Las luchas entre católicos y protestantes (llamados hugonotes por reunirse originariamente cerca de la puerta del Rey Hugo de Paris) había desembocado en Francia en una guerra civil. Enrique III, encolerizado contra el cabecilla de la facción católica ordenó su asesinato lo que se llevo a cabo el 23 de diciembre de 1588.

Esa fue la fecha de la muerte del duque de Guisa y la de la encarcelación y persecución de los llamados miembros de la “Liga católica”.
El resultado de esto fue la sublevación de las regiones dominadas por los miembros católicos; Lorena, Champaña, sur de Borgoña, Bretaña, Normandía y la región de Paris. Enrique III buscó la alianza con Enrique de Borbón, rey de Navarra que era protestante y el apoyo de Inglaterra que envió soldados. Pero Enrique III había de caer victima del cuchillo de un dominico que le abrió el vientre el 2 de agosto de 1589. Quedaba como heredero de la corona el anciano cardenal Carlos de Borbón, tío de Enrique de Navarra, que moriría ese mismo año en prisión.
Felipe II vió la oportunidad de presentar la candidatura para la corona a su hija la infanta Isabel Clara Eugenia ya que su madre Isabel de Valois era hija del rey Enrique II y de Catalina de Médicis. Se puso en contacto con la facción católica y recabó su apoyo. El duque de Mercour, hermano del duque de Guisa a quien nuestros cronistas tratan como el “duque de Mercurio”, gobernador de Bretaña puso a disposición de las tropas de Felipe II el apoyo que contaba en dicha zona y sugirió la toma de un puerto como el de Blavet para iniciar la campaña de esta zona.

Don Juan del Águila
En octubre de 1590 partió del puerto de la Coruña el antiguo Tercio de Sicilia. Lo mandaba un soldado viejo que había iniciado su carrera en las armas veinte años atrás en este mismo Tercio como soldado: Don Juan del Águila.
Había nacido Don Juan en Berraco, ahora llamado El Barraco en Ávila, cuarto hijo de Don Miguel del Águila y Velasco y Sancha de Arellano. Su vida militar fue amplia y sirvió bajo los mas experimentados capitanes hasta alcanzar el nombramiento de Maestre de campo en 1583, a los 38 años de edad, por nombramiento del propio Alejandro de Farnesio, gobernador de los Países Bajos.
Tuvieron una travesía muy mala pues entre retrasos y vientos contrarios tardaron mas de lo debido y solo llevaban provisiones para veinte días. Como el puerto de Blavet se hallaba ocupado y fortificado por los Hugonotes desembarcaron cerca del Saint-Nazaire. Si la población local esperaba un flamante ejercito de la considerada la mejor infantería del mundo no pudo resultar mas decepcionada pues la impresión que recibió fue tremenda al ver desembarcar a 3.000 soldados españoles de los cuales “ 600 estaban enfermos, que a los pocos días aumentaron a un tercio, desnudos todos, armados con espadas sin vaina, acreedores a seis pagas de atraso, tan rotos, flacos y demacrados, que, excitaba la caridad de las damas bretonas...”[1].
Pero inmediatamente estos desarrapados comenzaron a levantar trincheras y baluartes y a los pocos días, por orden de su Maestre de Campo, formaron cuadros y escuadrones con una rapidez y disciplina que admiró a los, anteriormente desengañados, y partieron para tomar al asalto el puerto de Blavet. Antes de terminar el año se había tomado Blavet, levantado el cerco a la guarnición amiga de la ciudad de Dola, tomado las ciudades de Hennebont, Vannes, Crevique e iniciado las fortificaciones de estas y del puerto, así como de un botín muy necesario para pagar a las tropas y alimentarlas y proveerlas. A pesar de ello la correspondencia de Don Juan del Águila, desde el primer momento, esta plagada de solicitudes de refuerzo para reponer las bajas, armamento por estar el antiguo roto o gastado, pólvora por haber quemado la que había, zapatos por no haberlos la tropa, etc...
Con los primeros refuerzos que recibió Don Juan del Águila vino un ingeniero, Cristóbal de Rojas, a quien se le encarga el levantamiento de un fuerte para proteger el puerto de Blavet, vital para esta campaña de Bretaña[2].
