Clearco de Esparta
Clearco fue uno de los generales espartanos más interesantes de su época, lástima que los datos del mismo, (salvo la expedición del príncipe persa Ciro a derrocar a su hermano, el rey Artajerjes II) sean bastante escasos, lo cual habría sido interesante para hacernos un retrato de la vida de este militar experimentado.
De su juventud y niñez no hay nada de nada, lo cual suele ser normal en muchos de los personajes históricos de la antigua Grecia, en la cual los logros se ensalzan por encima de retratar de manera completa a un personaje destacado.
Si uno recurre a la hipótesis, quizá se pueda hacer un retrato más o menos fidedigno de Clearco. Se dice que nació a mediados del siglo V, y dado que murió en el 401 a. de C., vivió 51 años más o menos.
Era ciudadano espartano, y como tal, debió pasar por todo el periplo militar de adiestramiento que todo espartano realizaba en su niñez y juventud., solo el paso de los años haría que si destacaba por su inteligencia, audacia y liderazgo, tanto en combate como en época de paz, pudiera escalar poco a poco en el escalafón del ejército de Esparta.
La primera noticia que tenemos documentada por los historiadores antiguos, está fechada en el año 411 a. de C., cuando se dice que fue enviado al estrecho del Helesponto en conjunción con el Sátrapa pesa Farnabazo, con el objetivo de disputar a los atenienses la posesión de dicho estrecho.
Como se puede ver, nos encontramos en los años finales de la guerra del Peloponeso, una guerra que dirimía la hegemonía de Esparta y Atenas por la supremacía en la Grecia Continental., conflicto que duró del 431 al 404 a. de C., 27 duros años que desangraron las fuerzas de ambos países y sus respectivos estados griegos aliados.
Como vemos Clearco colaboraba con los persas porque en aquellos momentos, porque Esparta estaba aliada con el Imperio Persa., pero no nos engañemos, años atrás los persas estaban aliados a los atenienses, solo que cuando estos se volvieron muy fuertes cambiaron de bando y se pasaron a los espartanos.
Persia era militarmente débil, pero contaba en su arcar con dinero para comprar la Grecia entera., así que sagazmente para evitar que los griegos intentaran invadir su imperio, (el cual a pesar de las apariencia, era “un gigante con pies de barro”) jugaron a que en la guerra existiera un equilibrio de poderes, evitando que ningún bando fuera netamente superior al otro.
Gastando montañas de dinero (de las cuales repito, andaba sobrado) compró conciencias entre los políticos, y financió el robustecimiento de ambos ejércitos, llevando la guerra a su propio campo de intereses.
Ciro "el Joven", príncipe de Persia
Pues como comentaba, la lucha en el estrecho del Helesponto fue la primera vez que se tenía noticias de Clearco., sin embargo se le puede ver ya de general, con lo que se puede deducir que bregó con éxito en el escalafón del ejército espartano.
Sin duda alguna la guerra del Peloponeso ya duraba por entonces 20 años., no hay duda de que un campo de batalla es la mejor manera para que un militar dotado de valor y dotes militares ascendiera velozmente.
Dado que la guerra ya llevaba 20 años de duración, no hay duda de que Clearco los empleó bien y que los aprovechó convenientemente, a la par de que con ellos adquirió una experiencia militar inestimable, que le sirvió en el futuro para poder seguir cumpliendo con sus designios, que no eran otros que servir en el ejercito de Esparta.
La lucha en la que participó Clearco en esos últimos años de la guerra del Peloponeso se pueden fundamentar en acciones navales., no obstante, parece que en este campo no brilló mucho, ya que los atenienses no tenían a pesar de algunos reveses rival en el campo naval, ya por lo poderosa que era su flota, ya por lo bien que sus tripulaciones maniobraban con sus naves.
En el año 410 a. de C. encontramos a Clearco participando con un mando importante en la batalla naval de Cícico, en la cual la flota espartana del almirante Míndaro fue aniquilada por la flota ateniense, liderada por los hábiles Alcibíades, Trasíbulo y Terámenes. Los 80 navíos espartanos (su almirante murió en la acción) fueron aniquilados o capturados en su totalidad, con pérdidas de escasa importancia por parte de 86 navíos atenienses.
En el año 408 a. de C. Clearco, el cual desempeñaba el cargo de Próxeno (se ocupaba de los interese de Esparta en la ciudad) en la ciudad, fue nombrado gobernador de la ciudad de Bizancio, con el objetivo de que el general ateniense Alcibíades no ocupara la ciudad.
Los atenienses asediaron la ciudad, y Clearco lideró su resistencia con éxito, sin embargo Clearco aunque era un hábil comandante, no tenía ningún tacto en cuestiones diplomáticas, hombre sudo y resulto, no se andaba con sutilezas para conseguir sus objetivos, aunque tuviera que pasar por encima de aquel que se le oponía.
