras turcas, llegando a tomar 10 de las 15 existentes antes de que su avance fuera detenido por el fuego naval otomano. Las tropas de Suvorov fueron rápidamente contraatacadas y el propio Suvorov resultó herido y estuvo a punto de caer muerto y/o prisionero.
Con la llegada del resto de sus fuerzas, incluido un contingente de cosacos, Suvorov lanzó un nuevo ataque. Mientras los cosacos flanqueaban la posición otomana, la infantería de Suvorov desalojó rápidamente las trincheras turcas empujando a los otomanos contra la costa, de tal manera que se encontraron en una posición en la que la flota turca no podía apoyarles con sus cañones por temor a alcanzar tanto a amigo como enemigo mientras que los rusos acercaban sus pequeños cañones regimentales y procedían a masacrar con metralla a los atrapados enemigos. Los turcos perdieron más de 4.000 soldados en este desastre.
A instancias de Potemkin, Suvorov fue condecorado con la más alta distinción rusa: la orden de San Andrés.
Un herido Suvorov es salvado de morir a manos turcas por el granadero Novikov del regimiento Schlisselburg (A. Petrushevskii).
6.2. Focşani
A continuación Suvorov y Potemkin discutieron acerca de la forma de llevar el sitio de Ochakov. El cauto Potemkin quería evitar un sangriento asalto y prefería un sitio lento y metódico. Suvorov le replicó que no se podía capturar una fortaleza con sólo mirarla. Durante una salida turca contra las líneas rusas Suvorov fue herido mientras lideraba el contraataqueii (julio 1788). Al llegar el segundo invierno a las líneas de sitio y con una epidemia en ciernes, Potemkin -presionado por el malestar en el ejército ruso- tuvo que asumir que tal vez Suvorov tenía razón. Potemkin autorizó el asalto (17-XII) que sin duda se saldó en un sangriento éxito con al menos 5.000 muertos por lado ruso, pero que puso fin a los sufrimientos del ejército sitiador. Suvorov no tomó parte ya que en ese momento se le había destinado de nuevo a proteger Kinburn.
En 1789 Suvorov se trasladó como comandante de la 3ª División (“División Suvorov”) al frente del Danubio, con ordenes de cooperar con los aliados austriacos liderados por el príncipe de Coburg (Josias von Sachsen-Coburg-Saalfeld). La batalla de Focşani (21-VII-1789) se libró cuando Coburg y Suvorov tuvieron noticia de que un ejercito turco avanzaba con 30.000 hombres para atacar a los 18.000 austriacos de Coburg, acudiendo rápidamente Suvorov en su apoyo con sus 7.000 hombres. La aproximación de Suvorov sorprendió a los otomanos, que de repente se vieron como ellos pasaban a ser los atacados por las fuerzas austro-rusas. Los turcos trataron de defenderse en torno a dos monasterios, tomando los rusos uno y los austriacos el otro. Las bajas otomanas fueron de cerca de 1.600 por 400 aliadas.
Batalla de Focşani (Museo estatal de historia de Moscú)
6.3. Rymnik
Tras la derrota de Focşani, los otomanos planearon vengarse y levantaron un gran ejército -se habla de que rondaba los 100.000 hombres- bajo el mando del gran visir Cenaze Hasan Pashaiii. Hasan Pasha planeó caer con el grueso de sus tropas -tal vez unos 60.000 hombres- sobre los 18.000 austriacos de Coburg mientras que una fuerza otomana debía impedir la llegada de refuerzos rusos. Suvorov reaccionó de nuevo con energía al tener noticia de los movimientos rusos y condujo a sus 7.000 hombres en apoyo de los austriacos en una meritoria marcha de 100 km. realizada en dos días y medio. Suvorov asumió el mando del ejército aliado y analizó la situación no estando dispuesto a dejar la iniciativa a los turcos: puede que los otomanos fueran más pero por ello se habían obligado a distribuirse a lo largo de cuatro campamentos en la zona entre los ríos Rymna y Rymnik; la solución para Suvorov era sorprender a los otomanos y batir cada fuerza por separado.
En la noche previa al 22 de septiembre de 1789, Suvorov lideró a las tropas en una marcha nocturna de 14 km. y cruzó el río Rymna en dos columnas al norte de la posición otomana. Al amanecer los austro-rusos se pusieron en movimiento. La columna rusa de Suvorov atacó y destruyó rápidamente el campamento otomano más occidental para después unirse al ataque austriaco contra el campamento central. Los otomanos se lanzaron al ataque y por un momento aprovecharon la separación de las columnas austriaca y rusa para interponerse entre ambas fuerzas. Los cuadros de infantería aliados rechazaron a la caballería turca y la fuerza de Suvorov consiguió reunirse con los austriacos.
El campamento central turco estaba sólo parcialmente fortificado, por lo que Suvorov se aprovechó de la situación y del caos desencadenado por la retirada otomana tras el contraataque para lanzar a la caballería como punta de lanza del asalto al campamento; siendo los jinetes seguidos de cerca por la infantería lanzada a una carga a la bayoneta. El pánico cundió entre los otomanos que echaron a huir. Corriendo en su persecución los austro-rusos pudieron capturar el tercer campamento prácticamente “al vuelo”. El cuarto campamento otomano -situado al lado del río Rymnik- tendría que esperar al día siguiente pero la batalla ya estaba ganada y el ejército otomano en retirada.
