Parmenión de Macedonia
Este ilustre soldado, fue el más veterano de la terna de generales que lucharon a las órdenes de Alejandro Magno a lo largo de toda su vida; formó parte del grupo de veteranos generales que primero sirvieron a las órdenes de Filipo II y luego a las de su hijo, Alejandro Magno.
Al igual que Antípatro, Parmenión fue uno de los más estrechos colaboradores de Filipo II, pero mientras los derroteros de Antípatro se ligaron a la política y a la regencia del reino macedonio, Parmenión permaneció en la milicia activa toda su vida hasta su muerte.
Su vida y la de sus hijos, estuvo siempre ligada al servicio en el ejército de Macedonia, y a ella se consagró con inquebrantable lealtad; la niñez y juventud de Parmenión, como en todos los personajes de la antigüedad, siempre están inscritas en el limbo de lo indescifrable.
Ciertamente, para los historiadores antiguos, solo importaban los hechos y proezas del personaje, por lo que la vida en general del autor, no solía revestir mucho interés, a menos que fuera un personaje de gran notoriedad, ante lo cual hacían un pequeño esfuerzo por dotar al personaje de todos los elementos que complementaran su vida.
Pero Parmenión, al igual que otros personajes, forman parte de un grupo que podía entrar entre el plantel de personajes secundarios; por lo tanto, no se intentó buscar completar el estudio de su vida en la niñez y juventud, solo queda entrar en el campo de la especulación para hacernos una idea del personaje.
Solo se sabe a ciencia cierta que nació en el año 400 a. de C.; pero quizá no sea muy difícil desgranar como fue su juventud, peno entrando en el campo de lo psicológico, sino de su formación y entrenamiento; este hombre llegó al rango de general entre las fuerzas macedonias, por lo tanto y teniendo en cuenta la rígida casta que imperaba en el ejército macedonio, solo cabe la posibilidad que su condición social estuviera ligada a la nobleza macedonia.
Sus padres debieron por fuerza ser nobles macedonios, para que conforme a una educación esmerada y cuidada, diera en su juventud los pasos necesarios para poder entrar y conseguir el rango de oficial macedonio.
El historial militar de Parmenión en su juventud, también escapa a nuestro control; solo ya cuando era un oficial maduro, se tiene noticias de su participación a las órdenes de Filipo II en el campo de batalla.
Seguramente además de Filipo II, en su juventud militara a las órdenes de algún rey macedonio antecesor a Filipo II, como Alejandro II o Pérdicas III, pero no hay noticias de ello, así que poco se puede contar al respecto.
Alejandro Magno
Desde que en el año 359 a. de C. Filipo II accediera al trono de Macedonia, este se conjuró para convertir el reino macedonio en la primera potencia de la Grecia continental, y a ello se aplicó con sumo entusiasmo; es muy posible que ya por entonces Parmenión ejerciera las funciones de un alto rango en la milicia macedonia.
Parece que el primer enfrentamiento del que se tiene noticia en que participara Parmenión fue en el año 356 a. de C.; Parmeniòn participa en una cruenta batalla a vida o muerte contra una numerosa fuerza del ejército Ilirio al mando de su líder, llamado Grabo.
Tras la batalla, la suerte favorece a las armas macedonias comandadas por Parmeniòn; el reino macedonio se había salvado de la invasión por las fuerzas ilirias, lo cual denota que Parmenión ya formaba parte del engranaje de las fuerzas macedonias en un alto puesto.
Probablemente Filipo II ya tenía en estima a este ilustre general, ya que por entonces Fipilo II batía a las fuerzas del líder de Peonia llamado Lipeo; de manera coordinada Macedonia estaba haciendo frente a una poderosa coalición de reyes de Tracia: Cersobleptes, Amàdoco, Berisiades y Cetrìporis, en la que también entró a formar parte el caudillo peonio Lipeo y el ilirio Grabo.
Que Parmenión formara parte de los lugartenientes de Filipo II y que este tuviera el mando de una parte de las fuerzas macedonias para batir a las fuerzas ilirias liderada por Grabo, demuestra que Parmenión ya tenía un alto puesto entre las fuerzas macedonias.
Sin duda ya con el rango del generalato, con lo cual con su victoria, contribuyó a reforzar su currículum de oficial resuelto; los siguientes años son desconocidos para nosotros sobre como Parmenión vio transcurrida su vida militar.
Es posible, ¡aunque no seguro!, que la victoria de Parmenión en un momento difícil para la integridad territorial de Macedonia, fue más importante de lo que cupiera; y en un momento en que Filipo II no llevaba mucho tiempo en el trono y habida cuenta que los anteriores reyes macedonios anteriores s Filipo II no habían durado mucho tiempo en el trono, parece dilucidarse que no le convenía a Filipo II un general tan célebre.
¿Quizá por eso no se tiene noticias posteriores de Parmenión hasta mucho después?, ¡posiblemente!, aunque parece raro que tras tan notoria victoria, Parmenión no aparezca en los escritos hasta 14 años después.
¿Estuvo en retaguardia?, ¿siguió en la milicia activa, pero como asesor de Filipo II y no participando activamente?; ¡solo queda especular!; el caso es que hasta el año 342 a. de C. no se tiene noticias de nuestro ilustre personaje.
Ciudad de Babilonia
Aquí le vemos en este año destinado al mando de un ejército a la isla de Eubea, para asegurar la influencia macedónica en la zona; ya por entonces la fuerza militar de Macedonia imponía su hegemonía a toda Grecia, a lo que Atenas se había opuesto activamente sin mucho éxito.
Pasa el tiempo y encontramos a nuestro personaje participando en una de las batallas más importantes de la antigüedad, ¡Queronea!; aquí Parmenión junto a Filipo II y su hijo Alejandro Magno (la primea vez que participaba en batalla) liderando el ejército macedonio.
Era el año 338 a. de C., las fuerzas de Atenas y Tebas, las cuales no se llevaban muy bien entre sí, (siempre habían sido rivales) ¡habían hecho de tripas corazón! Y se habían aliado para hacer frente a la fuerza de Macedonia, la cual durante los últimos años había arañado poco a poco un poder tal que podía ser considerada por entonces la principal fuerza militar de Grecia.
Tebas y Atenas también habían, en su tiempo, ocupado el principal puesto hegemónico en Grecia; pero por aquel entonces no eran más que dos potencias importantes, pero militarmente eran potencias de segundo orden las cuales veían celosas el auge de Macedonia.
Filipo II arteramente, ya con la fuerza del ejército ya con la astucia, se inmiscuía en todo conflicto que pudiera darse en Grecia, poniéndose de parte de un bando u otro, según favoreciera sus intereses.
De manera astuta, Filipo II no solo había ganado territorios para su reino, sino que ocupaba posiciones de estratégicas clave en todo el orbe griego, asfixiando a las antiguas potencias atenienses y tebanas, que no se resignaban a renunciar a su antiguo estatus de potencias de primer rango.
Ahora, unidas en alianza militar, decidieron poner fin a la hegemonía macedonia batiendo a su ejército; no sabían que se enfrentaban a la mejor fuerza militar del mundo.
Preparada con todo esmero por Filipo II y habituada al combate desde que el rey subió al trono en el año 359 a. de C.; Filipo II había forjado una fuerza de combate insuperable, a la cual se le añadía muchos años de fogueo en experiencia militar.
Las dos fuerzas contaban con efectivos similares, unos 30.000 hombres los macedonios e igual número los coaligados tebano-atenienses; sin embargo, la iniciativa en la batalla siempre partió del bando macedonio, no quedando a sus rivales mucho margen de maniobra.
Falangista macedonio
La batalla se dio cerca del río Cephisus, lindando con la localidad de Queronea; las fuerzas atenienses se situaron en el flanco izquierdo y los tebanos en el derecho, Filipo II adoptó para la batalla una táctica tan sencilla como eficaz.
Primero hizo avanzar el flanco derecho suyo para toparse con el izquierdo de los aliados, que era donde estaban ubicados los atenienses; acto seguido fingió una retirada para que el ejército aliado perdiera cohesión.
¡Efectivamente!, el centro aliado perdió cohesión y se abrió una grieta que los tebanos tuvieron que taponar con tropas del flanco izquierdo aliado. Aun así, el centro era débil y el centro macedonio al mando de Parmenión cargó contra el centro aliado.
La irrupción de los veteranos de Parmenion por el desorganizado centro coaligado rompió las líneas griegas de manera definitiva, sin posibilidad de reacción para los rivales de los macedonios recompusieran el centro de su dispositivo.
También a la vez, los macedonios que se estaban retirando de su flanco derecho se detuvieron y plantaron cara a los atenienses que les estaban persiguiendo. Los macedonios atacaron con fuerza y las fuerzas griegas huyeron, mientras las fuerzas tebanas también se retiraron, ya que era imposible taponar el centro coaligado, roto por los macedonios.
También a la vez que los macedonios pasaron a la ofensiva en el centro y su derecha, enviaron a su izquierda a la caballería macedonia, (mandada por el que sería el gran Alejandro Magno) para cargar por donde estaba ubicado el “batallón Sagrado” tebano (unidad miliar de élite tebana la cual resultó masacrada) para deshacer el flanco izquierdo coaligado.
En definitiva fue una victoria total para Filipo II, la cual aseguraba su hegemonía en la Grecia continental sin ningún rival de altura que pudiera ya hacerle frente; a lo largo de 21 años desde que accedió al poder, Filipo II había engrandecido los territorios de Macedonia y había establecido la hegemonía en toda Grecia, ¡pero no era suficiente!.
Efectivamente, el rey macedonio tenía en mente nuevas empresas; la siguiente en prioridad, era que comprendía que el imperio persa había jugado sus bazas de manera inteligente.