En consecuencia, se granjeó las antipatías y odios más extremos en la población de Bizancio., por lo que su estancia en la ciudad se tornaba corta. Aprovechando una ausencia de Clearco de la ciudad, la población abrió las puertas al ejército sitiador ateniense de Alcibíades, el cual desde luego, tenía mucho más tacto en cuestiones diplomáticas.
Clearco de Esparta
En el año 406 a. de C. Clearco participa en una nueva batalla naval, pero nuevamente la pericia ateniense hace que los espartanos sean derrotados., en la Batalla de Arginusas, los 120 navíos espartanos fueron derrotados por los 155 de Atenas. 70 naves perdidas por 25 atenienses fueron el bagaje que Esparta tuvo que soportar.
Los atenienses fueron expulsados de Bizancio en el 405 a. C., después de la derrota que sufrieron en la batalla naval de Egospótamos, la cual tuvo como consecuencia la toma de Atenas y el fin a la guerra de Peloponeso, con Esparta como triunfadora del conflicto.
Posteriormente Clearco fue elegido por los “Éforos” (los magistrados que dirigían la vida política en Esparta) para aplacar las riñas políticas que en ese momento plagaban la ciudad de Bizancio. Para proteger la misma y las colonias griegas vecinas de los ataques de las tribus bárbaras tracias, Clearco sin consentimiento de nadie se autoproclamó “Tirano” de Bizancio.
Esparta reacción con prontitud a este mando, auto-otorgado para Clearco, pero sin ser otorgado por Esparta., así que fue declarado un proscrito y un destacamento espartano lo expulsó de la ciudad.
Fue condenado a muerte en el 403 a. de C. en Esparta por desobedecer órdenes. Solo y sin saber qué hacer, decidió probar el oficio de mercenario, muy en boga por aquellos tiempos, y huyó para ponerse al servicio de uno de los Sátrapas más poderosos de la zona Occidental del Imperio Persa, ¡Ciro!.
Ciro colocó a Clearco en el Quersoneso, con la misión de combatir nuevamente a las tribus tracias, la cuales amenazaban continuamente a las ciudades griegas de esa región. Clearco, había movilizado con el apoyo económico de Ciro, un nutrido grupo de mercenarios, a los que entrenó de manera rigurosa como era su costumbre, creando una fuerza insuperable en combate.
A la par que el grupo mercenarios de Clearco en el Quersoneso, otros grupos mercenarios griegos al mando del príncipe persa Ciro eran financiados y sostenidos por éste en espera de órdenes., finalmente, Ciro congregó a todos en la Satrapía persa de Lidia, concretamente en su principal ciudad de Sardes, la ciudad Occidental más importante del imperio persa.
Licurgo, magistrado que creo las leyes por las que se regía Esparta
Eran unos 10.000 mercenarios griegos, todos perfectamente pertrechados, veteranos de la guerra del Peloponeso con amplia experiencia militar. Estos soldados formaron el núcleo del ejército de Ciro, el cual junto con varias decenas de miles de tropas de infantería ligera, y miles de jinetes, marcharían rumbo Este en el mayor de los secretos.
El secreto de la trama urdida por Ciro solo era conocida por el alto mando., la tropa ignoraba el verdadero objetivo, (creían que iban al Este, para castigar a las tribus de los “pisidios”) ya que si no, sin duda se habrían rebelado de conocer el verdadero objetivo, ¡derrocar al rey persa Artajerjes II!.
La velocidad era esencialmente importante para coger a Artajerjes II desprevenido y a la vez evitar la movilización de su impresionante ejército, el cual necesitaba bastante tiempo en el poder movilizarle.
Sabía Ciro que los movimientos de sus tropas no pasarían desapercibidos para su rival y odiado enemigo el Sátrapa Tisafernes, el cual gobernaba al Este de las satrapías de Ciro., éste no perdería oportunidad para hacerle partícipe a Artajerjes II de sus sospechas, ya que sin duda tenía espías en la Corte de Ciro, que le mantenían informado de sus movimientos.
Sin embargo cuando Ciro se puso en marcha al Este, la marcha fue lenta, ya que varios grupos de mercenarios griegos no se habían incorporado a las filas de Ciro, y hubo que esperar en algunos periplos del viaje cierto tiempo para esperarles.
En particular en la localidad de Celaenae hubo que esperar un mes, para que se incorporaran los últimos grupos de mercenarios. Entre ellos estaba el de Clearco, el cual había recibido un dinero por parte de Ciro para que contratara mercenarios., es posible que a Ciro no le hubiera importado mucho que Clearco se guardara algún dinero de la suma que le dio, al fin y al cabo era una práctica generalizada que cuando había algún tipo de estas transacciones, algún dinero pasara a manos privadas.