Las perdidas turcas se cifraron en 15.000-20.000 entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos; así como el bagaje y la artillería del ejército. Las pérdidas aliadas fueron inferiores a 1.000 (se habla de unas 700).
La zarina premió a Suvorov concediéndole el título de graf Rymniksky (conde de Rymnik). También recibió el título de conde del Sacro Imperio por parte austriacaiv. Además recibió la Orden de San Jorge en su primera clase.
Mapa ruso de la batalla de Rymnik (hrono.info). Las tropas rusas están en rojo, las austriacas en naranja y las otomanas en azul. Están reflejados los cuatro campamentos turcos y como se van tomando de oeste a este tras cruzar el río por el Norte.
6.4. Izmail
En 1790 la guerra continuaba pero la muerte del emperador José II supuso que los rusos lucharan solos contra los otomanos ya que el nuevo emperador Leopoldo II no era partidario de la guerra. A pesar de ello el avance ruso había progresado pero todavía quedaba un grave problema y era como reducir la gran fortaleza de Izmail en el Danubio. El Imperio Otomano había puesto un gran esfuerzo en modernizarla en el periodo de entreguerras y contaba para su defensa con una guarnición de cerca de 35.000 soldados y unos 250 cañones, al mando de Aidos Mehmet Pasha.
Los rusos no habían podido tomar la fortaleza en 1789 y reanudaron las operaciones en marzo de 1790. Dos intentos de tomarla al asalto fueron rechazados y varios oficiales se inclinaban por desistir. Potemkin hizo llamar a Suvorov desde su posición en Golati (Danubio arriba) y le encomendó el mando de las fuerzas sitiadoras compuestas por 31.000 soldados y 500 cañones apoyados por la flotilla fluvial de José de Ribasv, el cual parece haber sido el principal impulsor de realizar un nuevo intento de asalto.
Suvorov llegó a Izmail el 13 de diciembre. Tras reconocer la fortaleza tuvo que admitir que no había puntos débiles que se hubieran escapado al escrutinio de sus colegas aunque no por ello dejó de resituar la artillería de sitio de un modo más conveniente. Suvorov dedicó unos pocos días a la inspección de las tropas mientras estas practicaban de nuevo como asaltar una fortaleza. El día 18 envió un ultimatum de 24 horas, avisando a Mehmet Pasha que la no rendición inmediata significaría la muerte una vez que recomenzara el bombardeo de la fortaleza.
Rechazado el ultimatum, los cañones rusos (incluidos los de la flotilla) abrieron fuego el día 21 como preparación para el asalto del día 22. Los rusos se lanzaron al asalto formados en nueve columnas, tres de ellas siendo transportadas a través del Danubio por la flotilla rusa. A un alto coste se consiguieron capturar tres de las puertas de la fortaleza, pero la lucha prosiguió de forma salvaje dentro del interior de la ciudad, degenerando en una masacre de los defensores y tres días de saqueo. Sólo se tomaron 9.000 prisioneros, pereciendo dos tercios de los defensores. Los rusos tuvieron unas 4.500 bajas en el asalto, aunque algunos autores hacen ascender la cifra a 10.000.
La captura de Izmail sería uno de los momentos clave de la guerra aunque ésta se prolongaría durante 1791vi. Suvorov sería recompensado con el honor de recibir el título de coronel (sin mando) del regimiento de la Guardia Preobrazhensky, del que también era coronel la propia zarina. Sin embargo parece que Suvorov esperaba recibir el bastón de mariscal y que hubo cierto distanciamiento con Potemkin que acaparó los honores de la rendición de Izmail.
Asalto de Izmail (Mikhail Matveevich Ivanov)
7. Insurrección de Kościuszko
La indignación causada por la Segunda Partición de Polonia (1793) -negociada entre Prusia y Rusia-, cristalizó en un levantamiento en marzo de 1794, liderado por Tadeusz Kościuszko. El asedio conjunto ruso-prusiano de Varsovia terminó en fracaso y con los prusianos retirándose a efectos prácticos del conflicto para poder centrarse en la guerra con la Francia revolucionaria.
El mariscal Rumyantsev era el comandante en jefe ruso encargado de suprimir la rebelión, sin embargo ni siquiera se molestó en pisar suelo polaco. Suvorov fue enviado en septiembre a Polonia, oficialmente como comandante de un cuerpo de refuerzo (+/- 11.000 soldados) para las fuerzas rusas del general Fersen, encargadas de tomar Varsovia; pero de facto debía ejercer como comandante en jefe “sobre el terreno”.
Suvorov avanzó hacia Varsovia con su habitual energía derrotando a los patriotas polacos en Krupczyce (17-IX) y Terespol (19-IX). Kościuszko trató de interponerse entre ambos cuerpos rusos para evitar su unión pero Fersen consiguió derrotarle y capturarlo en la batalla de Maciejowice (10-X).