Aprovechando que su potencia militar había mermado desde la época de la expedición del príncipe persa Ciro “El joven”, (allá por el año 404 a. de C. para reclamar el trono persa a su hermano Artajerjes II) había decidido poner en liza el oro y plata que tenía acumulado en depósitos estratégicos en sus principales ciudades.
Persépolis, Susa, Pasargada eran ciudades donde a lo largo de años desde que se creó el imperio persa, hacía casi 200 años, los persas habían acumulado unas inmensas reservas de riquezas incalculables, ya por fruto del saqueo a otros países, ya por el dinero recaudado a sus Satrapías o provincias, hecho que sucedía anualmente y con puntualidad.
Catapulta lithobolos
El oro persa inundó Grecia, comprando a políticos, aliados, militares etc..; la misma guerra del Peloponeso que sacudió Grecia en los años 431-401 a. de C. es un ejemplo de ello; hora apoyando al bando ateniense, hora al espartano, los persas derramaron ingentes cantidades de dinero apoyando al rival que desearon, siempre que pudieran sacar réditos de la situación.
Con ello, consiguieron que casi toda Grecia estuviera en guerra, se debilitara y que no pensaran en atacar Persia, que dicho de manera clara, ¡era un gigante con pies de barro!, o dicho de otro modo, aunque militarmente era una potencia respetable, el nervio y dinamismo que habían convertido Persia en una gran potencia, habían debilitado sus instituciones y su administración civil enormemente, en medio del lujo y placer que aportaban sus riquezas.
Filipo II era consciente de todo eso, y soñaba con que las zonas costeras griegas del mar Egeo, (lo que hoy sería la costa mediterránea de la actual Turquía) sometidas a la autoridad persa, fueran liberadas por él y que se integraran en el aparato político griego bajo hegemonía macedonia.
Filipo II antes del conflicto con Atenas y Tebas había creado una confederación de aliados griegos llamada “liga Calcídica”, una Confederación de ciudades circundantes del reino de Macedonia, en la que todos se reconocían por iguales, pero en la que implícitamente se reconocía la hegemonía del reino macedonia.
Ahora Tebas y Atenas y sus respectivos aliados también quedaban englobados en dicha liga; salvo Esparta y algunas ciudades que la secundaban (una molestia sin ninguna importancia para Filipo II) se podía decir que Macedonia establecía su hegemonía en toda Grecia.
No obstante, Filipo II había intentado que Esparta entrara en su Confederación presionando a sus líderes, pero la respuesta de estos fue un tanto lacónica o como diciendo, ¡me da igual!.
Cuando el rey macedonio llega a Corinto y despacha a los espartanos una misiva "invitándoles" a someterse, recibe la respuesta en la misma carta; al final de la misma y en letras grandes se leía un claro y rotundo:
¡NO!.
Filipo II se queda pasmado ante una respuesta de este tipo sabiendo los espartanos que podía aplastarlos sin problema alguno; decide intentarlo de nuevo Invade entonces Filipo II el territorio de Laconia (cuya capital es Esparta), y al escribirles preguntándoles como querían recibirle en su tierra, como amigo o como enemigo, los espartanos respondieron también de manera concisa:
¡Ni lo uno ni lo otro!.
Mapa de la batalla de Queronea año 338 a. de C.
El rey Filipo II se convence de que los espartanos aunque no pueden hacerle frente, son tan testarudos que prefieren su destrucción a someter a la hegemonía macedonia; decidió entonces el rey macedonio arrebatarles una importante porción de terreno sin casi oposición, el cual fue entregado a sus rivales de la ciudad de Argos.
Finalmente el macedonio deja a los espartanos por imposibles, pues tampoco le interesa a esas alturas en que está diseñando un nuevo orden para Grecia, terminar con una de las dos más afamadas ciudades de Grecia (después de Atenas) a las cuales en el fondo admiraba mucho; se contenta con haberlos debilitado después de esta incruenta incursión.
Filipo II prepara la guerra contra Persia, ahora su oro no le servirá de nada, ya que los posibles corruptos en las distintas ciudades de Grecia no osarán enfrentarse a la temible Macedonia; los persas están en el fondo aterrados, no les queda otra que aguantar la envestida de Filipo II.
Este prepara la expedición con todo esmero y dedicación, a parte de su excelente ejército, decide que las ciudades de Grecia sometidas a su hegemonía y autoridad participen en un esfuerzo común a todos los griegos, ya que esta es una expedición encaminada para acabar con el odiado enemigo, ¡todo lo más parecido a una cruzada de fuerzas griegas para acabar con el opresor persa!.
Filipo II decide hasta completar los preparativos de la expedición enviar una fuerza de avanzadilla que allane el terreno; la zona de la Troade griega (el Noroeste de la actual Turquía) sometida a Persia es la zona de invasión elegida.
Una fuerza de 10.000 hombres entre macedonios y aliados y mercenarios griegos, todos capitaneados por nuestro general Parmenión y otros como Atalo (cuya sobrina era la nueva esposa de Filipo II) y Amintas encabezan la fuerza de ataque macedonio.
Era el año 336 a. de C. y durante ese año los progresos macedonios fueron importantes en esa zona, pillando desprevenidos a los persas arrebata importantes zonas del Noroeste del imperio a los enemigos de Macedonia.
Desde Abidos hasta la ciudad de Éfeso, todas las ciudades costeras sometidas a los persas son ocupadas por la fuerza greco-macedonia; sin embargo, al año siguiente el contraataque persa fue demoledor.
Comandando las fuerzas persas, el mejor de los generales persas, un griego de la isla de Rodas llamado Memnón, hace retroceder en el 335 a. de C. a los expedicionarios hasta la misma costa de Abidos, perdiendo buena parte de las ganancias territoriales del año anterior.
Caballería de Tesalia
Los macedonios también habían sufrido un requiebro moral, el año anterior el rey macedonio Filipo II había sido asesinado (posiblemente por una conjura persa) por un amante suyo llamado Pausanias, miembro de su guardia personal.
Parmenión, se había declarado leal al nuevo rey macedonio, Alejandro Magno; sin embargo la posición del segundo en el mando, Atalo no era clara, ya que su sobrina había tenido un hijo con Filipo II y era un aspirante al trono macedonio en contraposición a Alejandro.
Atalo fue asesinado por Alejandro, el cual no quería que este con parte de sus fuerzas conspirara contra él o se pasara al bando persa; esta situación y el abandono momentáneo de la expedición contra Persia debió pasar factura a la moral de la expedición, hecho que los persas explotaron convenientemente.
Parmenión asumió personalmente la autoridad en toda la fuerza expedicionaria, pero no pudo hacer nada ante el contraataque persa; sin embargo, Alejandro Magno asumió bajo su liderazgo la empresa de invadir Persia, sin embargo esta se retrasó hasta el 334 a. de C.
La expedición desembarcó en uno de los escasos puntos costeros que les quedaban a los macedonios, cerca de la zona de Abidos; a partir de entonces y una vez que los expedicionarios macedonios se unieron al ejército macedonio desembarcado, cuyas fuerzas se componían de:
-12.000 infantes macedonios (con seis regimientos de falangitas –cada uno de los cuales contaba con 1.500 hombres y 3.000 hipaspistas, batallones de elite, en los que se incluía también la Guardia real o “agema” ).
- 1.800 jinetes de los Compañeros (hetairoi).
- 900 infantes ligeros del interior de Macedonia.
- 6/7.000 infantes de las tribus del norte (epirotas, ilirios, tríbalos, peonios y tracios).
- 1.800 jinetes tesalios.
5.000 mercenarios griegos, sobre todo etolios y acarnanios, y un contingente relativamente pequeño de la Liga de Corinto.
-7.000 hoplitas y 600 jinetes.
A todos ellos hay que añadir la flota con 160 trirremes, unos 40.000 hombres entre remeros y hoplitas de las naves.
Macedonia antes de la expansión de Filipo II y Alejandro Magno
A Alejandro se le unieron los, posiblemente, los 8.000 macedonios y mercenarios griegos supervivientes de la expedición a Asia bajo el mando de Parmenio y que habían conseguido mantener una cabeza de puente en la orilla asiática del Helesponto.
En Macedonia quedaron 12.000 infantes y 1.200 jinetes bajo el mando de Antípatro, gobernador del reino de Macedonia en ausencia del monarca.
En total, más de 40.000 soldados greco-macedonios al mando de Alejandro Magno iniciaban la tarea de conquistar, no solo las ciudades de la costa del Egeo en manos de Persia, sino lo que Alejandro planeaba en secreto, la conquista total del imperio persa.
Tras las primeras vicisitudes las fuerzas persas de la región (el ejército persa era lento en formarse) dieron batalla a los macedonios en el río Granico; la batalla se inició cuando los macedonios cruzaban el río.
En la batalla solo una parte del ejército macedonio tomó parte en la batalla, ya que el cruce del río requirió su tiempo; alrededor de unos 7.000 infantes y 5.000 jinetes liderados por Alejandro trabaron combate con la fuerza persa, unos 20.000 jinetes persas y unos 18.000 mercenarios griegos al servicio de Persia.
La víspera de la batalla en ese mismo año del 334 a. de C., Alejandro había llegado al atardecer al río Granico; aunque no es muy seguro, dado que las fuentes antiguas se contradicen, parece que Alejandro quiso cruzar inmediatamente el río, a lo cual Parmenión, como segundo al mando y el hombre de más experiencia en todo el ejército, le aconsejó que atacara al amanecer anticipándose a las fuerzas persas.
Alejandro rechazó desdeñosamente la idea, ya que él no tenía porque mostrarse comedido ante los persas, dado el calibre de su ejército; ¿verdad o mentira?, hay quien dice que todo fue mentira y que la conversación no se produjo y todo fue una invención para resaltar la valentía y atrevimiento de Alejandro.