Pero Clearco era tan brutal como honesto, no se guardó ni un “darico” (moneda persa) de los 10.000 que le dio, y lo empleó todo íntegramente para contratar a los mercenarios., finalmente logró reclutar 1000 hoplitas, 800 peltastas tracios y 200 arqueros cretenses, los cuales finalmente se unieron a las filas de Ciro en Celaenae.
Ciro había invertido toda su fortuna en la contratación de los mercenarios griegos, así como también en los preparativos de la expedición y el pago de las tropas que la componían., la velocidad era esencial para llegar cuanto antes a su destino, ya que el dinero había sido consumido y Ciro empezaba a deber dinero a la tropa, lo cual era peligroso si se tenía en cuenta sobre todo a los mercenarios griegos, los cuales podían rebelarse si su paga se retrasaba en demasía.
Despliegue de ambos ejércitos en la batalla de Cunaxa 401 a. de C.
En el reino independiente de Cilicia, su rey tenía órdenes de Artajerjes II de defender las “Puertas Cilicias” (lugar de paso obligatorio para las fuerzas de Ciro) a toda costa., pero el rey prefirió jugar a dos bandas para salir beneficiado en caso de que alguno de los dos oponentes saliera triunfante.
Así que el rey cilicio bloqueó el paso a Ciro, pero envió a su esposa Epiaxa para ayudar al príncipe persa., ésta hizo entrega a Ciro de una cantidad de dinero suficiente como para pagar a sus hombres todo lo que se les debía y un mes más por adelantado, lo cual supuso un balón de oxígeno importante en las vacías arcar de Ciro.
Finalmente cuando llegó Ciro a las puertas Cilicias el rey de Cilicia las abandonó convenientemente, así que Ciro pudo continuar su viaje tranquilamente. La región de Cilicia era rica, por lo que Ciro pudo proveerse de pertrechos y alimentos en dicho reino., sin embargo hubo de permanecer en Cilicia tres semanas, ya que un hámago de motín estalló entre las tropas mercenarias griegas.
Para entonces, ya se había extendido el rumor entre los mercenarios de que Ciro, en vez de marchar contra las tribus pisidias, quería marchar contra el propio rey persa Artajerjes II., una prueba concluyente era que las tribus pisidias habían sido dejadas atrás.
Los mercenarios griegos no tenían ganas de enfrentarse a tan temible rival, así que decidieron suspender la marcha en espera de saber qué hacer., Ciro lo tenía difícil, ya que sin el concurso de los mercenarios griegos (su mejor y desequilibrante arma) podía dar por suspendida la expedición, ya que con el resto de sus tropas no podía enfrentarse a las enormes fuerzas de su hermano Artajerjes II.
Fue el momento en que nuestro personaje entra en escena, Claearco, que ostentaba el cargo de lugarteniente de Ciro y jefe de las fuerzas mercenarias griegas (seguramente por su posición, estaba al tanto de las verdaderas intenciones de Ciro) realizó una arenga memorable a los mercenarios griegos para convencerles de que siguieran a Ciro al menos hasta derrotar a las fuerzas del rey persa establecidas en Siria.
A cambio Ciro haría algunas concesiones en el sueldo de los mercenarios, como recompensarles con un aumento de su sueldo, (el cual por aquel entonces entre la tropa estaba en un darico al mes) estipulándose su subida a 1,5 daricos al mes.
El Sátrapa de Fenicia-Siria, Abrocomas, tratará de molestar y de retrasar el avance de Ciro a Mesopotamia con el concurso de su ejército, unos 30.000 hombres, a los cuales se añadirán las fuerzas del rey de Cilicia, obligado por el rey persa a intervenir. Abrocobras se sitúa en una fortificada posición alrededor de la localidad de Issos, donde Ciro forzosamente tendrá que atravesar.
La flota de Ciro compuesta por 50 naves podía dar juego al príncipe persa y transportar tropas de su lugar a otro, atacando de manera imprevista a Abrocobras., éste calibró la situación, y junto a que había sufrido deserciones en sus fuerzas mercenarias griegas y que no podía confiar en las fuerzas cilicias que tenía a sus órdenes, decidió abandonar prudentemente su posición de dejar el campo en manos de Ciro.
Jinete espartano abatiendo a un enemigo
Ciro continuó el avance, y en la localidad de Tapsacus decidió abiertamente y sin trampas ni subterfugios confesar su verdadero objetivo, derrocar al rey persa y acabar con él., los mercenarios griegos se mostraron inquietos ante tal empresa, la cual se tornaba muy peligrosa., sin embargo apelando a la esperanza y un futuro resulto si Ciro ganaba la batalla, junto con nuevas promesas de futuras recompensas, la mayoría de los mercenarios griegos aceptó la misión encomendada por el príncipe persa.
