El megalitismo en Cataluña: la facies del ampurdanés
Durante el periodo histórico comprendido entre finales del V e inicios del IV milenios aC. y la segunda mitad del III milenios aC. se manifiesta en Cataluña el fenómeno cultural del megalitismo, el cual presenta una diversidad funeraria caracterizada en tres facies de las cuales nos centraremos en el estudio de la zona geográfica correspondiente a la facies del ampurdanés pues actualmente la secuencia de esta facies sirve de referencia para el resto del territorio catalán.
Para ello nos basaremos principalmente en la obra de Josep Tarrús quien presenta en ella los resultados de los 25 años de investigación sobre el megalitismo del Alto Ampurdan, investigación orientada en un principio a los dólmenes de la cuencas de l’ Orlina y l’Anyet pero que cambió sus objetivos a partir del descubrimiento del poblado neolítico de Can n’Isach en 1987 el cual permitía conocer un posible hábitat de los grupos constructores de megalitos.
Poblado neolítico de Ca n'Isach
La cronología que establece Tarrús para el megalitismo de esta zona está basada en el material arqueológico tanto de estructuras megalíticas como de yacimientos de hábitat, aun cuando hace falta tener en cuenta la escasez de material perteneciente al neolítico medio y final en relación al material calcolítico, causado probablemente por la reutilización de estos espacios hasta la Edad del Bronce. Además, las dataciones por C14 a partir de dos sepulcros de corredor con cámaras subcirculares de los yacimientos de Arreganyats y Tires Llargues nos remiten al momento inicial de la construcción de este tipo de sepulcros en torno al V e IV milenios cal. aC., contemporáneos a la fase II del poblado de Can n’ Isach, hecho que sitúa al Alto Ampurdan en el posible núcleo más antiguo del megalitismo catalán, aun existiendo una fase pre-megalítica más antigua y un megalitismo más antiguo en otras zonas de la Península Ibérica como pueden ser el sur y el norte de Portugal y Galicia. Hace falta tener en cuenta que estas dataciones son antiguas y por lo tanto se deberán revisar a partir de los nuevos métodos para realizar las dataciones radiocarbónicas.
La secuencia cronológica del megalitismo en esta zona se divide en cuatro fases, además de una fase pre-megalítica, que corresponden al periodo comprendido entre el neolítico medio inicial y pleno hasta el neolítico tardío o el calcolítico reciente. Esta secuencia es el punto de referencia para el resto del territorio catalán. Así, durante la fase pre-megalítica se documentan las primeras cistas con túmulos y los grabados megalíticos aun cuando también es posible que se construyeran los primeros menhires.
Cista con túmulo Tomba del General
En la primera y segunda fase megalítica (IV milenios hace falta. aC.) se documentan los sepulcros de corredor con cámaras y los sepulcros de corredor con cámaras trapezoidales, ambos de corredores estrechos, así como la presencia de menhires que se pueden relacionar con los sepulcros de corredor. En cambio, durante la tercera fase (primera mitad del III milenios hace falta. aC.) se documentan los sepulcros de corredor que han evolucionado hacia una cámara rectangular así como galerías catalanas con corredores más amplios en forma de V o U. También parece que es en este momento cuando se inicia o se intensifica el uso de estructuras paralelas (cuevas y abrigos sepulcrales, para-dólmenes, etc.).
Galería catalana de Vinyes Mortes I. Aún conserva parte del túmulo.
Por último, en la cuarta fase encontramos el mismo proceso de simplificación que se documenta en otras zonas de la Península Ibérica como por ejemplo Portugal, encontrando ahora cámaras simples de tipos cofre con vestíbulo-pozo y cámaras pirenaicas con puerta-ventana además de ser el momento principal de las sepulturas alternativas que irán sustituyendo a los dólmenes durante la Edad del Bronce, época en la que no se construyeron sepulcros megalíticos pero sí se reutilizaron los existentes.
Cámara simple de tipo cofre con vestíbulo-pozo Salt d’en Peió
La arquitectura durante el neolítico reciente y el calcolítico presentaba una dicotomía entre la arquitectura destinada a los vivos y la destinada a los muertos. La primera responde tan sólo a la búsqueda de espacios habitacionales en aquellos lugares más aptos para el cultivo, a menudo en las llanuras de los pies de montaña o en valles internos, mientras que la segunda buscaba ocupar los lugares más destacables para hacer visible su monumentalidad con la que marcarían el territorio y se reafirmarían como grupo.