El caso es que la batalla se produjo al día siguiente, la misma fue un triunfo clamoroso de Alejandro; los macedonios formaban con la falange macedonia en el centro del dispositivo macedonio nuestro general Parmenión en el flanco izquierdo al mando de la caballería de tesalia, griega y tracia y Alejandro con su caballería en el flanco derecho.
El cruce del río fue dificultoso y la totalidad de las fuerzas macedonias no pudo luchar por completo contra los persas, solo unos 12.000 hombres se enfrentaron directamente a los persas.
Los macedonios, en concreto su caballería, después de derrotar y poner en fuga a la caballería persa, se dirigieron contra los mercenarios griegos al servicio persa que estaban estacionados a retaguardia de la caballería persa.
Complejo cívico de Pella, capital de Macedonia
Atacados por retaguardia por la caballería de Alejandro y en el calor de la lucha, no se tuvo muchas contemplaciones con los mercenarios: la masacre sobre los mismos fue generalizada.
A pesar de enfrentarse a los macedonios con increíble resolución, 15.000 mercenarios murieron en el empeño, 2.000 fueron llevados prisioneros a Macedonia para ser empleados en labores agrícolas (la mano de obra agrícola en Macedonia se había reducido, como consecuencia de la movilización para la campaña persa) y un millar de ellos escaparon para posteriormente reunirse con su jefe que también escapo, ¡Memnón de Rodas!.
La campaña siguió su curso de manera triunfal para Alejandro, dado que en este artículo solo hacemos referencia a Parmenión, eludiremos las campañas de Alejandro de manera meticulosa, haciendo referencia solo cuanto Parmenión intervenga, ya que de lo contrario el artículo se eternizaría.
Alejandro siguiendo el curso de la costa del mar Egeo, siguió realizando la empresa planeada inicialmente por su padre Filipo II (la cual no pudo realizar porque fue asesinado) liberó las ciudades costeras se origen griego ocupadas por los persas, una de ellas en particular, Halicarnaso, le dio sumos problemas, (la defensa de la misma la realizó el resolutivo mercenario rodio Memnón de Rodas).
Pero finalmente Alejandro obstinadamente logró su expugnación; con la conquista de la costa del mar Egeo, Alejandro conseguía que poderosa flota persa no tuviera ninguna base en la que aprovisionarse en las cercanías, teniendo que dirigirse a la lejana Fenicia para ello.
Pero el general Memnón no estaba dispuesto de facilitar las cosas a Alejandro, la flota de Alejandro había tenido que ser disuelta por ser su mantenimiento muy costoso para las arcas macedonias.
En consecuencia, la poderosa flota persa compuesta por unas 400 naves al mando de Memnón se enseñoreaba del mar Egeo y sus islas, las cuales empezaron a caer poco a poco en su poder o bajo su influencia sin que Alejandro pudiera hacer nada.
Mientras, Alejandro se imponía la conquista de la región de Analotolia bajo su poder; no obstante, la llegada del invierno le forzó a realizas un “impasse” en la campaña para que las tropas descansasen y varios oficiales macedonios marchasen a Macedonia para reclutar tropas, ya que las tropas habían sufrido a lo largo de la campaña 3.000 bajas en infantería y 300 entre su caballería, ¡Había que reponer las pérdidas!.
A Parmenión, Alejandro le confió el cometido de limpiar de persas la región de Anatolia; al mando de las tropas aliadas griegas, nuestro ilustre general pasó por la ciudad de Sardes (antigua capital persa en Asa Menor) y el valle del Hermo hasta la región de Frigia, donde el sátrapa de la región Aticide se mostraba desafiante; mientras, Alejandro se dirigía a la región de Licia.
Mapa de la batalla del Granico año 334 a. de C.
Alejandro posteriormente se estableció en la localidad de Fasélide, al Oeste de Licia; allí Alejandro y Parmenión desarrollaron una intensa correspondencia entre ambos, respecto a un sujeto que Parmenión había despachado a Alejandro.
Este hombre había sido encontrado por Parmenión en la región de Frigia, era un espía persa mandado desde la ciudad de Susa y sin duda por Darío III; llamado Sisines y posiblemente dotado de gran inteligencia, debió convencer a nuestro veterano general de que poseía valiosa información.
Sisines suministró información de que el príncipe macedonio Licestas de nombre Alejandro, (el cual militaba en la caballería tesalia bajo mando de Parmenión) había entrado en tratos con los persas para asesinar a Alejandro Magno a cambio de la fabulosa cantidad de 1.000 talentos de oro y el trono de Macedonia (esto último era difícil, quizá respaldarle militarmente, pero poco más).
Cierto o no, quizá Alejandro magno no quiso arriesgarse a que su homónimo de mismo nombre tuviera realmente esas intenciones así que tras consultar el tema con sus allegados, se decidió despachar un mensaje a Parmenión para proceder a su arresto inmediato.
Así que el príncipe Lincesta Alejandro permaneció permanentemente encarcelado hasta finales del año 330 a. de C., año en el que fue juzgado por traición y ejecutado por ello.
Alejandro salió de Fasélide realizando una campaña de conquista nada fácil, solo cuando entró en la ruta que el general Parmenión había realizado en Frigia, pudo beneficiarse de cierta tranquilidad, dados los progresos de nuestro viejo general.
En la localidad de Gordio, las fuerzas de Alejandro y los recientes reclutamientos efectuados en Macedonia, contactaron con las de Parmenión y ya todos juntos, se prosiguió la campaña.
Finalmente la muerte del mejor general persa, Memnón de Rodas, hizo que el rey persa Darío III movilizase su ejército y al mando de él personalmente, dirigirse a batir a Alejandro y sus fuerzas.
Esto era lo que deseaba Alejandro, una batalla campal en la que pudiera batir a la totalidad de la fuerza persa, con ello conseguido, los persas deberían ser derrotados con facilidad y la campaña proseguiría sin gran esfuerzo.
Peltasta tracio
Los dos ejércitos se aproximaron para la batalla; el rey Darío III que tenía sus fuerzas acantonadas en Babilonia, marchó al Oeste para contactar con el enemigo. Por el contrario, Alejandro marcho al este para la contactar con los persas.
Tras haber establecido su base en Cilicia, el rey macedonio atravesó la cadena montañosa de los montes Tauros; Parmenión ocupó un estratégico desfiladero, un angosto paso, que desembocaba en el terreno llano de la región de Siria.
En Tarso Alejandro enfermó varios meses debido a un baño que había hecho en las heladas aguas de un río, lo cual empeoró dado que había cabalgado y estaba sudoroso y acalorado, ¡casi muere!, pero su médico particular, Filipo el Acarniano, logró salvarle in extremis.
Este punto es interesante y lo cual dio que hablar bastante, su muerte hubiera dado al traste con la expedición y las intrigas por asumir el poder hubiera puesto a Macedonia al borde del colapso; a pesar de la fortaleza del estado macedonio y lo resolutivo que resultaba su rey, demostraba que el no tener sucesión hacía muy vulnerable a Macedonia si por desgracia moría su rey.
Dado el carácter belicoso y temerario de su líder, Macedonia demostraba tener poca visión de futuro, en particular su rey Alejandro, el cual no había hecho nada en previsión de su ausencia del trono; lo cual se vio realmente cuando murió Alejandro, una lucha desgarradora entre sus generales por repartirse el poder jalonó muchos años y muchas batallas.
¡Pero no nos desviemos del tema!, tras recuperarse el rey macedonio de las fiebres, se preparó para el decisivo combate contra el rey persa; Era el año 333 a. de C. cuando ambos ejércitos se batieron en la cercana localidad de Issos.
Como paso previo el rey persa se había establecido para batallar cercana llanura de la localidad Soros; allí su inmenso ejército conformado por 200.000 hombres podría desplegarse con habilidad.
Por supuesto este era un beneficio que Alejandro no pensaba otorgarle, éste se estableció en la costa del golfo de Issos, un paso estrecho y angosto en el que podría maniobrar mejor con su pequeña fuerza de 40.000 hombres a la par que si la fuerza persa luchaba allí le costaría mucho más desplegar a su numerosa fuerza.
¡De echo!, en la lucha solo desplegaría un parte de su fuerza, estando el resto en retaguardia al serles imposible su despliegue por el estrecho terreno, no hay duda de que Alejandro sabía lo que se hacía.
Hubo un impasse haber quien era el primero que se movía, ya que ninguno de los dos reyes deseaba moverse de sus estratégicos lugares de acampada; finalmente fue Darío III el que se movió, marcho al norte, cruzo por un paso desconocido por Alejandro y se colocó en la retaguardia de Alejandro.
Hipaspista macedonio
El campamento y base de Alejandro situado en Issos donde tenía su impedimenta y los heridos que no podían participar en la batalla fueron presos por los persas los cuales les cortaron las manos y los enviaron de vuelta a las líneas macedonias como advertencia de lo que les esperaría si eran derrotados.
Alejandro marchó al norte a interceptar al ejército pesa y lo encontró estacionado cerca del río Pínaro; pero el enfrentamiento, aunque no es muy seguro, posiblemente se dio el otro río cercano, el Kuru Cay, en una llanura angosta, lo cual benefició enormemente a Alejandro, ¡la suerte estaba de su parte!.
Darío III estaba enormemente motivado para luchar con su rival a la vez que impaciente, así que acepto el terreno aunque desde el principio, se notó que las fuerzas persas se encontraban incómodas al maniobrar en tan estrecho terreno.
Pero el rey persa no se amilanó ante la adversidad, ¡era un guerrero que ya había probado su valor en batalla anteriormente!, y ahora lo haría con Alejandro; así que siguió con sus planes de enfrentarse con el rey macedonio y derrotarle de manera clara y contundente.
