Platón refiere que, en el año 590 a.C., unos sacerdotes egipcios relataron una violenta catástrofe a Solón, el gran legislador ateniense, durante una visita de éste a la región de Nicea, lo cual posiblemente sea cierto, pues se sabe que Solón había viajado a Egipto donde, casi con seguridad, había tenido acceso
Platón refiere que, en el año 590 a.C., unos sacerdotes egipcios relataron una violenta catástrofe a Solón, el gran legislador ateniense, durante una visita de éste a la región de Nicea, lo cual posiblemente sea cierto, pues se sabe que Solón había viajado a Egipto donde, casi con seguridad, había tenido acceso a los documentos relacionados con el pasado remoto de Grecia, Egipto y la Atlántida que se encontraban en la famosa biblioteca de Alejandría.
El relato platónico dice que en la Atlántida vivía en la antigüedad "la más hermosa y noble raza de hombres que jamás haya existido [....] que venció a los invasores, se alzó con la victoria y liberó a todos los demás pueblos [...]. Pero, en el tiempo subsiguiente, terribles temblores de tierra y violentas inundaciones, y en tan sólo un día y una noche de terribles lluvias, todos los guerreros quedaron sepultados en la tierra y la isla de Atlántida se abismó bajo el mar y desapareció".
"Enfrente de las Columnas de Hércules había una isla. Esta isla era mayor que la Libia y el Asia unidas. Y los viajeros de aquellos tiempos podían pasar de esta isla a las demás islas y desde estas islas podían ganar todo el continente, en la costa opuesta de este mar que merecía realmente su nombre. En esta isla Atlántida, unos reyes habían formado un imperio grande y maravilloso. Este imperio era señor de la isla entera y también de muchas otras islas y partes del continente. Por lo demás, en la parte vecina a nosotros, poseía la Libia hasta el Egipto y la Europa hasta la Tirrenia".
Según esta narración, la Atlántida era un reino insular que tenía una extensión de dos millones de kilómetros cuadrados, demasiado grande para tener cabida en el mar Mediterráneo. Platón, buen conocedor de la geografía, debió comprender que un reino tan grande no podía caber en el Mediterráneo, razón por la cual trasladó las Columnas de Hércules desde el Peloponeso hasta más allá del estrecho de Gibraltar y situó la Atlántida en el océano que, precisamente, tomó su nombre del de la isla (el actual Atlántico).
Izquierda representación ideal de la Atlántida descrita por Platón, una ciudad de planta circular y concéntrica en cuyo centro se hallaría el templo del divino Poseidón-
Pero los descubrimientos actuales de la geofísica, la geología, la oceanología y la arqueología permiten afirmar con certidumbre que el continente perdido nunca estuvo en el océano Atlántico. En primer lugar, el estudio de los sedimentos oceánicos muestra que éstos son limos arcillosos y carbonatos, lo que testimonia indiscutiblemente que millones de años atrás no había ninguna tierra. Sobre las dimensiones de la isla existen teorías que Solón, en su desconocimiento del egipcio, erró al identificar el signo 100 con el 1000 pues todas las cifras que facilíta si se dividieran por 10 harían coincidir la Atlántida, en extensión, con las islas mediterráneas, y la fecha del cataclismo con la erupción de un volcán en la isla de Thera en el siglo XV a.C. que provocó la desaparición de la civilización minoica.
Así pues todo parece apuntar a que la causa del fin del mítico continente fue la espectacular erupción volcánica de la isla de Thera o Santorín, que siguió prácticamente el mismo proceso que el volcán de la isla de Krakatoa, en 1883. Cuando el volcán hizo erupción, una llamarada cegadora salió hacia el cielo, junto con colosales masas de ceniza, arena, gases y polvo volcánico. La onda expansiva, que alcanzó a todo el planeta y le dio varias veces la vuelta, se llegó a escuchar incluso en Madagascar, a 4.775 km del lugar de la explosión. Una vez que la erupción agotó por completo su fuerza, el cono central del volcán se desmoronó hacia dentro, a consecuencia de la expulsión de la cámara volcánica de una ingente cantidad de material magmático, y se desplomó en el mar. La altura de la montaña descendió y el agua del mar subió e inundó la tierra.