Cerca del pueblo de Cunaxa (cerca de Babilonia) se dio la gran batalla entre ambos ejércitos, los del príncipe persa Ciro y el rey de Persia Artajerjes II. En la amplia explanada, la superioridad numérica del ejército de Artajerjes II beneficiaba a su causa, ya que desplegados ambos ejércitos, el rey persa podía desbordar por el flaco el despliegue de las menores fuerzas de Ciro.
Ciro desplegó su ejército con prudencia. El río Éufrates fue sabiamente utilizado para proteger el flanco derecho de la formación de su ejército, donde se situaron los mercenarios griegos.
Se sabía que el ejército de Artajerjes II era inmenso, el cual se desplegó en un amplia línea que superaba en mucho al ejército de Ciro; este podía encontrarse con sus flancos amenazados y envueltos por el rey persa, por lo que situarse en apoyo del río Éufrates, jugaba a favor de las formaciones de Ciro.
El ejército desplegado por Ciro era el siguiente:
•10.400 hoplitas griegos (infantería pesada).
•2.500 peltastas (infantería ligera) armados con la pelta, un escudo pequeño en el forma de media luna u ovalados, un haz de jabalinas y a veces la rhomphaia.
•200 arqueros cretenses.
•20 carros falcados.
•600 jinetes acorazados como Guardia personal de Ciro. Iban los jinetes con coraza, grebas y casco, y llevaban la kopis griega; los caballos llevaban cabeza y pecho protegido por armadura.
•1.000 jinetes paflagonios, de grandísima reputación, tomados por los mejores del Imperio Persa.
•Varias decenas de miles de infantería de las distintas satrapías occidentales bajo mando de Ciro; Unos 26.000 soldados, 16.000 de ellos de las satrapías de Lidia y Frigia, y 10.000 de persas y otros pueblos.
Soldados del Imperio persa
En total más de 50.000 hombres, bajo mando de Ciro.
El despliegue de dicho ejército fue el siguiente:
Los griegos al mando de Clearco se desplegaron a la derecha de la formación, dando pues al río Éufrates Clearco y sus mercenarios, seguido a continuación de los hombres de Próxeno, luego los demás griegos y por último, y cerrando la línea, Memnón.
Junto a Clearco situó Ciro 1.000 jinetes paflagonios y la totalidad de los peltastas griegos. A la derecha, y siguiendo a Memnón, las fuerzas propias de Ciro, comandadas por Arieo; Ciro y su guardia, 600 jinetes de caballería pesada, en el centro de la formación.
El ejército de Artajerjes II estaba compuesto por las siguientes fuerzas:
•6.000 jinetes cadusios al mando de Artajerjes, comandante de la caballería, no el rey de reyes.
•90.000 infantes persas. (Si la infantería de Ciro era de unos 39.100 hombres, y teniendo en cuenta que la línea de Artajerjes era algo más del doble que la de Ciro, esto nos da como resultado 90.000 hombres persas, poco más del doble que los 39.100 hombres de Ciro).
•150 carros falcados con cuchillas debajo del asiento apuntando al suelo y 2 hoces sujetas oblicuamente a los ejes.
•5.000 jinetes, divididos en 1.000 jinetes acorazados de Tisafernes, y 2.000 cada uno del resto de generales, Gobrias y Arbaces.
El despliegue de las fuerzas persas fue el siguiente:
A la izquierda la caballería del general Artajerjes, en el centro la infantería persa el rey a retaguardia y con él, la caballería de Gobrias; más a la derecha más infantería persa junto con los carros falcados en vanguardia, y cerrando el flanco derecho la caballería de Tisafernes (el odiado enemigo de Ciro).
El objetivo del rey persa era maniobrar para envolver los flancos del ejército enemigo y atacarle por retaguardia; Ciro fiaba todo en el enfrentamiento frontal con su hermano Artajerjes II, si lograba abatir a este, la campaña estaba ganada, ya que las fuerzas de su hermano o se dispersarían o se unirían a su causa (ya sin oposición de ningún pretendiente serio al trono).
Itinerario de la expedición de Ciro "el Joven"
Quiso Ciro cambiar la ubicación de las fuerzas de su ejército, trasladando su mejores fuerzas, las de los mercenarios griegos al centro de su posición, todo para poder enfrentarse a su hermano que estaría en el centro de la posición enemiga y donde planeaba asestar un golpe mortal a su enemigo.
Sin embargo Clearco, líder de las formaciones griegas, se opuso a tan desatinada objeción; situar en el centro a la formación griega y pasar al ataque, significaría que el ejército enemigo, muy superior en número a las fuerzas de Ciro, podría envolver a las fuerzas amigas con lo que los griegos podrían encontrarse con una situación seriamente apurada.