La victoria de Alejandro fue memorable, pera no fue tan fácil como parecía; en el centro de sus fuerzas estaba la temible falange macedonia y en ambos extremos, la caballería macedonia a la derecha y la de Tesalia y demás caballería griega aliada a la izquierda mandados por Parmenión.
El choque fue tremendo, Alejandro quería enfrentarse con el rey persa para darle muerte cuanto antes, con el rey muerto Persia capitularía sin objeción; el caso es que cuando se acercaba a las posiciones centrales del ejército persa, donde estaba apostado Darío III, Alejandro atacó con terrible ímpetu.
El caso es que dejó un hueco entre la falange macedonia y su caballería, momento que fue aprovechado por los mercenarios griegos al servicio de los persas, que en número de 30.000 atacaron de flanco a la falange macedonia, lugar en el que eran terriblemente vulnerables.
Si la falange macedonia hubiera sido desarticulada, Alejandro se habría encontrado en una difícil situación, el caso es que a punto estuvo de desintegrarse (aunque felizmente lograron recomponer la situación, gracia a que la caballería macedonia les ayudó tras poner a Darío III en fuga), lo cual demostró que el carácter temerario de Alejandro podía pasarle alguna vez factura, no cabe duda de que la suerte le acompañó en algunos momentos.
Vestigios de la antigua ciudad persa de Susa
Lo cual y con perdón, me hace recordar la célebre frase de Napoleón cuando le recomendaban a algún general para tal o cual cometido, este decía, “¡vale, vale, pero díganme, ¿tiene suerte?”, no cabe duda de que habría obtenido la aprobación de Alejandro, si se le hubiera sido presentado.
Alejandro enfiló directamente contra el centro persa y tras aniquilar a la guardia que protegía a Darío III intentó trabar combate con él; aunque no pudo, éste aguantó todo lo que pudo y cuando vio que Alejandro había derrotado a su Guardia de Inmortales y se acercaba a capturarle, no dudo en retirarse para luchar en mejor ocasión.
Esto puso fin a la batalla, la cual hasta entonces no estaba nada clara, con el centro en peligro y con la izquierda macedonia atacada por una innumerable masa de caballería persa que había hecho que la caballería de Parmenión hubiera tenido que ceder terreno ante el empuje persa, no sabemos qué hubiera ocurrido si no hubiera triunfado Alejandro en el ataque por el centro persa.
Tras la batalla Alejandro se hizo con el tesoro persa que llevaba Darío III consigo, más de 3.000 talentos con el que pagar a las tropas y hacer frente a otro tipo de gastos; también capturó a la familia real persa, incluido a un alto número de damas nobles persas instaladas en Damasco, las cuales capturó Parmenión.
Alejandro Magno siguió a continuación la ruta para despejar toda la costa mediterránea de bases en la que la flota persa se pudiera aprovisionar, la marcha continuaría hasta Egipto.
La ciudad de Tiro quiso permanecer neutral, pero Alejandro quiso honrar al Dios Melkart, el cual tenía su templo en la isla donde Tiro tenía su nueva capital; (la antigua estaba con base en tierra) los ciudadanos de Tiro le respondieron que si quería hacer sus oraciones las hiciera en la zona vieja, pero que en la nueva él ni nadie entraría.
Alejandro, poco acostumbrado a que se le contrariara, dijo que rezaría por las buenas o por las malas, así que un largo y duro asedio de siete meses le costó a Alejandro su capricho de rezar en el templo de Melkart de Tiro, ya que ciudadanos se defendieron con terrible resolución.
Parmenión no vivió mucho las operaciones se asedio, ya que fue enviado a la región de Siria en previsión de que los persas pudieran estar montando un contraataque futuro y para pacificar la región para cuando Alejandro volviese a la zona.
Con la marcha de Parmenión a Siria, este se perdió las operaciones posteriores de la campaña de Alejandro; la posterior expugnación de la combativa Tiro, la toma de la fortaleza de Gaza, que también le dio que hacer, aunque no tanto como Tiro.
Posteriormente Alejandro entró en Egipto en el año 332 a. de C., donde la guarnición de Menfis capitulo ante el enorme despliegue de sus fuerzas; luego Alejandro marcho al Oeste, al desierto de Siwa, donde los sacerdotes de un templo situado en las cercanías le confirmaron su carácter divino como hijo de Amón.
Museo al aire libre de Menfis (Egipto)
Tras poner los mimbres de la que en un futuro sería la más poderosa ciudad del Mediterráneo, ¡Alejandría!, marchó nuevamente al norte para, cruzando Egipto y Fenicia, marchar al encuentro del enemigo persa, donde probablemente tomó contacto con las fuerzas de Parmenión.
Hacía dos años que Alejandro había luchado con Darío III derrotándolo contundentemente y este había escapado con la esperanza de formar un ejército aun mayor que el que batir a su enconado rival.
Estos dos años le había dado tiempo a Darío III a congregar un inmenso ejército, las cifras son imprecisas y dadas las fuentes antiguas de magnificar el ejército persa para mayor gloria de Alejandro, las cifras nunca se sabrás certeramente.
Posiblemente alrededor de 500.000 hombres (aun también se barján entre el millón y los 250.000 hombres) reunió Darío III, si bien gran parte de ellos son milicias con poco entrenamiento, dispuestas para que el ejército abultara más e impresionara al adversario.
El problema es que la superioridad numérica nunca amilanó a Alejandro, es más, creo que lo estimuló para ser mucho más competitivo; la batalla se dio en un pequeño pueblo llamado Arbela y fue conocida por la batalla de Gaugamela.
Allí Darío III preparó el terreno con sumo cuidado, se aseguró que el terreno estuviera lo suficientemente llano para que sus fuerzas pudieran desplegarse comodidad y sin entorpecimientos de ningún tipo.
La caballería persa era sumamente numerosa, unos 45.000 jinetes que intentarían flanquear al enemigo y atacarles por retaguardia; no poseía la tropa de 30.000 mercenarios griegos que había tenido en Issos, pero tenía a 4.000 de ellos, los cuales situó en el centro del dispositivo persa.
Allí junto con la reconstruida Guardia de los Inmortales, formarían las principales fuerzas que le protegerían en caso de que los macedonios, intentaran como en Issos hacerle prisionero.
Previamente a la batalla Darío III le había ofrecido a Alejandro un acuerdo pacífico en el que intentó que este se aviniera a negociar un acuerdo razonable; le daría todas las tierras al Oeste del río Éufrates, (las cuales ya poseía de Facto) una alianza formal con el casamiento de su hija mayor con él y el pago de una gigantes cantidad de 30.000 talentos por su familia prisionera.
Filipo II
El tema lo discutió en asamblea con sus allegados; Alejandro ya lo tenía claro, pero quería saber el parecer de sus lugartenientes. Parmenión defendió con pasión la oferta del rey persa y cuando vio que Alejandro rechazaba de plano la idea comentó imprudentemente lo siguiente:
“Hubiese aceptado la oferta si me la hubieran hecho a mi”
A lo que no menos arrogantemente respondió Alejandro:
“También la hubiera aceptado si fuese Parmenión”
A lo que este se retiró del consejo sumamente furioso; la discusión existió pero los términos de la misma parecen imprecisos, hay quién afirma que todo fue inventado para magnificar la valentía y osadía de Alejandro por conquistar Persia por completo y sin condición alguna, ofreciendo en contrapunto un Parmenión, conservador, prudente en exceso, muy precavido.
El caso es que parece que en el equipo de Alejandro Magno, los más viejos y veteranos de sus mandos barajaban el poder fin a la lucha, sobre todo cuando a retaguardia, las conquistas sobre territorio persa no estaban consolidadas por completo.
La batalla de Gaugamela se celebró en el verano del 331 a. de C., cerca de la aldea de Arbela; las disposición de los ejércitos encierra una similitud muy cercana a la batalla de Issos, solo que aquí Darío III preparó previamente el terreno a su conveniencia para que sus tropas pudieran formar sin trabas ni estrecheces.
La ausencia de la calidad de los mercenarios griegos fu sustituido por tropas indígenas armadas también como los hoplitas persas; además aquí Darío III pudo contar con una caballería de mayor nivel que en Issos, ya que en esta batalla no pudieron llegar a tiempo para ayudar; estaba compuesta por los temibles jinetes escitas, sacas y bactrianos, caballería pesada y de un gran nivel.
Nuestro personaje, el general Parmenión formó como en anteriores envites en el flanco izquierdo del ejército macedonio con la caballería griega y la de Tesalia; tendrían que realizar una misión delicada, ya que aguantaría la embestida de la enorme masa de caballería que conformaba el flanco derecho persa.
Esto ayudaría a que Alejandro Magno, el cual estaría en el flanco derecho macedonio, avanzaría oblicuamente hasta penetrar en el centro del dispositivo persa; allí estaría Darío III y allí confluiría su caballería hasta acercarse todo lo posible a su persona.
Esperaba que como en Issos, pronto cundiría el pánico en su persona y se retiraría con prontitud, esperando esta vez capturarle o en su defecto, otorgarle la victoria; ya que con su huída, la victoria estaría cantada sin duda para el bando macedonio.
Mapa de la batalla de Issos año 333 a. de C.
La batalla se desarrolló como Alejandro esperaba, pero Parmenión tuvo que aguantar un ataque persa recio y contundente; aguanto lo indecible, ya que la masa de caballería persa que confrontaba con Parmenión y sus jinetes crecía por momentos.
Parmenión vio tan apurada la situación que envió mensajes desesperado a Alejandro para que acudiera en su ayuda; si lograban desbordarle por el flanco izquierdo, los persas podrían rodear a los macedonios y atacarles por retaguardia, con lo cual el signo de la batalla sería el fin de Alejandro y sus tropas.
