La URSS a través de la poesía de Miguel Hernández
Miguel Hernández quizá no sea el poeta más conocido de la generación del 27[1], pero su poesía, relegada al amor durante el Franquismo, toca muchos temas desde un punto de vista histórico, uno de ellos (y muy importante) es el de la Guerra Civil, donde pone su genialidad poética al servicio del pueblo.
Miguel Hernández lee poemas a los soldados republicanos
El objetivo de esta pequeña investigación es analizar aquellos poemas en los que el autor proporciona su visión de la URSS. El análisis se hará desde un punto de vista histórico, reparando en cuestiones estilísticas si éstas pueden aclarar la comprensión del significado. También se estudiarán aquellos contenidos relacionados con la política de Stalin que ayuden a entender las referencias que da Miguel Hernández sobre la URSS en sus versos.
Para ello se han escogido tres poemas[2]: El incendio (de Viento del Pueblo, 1937), donde Miguel Hernández cita a la URSS como país hermanado con la España republicana; Rusia y La fábrica-ciudad (de El hombre acecha, 1937-1938), estos dos últimos realizados en el viaje que el poeta hace a la URSS a finales de 1937.
El incendio (Viento del pueblo, 1937)
El incendio es un poema de Viento del Pueblo (1937) en el cual Miguel Hernández da una perspectiva del comunismo soviético muy diferente a la que tenemos ahora. Los primeros versos aluden a ese “incendio” que prende Europa desde Rusia hasta a España, y que se va propagando rápidamente:
Es inevitable caer en la semejanza de estos primeros versos con el inicio del Manifiesto Comunista: “Un fantasma recorre Europa”. También hay que destacar el aspecto combativo de la poesía de guerra hernandiana cuando el poeta escribe “ímpetu supremo”, teniendo en cuenta que “impetus” en latín significa “ataque”. Los siguientes versos siguen refiriéndose a ese espíritu de lucha:
La siguiente estrofa, de apenas dos versos, introduce en el poema el tema de ayuda de la URSS al bando republicano, lo que será recurrente de ahora en adelante:
Dentro de la ayuda militar de la URSS a los republicanos, destacaron los aviones, en especial, los cazas llamados “Chatos”, aunque también se enviaron bombarderos, carros de combate, vehículos blindados, y otros. Sin embargo, mucho de ese armamento quedaba ya anticuado, procedente de la Primera Guerra Mundial o de la Guerra Civil de Rusia.[3]
No obstante, el abastecimiento de material bélico no iba, en absoluto, a acabar con todos los problemas de la República. Mientras que los sublevados tenían un ejército formado y organizado y mandos muy experimentados, el gobierno de Madrid tenía que hacer frente a tensiones internas entre anarquistas y comunistas, además de que necesitaba la ayuda técnica de la URSS para hacer operativo todo el material bélico que llegaba.[4]
En los siguientes versos, el poeta recurre otra vez al tema del comunismo, “la sombra de Lenin”, como solución a los problemas del mundo, aplastando la miseria y eclipsando “las tinieblas lunares”, y como una ideología afín con el pueblo:
La última estrofa termina aludiendo a la guerra en la que “España se defiende”, y estracha sus lazos, “los cercos de la lumbre”, con Rusia, que ve como un país hermanado con la causa republicana:
Hay que observar también el uso del color rojo: el fuego, las “cálidas banderas” o la sombra de Lenin que “avanza enrojecida”, así como el color de la sangre. Como en todos los poetas, Miguel Hernández usa una simbología especial, pero dado el contexto de guerra esa simbología adquiere connotaciones políticas.
Rusia (El hombre acecha, 1937-1938)
Tras la asistencia al II Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas en julio de 1937 en Valencia, nuestro poeta forma parte de una delegación encargada de viajar a la URSS para representar a España en la celebración del V Festival de Teatro Soviético. Tras pasar por algunas capitales europeas, la delegación llega a Moscú el 1 de septiembre, justo para la inauguración del Festival.[5]
Miguel Hernández ve en la URSS un ejemplo a seguir, tanto culturalmente, por la riqueza intelectual que se encuentra en el Festival, como política y económicamente. Además, considera que el pueblo soviétivo está hermanado con el español, como expone en los primeros versos:
Podemos observar como introduce la temática de la maquinaria dentro de su poesía, que será también tratada en La fábrica-ciudad. Además, sigue utilizando la simbología del color rojo con las palabras “sangre” y “ardiente”.