Clearco, hombre entrenado en la vieja escuela, se empeñó en mantener las formaciones clásicas de los ejércitos griegos y (manteniendo el flanco derecho, protegido el mismo por el río Éufrates) avanzar en línea de cara al enemigo.
Como dijo Clearco con decisión a Ciro, “Ya nos ocuparemos nosotros, de que las cosas vayan como tienen que ir”.
La batalla en si misma se desarrolló de la siguiente manera: los dos ejércitos avanzaron hasta una distancia de unos 500 metros, a esa distancia los mercenarios griegos cargaron contra el flanco izquierdo persa.
Allí les esperaban los arqueros persas los cuales esperaban hacer frente a una posición estática griega a la cual diezmar a distancia con sus letales arcos, justa a retaguardia estarían los “carros falcados” (carros armados con guadañas los cuales destruirían las compactas formaciones griegas) los cuales sembrarían el caos en el enemigo.
Posteriormente, la infantería pesada persa daría el golpe de gracia al enemigo a la vez que la caballería persa flanquearía a los griegos y los atacarían por la retaguardia.
Hoplita espartano
Ni que decir tiene la sorpresa mayúscula con que se encontraron los arqueros persas cuando vieron a la infantería pesada griega cargar contra ellos con increíble resolución.
El pánico se extendió entre los arqueros, los cuales abandonaron rápidamente sus puestos para huir a retaguardia; la retirada de los arqueros hizo que estos colisionasen con las formaciones de carros falcados perdiendo estos la cohesión y uniéndose algunos de ellos, a la retirada de los arqueros.
El ataque de dichos carros estuvo falto de cohesión, a la par de que las disciplinadas formaciones griegas estaban al tanto del uso de dichas formaciones de carros y tenían un plan para hacerles frente.
El ataque de los carros persas hizo que en las compactas formaciones griegas se abrieran amplios huecos en los que estas formaciones pasaran sin hacer daño a los griegos.
Una vez que estos cruzaban las formaciones griegas, los ocupantes de los carros eran atacados por el flanco o la retaguardia, siendo abatidos sin piedad sus ocupantes.
Tras estos hechos la formación griega de Clearco entonó a paso de carga el himno de batalla, (“el Pean” griego) la visión de la infantería pesada griega a voz en grito, hizo que los nervios en la infantería pesada persa se rompieran por completo.
Los persas rompieron la formación iniciando una huida desesperada; la visión de la retirada persa por su flanco izquierdo hizo que en Ciro crecieran las esperanzas de éxito.
Jenofonte
De hecho, los fieles que rodeaban a Ciro le felicitaron a la vez que le proclamaban nuevo rey de Persia; Artajerjes II viendo desecho su flanco izquierdo decidió jugarse el todo.
Hizo que el flanco derecho de su ejército, (el cual se extendía mucho gracias a su superioridad numérica) intentara flanquear el flanco izquierdo de Ciro para posteriormente atacarle por retaguardia.
Sin embargo el astuto Ciro se apercibió de la maniobra de su hermano y también este decidió realizar un golpe calculado; atacaría en centro del ejército enemigo donde su hermano se apostaba, atacaría con suma resolución, ya que confiaba en dar muerte a su hermano y si esto se lograba, la batalla estaría ganada.
Ciro realizaría el golpe en persona con su Guardia personal de 600 jinetes, la caballería que protegía a Artajerjes II le superaba en 10 a 1 a Ciro, pero este confiaba en que el golpe sería sorpresivo, y lograría su meta final.
Ciertamente la calidad de la Guardia de Ciro fue puesta a prueba con tan demoledor ataque a un enemigo abrumadoramente superior en número; sin embargo, el ataque tuvo éxito, aunque no logró su propósito.
Ciro atacó con furia, y a costa de grandes bajas entre su Guardia, logró penetrar inesperadamente en el dispositivo que protegía a su hermano, llegando a acercarse peligrosamente; de hecho, Ciro en un, ¡o todo o nada!, logró lanzarle una lanza que penetro en la coraza de Artajerjes II, aunque le hirió de escasa importancia.
Pero Ciro había fallado, y ahora se hallaba rodeado por un mar de enemigos; un miembro de la escolta de Artajerjes II hirió de muerte a Ciro, el cual fue derribado del caballo.
Acudieron a socorrerle ocho miembros de la escolta de Ciro, los cuales fueron reducidos tras un duro combate cuerpo a cuerpo; finalmente miembros de la Guardia del rey cortaron la cabeza del desgraciado Ciro, dando triste fin a la aventura del príncipe persa.
Mapa de Esparta siglo IV a. de C.
Mientras tanto la batalla continuaba con nuevo vigor, con el pretendiente muerto, Artajerjes II decidió rematar la faena; las fuerzas persas de Ciro, viendo que su valedor había sucumbido, decidieron retirarse a retaguardia, mandadas por un tal Arieo.