Algunas unidades persas lograron infiltrarse en los escasos huecos que dejó Parmenión y pudieron dirigirse al campamento macedonio y saquearlo; pero la línea de Parmenión aguantó bien y eso fue lo importante.
Alejandro pudo penetrar en el dispositivo central de Darío III y acercarse a su persona provocando el miedo en el rey persa, ya que este veía como se acercaba a su adversario; Darío aguantó estoicamente la llegada de Alejandro, ya que preveía que su huída desmoralizaría a la tropa.
Pero cuando la penetración del rey macedonio se hizo muy cercana, Darío temió que por su valentía podía provocar que lo capturaran, perdiendo la oportunidad de intentar luchar más tarde, así que optó por retirarse.
La retirada del rey persa obró el efecto que Alejandro deseaba, la moral persa se derrumbó y Alejandro obtuvo su victoria; hay quien dice que la llegada del mensaje de Parmenión hizo que Alejandro no pudiera perseguir al rey persa, pero este rumor no era más que un intento de denigrar al viejo general macedonio en detrimento de Parmenión, el cual se había granjeado varios enemigos con su obrar prudente.
El flanco derecho persa perdió fuelle cuando corrió el rumor en sus líneas de la huida del rey persa, lo cual vino de maravilla a Parmenión y su caballería griega, la cual estaba aguantando más de lo debido.
La retirada persa fue generalizada y Alejandro obtuvo la victoria final, aunque uno de sus objetivos que era la captura del rey persa fracasó, ya que este pudo zafarse de su perseguidor y eludirle.
Pero el rey macedonio podía mostrarse ufano y alegre por el triunfo clamoroso que obtuvo en batalla; éste se dirigió a Babilonia, la principal ciudad de los contornos que se encontraba relativamente cercana a la batalla.
Ciudad hostil al dominio persa, (lo cual había llevado a estos últimos a derruir sus fortificaciones tiempo atrás, para evitar que se parapetaran tras sus murallas, hartos los persas de sus continuas rebeliones) la población dio la bienvenida a su salvador a la par que la guarnición persa evitó toda maniobra hostil, dado que ni tenía fortificación en la que defenderse ni población que les ayudase.
Peltasta agriano
Pero Alejandro Magno tras un breve periodo de descanso se lanzó a la captura del rey persa, no iba a dejar a Darío III tiempo para que este pudiese levantar un nuevo ejército; por el contrario Darío III si confiaba en este punto y se había dirigido a las Satrapías de Este con este fin.
El objetivo inmediato de Alejandro era la captura de los depósitos de dinero que los persa tenían enterrados en las principales ciudades del imperio; primero le tocó el turno a la ciudad de Susa, la principal ciudad del reino tras Persépolis.
Allí el tesoro encontrado por Alejandro era simplemente, ¡fabuloso!, 40.000 talentos en lingotes de oro y plata y 9.000 talentos en daricos de oro; aunque en la ruta de invasión persa Alejandro ya había logrado hacerse con un importante dinero, fruto de los saqueos a las ricas ciudades persas, (recordemos que cuando desembarcó en Persia, solo tenía dinero para mantener operativo a su ejército tres meses) sus estrecheces monetarias desaparecían de golpe y porrazo.
Pero esto solo fue una parte de las reservas persas, aun había mucho dinero más del que apoderarse, lo cual indica a la perfección como en el pasado, los persas aunque militarmente ya no eran tan fuertes militarmente, había logrado que sus enemigos griegos bailasen al son de su música en lo político, comprando con el oro persa las conciencias de muchos políticos y armando y financiando a sus enemigos en cuestión, cuando Persia lo estimó oportuno.
Enfrentando a atenienses y espartanos junto a sus aliados, Persia evitaba que los ojos de los griegos se dirigiesen a sus fronteras, las cuales habían visto como en el año 401 a. de C., un ejército mercenario griego, se había paseado, adentrándose profundamente en sus dominios (léase la “Anábasis” de Jenofonte o también la batalla de Cunaxa) hasta llegar casi a Babilonia y volver a la Grecia continental sin que los persas pudieran exterminarlos para dar ejemplo a sus enemigos.
Pero ahora era diferente, un líder del pueblo macedonio les había invadido y derrotado y cuando le ofrecieron un acuerdo ventajoso en el que se incluía 30.000 talentos, éste los despreció, ya que ¿por qué conformarse con un poco pudiendo tenerlo todo?, Alejandro tenía por meta la completa conquista del imperio persa, y ahora no se detendría a dejar a medias la empresa proyectada por él.
Persépolis, la principal ciudad y oficiosamente podría decirse, capital del imperio persa, era la siguiente ciudad que se hallaba en el camino del Este y donde a buen seguro se hallaría ahora el rey persa, así que Alejandro siguió camino del Este en caza de su presa.
Tras batalla y derrotar al pueblo de los Uxios, (los cuales habitaban los Montes Zagros, sitos entre Susa y Persépolis) Alejandro enfiló directo a la capital persa; dividió sus tropas en dos columnas, la más móvil se dirigió a la capital y la otra compuesta por las fuerzas aliadas griegas y tropas mercenarias mandadas por Parmenión, avanzarían más lentamente, ya que estaban encargados de custodiar la larga caravana de pertrechos del ejército macedonio.
Falange macedonia
Parmenión, buscando quizá un camino más cómodo para la larga caravana que tenía a su custodia y dado que no tenía que combatir, enfiló rumbo Sur, dando un amplio rodeo por los Montes Zagros que le llevó a otro gracias al cual, marchó al Norte, lo cual le llevó a las llanuras de Persépolis y enlazó con las fuerzas de rey macedonio.
Alejandro no podía como Parmenión perder el tiempo buscando una ruta más segura, su objetivo era evitar que las fuerzas de Darío pudieran rehacerse y presentarle batalla, objetivo primordial ahora mismo.
Alejandro enfiló el camino directo que le llevó a Persépolis, más antes de entrar en la ciudad tuvo que hacer frente a una enérgica resistencia por parte de los persa liderados por un Sátrapa llamado Ariobarzanes, el cual custodiaba una garganta enclavada en una llanura que desembocaba a la capital Aqueménida, (dinastía que gobernaba Persia) por lo cual defendería su posición con denodado ardor.
Alejandro atacó impaciente en un asalto frontal, pero los persas habían fortificado convenientemente la posición y fue rechazado con una lluvia de proyectiles; el rey macedonio no se arredró y gracias a prisioneros capturados se enteró de que había un sendero que rodeaba la posición persa.
Por la noche cruzó con sus tropas dicho sendero y por la madrugada sorprendió a la dormida fuerza persa que no se esperaba encontrarse con los macedonios a su retaguardia.
El ataque sumió a los persas en el caos más absoluto, obligando a estos a retirarse de su precia posición y sucumbiendo en gran número, ¡pocos escaparon!; el camino de Alejandro estaba expedito a la capital de Persépolis, ya que ahora el camino de ésta, no era más que una llanura imposible de defender.
La capital persa capitulo ante los macedonios sin oposición alguna (de hecho, denegaron la entrada a la misma a las tropas persas capitaneadas por Ariobarzanes que habían huido de la anterior batalla, los cuales sucumbieron cuando toparon con el avance de Alejandro a la capital) con la esperanza de que respetase la ciudad.
Pero Alejandro había prometido a sus soldados por resarcirse de anteriores posibles saqueos a los cuales había denegado el permiso, las tropas entraron como un torrente por la ciudad, sometiéndola a un saqueo despiadado, ya que las ricas casas de los nobles persas fueron un objetivo tentados para la tropa de Alejandro.
Salvo el palacio imperial, la ciudad su saqueada sin control; sin embargo faltaba lo la asombroso, el depósito principal del tesoro persa encontrado en la ciudad, se cifraba en un valor en oro, plata y objetos preciosos fruto del saqueo y recaudación tributarias a lo largo de decenios en la colosal cifra de 120.000 talentos.
Máquina de asalto Helepolis
La posterior toma de la ciudad de Pasargada, (la primitiva capital Aqueménida de los tiempos de Ciro el Grande) con su tesoro intacto, 6.000 talentos, es algo que a principios de la campaña de Alejandro habría llenado de alegría al rey macedonio, pero que hoy por hoy y dado el dinero que había capturado a los persas, podría ser contemplado como una modesta ganancia.
El palacio persa que se había salvado por orden expresa de Alejandro del saqueo generalizado de la ciudad, fue objeto de discusión sobre su futuro, parece que entre Alejandro y Parmenión uno una acalorada discusión, ya que este último parecía inclinarse a que dicha estancia se mantuviera intacta, a lo que Alejandro parece que no estaba muy inclinado a ello.
El destino de dicho palacio estaba sentenciado, y una cena que desembocó en una orgía, llevó a los comensales, ebrios de vino a coger unas antorchas y quemar la antigua residencia real Aqueménida.
Darío III se había establecido en Ecbatana, la principal ciudad del imperio persa en el Este del imperio y capital de la Satrapía de “Media”; allí mientras Alejandro descansaba en Persépolis intentaba, con el dinero que se había llevado en la larga retirada, agrupar las fuerzas estacionadas en esa zona del imperio, a la par que realizaba nuevos reclutamientos en esa zona.
Pero Alejandro no estaba dispuesto a dejar un estrecho margen para que Darío se recuperase, en la primavera del 330 a. de C., inició la persecución a su viejo enemigo; la alocada persecución de Alejandro sobre Darío fue la de un lobo que olía la sangre que dejaba la oveja herida, ya no cejaría el rey macedonio en su persecución, sin tregua ni reposo.