Durante este tiempo Don Juan del Águila no estuvo inactivo ya que escaramuceó contra el enemigo, acosándolo en cuanta ocasión consideró oportuna. Tomo los castillos de Rosbiene, Brotera y Blain, a menos de treinta y cinco kilómetros de la ciudad de Nantes, así como la importante villa de Saint-Malo saqueándola pero no pudiendo mantenerla al no contar con suficientes tropas como para guarnicionarla.
Los siguientes años fueron de continuas luchas, derrotando siempre las tropas españolas a las francesas e inglesas. Pero la situación política se había ido deteriorando para la causa de la infanta Isabel Clara Eugenia. La Ley sálica que apartaba de la sucesión las líneas femeninas seguía fuertemente implantada en la mentalidad francesa y no se iba a cambiar.
Por otro lado el hecho de recibir apoyo, los católicos franceses, de un gobierno extranjero que, además, postulaba la candidatura de una reina también extranjera hacía perder apoyos a los miembros de la Liga Católica frente a los partidarios de un Enrique de Navarra poseedor de todos los derechos históricos y dinásticos y cuyo único inconveniente era el de profesar la religión protestante. Este se decidió a dar el paso y el 23 de julio de 1593 se convierte al catolicismo: -“ Paris bien vale una misa” y en febrero del año siguiente sería coronado rey de Francia.
Construcción y defensa del fuerte
A principios el año de 1594 Don Juan del Águila se encuentra al mando de una fuerza de 5.000 españoles. El puerto de Blavet ha sido reforzado con un fuerte construido por el ingeniero de Rojas; el llamado “ fuerte del Águila”
[3]cuya construcción ha sido terminada.
Don Juan aspira a tomar la ciudad de Brest, el puerto mas importante de Bretaña, y desde allí utilizar esta magnifica base para futuras acciones contra el trafico del estrecho del canal de la Mancha y contra la propia Inglaterra. Tras dejar bien guarnecido el puerto de Blavet se lanza en ataque contra las tropas anglo francesas mandadas por el mariscal de d´Aumont y John Norris que le doblan en número. El avance será lento ya que para disimular sus intenciones organiza marchas y contramarchas con idea de confundir al enemigo.
Para el 20 de marzo ha alcanzado los alrededores de la ciudad y tras fieros combates ocupa la península de Crozon al este de Brest y extremo que forma la apertura al puerto de esta ciudad. En su parte mas oriental, llamada Roscavel, don Juan decide levantar un fuerte que cierre la entrada a Brest y aproveche las notables ventajas estratégicas de este punto. Como siempre se encargara la obra de esta fortificación al ingeniero Cristóbal de Rojas.
En veintiséis días consiguen levantar un fuerte formado por dos medios baluartes de tierra con una puerta en medio con puente levadizo para salvar el foso que alrededor del los baluartes se ha excavado. Se reforzará con dos culebrinas del calibre 18 y otras dos del 6
[4]. Al fuerte se le llamará: Fuerte del León.
El mariscal d ´Aumont esta decidido a destruir esta peligrosa fortificación enemiga por lo que reúne fuerzas y contacta con sus aliados. Los barcos ingleses y holandeses deben de bombardear el fuerte para debilitarlo mientras se lanza un asalto frontal por la estrecha franja de terreno que conecta el fuerte con el resto de la península.
Don Juan del Águila, enterado de las intenciones del enemigo, decide que no tiene suficientes tropas con él para hacer frente al ejercito de d´Aumont por lo que dejará una guarnición en el fuerte con orden de resistir mientras el torna para Blavet. Espera reunir mas tropas y mientras el enemigo esta embarazado luchando contra los del fuerte alcanzarles para pillarles en dos fuegos.
Nombra al capitán Tomé de Paredes gobernador del nuevo fuerte y tendrá como guarnición del mismo su propia compañía mas la de los capitanes Diego de Aller y Pedro Ortiz Dogaleño. En total algo mas de trescientos soldados. Junto con estos se encuentra un número indeterminado de mujeres y niños, bien seguidores de la tropa bien de los alrededores que han buscado cobijo y amparo en sus correligionarios aunque fueran extranjeros.
D´Aumont cuando tuvo noticia de la partida de las tropas españolas dividió sus tropas enviando una fuerza en torno a los cinco mil soldados para interponerse entre Blavet y la península de Crozon. El resto del ejercito; unos tres mil franceses bajo las ordenes del barón de Molac, otros tres mil ingleses bajo las ordenes de John Norris mas trescientos arcabuceros a caballo, cuatrocientos caballeros voluntarios junto con las tropas de Brest, su milicia y la artillería del castillo de esta ciudad bajo el mando del gobernador de Brest René de Rieux señor de Sourdeac.