Reunido con Fersen frente a Varsovia, Suvorov contaba con unos 24.000 hombres; frente a los cerca de 17.000 defensores, liderados por Tomasz Wawrzecki, que se concentraban en la defensa del suburbio de Praga. Nada más llegar Suvorov inició los preparativos comunes para un asedio pero estaba lejos de su mente eternizarse en un sitio formal y en sólo un par de días lanzó un asalto a cargo de 17.000 hombres. El ataque fue exitoso -favorecido por la sorpresa de los polacos que no esperaban tan pronto un asalto- pero sangriento; aunque lo peor estaba por venir. Los rusos no se contentaron con masacrar a buena parte de la guarnición -aunque se tomaron cerca de 10.000 prisioneros- sino que se se dieron al saqueo de Praga cebándose con la población civil. Entre soldados y civiles morirían cerca de 20.000 personas en Praga, en un acto que el resto de países europeos calificaría de “bárbaro”. Al día siguiente se rendiría una conmocionada Varsovia y la guerra terminaría el día 16.
El saqueo del suburbio de Praga en Varsovia (Aleksander Orlowsky)
La reputación de Suvorov quedaría eternamente manchada por las masacres de Izmail y Praga; en especial por esta última. Se ha querido exculpar a Suvorov alegando que no pudo impedir que sus tropas desataran una orgía de violencia espoleados por su deseo de revancha contra los polacos que habían masacrado a la desprevenida guarnición rusa de Varsovia al comienzo del alzamiento. Sin embargo parece que el propio Suvorov confesó más tarde a un oficial austriaco que la masacre había sido deliberada, con objeto de conmocionar tanto a los polacos que les disuadiera de posteriores resistencias, ahorrando sangre en el largo plazo.
Respecto a los que le acusan de ser simplemente un hombre cruel, hay que decir que era frecuente que recordara a los soldados que no debían golpear a los prisioneros y declaró que “se puede conquistar a un enemigo con humanidad de forma no menos eficaz que con la fuerza de las armas”. Da la impresión de que permitir la masacre habría sido para Suvorov mas fruto de un frio razonamiento militar que de un acto pasional de odio hacia los insurrectos.
Fuera una cosa u otra, el caso es que para los rusos de entonces la captura de Varsovia era algo a recibir con alborozo y Suvorov era de nuevo un héroe. Por fin fue ascendido a Mariscal de Campo y también recibió un dominio rural en Kobrin “valorado en” 6.922 siervos varones.
Suvorov en 1799 (Joseph Kreutzinger)
8. Campaña de Italia
8.1. La abortada campaña de 1796
Suvorov era un hombre culto pero devoto y monárquico al que le asqueaba profundamente la evolución de la Revolución Francesa. Reconocía que podía haber habido republicanos con buenas intenciones al principio pero en su opinión la Revolución había quedado controlada por “aprovechados” y no creía que se hubiera hecho más feliz al pueblo francés con ella.
En sus visitas a la zarina Catalina el excéntrico Suvorov acabó desarrollando un ritual: tras inclinarse tres veces ante el icono de la Virgen de Kazan se arrojaba a los pies de la zarina en actitud suplicante a pesar de las quejas de la propia zarina de que esa era una actitud vergonzosa; ya sentado, Suvorov insistía a su adorada Matushka que le permitiera marchar a combatir contra los revolucionarios franceses.
En noviembre de 1796 Catalina por fin se decidió a favor de la guerra. Suvorov tenía que prepararse para marchar a Italia -donde brillaba la estrella de un joven general Bonaparte- a la cabeza de 60.000 hombres. En 1795 había sido nombrado comandante del ejército ruso situado en Ucrania y se había dedicado a entrenarlo intensamente en previsión de una nueva guerra.
Catalina II murió el 17 de noviembre de 1796 y el nuevo zar Pablo I suspendió los planes bélicos de su madre: se paralizó la expedición que ya estaba en marcha contra Persia y se anuló el proyecto de entrar en guerra con Francia. No sólo eso sino que para malestar de Suvorov, Pablo era un entusiasta admirador del modelo militar prusiano e insistió en que se adoptaran uniformes, modos y tácticas prusianas.
Suvorov se quejó: él era ruso, no alemán; y además, ¿qué había que aprender de los prusianos si los rusos siempre les habían derrotado? No solo se quejó sino que ignoró completamente las instrucciones del zar y siguió entrenando a sus tropas con su propio método. Pablo I no toleró la afrenta y le “suspendió de empelo” en febrero de 1797, para acabar confinándolo en sus dominios bajo vigilancia estrecha de la policía zarista.
En la primavera de 1798 hubo un conato de reconcialición, marchando Suvorov a entrevistarse con Pablo en San Petersburgo pero Suvorov se negó a aceptar los términos de reingreso en el servicio y prefirió regresar a su villa.
A finales de 1798 estalló la Guerra de la Segunda Coalición con Rusia como parte integrante de los aliados. El zar Pablo no pensó en principio en Suvorov como comandante de ninguna de las fuerzas implicadas pero el canciller austriaco Thugut solicitó expresamente la presencia del “excéntrico pero enérgico” Suvorov para dirigir las fuerzas austro-rusas en Italiavii.