Darío al tener noticias de que Alejandro se acercaba marchas forzadas, salió de Ecbatana rumbo Norte; ¡Alejandro le acechaba continuamente!; en su marcha, el rey macedonio intentó llevar lo más móvil y granado de sus fuerzas, (unos 20.000 hombres, en su mayoría macedonios) para imprimir velocidad a la persecución.
Con la salida de Ecbatana de Darío III, Alejandro después de tener noticias de este suceso, ya no tuvo interés por entrar en la ciudad, sino que siguió con su objetivo en mente; Parmenión fue enviado en labores logísticas mientras Alejandro perseguía al rey persa.
A Parmeinón se le confió la misión de ocupar y Satrapía de Media y vigilar que el convoy del dinero persa (el mismo que había en Persépolis) llevaba sano y salvo a Ecbatana; dado el dinero que contenía, hizo que estuviera muy bien custodiado, nada menos que 6.000 falangistas macedonios se ocuparon de su vigilancia en dicho trayecto.
Soldados macedonios
A continuación Parmenión había recibido la orden de dirigirse a la cercana costa del mar Caspio, donde los “cadusios”, aliados de los persas, había que reducir y cerrar el paso al norte de las montañas de Elbruz a cualquier retirada persa.
A Parmenión se le presentaba una agitada campaña, pero inesperadamente recibió una contraorden, la cual fijaba en que permaneciera con sus fuerzas en la ciudad de Ecbatana, mientras Alejandro perseguía implacablemente al rey Darío.
La persecución se dirigió más y más al norte, donde el poder del rey persa estaba escasamente cimentado, ya que eran regiones que nunca había visitado y en las cuales detentaban en poder los Sátrapas del este, entre los que había algunos de ellos, formando parte de la comitiva que le acompañaba en su retirada.
La salida de Ecbatana hizo que al rey persa se le presentaran los primeros problemas, ya que los Sátrapas del Este veían una absoluta cobardía esta continua retirada; los files a la persona del rey persa eran cada vez más escasos, solo un pequeño núcleo de mercenarios griegos supervivientes a la derrota de Gaugamela y el Sátrapa Artabazo (los cuales le habían acompañado en tan trágica retirada) eran las personas con las que él podía contar.
La continua retirada hizo que entre los persas empezaran a menudear las deserciones, algunos de los cuales eran fieles al rey persa pero que habían abandonado ya toda esperanza; el Sátrapa persa llamado Beso (el más importante del grupo y el que agrupaba en su persona al grupo hostil al rey persa) no dejaba a este solo ni a sol ni a sombra.
La retirada llegó a unos extremos en que ya no había moral ni ley y en la que Beso dio un golpe de mano, encadenando al rey Darío y prosiguiendo la retirada; mientras, los fieles al rey incluyendo los mercenarios griegos, abandonaron a Beso, siéndoles imposible liberar al rey dada su escasa fuerza.
Alejandro encabezó la persecución con fuerzas aun más ágiles, solo caballería, en total 6.000 jinetes; tenía noticias por los desertores de los sucesos de la captura del rey persa y Alejandro quería capturar al rey vivo, ya que temía que a este pudiera sucederle algo malo.
Beso debió tener noticias de que Alejandro se acercaba cada vez más cerca, así que decidió dispersarse con su gente y deshacerse del rey persa, ya que dificultaba una retirada ágil al ser transportado en un carro pesado.
Extensión del imperio de Alejandro Magno
Finalmente Alejandro halló el carro del rey persa, encontrando a este herido de muerte, ya que previamente había sido apuñalado y dejado abandonado por sus acompañantes, impidiendo al rey macedonio que capturara vivo al rey persa.
Cerca de la ciudad de Hecatómpilo tuvo lugar la tragedia; lo cual sirvió para que el rey macedonio estableciera provisionalmente su base en esa ciudad, en espera de que la fuerza de infantería que le seguía detrás, le alcanzase.
Darío fue tratado con suma deferencia y llevado a Parsépolis para ser enterrado; con este episodio se podía decir a ciencia cierta que la campaña de conquista del imperio persa había finalizado victoriosamente.
¡Efectivamente!, el imperio había sido ocupado en su mayor parte, sus principales ciudades conquistadas y aunque pudiera existir algún foco aislado y algunos pueblos rebeldes,(que seguramente no conocieran a Alejandro Magno y muy posiblemente ni a su anterior rey Darío III) Alejandro se reivindicaba como nuevo rey del imperio persa sin casi oposición.
Y digo casi porque el Sátrapa persa Beso, se autoproclamó heredero del imperio y aquí Alejandro encontró la excusa perfecta para poder seguir con su campaña de conquistas, ya que estaba muy lejos como la tropa de saciar su sed de realizar nuevas empresas.
Como medida final a la campaña de Persia Alejandro optó por realizar la siguiente medida: desmovilizar las tropas de la “Liga de Corinto”; las tropas aliadas que habían acompañado a Alejandro en la campaña fueron desmovilizadas ahora que los objetivos se habían alcanzado, Persia había sido conquistada y estas fuerzas ya no eran imprescindibles para sus futuros planes.
No obstante, Alejandro quiso que los voluntarios en sus filas que deseasen seguirle en el futuro pudieran hacerlo, pero ya no como aliados de la Liga, sino como simples mercenarios contratados.
Alejandro derrochó generosidad con los soldados licenciados, una suma de 2.000 talentos sirvió como gratificación para los griegos; estos se dirigieron a la costa de Siria y embarcados a la isla de Eubea, donde fueron libres a partir de entonces de hacer lo que quisieran.
Bien es cierto que dado el dinero conseguido por Alejandro en Persia y el que ofreció tanto a sus soldados como a ciertos gobernantes, se puede decir sin el menor equívoco, que el rey macedonio derrochó una generosidad sin límites para con sus amigos y aliados, algo que ningún caudillo militar hizo en el pasado ni tampoco en el futuro.
Hondero etolio
Alejandro también maniobró estratégica y políticamente en este sentido, las fuerzas de infantería de la Liga habían permanecido en batalla en segunda línea sin protagonismo relevante, algo que Alejandro nunca necesitó.
Solo las fuerzas de caballería tuvieron un protagonismo dado su valía; las fuerzas de la Liga de Corinto habían establecido unos vínculos especiales con Parmenión, ya que estas siempre en los grandes combates formaron la izquierda (la caballería) del flanco del ejército macedonio.
Dado que Alejandro había puesto fin a la campaña y que los aliados ya no eran necesarios (el rey macedonio había recibido regularmente de Macedonia un suministro regular de tropas macedonias y sobre todo de mercenarios griegos) decidió licenciarlos ya que habían establecido un peligroso vínculo con Parmenión.
Y es que parece que las relaciones del Alejandro con Parmenión no pasaban por un buen momento; la discusión por seguir con la campaña tras la oferta de paz del rey persa, antes de la batalla de Gaugamela o la discusión sobre si destruían o no el palacio de Persépolis habían minado sus relaciones.
El hecho de que Alejandro persiguiese al rey persa y que Parmenión permaneciera a retaguardia custodiando el tesoro macedonio podía ser un indicador de que Alejandro ya no contaba enteramente con nuestro viejo general.
Bien podía achacarse a que Parmenión ya rondaba los 70 años y que la custodia del tesoro capturado por Alejandro exigía de una persona de confianza, ¡pero no nos engañemos!, el año anterior Parmenión había luchado en Gaugamenla derrochando gran valentía, y no parecía tener por entonces achaque alguno y el hecho de licenciar a los griegos, a los que Parmenión apreciaba, (sentimiento recíproco) parecía indicar que no quería Alejandro que Parmenión tuviera una fuerza adicta solo a él.
Los jinetes tesalios que militaban en el bando de los griegos aliados jugaron un papel importante en la batallas y Parmenión estuvo orgullosos de ellos; ¡de hecho!, unos de los escuadrones tesalios, el de Farsalia, sirvió como Guardia personal suya.
Las tropas macedonias viendo el proceder de Alejandro con los griegos aliados montaron en cólera, llevaban cuatro años de dura campaña, lejos de su patria y de sus seres queridos, ya se había dado fin al imperio persa y a su rey, ocupando Alejandro tal puesto, por lo que ya no eran necesarios y querían volver a sus hogares.
Alejandro alegó que un Sátrapa llamado Beso se hacía proclamar sucesor de Darío III y que el rey macedonio no podía tolerar tal insulto, por lo que tenía que acabar con este usurpador; las tropas estaban hartas y se armó un jaleo impresionante cercano al motín.
Alejandro hubo que apelar a toda el arte oratoria para evitar que los díscolos macedonios se pusieran en franca rebelión, (recordemos que desde la época de Filipo II, los soldados tenían que ratificar el nombramiento del rey macedonio, hecho que sucedió con Filipo II y Alejandro Magno, hasta ese punto tenían poder los simples soldados para poner y quitar al rey de Macedonia) y convencerles de seguir con la campaña.
Olimpia de Epiro
Alejandro procedió a perseguir encarnizadamente a su enemigo el límite Oriental de las Satrapías del Este, donde Beso tenía a otros Sátrapas de su parte o como poco, hostiles a Alejandro.
Fue una dura campaña en la que finalmente Alejandro consiguió capturar y ejecutar al pretendiente al trono persa; sin embargo esos sucesos carecieron de importancia pata nuestro personaje.
Parmenión permaneció en retaguardia, ya sin participar en la milicia activa efectuando labores de administración; sin embargo el viejo general podía sentirse orgulloso de los servicios prestados a Macedonia y en particular primero al rey Filipo II y posteriormente a su hijo Alejandro Magno.