Continúa el poema con un elogio a Stalin, héroe que ha reconstruido, con “un esfuerzo inmenso” un país que estaba en la miseria y lo ha convertido en una potencia industrial:
El poeta ha vuelto a introducir en esta última estrofa la maquinaria, y ahora prosigue criticando la política de los zares:
Polvo para los zares, los reales bandidos:
Rusia nevada de hambre, dolor y cautiverios.
Ayer sus hijos iban a la muerte vencidos,
hoy proclaman la vida y hunden los cementerios.
Ayer iban sus ríos derritiendo los hielos,
quemados por la sangre de los trabajadores.
Hoy descubren industrias, maquinarias, anhelos,
y cantan rodeados de fábricas y flores.
Y los ancianos lentos que llevan una huella
de zar sobre sus hombros, interrumpen el paso,
por desplumar alegres su alta barba de estrella
ante el joven fulgor que remoza su ocaso.
La historia ha dejado una visión mucho más crítica de este periodo: aunque la autocracia zarista mantenía a la población en una especie de “régimen feudal”, la llegada del comunismo no mejoró la situación. Con la NEP[6] de Lenin el problema se sigue agravando, por lo que Stalin pone en marcha los Planes Quinquenales, que centralizan la economía e imponen unas medidas de trabajo muy duras, sobre todo a los campesinos enriquecidos o kulaks, que son deportados a Siberia.[7]
Las tres siguientes estrofas continúan el tema de la mejora económica:
Ahora, Miguel Hernández va a volver a su patria para glorificar a la URSS como protectora de los niños españoles:
La segunda estrofa es, en especial, escalofriante, que muestra la “sed de sangre” de Italia y Alemania, países fascistas que apoyaban a los sublevados. La trilita es un explosivo, por tanto, el poeta se refiere a que las bombas de Italia y Alemania anhelan a los niños españoles, destruyendo sus dormitorios.
Las dos últimas estrofas vuelven a la temática de la amistad entre España y la URSS:
Hay que matizar esta actitud fraternal, pues el apoyo de la URSS a la República no fue como el de las potencias fascistas a los sublevados. Estos últimos recibieron los primeros aviones de sus aliados diez días después del levantamiento, en cambio, la URSS se comprometió por el pacto de No Intervención a no ayudar a la República. Una vez que la injerencia de Italia y Alemania en la guerra fue evidente, el gobierno de Stalin declaró que ya el acuerdo de No Intervención no lo obligaba (octubre de 1936), y empezó su suministro al gobierno de Madrid. Esta tardanza supuso que las fuerzas republicanas habían sufrido un aislamiento internacional de tres meses.[8]
La fábrica-ciudad (El hombre acecha, 1937-1938)
Tras estar en Leningrado, el día 17 de septiembre Miguel Hernández visita la ciudad de Jarko y sus grandes fábricas de tractores, a las que dedica La fábrica-ciudad, como dice en unas líneas que presentan el poema: “En una ciudad de la U.R.S.S. –Jarko– he asistido al nacimiento multiplicado, numeroso, rápido del tractor.”
Pero nuestro poeta no vio solamente la potente y grandiosa industria soviética; en su ponencia “Miguel Hernández y Rusia: encuentro de dos almas gemelas”, Andrés Santana, especialista en el tema, opina que el poeta debió también observar la pobreza existente en la URSS, sobre todo en las zonas proletarias de Jarko.[9]
El poema en cuestión, que se reproduce en su totalidad[10], es una descripción idealizada de las fábricas de tractores de Jarko:
Son al principio un leve proyecto sobre planos,
propósitos, palabras, papel, la nada apenas,
esos graves tractores que parten de las manos
como ganaderías sólidas con cadenas.
Se congregan metales de zonas diferentes,
prueban su calidad los finos probadores,
la fundición, la forja, los metálicos dientes.