Suvorov recibió la citación del zar en febrero de 1799. No estaba muy de acuerdo con los planes de la alianzaviii, pero consideró su deber aceptar la comisión y marchar a sus 68 años a combatir contra los “jóvenes” generales franceses.
Suvorov inspeccionando en 1799 su villa de Konchanskoye (N.A. Shabunin)
8.2. Cassano
Suvorov no pudo llegar al frente hasta abril 1799. Para cuando llegó los austriacos ya habían conseguido hacer retroceder al ejército francés de Scherer, que confiaba mantenerse a la defensiva apoyándose en sucesivos ríos (Mincio, Oglio y Adda) a la espera de refuerzos. El plan de Suvorov era concentrar la mayor fuerza posible e ir avanzando enérgicamente, cruzando las sucesivas barreras fluviales río arriba para cortar a los franceses de Italia de sus comunicaciones con sus camaradas del frente de Suiza y a la vez contentar a los austriacos que querían que se mantuvieran sus propias líneas de comunicaciones con las fuerzas en Suiza y el Tirolix.
El avance austro-ruso empezó el 19 de abril; las órdenes que dio Suvorov eran de no entretenerse en asediar las posiciones francesas salvo que fuera estrictamente necesario. Aquellas posiciones que no podían ser ignoradas debían tomarse sobre la marcha al asalto si eran débiles o bloqueadas si eran demasiado fuertes. Suvorov se resignó a desprenderse de 23.000 soldados para bloquear las fortalezas de Mantua y Peschiera, a lo que se dejó atrás en su avance.
Suvorov lideró el avance directo de 20.000 rusos y 30.000 austriacos contra un Scherer que se esforzaba en retirar ordenadamente sus fuerzas, perseguido de cerca por la vanguardia del entusiasta general ruso Bagration. Scherer se detuvo por fin en el Adda y cedió el mando al recién llegado Moreaux de los 28.000 franceses dispersos a lo largo de una línea de más de 100 km.
Suvorov no estaba dispuesto a dar tiempo a los franceses a organizarse y se lanzó a perforar la línea del Adda en la batalla de Cassano (27-IV), contando con 24.500 soldados a mano para la tarea. Dos destacamentos austro-rusos cruzaron primero el Adda por dos puntos río arriba de Cassano, lugar para donde se había planeado concentrar el esfuerzo principal. Moreau trató de concentrar sus fuerzas para derrotar a la fuerza principal aliada antes de que aparecieran en escena las fuerzas austro-rusas que habían cruzado y le flanquearan, pero no lo pudo conseguir. Los franceses se retiraron del Adda pero dejando atrás a la división de Serurier que quedó aislada a consecuencia de los dos primeros cruces aliados y fue capturada al día siguiente.
Las bajas francesas que incluyeron numerosos prisioneros fueron de cerca d 7.000 por 2.750 aliadas.
Recepción de Suvorov en Milán (Adolf Iosifovich Charlemagne). Suvorov aparece escoltado por cosacos ya que las fuerzas rusas en Italia no contaban con caballería regular, teniendo que conformarse con cosacos y calmucos irregulares y el apoyo de la caballería austriaca.
8.3. Trebbia
Tras Cassano Milán fue liberada y Suvorov en compañía del austriaco Chasteler avanzó hacia el Piamonte con 36.000 soldados. Una pequeña fuerza rusa fue derrotada por Moreau en Bassignana (12-V) cuando se adelantó imprudentemente en contra de las órdenes del propio Suvorovxi. Suvorov rápidamente recondujo la situación y se vengó derrotando a Moreau en la batalla de San Giulano (16-V); aunque por un momento temió perder la batalla y tuvo que lanzarse a cabalgar entre aquellas tropas que se retiraban maldiciéndolas; la llegada de refuerzos salvó la situación. No fue una gran victoria pero la retirada posterior de Moreau le permitió tomar Turín y de paso ganarse el agradecimiento del rey de Cerdeña (soberano nominal del Piamonte).
El peligro para los aliados provenía ahora de la aproximación del ejército francés de MacDonald desde el sur en apoyo de Moreau. Si ambos ejércitos lograban converger podían poner en serios apuros a Suvorov. Éste decidió dejar una mínima fuerza para vigilar a Moreau y concentró la mayor cantidad posible para marchar al encuentro de MacDonald. De hecho MacDonald ya había alcanzado Modena y derrotado allí una fuerza austriaca (12-VI), mientras amenazaba con romper el cerco de Mantua antes de reunirse con Moreau.
Suvorov obligó a sus tropas a realizar marchas forzadas para librar la batalla de Trebbia (17-19, VI). La batalla empezó cuando los franceses intentaron acabar con una pequeña fuerza austriaca de 5.000 que se asentaba al otro lado del río Tidone. El francés Victor contaba con cerca de la mitad de los 36.000 hombres del ejército de MacDonald pero falló en aprovechar del todo su superioridad numérica y aunque vapuleados aguantaron lo suficiente para que fueran llegando Suvorov y sus hombres -tras hacer 45 km en 24 horas-, hasta que los aliados concentraron casi 31.000 hombres, siendo los franceses expulsados al otro lado del Tidonexii.