Además tenía sus dos hijos militando en el ejército macedonio y en puestos de responsabilidad; Filotas en particular, lo podemos encontrar como uno de los más estrechos colaboradores del rey macedonio al mando de la caballería de los “Compañeros” o “Hetairoi”, la élite de la caballería macedonia formada por los más allegados de Alejandro Magno y compuestos por la juventud de la nobleza macedonia; ocho escuadrones de entre 200 y 300 jinetes, (entre 1.500 y 1.800 jinetes), conformaron este prestigiosos cuerpo en la campaña de Persia.
En ese año de octubre del 330 a. de C. se produjo un grave suceso, lo que se conoció como la “conjura de los pajes”, fue un intento de asesinar a Alejandro; abortado el hecho se intentó buscar a los culpables.
“Los pajes”, antes de seguir con el relato, eran los miembros de la juventud macedonia en los que existía la costumbre de que en la adolescencia fueran enviados al ejército macedonio para foguearse en campaña, pero en un principio efectuaran labores auxiliares y no militares hasta que crecieran.
Existía una tradición, que se remontaba a los tiempos de Filipo, por la cual los hijos de de los macedonios ricos e influyentes, al llegar a la adolescencia eran seleccionados para pasar al servicio del Rey.
Implicaba este servicio, a más de la asistencia a la persona del monarca, actuar de guardia cuando se retiraba a dormir. Acompañaban también al rey cuando éste montaba a caballo, haciéndose cargo alguno de ellos del caballo cuando lo traían los palafreneros, y ayudaban al rey a montar del modo persa, siendo sus competidores en las jornadas de cacería.
La conjura de los pajes ocurrió del siguiente modo, en una cacería en la que participó Alejandro, un jabalí envistió al rey macedonio antes de que este pudiera lanzarle su lanza; no pudo replicar Alejandro al animal ya que un paje llamado Hermolao reaccionó abatiendo al animal.
Mapa de la batalla de Gaugamela año 331 a. de C.
Alejandro se sintió furioso consigo mismo por no haber reaccionado a tiempo a la envestida del animal; así que pagó Hermolao la torpeza de Alejandro, lo azotó en presencia de los otros pajes a la par que le despojaban de su caballo.
Hermolao sintió un odio inmenso con el que hasta entonces era su benefactor, hasta tal punto de que urdió un complot para asesinarle; confió a otro paje, (amigo y amante suyo) un tal Sóstrato, (hijo del general macedonio Amintas) de sus planes para asesinar al rey.
Es más, consiguió que se uniera a la conjura; otros pajes se unieron al complot de Hermolao: Antípatro, el hijo de Asclepiodoro, que había sido sátrapa de Siria; luego a Epímenes, hijo de Arseo; a Anticles, hijo de Teócrito, y a Filotas, hijo de Carsis el tracio.
Se convino entre todos en que cuando le correspondiera el turno de guardia de noche a Antípatro, asesinarían a Alejandro, atacándole cuando ya estuviera acostado, dormido e indefenso.
Como se enteró Alejandro de la conjura parece no estar claro según las fuentes antiguas, puede ser según relata el historiados Aristóbulo de que una mujer siria que tenía el don de la predicción advirtió a Alejandro de que algo se tramaba contra su persona.
Alejandro en un principio no pareció darle mucho crédito, pero al final cambió de opinión, y le otorgó cierta confianza, hasta el punto de tener acceso a su persona y convertirla en vigilante de sus sueños mientras este dormía.
En la noche de la conjura cuando Alejandro había participado en una fiesta, este decidió retirarse a su tienda para dormir; pero la adivina se lo impidió, aconsejándole que siguiera en la misma, Alejandro entendió que la adivina le estaba haciendo una solemne advertencia por lo que obedeció su consejo.
El complot de los pajes se fue al traste, ya que el rey persa no se presentó a su tienda cuando Antípatro montaba guardia en su tienda y los conjurados estaban listos para ejecutar su diabólico plan.
Alejandro Magno asediando la ciudad de Tiro en Fenicia, año 332 a. de C.
A pesar del fracaso del plan, podían haberlo intentado de nuevo otro día, pero parece ser que los implicados en la trama no pudieron sujetar la lengua mucho tiempo; Al día siguiente Epímenes, el hijo de Arseo, uno de los conjurados, comentó a Caricles, hijo de Menandro, a la sazón su amante, todo el complot.
Caricles lo contó a Euríloco, hermano de Epímenes, y este Euríloco se presentó en la tiendo de Alejandro a narrarle con todo lujo de detalles el asunto a Tolomeo, el hijo de Lago, miembro de la guardia personal de Alejandro.
Al momento informó éste de todo a Alejandro, quien ordenó acto seguido la detención de aquellos que Euríloco había mencionado. Sometidos a tortura, confesaron su complot y citaron los nombres de los demás conjurados.
Según parece entre los miembros de la trama conspiratoria salió en nombre del hijo de Parmenión, Filotas; la trama conspiratoria fue juzgada y sentenciada sumarísimamente; fue condenado por la asamblea de macedonios libres y ejecutado.
La costumbre de la época en Macedonia era también matar a todos los parientes varones del culpable, por lo que Alejandro Magno envió órdenes a Ecbatana, en Media, para que asesinaran a su padre Parmenión. No había pruebas de que Parmenión estuviera implicado en la conspiración, pero no tuvo la oportunidad de defenderse.
Sus soldados, al enterarse de la muerte del veterano general, por poco se sublevaron. Sin embargo, Alejandro Magno había mandado una carta para que fuese leída a los soldados al mando de Parmenión, en la cual explicaba las razones de la ejecución de su comandante y de la traición de Filotas, lo cual aplacó la revuelta, pues los soldados entendieron que Parmenión no se iba a quedar tranquilo con la ejecución de su primogénito y único hijo vivo (pues los otros dos habían perecido), por lo que aplacaron la cólera y devolvieron la confianza al rey.
La muerte de este general, compañero de armas de Filipo II de Macedonia, ha dado lugar a muchas y muy variadas interpretaciones. Lo cierto es que Parmenión se encontraba en la retaguardia del ejército de Alejandro Magno con la misión de aprovisionarlo.
Hipaspista macedonio
Parmenión en posesión de un número indeterminado de fuerzas y en posesión del tesoro real, podía cortar las comunicaciones y la ruta de aprovisionamientos del ejército macedonio, por lo que su sola presencia era un peligro para el rey, a la par de que su relación con Alejandro no era tan sólida como antaño.
Tras la noticia de la muerte de su hijo, la reacción de Parmenión era imprevisible y pudo estallar una rebelión al mando de Parmenión, lo cual hubiera puesto en un serio aprieto a Alejandro. Aunque a ciencia cierta, jamás se podrá saber la reacción de este gran general ante tan amarga noticia.
Previamente al complot de asesinato del rey macedonio, nuestro viejo general Parmenión tenía el corazón abrumado por el dolor; su otro hijo llamado Nicanor, un oficial que también militaba en la guardia de los “compañeros” de Alejandro y que había participado en todas las campañas, había fallecido de una enfermedad.
Esto le libró a Nicanor de ser ejecutado por la “conjura de los pajes” aunque él no hubiera participado en la misma, ya que como vimos, Parmenión por ser padre de Filotas, fue ejecutado aunque no intervino ni de lejos en el asunto.
Por mi parecer y con las explicaciones del rey y a fuerza de conocer el entramado militar macedonio, mi parecer es que Parmenión no se hubiera rebelado contra la autoridad real.
Hombre que haya pasado toda su vida al servicio de la causa real, primero con Filipo II y luego con Alejandro Magno, tenía imbuida en su pecho el servicio a su nación y a sus rey; que se rebelase como un traidor esta, creo, que fuera de toda duda y es posible que como mucho, hubiera dimitido de su cargo y vuelto a Macedonia para residir en sus posesiones.
Claro que es bien difícil saber la evolución de un corazón herido por la muerte de sus dos hijos y que dado que las relaciones con su rey, no hubiera podido tener una reacción imprevisible, lo que Alejandro cortó de raíz.
Pero conociendo al servidor leal que era Parmenión, aunque discrepante con su rey, es bastante dudoso que se hubiera puesto en rebelión, traicionando todo en lo que creía; podía ser un hombre con algún cierto grado de carácter, sus discusiones con Alejandro son prueba de ello, pero ante todo Parmenión tenía un solo designio, servir a su patria y dudo que la hubiera traicionado, aun con su corazón abrumado de dolor por la muerte de sus dos hijos.
Río Indo (India)
Autor: eljoines.
Bibliografía:
- Cuaderno Historia 16, “Alejandro Magno”, Nº31.
- Satrapa1.
- Wikipedia.
- Biografía de Alejandro Magno.
- http://www.uam.es/proyectosinv/sterea//atlas/alejandro.htm.
- http://autormat.wordpress.com/2008/06/28/conjurados/.
- eljoines's blog
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buen escrito Eljoines, bien dices que se te da lo de la historia antigua, pero... ¿quién soy yo para decirlo?, que lo digan los que saben ;-)
Muy bueno Eljo!!
Anda... que menudo atracón te has dado de lo griego ultimamente...!!!!
Tienes razón amigo Coracinero je,je,je; tal a sido el empacho, que ya se me acabó la munición de lo greco-macedonio, así que hasta dentro de X tiempo, San se acabaron temas de temática similar.
saludos
Jajaja, sí, tienes personajes como para hacer un libro recopilatorio. Con un prólogo y un epílogo, ya tienes el libro escrito.
Sobre Parmenión, no sé si veo esto muy claro:
Pero conociendo al servidor leal que era Parmenión, aunque discrepante con su rey, es bastante dudoso que se hubiera puesto en rebelión, traicionando todo en lo que creía; podía ser un hombre con algún cierto grado de carácter, sus discusiones con Alejandro son prueba de ello, pero ante todo Parmenión tenía un solo designio, servir a su patria y dudo que la hubiera traicionado, aun con su corazón abrumado de dolor por la muerte de sus dos hijos.