Y empieza el nacimiento veloz de los tractores.
Id conmigo a la fábrica-ciudad: venid, que quiero
contemplar con los pueblos las creaciones violentas,
la gestación del aire y el parto del acero,
el hijo de las manos y de las herramientas.
La fábrica se halla guardada por las flores,
los niños, los cristales, en dirección al día.
Dentro de ella son leves trabajos y sudores,
porque la libertad puso allí la alegría.
Fragor de acero herido, resoplidos brutales,
hierro latente, hierro candente, torturado,
trepidando, piafando, rodando en espirales,
en ruedas, en motores, caballo huracanado.
Una visión de hierro, de fortaleza innata,
un clamor de metales probados, perseguidos,
mientras de nave en nave se encabrita y desata
con dólmenes de espuma, chispazos y rugidos.
Es como una extensión de furias que contienen
su casco apasionado sobre desfiladeros,
contra muros en donde se gastan, van y vienen,
con llamas de sudor y grasa los obreros.
Chimeneas de humo largo, sordo, grasiento,
acosan con penumbras a la creadora masa,
a la generadora masa que obra el portento,
el tractor con los dientes sepultados en grasa.
Hornos de fogonazos: perspectivas de lumbre.
Irradian los carbones como el sol, las calderas,
los lavaderos donde llega la muchedumbre
del metal que retiene sus escorias primeras.
Laten motores como del agua poseídos,
hélices submarinas, martillos, campanarios,
correas, ejes, chapas. Y se oyen estallidos,
choques de terremotos, rumores planetarios.
Leones de azabache, por estas naves grises,
selvas civilizadas, calenturientas moles,
relucen los obreros de todos los países
como si trabajaran en la creación de soles.
En la sección de fraguas y sonidos más puros,
se hacen más consistentes las domadas fierezas.
Y el tornillo penetra como un sexo seguro,
tenaz, uniendo partes, desarrollando piezas.
Veloz de mano en mano, crece el tractor y pasa
a ser un movimiento de titán laborioso,
un colosal anhelo de hacer la espiga rasa,
fértiles los baldíos, dilatado el reposo.
Ya va a llegar el día feliz sobre la frente
de los trabajadores: aquel día profundo
en que sea el minuto jornada suficiente
para hacer un tractor capaz de arar el mundo.
Ya despliega el vigor su piel generadora,
su central de energías, sus titánicos rastros.
Y los hombres se entregan a la función creadora
con la seguridad suprema de los astros.
La fábrica-ciudad estalla en su armonía
mecánica de brazos y aceros impulsores.
Y a un grito de sirenas, arroja sobre el día,
en un grandioso parto, raudales de tractores.
El poeta siente la grandiosidad de la industria soviética, que como ya hemos dicho, se levantó gracias a los enormes sacrificios de la población. Entre 1929 y 1941, la URSS fue capaz de crear una poderosa industria que pudiese mantener un constante suministro para la derrota de Hitler, equiparándose a las grandes potencias capitalistas.[11]
Miguel Hernández junto a sus compañeros de trinchera
Conclusión
La visión de la URSS en la poesía hernandiana puede resultar imparcial en algunos sentidos, sesgada a favor de su aliado, pero, aún así, muestra la gran calidad poética característica de este autor, siempre tan cercano al pueblo.
Al final, ni la ayuda de la URSS impediría el derrumbe de la República ni que nuestro poeta acabara en una cárcel franquista. Pronto moriría de tuberculosis, con 31 años de edad, y sus poemas más combativos serían remplazados por la temática amorosa anterior a la guerra.
Notas
[1] Muchos colocan a Miguel Hernández dentro de la generación del 27, y otros dentro de la del 36; lo cierto es que está a caballo entre esas dos generaciones, aunque Dámaso Alonso lo considera “genial epígono” de la primera.
[2] Hay muchas ediciones sobre la poesía de Hernández, para esta investigación se ha escogido: HERNÁNDEZ, Miguel: Obra poética completa, Madrid, Alianza Editorial, 2010.