El día 18, Suvorov pasó al ataque y se expulsó a los franceses de la zona entre el Tidone y el Trebbia en un disputado combate en el que Suvorov tuvo que lanzarse de nuevo a arengar a las tropas que flaqueaban. Para el día 19 estaba previsto un nuevo ataque aliado pero MacDonald habiendo ya conseguido concentrar a cerca de 33.500 soldados lanzó primero su propio ataque. El ataque de la columna polaca (al servicio francés) de Dambrowski puso en serios apuros al ala derecha aliada y Suvorov tuvo que acompañar en persona a los refuerzos que finalmente consiguieron expulsar a los polacos de vuelta a la otra orilla. Suvorov pudo reaccionar al avance francés ya que el ataque de las diferentes columnas. Así además de rechazar Dambrowski se pudo caer sobre el flanco derecho francés que desprotegido fue barrido por la caballería austriaca, para después pasar a rechazar al resto de fuerzas francesas y devolverlas al otro lado del Trebbia.
Suvorov se preparó para un nuevo día de combate pero MacDonald se retiró el día 20. Sus bajas rondaron los 9.000 hombres en la batalla propiamente dicha a los que habría que sumar cerca de 7.000 heridos dejados atrás en los hospitales de Piacenza y que fueron capturados. Las bajas aliadas fueron de 5.500-6.000 hombres.
La batalla de Trebbia (Igor Dzis para AST Publications). El soldado de los cosacos del Don, enarbola el estandarte capturado a la 17 semi-brigada de línea por parte de los granaderos de Moscú (oficial a pié) mientras a caballo espera un correo imperial encargado de llevar los trofeos a la corte del Zar.
8.4. Novi
La victoria de Trebbia supuso un shock para las tropas francesas en Italia e iba a permitir a los aliados hacerse una a una con casi todas las guarniciones francesas a lo largo de la Península que fueron capitulando al verse aisladas y sin esperanza de socorro. Los aliados habían conseguido liberar en la práctica Lombardía y Piamonte y Suvorov pudo recuperar a parte de las tropas que habían estado bloqueando a las diversas fortalezas. Así consiguió amasar un ejército de cerca de 50.000 hombres para hacer frente al reorganizado Armée d´Italie del recién llegado Joubert, un joven y carismático general, que insistió que su predecesor Moreau permaneciese a su lado.
Joubert y Moreau se acercaron con 35.000 hombres desde Génova hasta Novi pero una vez cerca de Suvorov vacilaron en que curso seguir, conformándose con adoptar una fuerte posición defensiva. La batalla de Novi (15-VIII) comenzó con el madrugador ataque de 27.000 austriacos, a eso de las 5 de la mañana, contra el ala izquierda francesa, a cuyas tropas pillaron todavía somnolientas. Joubert que acudió rápidamente a ver que sucedía, resultó abatido por una bala al comienzo de la acción; teniendo Moreau que hacerse cargo en solitario de la batalla (a la vez que se silenciaba a las tropas la muerte de Joubert).
Mientras proseguía el combate entre austriacos y los franceses del ala izquierda, los rusos se lanzaron contra el centro francés -liderados por Bagration y Miloradovich- tratando de tomar la propia Novi, pero se encontraron una feroz resistencia. La lucha se fue generalizando y prolongando durante varias horas sin que los aliados consiguieran imponer su superioridad numérica. No sería hasta en torno a las 3 de la tarde que las tropas del austriaco Melas consiguieran flanquear al ala derecha francesa que al retirarse hizo sucumbir a toda la línea francesa. Los franceses entraron en pánico y empezaron a huir ante el temor de verse copados entre las dos alas aliadas, pero los aliados estaban tan exhaustos por las cerca de 16 horas de combate, que no pudieron copar mas que a un limitado número de tropas francesas; incluso el enérgico Suvorov se tuvo que resignar a admitir que sus tropas no se moverían del sitio el día siguiente de puro cansancio, por mucho que él quisiera perseguir a los franceses.
Los franceses tuvieron 11.100 bajas (incluidos 4.600 prisioneros) y perdieron casi toda su artillería. Las tropas de Suvorov también pagaron un alto precio con cerca de 8.000 bajas, especialmente graves entre los austriacos, cuyo gran esfuerzo elogió Suvorov.
El zar Pablo concedería a Suvorov el título de Knyaz Italiysky (Príncipe de Italia), en honor a sus victorias en Italia.
Mapa de la batalla de Novi (Enrico Acerbi)
9. Campaña de Suiza
9.1. El cruce de los Alpes
Tras su victoria en Novi, Suvorov se puso a planificar la invasión de la Riviera francesa a la vez que sometía a sus tropas a un férreo adiestramiento para que no se ablandaran por tener unos días de descanso. Sin embargo le llegaron órdenes de trasladarse con sus 20.000 rusos a Suiza donde debía unirse al recién llegado cuerpo ruso de Rimsky-Korsakov y al austriaco de Hotze.