El día 11 de octubre las tropas aliadas inician sus trabajos para abrir las trincheras en torno al fuerte español. Mientras barcos ingleses y holandeses disparan sin interrupción sobre los españoles. Estas obras fueron caras en vidas a los protestantes ya que los españoles abrían fuego desde los baluartes además de organizar salidas, bien diurnas bien nocturnas, para obstaculizar las obras.
Terminadas las obras de las trincheras, los franceses, pusieron en ellas doce piezas de artillería gruesa para que castigaran las paredes de tierra de los baluartes. Cuando estas empezaron a desmoronarse y la tierra que de los muros caía llenaba el foso ordenó el mariscal al barón de Molac que con sus tropas asaltara el baluarte de la derecha, el de la izquierda sería asaltado, al tiempo por las tropas inglesas de John Norris. Con ello esperaba D´Aumont crear una competitividad entre los dos grupos de tropas bajo su mando que mejorara su empuje y acometida.
El combate duró tres horas en los cuales hubo un gran intercambio de fuego de artillería y de mosquetería. Los atacantes tuvieron muchas bajas durante este combate y tuvieron que poner fin al asalto cuando el fuego español alcanzó el polvorín de una batería. La explosión generada por los doce barriles de pólvora que allí había no solo ocasionó bajas sino que terminó de enfriar el animo de los atacantes.
Como los asaltantes debían esperar un convoy que les trajera suministros y nuevo acopio de pólvora se produjo una pausa que los españoles aprovecharon para reparar en lo posible los daños que la artillería enemiga había ocasionado a los muros. La moral en el interior estaba tan alta que cuando se materializó el segundo asalto al fuerte no solo lo rechazaron sino que contraatacaron alcanzando la trinchera enemiga mataron a los servidores de las piezas y clavaron tres cañones.
[5] El barón de Molac cuando consiguió que se repusieran sus tropas y organizar el contraataque era demasiado tarde. Esta acción costó a los defensores del fuerte 11 bajas, a los franceses muchas más.
Pero pasaba el tiempo y la situación de los españoles del fuerte del León era cada vez mas desesperada. Escaseaba la pólvora y la munición, como balas se utilizaban clavos, objetos metálicos y monedas ( algunos autores afirman que los bretones de esta zona lla man “reales” a la moneda menuda debido a los que dispararon los españoles entonces ).
Entretanto Don Juan del Águila avanzaba muy trabajosamente debido a las fuerzas enemigas que encontraba a su paso.
El día 18 de noviembre el fuerte volvió a ser atacado, el asalto duro desde el alba hasta el anochecer. El combate era frenético en los restos de los muros de los baluartes donde miembros de tres naciones se degollaban como lobos; unos porfiando en tomar el fuerte los otros decididos a conservarlo todo el tiempo posible sabedores que el socorro que esperaban se encontraba cerca.
El día 19 se renovó el ataque, en el participaron los marinos ingleses del almirante Frobisher que en esa misma acción sería mortalmente herido muriendo días después en Plymouth. Tres fueron los asaltos que rechazaron las fuerzas españolas que para entonces ya estaban sin municiones. En el último asalto murió el gobernador Tomé de Paredes defendiendo la puerta del fuerte que a su cuidado le habían encomendado, una bala de mosquete le alcanzó en la cabeza, junto a él yacía el cadáver del comandante francés señor de Romegon muerto en ese tercer asalto. Aún hubo un cuarto precedido por la voladura de una mina poco antes del anochecer que pudo rechazarse “in extremis”.
Esa noche cayó el fuerte pero no por la fuerza sino por la traición. Con la oscuridad se acercaron los ingleses precedidos por una bandera de parlamento. El único oficial vivo que quedaba, un alférez, no se percató de la traición y los ingleses entraron por una de las brechas de los muros. “ Los ingleses, primeros en la entrada, pasaron a cuchillo a cuantos hallaron dentro, habiendo tantas mujeres y niños como soldados...”
[6].
El Mariscal D´Aumont ordenó que se respetara la vida de nueve soldados que se habían escondido entre los muertos o que se habían descolgado entre las rocas, los protegió y los envió a Don Juan del Águila con una carta en la que narraba lo sucedido y alababa el valor demostrado por las tropas españolas. Don Juan se encontraba a diez kilómetros del fuerte del León.