La de Thera fue, si cabe, mucho más violenta, pues se calcula que la energía liberada fue equivalente a la explosión simultánea de varios centenares de bombas de hidrógeno. Durante la erupción del volcán de Thera -que no fue instantánea, sino que fue incrementando su intensidad paulatinamente- el canal de magma fue obturado por piedras de lava solidificada formando un tapón. Los gases y la lava fundida, que ascendían desde una profundidad de decenas de kilómetros, se acumularon en la chimenea del volcán, casi al nivel de la superficie terrestre, puesto que el pie del volcán estaba situado bajo el mar. Repentinamente, la presión conjunta de los gases y la lava hizo que el techo del volcán saltara por los aires y dio comienzo la explosión. Cuando el volcán se hubo vaciado a sí mismo, los muros de la montaña hueca cayeron hacia el interior, a más de trescientos cincuenta metros bajo el mar, lo que originó una colosal caldera en la que se precipitaron las aguas del océano.
El maremoto que siguió arrojó sobre la isla de Creta olas de treinta metros de altura a una velocidad de 300 km por hora. Se inundaron el delta del Nilo y el puerto de Ugarit, en Siria. El litoral griego quedó también anegado, pero no sufrió las consecuencias de la lluvia de cenizas pues, según parece, en el momento del cataclismo, soplaba viento del noroeste. Los escasos supervivientes huyeron hacia la parte occidental de Creta, y de allí a Micenas, lo que dio origen a esta civilización alrededor del año 1.400 a.C.
La descripción de la capital atlante, que Platón hace coincidir prácticamente con el propio país, o las costumbres de sus habitantes, similares a las reflejadas en los frescos del palacio de Cnossos, principalmente en sus prácticas taurinas, son otros puntos de paralelismo que refuerzan esta teoría. Y si pudiéramos comprobar que durante la antigüedad, las Columnas de Hércules, en lugar de localizarse en el estrecho de Gibraltar fueran en realidad las peñas del estrecho del Bósforo tracio, podríamos avalar aún mas, la identificación de la cultura minoica con la legendaria Atlántida.
-Reconstrucción moderna del palacio real de Cnossos, Creta, es el máximo exponente del sumo esplendor artístico alcanzado por los minoicos-
Suponiendo que los datos que aporta Platón fueran ciertos, es probable que, como señalan los arqueólogos, hubiera en ellos numerosos errores, debido a que el relato se hizo conocido doscientos años después de su visita y a que Solón, como ya hemos dicho anteriormente, y que solo sabía griego y tenía que hablar por medio de los traductores egipcios, pudo confundir el signo egipcio de 100 por el de 1000, con lo cual todas las cifras resultarían multiplicadas por diez. Galanopoulos realizó varias veces las mediciones y dedujo que, al eliminar un 0, la destrucción habría tenido lugar novecientos años antes de la época de Solón -período de tiempo que coincide con la explosión de Santorín- y que la extensión de la Atlántida quedaría reducida entonces a doscientos mil kilómetros cuadrados, lo cual concuerda con el tamaño actual de las islas orientales del Mediterráneo.
Un análisis detenido del texto platónico, en el que el poeta Critias el Joven narra a Sócrates una historia que conoce por boca de Solón, "el más sabio de los siete sabios", hace posible ir detectando estos errores.