La orden irritó a Suvorov, pensando injustamente que era obra de un celoso archiduque Carlos de Austria que habría querido privar a Suvorov del honor de invadir Francia y en su lugar desplazaba a los rusos a un frente imprevisto (del que los rusos carecían de buena información) y aun peor: un escenario montañoso, al que las tropas rusas no estaban acostumbradas a diferencia de las austriacas. En realidad el plan había sido de inspiración británica y aceptado por unas subsidiadas cortes austriaca y rusa: un plan que implicaba que los rusos liberaran Suiza, una fuerza ruso-británica liberara Holanda y que después junto al ejército austriaco en Alemania se invadiera Francia. Un plan que parecía bonito sobre un mapa pero que no tenía en cuenta las complejidades de coordinar el movimiento de fuerzas militares de un lado para otro y que además basaba sus asunciones en los efectivos teóricos de los diferentes ejércitos aliados y no en los realmente disponibles para operaciones.
Suvorov recibió sus ordenes el 25 de agosto -con bastante dilación ya que habían tenido que pasar primero por San Petersburgo para su aprobación- y se encontró ante el reto de diseñar un plan para cruzar los Alpes y reunirse con los 28.000 rusos de Korsakov, que ya se encontraban en Zúrich. El retraso en llegarle las órdenes hacia que toda se tuviera que organizar a la mayor velocidad posible. Sus asesores austriacos le plantearon cuatro opciones para cruzar los Alpes; Suvorov eligió cruzar por el paso de San Gotardo, aunque era una ruta en la que se esperaba resistencia francesa era la más directa y en principio se consideraba un buen camino para las mulas de carga del ejército.
La marcha rusa comenzó el 7 de septiembre sin que se hubieran podido solucionar todos los problemas logísticos inherentes a una marcha a través de los Alpes; de hecho la falta de mulas obligó a desmontar a 1.500 de los 2.500 cosacos para poder usar sus caballos como animales de carga. Sobre la marcha Suvorov (con la ayuda de los consejos austriacos) tuvo que improvisar unas “reglas para operaciones militares en montañas” ante la falta de preparación de las tropas rusas para un tipo de guerra tan especializado.
La única ventaja de Suvorov era que los franceses consideraban un rumor infundado la noticia de la expedición en dirección a Suiza. Aunque había una brigada (3.800) vigilando el San Gotardo, el resto de tropas francesas que debían apoyarla estaban comprometidas con el proyecto de caer y aplastar a Korsakov y al austriaco Hotze. El San Gotardo fue asaltado el 24 de septiembre, por Suvorov. Las columnas rusas pagaron su inexperiencia en ese tipo de lucha y las penalidades de las marchas previas atascándose bajo el fuego enemigo. El ataque fracasó y se cuenta que Suvorov insultó a sus tropas que se negaban a moverse y declaró que ya no los consideraba “sus hijos” y que le dejaran morir ahí. Al final un destacamento que se había enviado previamente por unos de los caminos de montaña secundarios y tras mucho vagabundear por las alturas cercanas consiguió encontrar un camino de descenso hasta la zona del hospicio de San Gotardo que dominaba el paso. Los franceses alarmados por la irrupción de esta nueva fuerza se retiraron.
Al día siguiente le tocó a los rusos superar otro difícil reto: el paso de UrnerLoch y el puente del Diablo en el desfiladero Schöllenenschlucht. Aunque los franceses estuvieran desmoralizados y no fueran numerosos no dejaba de ser una posición que requirió de hábiles movimientos de flanqueo por las alturas para desalojarlesxiii.
El día 28, tras cruzar el paso alpino de Chinzig, Suvorov y sus hombres llegaron al valle de Muotathal, en el corazón de Suiza. Ahí recibieron las terribles noticias de que Massena había derrotado contundentemente a Korsakov y Hotze en la batalla de Zúrich (25-26, IX). Suvorov había llegado tarde.
El paso del San Gotardo (Aleksander Kotzebue)
9.2. La retirada
Suvorov no sólo había llegado tarde al escenario de la campaña sino que ahora los franceses se preparaban para caer sobre él. Las tropas rusas empezaron a salir de Muotathal el día 30 por el camino oriental mientras en el oeste del valle el cuerpo del general Rosenberg (7.000 hombres) contenía el avance de la vanguardia francesa. La vanguardia rusa (que incluía un puñado de tropas austriacas) se dirigió hacia al Glarus, donde esperaban encontrar tropas austriacas al mando del general Linken, pero estas habían sido derrotadas y lo que se encontraron es con tropas francesas, ese mismo día 30. Bagration dirigió 4 ataques de granaderos y uno de voluntarios contra la posición francesa pero fueron todos rechazados. El ejército ruso estaba encajonado.
El día 1 de octubre la situación pintaba mal con la llegada de más tropas francesas por el Este, sin embargo Rosenberg con la retaguardia rusa conseguiría derrotar el ataque francés y esta vez sí el ataque de Bagration se abrió paso.