La caballería persa de Artajerjes persiguió de cerca a los fugados hasta el campamento de Ciro; el campamento fue saqueado a conciencia, si bien el sector que protegían los griegos se mantuvo intacto, gracias a que sus defensores hoplitas griegos erigieron un muro de lanzas que la caballería persa no pudo penetrar.
Tisafernes llegó al campamento de Ciro e informó al rey de que los griegos habían demolido el ala izquierda persa; Artajerjes II decidió retirarse, reorganizar su ejército y enviarlo contra el flanco izquierdo del ejército de Ciro, donde estaban los griegos mercenarios griegos de Clearco.
Éste respondió a al movimiento persa haciendo rotar a sus líneas (unidades que habían dado ya la vuelta y marchaban en dirección al campamento) dejando de ese modo tras de sí el Éufrates, y encarando la línea de avance de su adversario.
Una vez que los dos ejércitos se encontraron en la llanura, los griegos dieron comienzo al ataque. Al igual que en la ocasión anterior, tras entonar el “pean”, se lanzaron a la carrera sobre la infantería pesada de su enemigo. Clavados en sus posiciones por el miedo, y a más de cien metros de ellos, los persas tiraron en masa sus armas y se echaron a correr.
Artajerjes II con los dientes chirriando de furia no tuvo más remedio que retirarse junto a la caballería que le acompañaba; todavía sin saber lo que había sido de Ciro, los griegos de Clearco regresaron, alegres y ufanos por su victoria, hasta el campamento que, aunque parcialmente saqueado, se encontraba todavía en pie gracias a la defensa realizada por la guarnición que los hoplitas griegos habían dejado junto a sus bagajes. La batalla había terminado.
Allí los griegos de Clearco recibieron sorprendidos y apenados la muerte de su benefactor Ciro, con lo que sopesando la situación, se encontraron con un panorama desolador.
Hoplitas espartanos en acción
Habían vencido, sí; pero la muerte de su jefe les dejaba en una situación apurada, máxime cuando comprendieron que se habían internado profundamente en territorio persa y ahora estaban rodeados por enemigos por todas partes.
Es más, tras la batalla y la muerte de Ciro las fuerzas persas de Ciro iniciaron la desbandada, dejando en la estacada a los griegos los cuales tendrían que volver a sus casas por sus propios medios y sin ayuda de nadie.
Clearco se erigió como líder natural entre las huestes griegas, y en el responsable de la estrategia a seguir después de la batalla de Cunaxa, no había sido elegido entre los soldados, pero estos lo aceptaron cuando salvo Clearco, no había un líder claro entre sus tropas.
Clearco mandó levantar el campamento e iniciar la retirada, la cual se presentaba sumamente azarosa., adentrados profundamente en territorio persa (1.700 Km.) y rodeados por todas partes de tropas hostiles, la empresa se presentaba complicada hasta retornar a territorio amigo, pero Clearco sabría mantener la moral y la disciplina necesarias para que la retirada se efectuara con orden y disciplina.
La retirada se efectuaba con horror de los persas, los cuales se habían juraron acabar con todos los griegos, como ejemplo para Grecia si intentaba efectuar alguna vez más tal ataque. La cohesión y ánimo que Clearco infundía en sus hombres, impedía que estos sucumbieran al pánico, lo cual habría sido estupendo a los persas, ya que estos los hubieran cazado como a conejos.
Sin embargo ante tal cohesión, las tropas persas solo podían hostigarles, siéndoles imposible un ataque en masa sobre la formación, ya que se habrían estrellado ante un cohesionado muro de lanzas griegas, algo que a los persas les aterraba desde la batalla de Cunaxa.
Tisafernes, hombre de confianza de Artajerjes II, entró en negociaciones con los griegos de Clearco durante la retirada. A través de sus diplomáticas palabras, supo ganarse el aprecio de Clearco y en cierto momento este invitó a él y a su plana mayor a una reunión en su tienda para discutir seriamente el tema.
Algunos de los hombres de Clearco le aconsejaron no llevar tal alto número de oficiales superiores, pero Clearco desechó sus temores, confiando en la palabra de Tisafernes., Clearco junto con 5 de sus generales y 20 capitanes, amén de 200 soldados para comprar provisiones, llegaron a las puertas del cuartel general de Tisafernes.
Soldados persas
Tisafernes invitó a los generales: Próxeno de Beocia, Menón de Tesalia, Agias de Arcadia, Clearco de Lacedemonia y Sócrates de Acaya entrar en su cuartel general, permaneciendo el resto de los capitanes griegos esperando fuera.
Justo en ese momento la trampa de Tisafernes cayó con toda su fuerza., primero dentro de su estancia los generales griegos fueron apresados por sorpresa evitando toda resistencia, acto seguido los capitanes griegos que esperaban fuera fueron rodeados y asesinados, ofreciendo estos poca resistencia ante el ataque sorpresivo del que fueron objetos.