Las tumbas artificiales se dividirían en dos grupos: las cistas con túmulo, individuales o dobles, serían todavía una arquitectura pre-megalítica que a veces presenta en los túmulos una estructura compleja con muros radiales; y los dólmenes, tumbas colectivas megalíticas que presentan una clara evolución desde los sepulcros de corredor con cámaras subcirculares o trapezoidales a cámaras rectangulares y, durante el calcolítico, evolucionaron hacia dólmenes simples, suponiendo un momento de ruptura arquitectónica. Además, se cambia el acceso que pasa de ser lateral, desde el borde del túmulo, a ser central, como por ejemplo en los de tipo cofre con vestíbulo-pozo y en las cámaras pirenaicas. También se documenta una evolución en la distancia en altura entre los pasillos y la cámara, desde unos 30 a 50 cm. hasta igualarse con la cámara formando galerías.
Sepulcro de corredor con cámara trapezoidal de Comes Llobes
Por otra parte, se documentan sepulturas alternativas que presentan una gran diversidad en esta zona: se aprovechan las escasas cavidades naturales, los abrigos naturales, para-dólmenes, cuevas-dolmen y cuevas semi-artificiales, así como también se han documentado 18 menhires falimorfos, antropomorfos con escotadura superior y en estrella, que podrían tener como funciones indicar la proximidad de las necrópolis o ser hitos territoriales o recintos de uso social y religioso.
La distribución de los sepulcros megalíticos parece indicar que el núcleo original del megalitismo catalán se encontraría en la zona central del Rssellón y el Bajo Ampurdan y se extendería en un momento inmediatamente posterior hasta les Gavarres y los Aspres del Canigó, aun cuando un sepulcro de corredor con cámara subcircular del Bajo Ampurdan no permite descartar un origen simultáneo o una rápida expansión.
Una cuestión todavía no cerrada es la referente a la cronología de los grabados megalíticos, sobre todo de los cruciformes, adscritos a época neolítica y calcolítica por Bosch Gimpera y Lluís Pericot. En este sentido, Josep Tarrús se posiciona a favor de la antigüedad de los cruciformes, sino de todos sí de algunos casos, basándose en la documentación de grabados cruciformes, antropomorfos y motivos geométricos así como cazoletas y reguerones en el túmulo conservado intacto de Vinya d’En Berta así como por el descubrimiento de cazoletas y reguerones en el poblado neolítico Can n’ Isach.
Sepulcro de corredor del Barranc con losas grabadas (derecha abajo)
Los conocimientos referidos al ritual funerario en esta zona son escasos puesto que por varias causas se conservan pocos restos humanos y, por lo tanto, se deben deducir a partir de la arquitectura de los sepulcros megalíticos y extrapolando los datos de zonas contemporáneas próximas (como el Bajo Ampurdan y la Fraga). Así pues, parece ser que el ritual más común sería la inhumación o los depósitos primarios sucesivos y que las cistas con túmulo estaban destinadas a inhumaciones primarias individuales, dobles o de grupos familiares mientras que los sepulcros de corredor antiguos deberían estar destinados a contener pocos individuos, siendo los sepulcros de corredor evolucionados y los dólmenes simples quienes deberían de contener un número más elevado de individuos.
Respecto al paisaje del Alto Ampurdan y el Rosellón en esta época (IV – III milenios cal. aC.) sí se tienen más datos gracias a los estudios hechos a partir de los análisis palinológico y antracológico de los sedimentos de los sepulcros excavados y del poblado de Can n’ Isach que determinarían para las cotas bajas de l’Albera y la sierra de Rodes un paisaje de garrigas con bosques de encinas y pinos así como también un paisaje ocupado por densas brotas de brezos y estepas, mientras que en las cotas más altas se conservaría una base de garrigas con bosques propios de la montaña mediana como el roble y la haya.