Suvorov había salido temporalmente de la trampa pero varias fuerzas francesas se reorganizaban a su retaguardia y en sus flancos. A continuación siguió una penosa marcha en que parte de las fuerzas rusas estuvieron cerca de ser copadas a la vez que la moral se venía abajo. El punto culminante fue el cruce del Paso de Panix (6-8, X) para salir del Glarus. Se trató de un cruce mucho más duro que los previos por otros pasos alpinos, ya que estaba cubierto de nieve y las tropas se enfrentaron a ventiscas de nieve en la cima. Los rusos sufrieron enormemente por las duras condiciones pero lograron alcanzar la seguridad al otro lado y el cruce se convirtió en un momento mítico para el ejército ruso: “las águilas rusas habían sobrevolado por encima de las águilas de Roma”.
Suvorov había logrado salvar a su ejército y su reputación, pero en toda la desafortunada campaña se habían perdido unos 4.400 soldados, algo más del 20% de la fuerza expedicionaria.
Suvorov en el paso de Panix (Vasily Surikov)
10. Legado
Al fiasco de Suiza se unió la malhadada invasión anglo-rusa de Holanda. Un desencantado zar Pablo dio por finalizada la guerra y ordenó a Suvorov que volviera a casa. Oficialmente iba a volver a San Petersburgo como héroe y con el recién concedido ascenso al extraordinario rango de Generalissimus (Generalísimo). Sin embargo el voluble zar Pablo volvió a tomarla con Suvorov y reprocharle el incumplimiento de las órdenes del Zar acerca de insignificantes detalles de protocolo y organización militar, que Suvorov en su línea había desdeñado completamente. La ceremonia de recepción se canceló y el Zar se negó a recibir a Suvorov. La dura campaña se había cobrado un duro precio en la salud del general y este no tardaría en morir, falleciendo el 18 de mayo.
Prácticamente ninguna persona distinguida se atrevió a acudir al funeral de Suvorov por temor a enemistarse con el Zar; su propia unidad de la Guardia Imperial se ausentó pero sí estuvo acompañado por muchos veteranos de sus campañas. No sería hasta el año siguiente en que el nuevo zar Alejandro I honraría su memoria con una estatua en el Campo de Marte de San Petersburgo. Los méritos de Suvorov serían reconocidos y acabaría convertido en un “dios de la guerra” ruso, que posteriores generaciones de oficiales rusos tratarían de emular. En 1942, la URSS haría suya la memoria de Suvorov, creando una orden militar con su nombre.
Retrato de Suvorov en 1800 (J.H. Schmidt). El retrato fue realizado 4 meses antes de la muerte de Suvorov, a su paso por Praga de vuelta a Rusia. Además de Generalísimo de Rusia, Suvorov fue nombrado Mariscal de Campo de Austria.
Los ideales de Suvorov están recogidos sobre todo en el manual escrito en 1795-1796 mientras entrenaba a las tropas para una previsible guerra contra los revolucionarios franceses y tituló “La ciencia de la Victoria”. El manual estaba escrito de la forma más sencilla y clara posible; y se esperaba que incluso los soldados se aprendieran las partes básicas que Suvorov estaba dispuesto a explicarlas en un lenguaje que ellos pudieran comprar. Pero su preocupación por la preparación de las tropas venía de lejos y ya había empezado a escribir manuales de entrenamiento desde su época de comandante del regimiento Suzdal.
Algunos de los aspectos clave de la doctrina militar serían los siguientes:
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Importancia capital de un eficaz entrenamiento. Para Suvorov un soldado (adecuadamente) entrenado equivalía a entre 3-10 reclutas sin entrenar. El lema “entrenar duro hace la lucha sencilla” fue una de las claves del éxito de Suvorov a lo largo de toda su carrera. El entrenamiento tenía que hacerse pensando en las condiciones reales de combate y no perder demasiado tiempo en complicadas maniobras propias sólo del campo de desfiles.
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Entrenamiento duro (físicamente) pero trato humano de los reclutas. Suvorov aleccionaba a sus oficiales a preocuparse por el bienestar de sus hombres (alojamiento, alimentación y estado físico en general). La disciplina debía ser estricta pero la obediencia del soldado no debía obtenerse a costa de destruir su orgullo. Por ello Suvorov despreciaba el uso excesivo de formalismos propios del mundo cortesano pero que consideraba ridículos en el seno de un ejército donde debían primar los protocolos militares simples y el grado militar.
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Informes claros y concisos. Para Suvorov un informe de un comandante que hablara de que el enemigo en términos vagos como que contaba con “varios batallones” o “mucha caballería” era una clara señal de que era un nichtwisser (un “nosabenada”).
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“Velocidad, vista y asalto”. La triada básica para Suvorov: los oficiales debían mover las tropas con velocidad, ser capaces de valorar la situación táctica con rapidez y precisión al llegar a la escena y proceder inmediatamente a asaltar al enemigo (en ningún caso se trataba de lanzarse ciegamente contra el enemigo nada mas verlo).