Cuando estos se presentaron ante su maestre de campo este se dejó llevar por la furia:
- “¿De donde venís, miserables?
- De entre los muertos- contesto uno de ellos.
- Con ellos debisteis quedar que esa orden teníais”.
[7]
El ejercito de D´Aumont había quedado destrozado debido a los fieros combates y a los sufrimientos y privaciones del sitio. Entre muertos y heridos tres mil hombres habían quedado fuera de combate y un número similar sufría enfermedades debido al frío o a la disentería que es siempre fiel compañera de los ejércitos en todo tiempo.
Por parte de los inglese hubieron de lamentar la perdida del almirante Frobisher, el coronel sir Anthony Wingfield, los capitanes Jackson, Buker, Prethere, Walters y Daudels. Los franceses al mariscal de campo señor de Liscoet, al señor de Romegon, y los capitanes de Lesurau, de Kerdunau y Lestregat.
El mariscal D´Aumont queriendo honrar la memoria del valeroso enemigo ordenó que el cuerpo del capitán Paredes fuera enterrado en el mismo sepulcro que el señor de Romegon, muerto a su lado, y que a los dos se les hicieran las máximas honras militares. Ambos yacen en un sepulcro frente al altar de la iglesia mayor de Brest. Además, ordenó que se labrara como epitafio la siguiente composición.
“Práxedes, ejouis-toi, mourant de voir mourir
Romegon enterré sur le Aut. De ta brèche.
Paris éternisa par Achilles sa flèche;
Par Romegon tu vis ton honneur refleurir.
Romegon ne veut point, ô Praxedes, soufrir
Que ton nom soi èteint dans les lis de la France,
Práxedes, avise-toi, et fais en récompense
Que Romegon ne puisse en Castille mourir,
Troie vante son Hector, la Grèce son Achille,
La France Romegon, son Práxedes Castille:
Moi, dans mes tristes vers, de ces deux cavaliers
Je chanterai le los, l´honneur et la victoire,
Un autre les peindra au temple de memoeire,
Donnant à Romegon les myrtes, les lauries".
El caballero de Freminville, capitán de las fragatas del rey de Francia afirmó que la defensa del fuerte del león rayó en lo prodigioso y que en esta acción se vieron los rasgos característicos de cada nación. “ El español frio, paciente, intrépido y testarudo; el inglés de valor brutal, abusando de la victoria con crueldad; el francés impetuoso, bravo, generoso con el enemigo vencido, cuyo valor admira y cuyo infortunio honra”
El historiador francés Ernest Lavisse en su obra “ Historie de France depuis ses orígines jusqu´ala revolution” refiriéndose a los combates en Bretaña afirmó:
-“ Los españoles habían combatido con honor y gallardía...después de tomar Calais no habían matado a persona alguna. Y los nobles y el pueblo llano declaraban que preferían que su ciudad fuera conquistada por españoles y que su rey Enrique IV haría muy bien en buscar las paces con Felipe II”.
Autor: Hasting
[1] La Armada Española desde la Unión de los Reinos de Castilla y León. Cesareo Fernández Duro.
[2] En el levantamiento de esta fortificación y en otros trabajos de guerra participó el autor Agustín de Rojas Villandrando, autor del “Viaje Entretenido”. Este personaje, tras abandonar la carrera de las armas pasó tales estrecheces que le llamaban “el caballero del milagro”, pues nadie sabía de qué o como vivía.
[3] El fuerte fue demolido al firmarse la paz con España. Años mas tarde el ingeniero militar francés Sebastián Le Preste, señor de Vauban reconstruyó este modificando mucho la traza original de Cristóbal de Rojas pero manteniendo elementos. La población de Blavet se llama hoy en día Port Luois. Los bastiones III y IX del fuerte de Vauban son los originales que levantó Cristóbal de Rojas.
[4] El calibre venia dado por el peso en libras de los proyectiles que se disparaban.
[5] Se denomina “clavar un cañón” al acto de introducir un clavo a martillazos en el “oído” del mismo impidiendo que se pueda dar fuego a la carga e inutilizándolo.
[6] Cesareo Fernández Duro citando una carta de Don Juan del Águila al Rey Felipe II.
[7] Cesareo Fernández Duro.