A mí siempre me ha dado la impresión de ser un poco el superviviente de la vieja escuela, de los tiempos de Filipo y anteriores, con una visión más conservadora, tanto en lo militar como en lo político. En este sentido, no creo que hubiese tenido problema en conspirar contra Alejandro, tal como hacían los nobles macedonios "de toda la vida", y menos aún cuando Alejandro se había cepillado a sus hijos.
Aunque también hay que tener en cuenta la paranoia de Alejandro, que le hacía ver conspiraciones por todas partes...
La verdad Manolillo, no se hasta que punto se le subió a Alejandro a la cabeza el hecho de que en en Egipto, en el templo de Siwa le proclamaran hijo del Dios Amón; ¿verdaderamente se lo creyó?.
Ciertamente las victorias y el no encontrar un verdadero oponente que le estimulara en combate, pudo hacer mella en su orgullo y como se diría hoy en día, ¡se lo tuviera muy creído! je,je,je.
Quizá solo cuando realizó la campaña en la India, el rey hindú que ahora no me viene el nombre, fue quizá el único que en batalla le puso las cosas un poco difíciles, aunque Alejandro reaccionó con inteligencia y supo vencer a tan valiente rival.
Para acabar Manolillo, decirte que he mentido como un bellaco ja,ja; miré la reserva de articulillos que tengo, y he visto que tengo uno sobre la fallida campaña de Alejandro Magno en la Península Arábiga, la cual no realizó porque murió antes de realizarla, pero casi la tenía preparada.
un abrazo chavalote
Por otra parte, podemos observarlo desde una óptica "hegeliana", en cuanto a que con Alejandro se produjo el choque más llamativo entre una "tesis" (polis griegas) y su "antítesis" ( imperios orientales) que dio lugar a una "síntesis" (monarquías helenísticas). En ese sentido, Parmenión pudo aparecer como "contrapeso" de ese antiguo régimen griego (aunque en su versión macedónica, claro), es decir, partidario de que la voluntad de los ciudadanos (los oligarcas, por supuesto) impusiera limitaciones a la arbitrariedad del rey.
Ciertamente, tanto él como su familia tenían peso específico y prestigio social, y Alejandro sería consciente de lo peligrosos que podrían volverse. Además de cuestionar su visión oriental de la monarquía, esa que, como dices, empezó a manifestar en el santuario de Siwa.
PD: Pues hala, adelante con la frustrada campaña de Alejandro a Arabia, que seguro que es una gozada de leer, como siempre.
Buen artículo. Tu redacción si algo tiene es que te mantiene despierto y es ligera, pero...;
- Ante un artículo tan detallado, presenta notas al pie de página con la bibliografía de dónde has sacado eso. Soluciona muchas dudas a los que estamos leyendo.
Mis dudas son:
- ¿Dónde has sacado que "la costumbre macedónica" sea asesinar a todos los familiares de un conspirador?
- ¿Que fue más importante, la muerte de Filotas o la muerte de Parmenion? ¿Quien era más peligroso para Alejandro? Hay tesis muy buenas, de historiadores muy buenos, que contradicen lo que tu has dicho, defendiendo que habia motivos de Alejandro para asesinar a Parmenion, y el pretexto fue su hijo Filotas. A saber, Robin Lane Fox Alejandro Magno: Conquistador del Mundo, o por ejemplo, A. Bosworth Alejandro Magno, o incluso autores anglosajones, Hammond Alexander the Great.
- ¿De dónde sacaste que la conjura empezó con un jabalí? No hablas de la proskynesis, ni hablas de la orientalización de Alejandro. La historia del jabalí es la más conocida, pero el castigo no fue porque Alejandro estuviera enojado. Se habia orientalizado el ritual de la caza, en Persia, era costumbre que el rey hiciera siempre el primer disparo al blanco, y quien desobedecía esta regla era azotado. La muerte de un jabalí era un acto especial porque permitia al joven muchacho a reclinarse en el symposio (banquete) segun las costumbres macedonias. Esto ya venia de lejos, pues habia muchas facciones del ejército que estaban en contra de la orientalización de Alejandro, una de ellas Calístenes. El echo que Alejandro azotara al paje como manda la tradición persa, y negarle el acceso al banquete como manda la macedonia, fue el detonante de un malestar permanente que llevaba años produciendose desde los primeros intentos de introducir la proskynesis en el ejército.
Por último, te voy a proponer 1 tema para tu siguiente artículo:
- Arsinoe II, hija de Ptolomeo I Soter y Berenice I. Si encuentras quien fue el cuñado de Arsinoe II y quien fue su abuelo, podras comprender la importancia de los matrimonios macedónicos como alianzas, y comprenderas porque Alejandro se casó con Stateira y Parysatis, y con Roxana, y porqué de la orientalización del Imperio Macedónico que llevó a la Conjuración de los Pajes.
Hola Zabini, a mi se me hace que ya tienes tu opinion formada sobre esos temas, y que seguro podes hacer tus propios trabajos sobre los temas que te interesan o, en este caso, oprovechar el trabajo de otra persona como disparador para debatir lo que creas conveniente. Aca nos encanta intercambiar opiniones y lo que tenga para aportar cualquier forista.
Por otra parte, no creo que eljoines necesite que le arrimen temas.
Te dejo el link de presentaciones, para que te des a conocer a la comunidad de MH, haciendo click aqui.
Me alegra de que te gustara el artículo Zabini., respecto a tus preguntas, intentaré contestarte en la medida de lo posible:
- ¿Dónde has sacado que "la costumbre macedónica" sea asesinar a todos los familiares de un conspirador?
Bueno, si estudias un poco las costumbres del periodo real macedonio, encontrarás esta constumbre (bárbara que duda cabe) como usual. Pero no es una costumbre extraña y que no lo hicieran los macedonios, ¡la de déspotas de distintos países que la han puesto en práctica!, es increíble.
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- ¿Que fue más importante, la muerte de Filotas o la muerte de Parmenion?
En el plano militar verás que ninguna de las dos pérdidas en importante, ya que tras ello Alejandro contaba con una pléyade de oficiales que junto a su genialidad militar, no hizo que se resintieran estas dos bajas ni un ápice.
Otra cosa es cual de los dos bajas sería importante para Alejandro Magno en el plano de poder encontrarse con un problema gordo. Que duda cabe que la una muerte iba ligada con la otra en el plano de acción=consecuencia., la muerte de Filotas era igual a que Parmenión pudiera cortar las comunicaciones de retaguardia de Alejandro (o quizá no, es una incógnita).
En resumidas cuentas, las dos bajas estaban entrelazadas y no se podían separar., aunque que duda cabe que Parmenión podía ocasionar más problemas que Filotas.
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¿De dónde sacaste que la conjura empezó con un jabalí?
Pues de la historia misma como tu ya corroboras., respaldo lo que tu comentas, pero en lo referente a Alejandro le castigó al paje. no por enfado de Alejandro sino por que el paje le quitó su derecho a matar al jabalí primero, es un relato en el que se destila la mezquindad si es un relato fidedigno.
Alejandro azota al paje por abatir al jabalí, pero resulta (si no me equivoco) que Alejandro se cayó del caballo y el jabalí se revolvió contra él., la oportuna intervención del paje salvó a Alejandro de que el jabalí lo invistiera (con o sin posibilidad de muerte).
¿Como responde Alejandro?, en vez de premiar al Paje, le arrea una azotaina bien dada por usurpar su derecho a abatir primero al jabalí, sin tener en cuenta el hecho anterior. ¿Nó es mezquindad?, ¡que venga Dios y lo vea!.
No obstante me extraña en una persona como Alejandro esta reacción, una persona generosa para con los suyos y más si le ayudaban, (como este era el caso). ¿por una pijotada de, yo primero derribo el jabalí solito, y no cedo el privilegio aunque este me saque las entrañas?.
¡No lo veo claro!, este pasaje se me antoja muy raro, aunque las reacciones de Alejandro eran muy imprevisibles, pasando del buen humor a un ciego furor cuando se le contradecía., pero en este suceso, no veo la acción=reacción muy lógica, y si fue así punto por punto, demostró ser un arrogante en el que la indignación del paje está más que justificada, sin duda se hubiera dicho, ¡quien me manda intervenir, mejor que le hubiera sacado los higadillos de cuajo!.
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Por último, te voy a proponer 1 tema para tu siguiente artículo:
- Arsinoe II, hija de Ptolomeo I Soter y Berenice I
Bueno, te agradezco la propuesta, pero no me estimula o interesa., los artículos que yo hago son porque me atraen o me llaman la atención. Luego todo es fácil, buscar fuentes, y elaborar el tema con ilusión y ganas.
Nunca he hecho un tema por encargo. Todos son porque me estimulan o atraen mi atención por tal o cual cosa. Si el tuyo me hubiera parecido atrayente lo abría aceptado con gusto, al fin y al cabo, nunca sabes cuando se te va a presentar un tema que te atraiga, muchos de los que he creado, se me aparecieron de repente o por leer algo en el foro, Internet etc...
No obstante, yo te propongo que si te parece atrayente el tema te pongas a la labor y crees un buen artículo., al fin y al cabo no hay que ser un escritor profesional para crear un artículo de historia, o tener unos altos estudios para ello (aunque ayudan je,je). Yo aunque he creado numerosos artículos de historia, solo soy un aficionado en tales lidies, como otros muchos en Mundo Historia.
Vuelvo a repetirte, si crees que el tema es interesante, te animo a que hagas un artículo sobre Arsinoe II, al fin y al cabo, el esfuerzo y la ilusión son lo que importa, no te exigimos que hagas un trabajo de académico, ¡ánimo!.
saludos
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Gracias fraszz, el ánimo de la gente siempre anima a uno a seguir en la brecha.
saludos