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“La bala es estúpida pero la bayoneta es una buena compañera”. No es que Suvorov no valorara la potencia de fuego pero sabía lo fácil que era al atacar enredarse en confusos tiroteos que no resolvían nada. Defendía que había que disparar “poco” pero disparar bien (en el momento oportuno) y no a lo loco, conteniendo el fuegoxiv. Por tanto se debía favorecer la carga a la bayonetaxv.
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Concentración de fuerzas y actitud ofensiva. Las tropas debían estar lo más concentradas posibles y se debía intentar llevar la iniciativa sobre el enemigo. Los largos asedios debían evitarse y las fortalezas o tomadas al asalto o bloqueadas. Ante una ofensiva enemiga era estúpido tratar de guardar todas las posiciones claves o puntos de cruce de un río: si el enemigo cruzaba por varios puntos, tanto mejor ya que se le podía contraatacar si tus fuerzas estaban más concentradas.
Autor: Flavius Stilicho (2015)
Bibliografía:
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Acerbi, E. The 1799 Campaign in Italy.
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Duffy, C. Eagles over the Alps.
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Fremont-Barnes, G. (Ed.). The Encyclopedia of the French Revolutionary and Napoleonic Wars.
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Messie, R.K. Catherine the Great.
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Menning, B.W. Train Hard, Fight Easy: the Legacy of A.V. Suvorov and His "Art of Victory”
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Web Presidential Library Boris Yeltsin: Alexander Vasilyevitch Suvorov.
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Web Russian generals and naval commanders of the napoleonic epoch: Suvorov.
Notas:
i Pedro fue estrangulado por miembros de la Guardia poco después de ser forzado a abdicar.
ii El incidente puede haber servido para limar asperezas ya que se intercambiaron las siguientes misivas. Potemkin escribió al herido Suvorov: “Mi querido amigo, tú por sí sólo significas más para mí que diez mil otros”. La respuesta de Suvorov fue la siguiente: ¡Larga vida al príncipe Gregory Alexandrovich! ¡Él es un hombre honesto, un buen hombre, un gran hombre y moriría feliz por él!
iii En algunas fuentes se dice que el gran visir y comandante otomano era Koca Yusuf Pasha pero en principio parece que este había dejado ese cargo en mayo y Hasan Pasha era su sucesor.
iv En un giro del destino, el hijo de Suvorov, Arkady, moriría ahogado en el río Rymnik en 1811, combatiendo contra los turcos.
v Noble español al servicio ruso en el cual se labraría una notable carrera. Su contribución más famosa fue la de promover la fundación del puerto de Odesa en el Mar Negro en 1794.
vi En homenaje a esta victoria Osip Kolvosky compondría en 1791 el considerado como primer himno ruso: “Suena el trueno de la victoria”, utilizado extraoficialmente hasta la creación en 1833 de un himno oficial.
vii Inicialmente el mando del ejército austro-ruso en Italia lo iba a ejercer el joven príncipe Federico de Orange que había entrado al servicio austriaco tras exiliarse de Holanda. Federico murió de fiebres malignas en enero de 1799.
viii Consultado en septiembre de 1798 sobre los planes de guerra Suvorov propuso un plan claro y directo: 100.000 rusos bajo su propio mando y 100.000 austriacos bajo el de Coburg (ya acostumbrado a recibir ordenes de Suvorov) marcharían directamente en dirección a París, olvidándose de distracciones en frentes irrelevantes. El plan fue rechazado y en su lugar se trató de implementar uno más tradicional con las fuerzas aliadas dispersando sus fuerzas luchando en varios frentes: Países Bajos, Alemania, Suiza e Italia.
ix Suiza era considerada un enclave estratégico por facilitar el paso de tropas entre el frente de Alemania y el frente de Italia.
x Moreau era un general respetado por sus adversarios y el propio Suvorov declaró que no habría gloria en derrotar a un charlatán como Scherer pero sí en vencer a Moreau.
xi Oficialmente se culpó al general ruso Rosenberg de haberse precipitado sin ordenes contra el enemigo en una mala posición. Suvorov descubrió que el inductor había sido el joven gran duque Constantino -uno de los hijos del Zar- al que se vio salir llorando de la tienda de Suvorov, después de lo que se supone fue una buena reprimenda en privado.
xii Durante el combate del 17, los cosacos rusos se dedicaron a incordiar a la legión polaca al servicio francés con gritos de “Praga, Praga”, recordándoles la masacre de 1794.
xiii Mas tarde los rusos magnificaron la acción mitificándola.
xiv Lo de “poco” era en realidad relativo ya que por otro lado esperaba que los soldados estuvieran bien suministrados con munición y a veces impuso hasta 100 cartuchos por soldado, una cantidad muy alta pero útil cuando los rusos se tenían que enfrentar a enemigos como la caballería turca.
xv La carga no era necesariamente una columna cargando confiando en el frio acero. En la campaña de 1799 parece que lo más normal era un avance rápido de la línea rusa con la bayoneta calada y reservando el fuego hasta corta distancia. Una andanada a corta distancia seguida de un firme avance “enseñando la bayoneta” podía romper una formación enemiga sin necesidad de ensangrentar las bayonetas.
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