Los 200 griegos que estaban efectuando la compra de víveres para las tropas del campamento fueron objeto del ataque por la caballería pesa, la cual mató a todo el grupo sin dejar nadie vivo.
Los griegos podían ver desde el campamento griego los ataques de la caballería persa a los griegos que efectuaban las compras., sin embargo desde la distancia no podían saber que los persas estaban persiguiendo a sus compañeros, solo veían a los persas correr con sus caballo, lo cual no dejaba de desconcertarles y preocuparles., por fin se presentó huyendo un griego llamado Nicarco de Arcadia, el cual herido en el vientre y sosteniéndose las entrañas con las manos, y dijo todo lo que había ocurrido en el campamento persa.
Los griegos se pusieron en pie de guerra y con las armas prestas, posteriormente un heraldo persa llegó con noticias de la suerte corrida por sus compañeros y de que depusiesen las armas si no querían acabar como ellos.
Con esto acaba aquí el relato, la suerte de los griegos posterior es bien conocida por todos gracias al relato que escribió Jenofonte en su “Anábasis”, éste tomó el mando de la expedición y supo llevarla sana y salva de regreso a territorio griego, dejando en evidencia a los persas, los cuales nunca pudieron romper la cohesión del ejército griego en retirada.
Como Clearco cayó en la trampa a pesar de ser un hombre astuto no se sabe, quizá tenía en mente otros proyectos para su ejército., es probable que el pasarse al servicio del rey persa a cambio de realizar algún servicio provechoso para él, antes de retornar a casa, no fue impensable.
Egipto se había rebelado contra Persia hacía tres años, quizá el devolver a la díscola Satrapía, (siempre dispuesta a rebelarse a la menor debilidad persa) a la obediencia persa no sería mala idea. Pero el rey Artajerjes II pensaba de modo diferente, ni un griego debía quedar con vida para contar tal aventura.
Tropas espartanas en acción
El hecho de que un ejército griego se pudiese pasearse impunemente por el imperio persa y retornar con total tranquilidad, era la peor propaganda que podía dar a los griegos, ya que les podía dar ideas de realizar invasiones a su territorio., el descabezamiento del alto mando griego fue un golpe importante que hacía pensar al rey que con ello su cohesión se desmoronaría y los cazaría fácilmente.
Pero Artajerjes II, hombre despótico y Tirano, no conocía (y si lo sabía, seguro que lo despreciaría) las virtudes de la “Democracia”., los soldados se pusieron de acuerdo y eligieron nuevos líderes en sustitución de los caídos. En particular un tal Jenofonte acabó con convertirse el líder natural de la expedición, un perfecto sustituto de Clearco.
Gracias a su tesón, coraje y mandar con efectividad a la tropa, pudo llevarla casi en su totalidad a territorio griego, a pesar de que la falta de provisiones y el hostigamiento persa causara algunas bajas en la expedición.
Afortunadamente la muerte de Clearco no supuso el final del cuerpo expedicionario griego., Clearco sin duda alguna hubiera podido dar mucho juego en el panorama político griego, dado las virtudes que atesoraba en sí mismo: veteranía, sagacidad y liderazgo entre las tropas.
Clearco era un “Espartiata” (soldados que formaban la Élite del ejército espartano) de cuerpo estero, además de un consumado guerrero. Se autoexilió de Esparta tras ser acusado injustamente por los “Éforos” de un equívoco que no había cometido y pasó a convertirse en un mercenario, “un soldado de fortuna”.
Era huraño y severo, y no despertaba ninguna simpatía entre sus hombres; pero era a él a quien todos recurrían cuando, durante la acción, había que confiar el mando de las operaciones al oficial más competente.
Veamos algún ejemplo de sagacidad de los muchos que tuvo a lo largo de su carrera militar:
Clearco estaba en campaña saqueando Tracia, en la cual mató a muchos tracios. Éstos le enviaron embajadores para pedirle que pusiese fin a la guerra. Pero él, considerando perjudicial la paz, ordenó a los cocineros que colgaran entre los cadáveres tracios dos o tres cuerpos cortados en trozos, y que si los tracios al verlos preguntaban la causa, les dijeran:
-Se le prepara la cena a Clearco-.
Al ver esto, los embajadores tracios se retiraron con los pelos de punta, sin atreverse ya a decir nada sobre el cese de la guerra.
Frontino, III 5,1 y Polieno: Estratagemas, II 2, 9.
Guerreros espartanos
De todas formas Jenofonte al escribir su “Anábasis”, pudo hacerse un retrato de Clearco, el cual dejó plasmado en su libro:
“Era un hombre aficionado a la guerra: pudiendo disfrutar de la paz sin desdoro ni perjuicio, prefiere la lucha; pudiendo vivir sosegadamente, quiere pasar trabajos en medio de las batallas; pudiendo gozar sin peligro de sus riquezas, prefiere disminuirlas haciendo la guerra. Clearco gustaba de gastar en guerras como si fuese en amoríos o en otro placer cualquiera: tan viva afición les tenía.