Cuando describe la capital, "la Ciudad Real de la Atlántida", se observa que coincide casi completamente con el propio país: "cerca del mar, pero a la altura del centro de la isla, había una llanura, la más bella según se dice de todas las llanuras y la más fértil. Cercana a la llanura, distante de su centro como unos cincuenta estadios, había una montaña que tenía en todas sus partes una altura mediana. Los atlantes habían realizado en ésta grandes trabajos. Sobre los brazos circulares de mar que rodeaban la ciudad, habían construido puentes y abrieron un camino hacia el exterior y hacia la morada real, que hicieron llegar hasta el brazo de mar más exterior de todos, con lo que dispusieron de una entrada a los navíos venidos de alta mar, como si fuera un puerto. También pusieron torres y y puertas sobre los puentes, en todos los lugares por donde pasaba el mar".
Hay más datos que justifican la hipótesis de la identificación de los atalantes con la cultura minóica. Platón escribe sobre las costumbres de éstos que "cuando habían de aplicar la justicia, primero se juraban fidelidad mutua de la manera que sigue: se soltaban toros en el recinto sagrado de Poseidón. Los diez reyes, dejados a solas, luego de haber rogado al dios que les hiciera capturar la víctima que les había de ser agradable, se ponían a cazar, sin armas de hierro, solamente con venablos de madera y cuerdas. Al toro que cogían, lo llevaban a la columna y lo degollaban en su vértice como estaba prescrito" (Critias). Es sorprendente lo mucho que coincide esta descripción con lo reflejado en los frescos del palacio de Cnosos, descubierto veintitrés siglos después de la muerte de Platón, que muestran a un brioso toro en posición de ataque contra el que luchan dos jóvenes desnudos, uno de los cuales realiza actividades acrobáticas por encima de los cuernos del animal.

-Jóvenes minoicos saltando entre los grandes cuernos de un toro
Durante décadas, los estudiosos han debatido si la erupción del volcán de Thera, en el Egeo, ocurrida hace más de 3.000 años provocó el misterioso derrumbamiento de de la civilización minoica en la cima de su poder.
La isla volcánica (conocida como Santorini) a 110 kilómetros de Minoan Creta, era factor importante de la caída de Creta. Esta idea perdió consistencia cuando geólogos daneses, en un estudio de los niveles de hielo de Groenlandia, en 1987, confirmaron que Thera explotó en 1645 a. C., unos 150 años antes de la fecha normalmente aceptada. Este margen de años impuso un espacio temporal demasiado amplio entre el desastre natural y el declive minoico, asi que apareció la duda razonable.

Ahora, científicos en la Universidad de Columbia, la Universidad de Hawaii y otras instituciones vuelven a pensar en la relación entre la explosión y la crisis minoica. Nuevos resultados, según estos científicos, demuestran que la explosión de Thera fue más violenta que la calculada previamente (mayor que la catástrofe de 1883, la erupción del Krakatoa que mató a más de 36,000 personas). Las repercusiones culturales de la explosión de Thera fueron iguales, con grandes sunamis pululando por el mediterráneo oriental durante décadas y quizás siglos.
"Debió haber tenido un gran impacto", según Floyd McCoy, geólogo en la Universidad de Hawaii que ha estudiado la erupción durante décadas y recientemente ha propuesto que fue mucho más violenta de lo que se había pensado.
-Representación ideal de la destrucción de la Atlántida-
Los científicos dicen que la erupción de Thera produjo olas mortales y nubes densas de ceniza volcánica sobre una extensa región, el clima cambió, estropeando las cosechas y sembrando inquietud política y religiosa. En la Creta minoica, los científicos ven las consecuencias directas e indirectas de esta erupción. McCoy descubrió que Creta sufrió el ataque de olas de 15 metros de alto, puertos y flotas destruidos dañando la economía marítima de esta cultura, que de hecho, era la base de su riqueza.
Por: Utherkegal
hola,
Gracias por publicar mi árticulo.
Solo un detalle. El inicio del texto se repite. Mejor lo corregís. Y creo que le falta un trozo final.
Trataré de recuperar esa parte.
Saludos,