[3] RYBALKIN, Yuri: Stalin y España: la ayuda militar soviética a la República, Madrid, Marcial Pons, 2007, pp.59 y ss.
[4] KOWALSKY, Daniel: La Unión Soviética y la guerra civil española, Madrid, Crítica, 2004, pp.245-247.
[5] CANO BALLESTA, Juan, “Una imagen distorsionada de Europa: Miguel Hernández y su viaje a la Unión Soviética”, RILCE (Revista de Filología Hispánica), nº 1, 2 (1985), pp.200-203
[6] Nueva Política Económica que implanta Lenin en Rusia tras la Guerra Civil para salir de la crisis económica, adoptando algunas fórmulas económicas propias del capitalismo.
[7] HOLZER, Jerzy: El comunismo en Europa. Movimiento político y sistema de poder, Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, 2000, pp.29-31.
[8] RYBALKIN, Yuri: Stalin y España… op. cit., pp.40-43.
[9] SANTANA ARRIBAS, Andrés, “Miguel Hernández y Rusia: encuentro de dos almas gemelas”, En: Fundación Cultural Miguel Hernández, Actas de Il Congreso, (Orihuela y Madrid, 26-30 de Octubre de 2003), p.492.
[10] Esta vez el poema no se ha analizado en varias partes, ya que consiste en una descripción (aunque truncada) de Jarko, y no hay tanta variedad temática como en los otros poemas.
[11] HERMIDA REVILLAS, Carlos, “Cuestiones sobre Stalin”, Revista Historia y Comunicación Social, nº10 (2005), p.143.
Bibliografía
CANO BALLESTA, Juan, “Una imagen distorsionada de Europa: Miguel Hernández y su viaje a la Unión Soviética”, RILCE (Revista de Filología Hispánica), nº 1, 2 (1985), pp.199-210.
HERMIDA REVILLAS, Carlos, “Cuestiones sobre Stalin”, Revista Historia y Comunicación Social, nº10 (2005), pp.135-156.
HERNÁNDEZ, Miguel: Obra poética completa, Madrid, Alianza Editorial, 2010.
HOLZER, Jerzy: El comunismo en Europa. Movimiento político y sistema de poder, Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, 2000.
KOWALSKY, Daniel: La Unión Soviética y la guerra civil española, Madrid, Crítica, 2004.
RYBALKIN, Yuri: Stalin y España: la ayuda militar soviética a la República, Madrid, Marcial Pons, 2007.
SANTANA ARRIBAS, Andrés, “Miguel Hernández y Rusia: encuentro de dos almas gemelas”, En: Fundación Cultural Miguel Hernández, Actas de Il Congreso, (Orihuela y Madrid, 26-30 de Octubre de 2003), pp.483-498.
Fotografías: Comisión Homenaje de Madrid a Miguel Hernández (http://www.madridamiguelhernandez.org/)
Autor: David Martínez Vilches
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El articulo es interesante, no he sido demasiado amante de la poesía, y menos de la poesía política,como en este caso es Hernández, me da una nueva visión de la poesía,
He tenido siempre un problema con los intelectuales de los años 30, tanto de España como, los de otros países, sobre todos de los intelectuales Ingleses y Americanos, empezando por Reed. Es esta visión idílica que tenían de la Revolución Rusa y su desarrollo, de la bondad del pensamiento de Lenin, de la visión apocalíptica de Trotsky , y demás compañeros, francamente no la entiendo, aun que se pueda tomar el Marxismo como la lucha de los pobres contra el capitalismo, es curioso que no hubiera una visión critica de los métodos utilizados para su implantación, las cifras de muertos en la Unión Soviética durante el proceso hasta la llegada de la segunda Guerra mundial,de 1917 a 1939,en 22 años lograr una cifra de bajas tan elevada, un 10% de su población aproximadamente, 17 millones de bajas
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Tienes mucha razón, aunque siempre decimos que los intelectuales suelen ser más cercanos a las ideologías de izquierda (hay bastantes excepciones). No obstante, actualmente tenemos una visión mucho más crítica, incluso Jruschov, sucesor de Stalin como dirigente de la URSS, reconoció los excesos de su antecesor.
Gracias por el comentario.