Su temperamento militar se revelaba en la pasión que sentía por los peligros, en la energía con que marchaba contra el enemigo, lo mismo de día que de noche, y en la prudencia con que sabía salir de los peligros, según afirmaban todos cuantos estuvieron a su lado. También se reconocían sus cualidades para el mando, hasta donde era posible en un hombre de carácter como el suyo.
Nadie sabía como él tomar las medidas convenientes para que su ejército no careciese de las cosas necesarias y predisponerlas acertadamente; nadie tampoco como él para imponer su autoridad a los que le rodeaban. Lo conseguía por su carácter duro y, además, por su aspecto, que infundía miedo, y su voz áspera. Siempre castigaba con severidad, algunas veces con cólera, hasta el punto de arrepentirse más tarde en ocasiones.
Esta dureza era en él un principio, pues pensaba que un ejército sin disciplina no sirve para nada. Según contaban se le había oído decir que el soldado debía temer más al jefe que a los enemigos; sólo así podía conseguirse que vigilase atentamente, no saquease los países amigos y marchase intrépido contra el enemigo.
Por eso en los momentos peligrosos todos se prestaban a obedecerle ciegamente y no querían otro jefe; entonces, según decían, la dureza de su aspecto terrible ponía alegres los rostros de los otros, y su severidad parecía fortaleza contra los enemigos, de suerte que, lejos de parecerles duro, veían en él su salvación. Pero cuando salían del peligro y era posible pasar a las órdenes de otros jefes, muchos le abandonaban.
No tenía, en efecto, nada de amable, y como siempre se mostraba duro y cruel, los soldados se sentían en su presencia como niños ante el maestro. Por eso nunca le siguió nadie por amistad o por simpatía; pero sabía hacerse obedecer puntualmente de aquellos que, ya por obligarles su patria, ya por su propio interés o por una necesidad cualquiera, se veían obligados a colocarse bajo sus órdenes.
Por eso una vez que principiaron a vencer bajo su mando a los enemigos, este carácter fue causa poderosa de que se hiciesen unos excelentes soldados: a la bravura en el ataque unían la disciplina, que observaban por temor a sus castigos. Tales eran sus cualidades como jefe; se decía en cambio, que no gustaba de ser mandado por otros. Tenía cuando murió unos cincuenta años”.
"Los Inmortales", la Guardia de los reyes persas
Autor: eljoines.
Bibliografía:
- Satrapa1.
- “Anábasis” de Jenofonte.
- eljoines's blog
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Una nuevo as en tu baraja griega, ¡bravo, Eljo!
Una notilla: corrige la errata en el pie de imagen, pone Ligurco por Licurgo.
Un saludote, chavalón!!!!
Muy interesante el artículo.
Precisamente ahora estoy leyendo la historia novelada de la marcha de los 10.000 griegos.
En castellano "El ejército perdido" y en italiano "L'armata perduta", del escritor milanes Manfredi.
Veremos que tal.
Saludos.
Gracias Tisner, yo leí la "Anábasis" escrita por Jenofonte y la novelada "la odisea de los diez mil" de Michael Curtis. ¡Interesante ambos libros!, aunque cada uno a su modo.
saludos
Hola Eljoines.
Ya acabé de leer la historia novelada de El Ejército perdido de Manfredi.
¿Me recomiendas leer Anábasis de Jenofonte? Te lo pregunto porque quizá para un no entendido puede resultar pesada su lectura.
Ya me diras y gracias anticipadas.
Bueno Tisner, yo lo leí prestado de una biblioteca, así que no me pude quejar del precio je,je. A mi me resultó interesante el libro, claro que ten en cuenta que la lectura no está estructurada como una novela histórica, ideada para entretener, aunque en la Anábasis todo el real y nada inventado, que ya se sabe que en la novela histórica, aunque el fondo es real, la forma y condimentación se le da algún toque fantasioso para aderezar la novela.
A mi me resultó como te dije interesante, aunque en algunos momentos puede resultar un poco rollo, pero el conjunto es aceptable.
saludos
Muy bien, eljoines!!!
Me ha gustado mucho. Es un tema que me atrae. Ya sabes Esparta es un buen asunto. Sigue así y continuaremos leyendote.
Un Saludo.
Rafa Navarro.
Gracias rafa, que la gente lo aprecie, anima a uno a seguir en la brecha.
saludos
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Jo,jo,jo, si es que Manolillo, los equívocos en el formato Word no avisan de los nombres ¡raros,raros,raros!, gracias por el aviso.
saludos