La distribución de los sepulcros megalíticos en esta zona es desigual puesto que parece ser que las cistas con túmulo están concentradas en la sierra de Rodes y el cabo de Creus mientras que los sepulcros de corredor lo hacen en el vertiente sur de la Albera central, las galerías catalanas y los dólmenes simples en la Albera occidental y los sepulcros de corredor recientes en la sierra de Rodes. En cambio, los sepulcros de corredor con cámara trapezoidal se reparten equitativamente.
Esta distribución, para Josep Tarrús, seria la evidencia del establecimiento de diferentes comunidades contemporáneas y no de grupos sucesivos puesto que existe una similitud arquitectónica mientras que las necrópolis megalíticas significarían la fijación de un grupo en un territorio. La relación entre los poblados y las necrópolis de esta zona parece que evolucionó a lo largo del tiempo: durante el neolítico medio y final, las cistas con túmulo y los sepulcros de corredor antiguos se relacionarían con muchos poblados pequeños con necrópolis numerosas mientras que durante el neolítico final y el calcolítico, las estructuras megalíticas del momento se relacionarían con pocos poblados que estarían distanciados entre ellos y sus necrópolis se reducirían a un dolmen. Esta distribución podría indicar los patrones de poblamiento durante esta época: en la fase más antigua los lugares habitacionales se situarían en las llanuras y en las cotas bajas, durante la segunda fase se situarían en los valles internos de las cordilleras y en las últimas fases lo harían a las llanuras del pie del vertiente sur de la Albera occidental.
Respecto a la economía de los grupos constructores de los megalitos los datos también son escasos y provienen especialmente de los poblados de Can n’ Isach y Riera Masarac que hacen referencia al cultivo del trigo y la cebada y a la ganadería (bóvidos y ovicápridos). Las materias primeras serían locales aun cuando en algunos casos como el sílex melado y la calaíta, de origen relativamente lejano, remiten a las redes de intercambio de medio alcance del neolítico reciente del suroeste de Europa. Socialmente, a partir del registro arqueológico se puede deducir que estos grupos estaban jerarquizados, quizás por caudillos locales, y presentaban una gran cohesión social, reforzada probablemente por la creación de territorios antrópicos en la cual el fenómeno megalítico tendría especial importancia aun cuando seguramente esta debió de evolucionar a lo largo del tiempo.
Así pues, hace falta concluir que el estudio de esta zona es importante porque nos proporciona una secuencia evolutiva del megalitismo a partir de un marco cronológico delimitado, al menos en los momentos iniciales, por las dataciones radiocarbónicas, aun cuando, como ya hemos dicho, éstas se deberán revisar y precisar. Además, en esta zona se ha documentado el poblado de Can n’ Isach, uno de los pocos poblados neolíticos que se han relacionado con el megalitismo lo cual pone de relieve la escasez de datos referentes a los contextos habitacionales así como la imparcialidad de los datos disponibles que, mayoritariamente, hacen referencia a contextos funerarios, teniendo como consecuencia un conocimiento escaso sobre la economía de los grupos que construyeron las estructuras megalíticas. Por otra parte, hace falta tener en cuenta que también el conocimiento de los contextos funerarios es imparcial puesto que dan pocos datos sobre el ritual funerario debido a que en la mayoría de las ocasiones no se han conservado los restos humanos inhumados.
Todo esto refleja la necesidad de continuar investigando el fenómeno megalítico en el territorio catalán para poder conocer con más profundidad esta etapa de nuestra historia y, para que esto sea posible, se hace necesaria una buena conservación del patrimonio megalítico, tanto por parte de las administraciones pertinentes como por parte de los ciudadanos, que deben tomar más conciencia sobre la necesidad de conservar nuestro pasado.
BIBLIOGRAFÍA
-BARANDIARÁN, I. et alt. (2007): Prehistoria de la Península Ibérica, Ariel, Barcelona.
-TARRÚS i GALTER, Josep (2002): Poblats, dolmens i menhirs. Els grups megalítics de l’Albera, Serra de Rodes i Cap de Creus (Alt Empordà, Rosselló i Vallespir Oriental), Diputació de Girona, Girona.
- Eli_Silmarwen's blog
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Hola, voy mucho por Llansá y no tenía conocimiento del contenido del artículo.
Visita obligada para el futuro.
Muchas gracias por el artículo.
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios